(CUARTA PARTE)
Había intentado ser una chica obediente y no desoír las advertencias de su abuela. Realmente quería poder cumplir la promesa que le hizo al señor Laremion de no volver a acercarse a su casa…pero no pasó ni una semana cuando se dio cuenta de que tenía que volver allí, que no podía estar más tiempo sin verle.
Sólo serían unos minutos, y nadie se daría cuenta…
- Abuela, ¡voy al bosque a recoger setas! – gritó ya en la puerta, sin darle tiempo a preguntar más.
Su abuela se encontraba en cama, hacía un par de días que le habían dado el alta y aún estaba algo débil para salir de casa.
- Hija no tardes, ¡y ten cuidado ahí fuera!
- ¡No te preocupes! ¡Siempre lo tengo!
Era la primera vez que mentía a su abuela, al menos de una forma tan descarada, y nada menos que para ir a ver a un chico a su casa y ya de paso tratar de esquivar por el camino a esos supuestos lobos.
- ¿Lobos en Riverview? Seguro que sólo son historias para asustarme… - dijo tratando de tranquilizarse a sí misma.
Pero al parecer Kheran no mentía, pues tras abandonar la seguridad del bosque para internarse en el sendero que conducía a la casa de los Laremion no tardó en escuchar el inconfundible aullido de un lobo, al que siguieron dos más. Y parecían cada vez más cerca.
- Oh, oh…
El problema de ser perseguido en prado abierto es que hay pocos sitios donde esconderse, y pocos árboles que trepar para intentar escapar. La ventaja…es que podía verlos acercarse desde bastante distancia y bueno…poco más.
Corrió en dirección al bosque sin pararse a mirar atrás, guiada solamente por su instinto de supervivencia, olvidándose al instante de la estúpida idea de arriesgar su vida para ir a casa de los Laremion.
- Si salgo de esta no volveré a desobedecer a Fionah, ¡ni miraré a más chicos! – gritaba mientras trataba de ponerse a salvo en el bosque.
Pero a pesar de estar acostumbrada a correr largas distancias y moverse por ese tipo de terrenos, no tenía demasiado aguante, y los lobos parecían demasiado hambrientos para dejarla escapar.
Estaban muy cerca de darle caza cuando escuchó el grito de alguien azuzando a su caballo, y el sonido de los cascos de éste al chocar contra la hierba.
Estuvo a punto de mirar quién era, pero el gruñido de un lobo demasiado cerca le hizo cambiar de opinión al instante.
- ¡Vamos Dark! – gritaba a su caballo – ¡más rápido!
- ¡No voy a aguantar, estoy muy cansada! ¡Si muero dile a mi abuela que eran setas asesinas!
- ¡Cállate y escóndete en el bosque!
Sería borde…
- ¡¿Y qué crees que estoy intentando hacer, listillo?!
Él no contestó, estaba muy cerca de los lobos para llamar su atención y tratar de deshacerse de uno de ellos con el caballo.
El animal actuó con certeza, propinando una buena coz a uno de los animales, que quedó malherido en el suelo por el fuerte golpe.
Sólo quedaban dos, y Alidaen estaba suficientemente cerca de un árbol para intentar trepar por él. Apenas tenía fuerzas para saltar, pero en esos momentos la adrenalina sirvió de refuerzo para tomar impulso en el suelo y engancharse a una de las ramas del roble que tenía delante.
Uno de los lobos había dado la vuelta para enfrentarse al jinete y su caballo, mientras el otro trataba inútilmente de alcanzar a la muchacha, que no tardó en ponerse a salvo trepando rápidamente hasta una gruesa rama.
Desde el refugio de aquel árbol vio entonces a su salvador, dándose cuenta enseguida de que el muchacho que intentaba salvarla era el mismo que ella había ido a buscar.
- Thaerion…
Fue como un cuento, o eso pensó días más tarde, ya que en ese momento todo fue tan rápido y estaba tan asustada que no disfrutó demasiado con la escenita. Y mucho menos cuando vio al chico caerse del caballo cuando éste hizo una brusca maniobra para intentar esquivar una de las dentelladas de aquel lobo.
- ¡No! – gritó incorporándose de la rama para intentar saltar.
- ¡No te muevas de ahí! – le ordenó el chico mientras sacaba una daga de su cinto.
El lobo gris, que hasta ese momento se había centrado en ella, no tardó en perder su interés e ir junto a su compañero para enfrentarse a una víctima más expuesta.
- ¡Pero te van a matar!
No le hizo el menor caso, y mientras el muchacho se enfrentaba a los animales con su cuchillo, amenazándoles mientras los lobos le rodeaban y olfateaban mostrando sus fauces, ella aprovechó para buscar algo con lo que poder ayudarle.
Encontró una piedra bastante grande y probó puntería con el más cercano, errando su primer tiro y rozándole sólo en una pata. El lobo la esquivó con facilidad, pero Thaerion aprovechó ese momento para clavarle la daga en el costado.
El lobo lanzó un aullido ahogado y murió enseguida al ser alcanzado en una zona vital. Pero el siguiente aprovechó el descuido del muchacho para lanzarse a por él.
Fue directo al cuello del joven, pero este actuó con rapidez poniendo el brazo por delante para defenderse de las dentelladas del animal.
Thaerion soltó un gruñido de dolor cuando el lobo clavo los dientes en su brazo, desgarrando por suerte sólo una parte superficial de su piel.
Alidaen, desesperada ante la idea de verlo morir, buscó otra piedra, pero sólo había pequeños guijarros en el suelo, ninguna lo suficientemente grande como para poder quitárselo de encima.
El muchacho mientras luchaba contra el animal, que se había colocado sobre él y trataba por todos los medios de volver a clavar las fauces en su carne.
El forcejeo apenas duró unos segundos, pero a la joven se le hicieron eternos. Y a ver que Thaerion no aguantaría mucho más, llenó sus manos de guijarros y se acercó lo suficiente para poder coser al lobo a pedradas.
Thaerion no tenía demasiada fuerza, pero aún así era lo suficientemente ágil para esquivar sus destelladas y después de varias estocadas al aire, logró degollar al animal con su cuchillo.
Agotado, intentó levantarse para comprobar que ella estuviese bien.
Sólo una piedra de la decena lanzada por la muchacha dio en el clavo. Pero por desgracia no lo hizo en el objetivo correcto…y a él no le dio tiempo a verla demasiado antes de caer inconsciente en el suelo después de ser alcanzado en la cabeza.
(Más tarde…en el claro)
(*)“Sus manos acariciaban con suavidad el perfil de su rostro, era frío al tacto y su palidez tan extrema que daba la sensación de estar observando a la propia muerte.
Pero era hermoso. Y no podía dejar de mirarlo.
Temblando, se movía insegura por aquellas facciones juveniles tratando de guardar cada rasgo en su memoria. Pequeñas descargas que empezaban en las yemas de sus dedos recorrían lentamente todo su cuerpo mientras escuchaba el bombear de su pecho, latiendo acelerado a causa de los nervios.
Las finas hebras de su cabello negro se entrelazaban entre sus dedos, mechones de ébano suaves como la seda que caían graciosamente sobre su pálido rostro contrastando a la perfección entre el blanco y el negro.
Mientras, él reposaba con la cabeza sobre su regazo completamente ajeno al concienzudo examen al que estaba siendo sometido.”(*)
Thaerion abrió los ojos lentamente, tratando de asimilar la bella visión que tenía delante. Había visto tantas veces aquella imagen que creía seguir soñando.
- No me dejes despertar esta vez – murmuró.
Alidaen sonrió, sonrojándose al instante al ver que acababa de despertar y que se había quedado mirándolo como una boba.
- Sólo dime tu nombre.
- Alidaen – contestó tímidamente - y acabo de darte una buena pedrada en la cabeza, creo que estás delirando.
Thaerion parpadeó incrédulo, era la primera vez que ella le contestaba, y desde luego aquella no entraba en su lista de respuestas esperadas.
Aunque por fin sabía su nombre.
Tardó poco en reaccionar y darse cuenta de que tenía la cabeza en su regazo y de que el dolor de sus heridas era tan real como ella.
Avergonzado, se incorporó tanta brusquedad que chocó contra a cabeza de la muchacha.
- Au…vale…ya estamos en paz… - contestó llevándose la mano a la cabeza.
- ¡P-perdón! – se disculpó haciendo lo mismo.
Ella se echó a reír, al ver la carita que se le había quedado.
No, desde luego aquello no entraba en su lista de posibles encuentros con el amor de toda su vida.
Ahora se sentía como un imbécil, y le daba tanto miedo seguir metiendo la pata que decidió marcharse de ahí cuanto antes. Se levantó tambaleante y miró a su alrededor, estaban en el claro del bosque y su caballo andaba cerca, refrescándose en el lago.
- ¡Espera! – Dijo dando un paso hacia él - no te levantes tan rápido o volverás a caerte.
- Y eso te haría mucha gracia…- murmuró por lo bajo.
- Sobre todo si te caes al agua – contestó con una risita.
Él se quedó quieto, mirándola mientras ella caminaba hasta él con esa preciosa sonrisa que después de todos esos años, dedicaba por primera vez sólo a él.
- Me has salvado – dijo estrechando su mano.
No era la primera vez que sentía aquella descarga, pero fue más fuerte que la anterior, cuando era sólo un niño. Tanto que instintivamente apartó la mano de la de la muchacha.
- No ha sido nada.
- ¿Casi te comen unos lobos y dices que no ha sido nada?
- Estoy vivo, ¿no?
Alidaen ladeó la cabeza con curiosidad y Thaerion temió que le hubiese reconocido. Al cabo de unos segundos, volvió a hablar.
- Eres un chico muy raro…
Él se sonrojó al ver cómo le miraba.
-Y tú tienes una puntería pésima…- contestó apartando la mirada tímidamente.
Ella se echó a reír de nuevo.
- Anda ven…deja que cure esas heridas – dijo volviendo a coger su mano para llevarlo a la orilla del lago.
- No es necesario…estoy bien – murmuró dejándose llevar.
- Es lo mínimo que puedo hacer, me has salvado y te debo una.
Thaerion se quedó quieto, observando como la muchacha comenzaba a rasgar la tela de su camisa para hacer jirones con ella. Estuvo a punto de decirle que parase, pero sin darse cuenta se había quedado atontado fijándose en los muslos de la joven, a la vista perfectamente desde su posición.
“Tiene tres años menos que tú, imbécil”, se regañó a sí mismo “Estás enfermo”
Alidaen terminó de limpiar la herida de su brazo y vendarla cuando se dio cuenta de que el pobre chico estaba sudando como un pollo.
- ¿Estás bien? – Preguntó llevando una mano a su frente – estás ardiendo…
Él sacudió la cabeza, tratando de centrarse y no parecer nervioso.
- S-sí…
Con sumo cuidado Alidaen acercó un trozo de tela húmeda y limpia hasta la herida de su frente, apartando con delicadeza su cabello negro para ver mejor sus rasgos.
Esta vez fue ella la que se quedó sin palabras, completamente prendada de aquellos ojos grises que la observaban como si la conociese de toda la vida.
- C-creo que ya estás…- dijo tras retirar la sangre y ver que era sólo un rasguño.
- Gracias – susurró sin dejar de mirarla.
- De…nada – contestó obligándose a sí misma a apartar la mano de su rostro.
Si por ella hubiese sido se habría quedado así toda el día, pero estaba oscureciendo y recordó que su abuela le estaba esperando y seguramente estaría preocupada.
- Ahora…tengo que irme…- dijo con dificultad.
Thaerion asintió con la cabeza rápidamente, levantándose de un salto y caminando hacia su caballo. Era la primera vez que la tenía tan cerca y había sentido unas ganas terribles de besarla, por suerte ella lo paró a tiempo.
- ¡Nos vemos! – dijo dirigiéndose hacia el animal.
- P-pero espera – contestó Alidaen extrañada por su reacción, parecía desear alejarse de ella cuanto antes.
Pero no pensaba dejar que lo hiciese, al menos hasta saber algo.
- ¿Volveré a verte?
Thaerion se dio la vuelta, sorprendido por su pregunta.
- ¿Quieres volver a verme?
- ¡Claro! Quiero decir…si tú quieres…
- Entonces…mañana estaré aquí…- contestó con una tímida sonrisa.
Y todos los días de su vida…si ella quisiese.
*
(Fragmento de "Los Hijos de Édora: El Vínculo")