Nuestra historia comienza en un pequeño lago escondido entre árboles y montañas, un lugar al que antaño los habitantes de Riverwiew visitaban para honrar a las extrañas criaturas que solía decirse, moraban en aquel apartado paraje.
Náyades, hermosas ninfas de cabellos luminosos que habitaban en las dulces aguas de los lagos, ríos y estanques más puros; jugando y riendo ajenas a la ajetreada vida de los mundanos y protegiendo siempre la vida de aquellos seres que junto a ellas, compartían su hogar.
Durante muchos años, mundanos y seres feéricos convivieron en paz, llegando incluso a compartir sus costumbres, pero el rápido desarrollo de la humanidad hizo mella en la tierra de aquellos seres que dependían de la naturaleza para sobrevivir, relegando cada vez más a éstos a lugares más apartados.
Hasta que finalmente fueron desterrados de sus propias tierras.
Hoy en día la mayoría de los humanos no creen que tales criaturas existan, pero hay personas que nacen con una sensibilidad especial, un don que les hace sentirse en comunión con la naturaleza y apartarse del resto, pues pocas son las personas que entienden su modo de vivir.
Suelen ser personas sencillas que no codician más bienes que aquellos que necesitan para vivir, amantes de la naturaleza y dotados de una mente abierta y despierta, capaz de alojar grandes conocimientos e historias que poder transmitir a los más jóvenes.
Se dice que cada cierto tiempo, la naturaleza, conmovida por aquellas almas solitarias, decide enviar a una de sus hijas para que éstas le entreguen aquello que más aman.
Aquella ofrenda es para una náyade un acto de amor pero también un duro sacrificio, pues una vez entregada, su hija nunca podrá volver junto a sus hermanas, y aunque siempre será una de ellas, su corazón siempre estará dividido entre dos mundos completamente distintos: el humano y el feérico.
Así es como tú llegaste a este mundo, Alidaen, hija de Cirene “Sauce Dorado”. Pero aún eres demasiado joven para entender tu propio origen, cuando crezcas y tengas edad suficiente volverás a escuchar esta historia y sabrás qué aguarda tu destino.
Y ahora…duerme mi pequeña ninfa. Que tengas dulces sueños.