miércoles, 9 de octubre de 2013

Más relato...

¡Y a ver si lo acabamos de una vez!

¡Buenas a todos! Si, sigo viva ^^

Después de las vacaciones y otra nueva mudanza (estoy que me salgo este año xD) aquí os traigo por fin la continuación del Relato: Golpes del Destino.

Puede que este capítulo se haga algo más tedioso por contener mucha conversación, y lioso quizás, pero en él he intentado aclarar algunas dudas que han podido ir surgiendo sobre la historia de Édora y los Vanar, y creo que contiene información muy interesante sobre ellos, y que ésta os ayudará a entenderlos mejor (¡o eso espero!). La verdad es que aunque pueda resultar aburrido yo me divertí bastante haciéndolo, sobre todo porque me gusta reunir a esta familia tan curiosa y tratar de sacar a relucir el carácter de cada Laremion, tan distinto pero a la vez tan marcado.

Estad muy atentos a lo que se diga en él, pues esta trama está bastante relacionada con la historia principal, y en especial con los siguientes capítulos de la serie.

Un saludo y perdonad como siempre mis ausencias, ¡un beso enorme para todos!

RELATO: Golpes del Destino X (Primera Parte)

Golpes del Destino: Capítulo X

(PRIMERA PARTE)

Al llegar a casa de los Lehman, Alidaen saludó a Herald y su esposa y subió directa a su cuarto. A los pocos minutos, Herald llamó a la puerta.
-          ¿Puedo pasar?

-          Un momento.

Terminó de ponerse su pijama de ovejas y cedió el paso a su tutor.

-          ¿Cómo te ha ido hoy? ¿Has vuelto a visitar a tu abuela?

Alidaen asintió con la cabeza, temiendo que notase algo extraño en ella. Algo que la delatara por haber besado a un chico, por ejemplo. Pero por suerte para ella, Herald no tenía poderes que le ayudasen a leer la mente (o los labios).

-          ¿Te pasa algo?

Alidaen negó y Herald se encogió de hombros, no dando demasiada importancia al palpable nerviosismo de la muchacha. Llevaba unas semanas bastante callada desde que le levantaron el castigo, y las constantes visitas al cementerio empezaban a darle mala espina. 
 -          Bien, he venido para decirte que Isabelle y yo hemos estado hablando y hemos decidido que lo mejor para ti será que vuelvas a incorporarte al instituto cuanto antes.

-          - aquello no le hacía ninguna gracia, pero no podía negarse a volver si era lo que querían sus tutores legales - ¿De verdad?

-          Sé que no te hace ilusión, pero verás como no vuelven a molestarte. He hablado directamente con el director y a la mínima queja volverá a expulsarlos.

-          Como queráis.

-          ¿Seguro que va todo bien, Alidaen?

-          Sí, es sólo que me da un poco de miedo volver.
 Herald la miró preocupado, desde que lo supo temió que aquel muchacho hubiese hecho algo más que amenazarla y burlarse de ella, pero Alidaen se negaba a hablar del tema y sin saberlo a ciencia cierta no podía hacer nada contra ese malnacido.

-          ¿Quieres hablar de ello? ¿Hay algo que no me hayas contado?

-          No, sólo quiero descansar un poco.

-          Como quieras, pero si me necesitas ya sabes que aquí me tienes. Puedes confiar en mí.

-          Lo sé, muchas gracias por todo.

-          No tienes que darlas. Buenas noches, Alidaen.

-          Buenas noches señor… - la chica hizo una pausa para corregirse y llamarlo por su nombre, tal y como ya le había pedido antes -Herald.

Al volver a quedarse sola, Alidaen se olvidó rápidamente de su temor a aparecer por ese  instituto para recordar con detalle su último encuentro en el cementerio. Se tumbó en la cama y cerró los ojos, acariciando con la yema de los dedos los labios que hacía unos minutos había compartido con Thaerion.
 Y durante horas se negó a conciliar el sueño para volver a revivir una y otra vez en su cabeza el recuerdo de su primer beso.

***
El día después de su escapada para verla, y tras haber dormido unas escasas dos horas, Tanathya llamó a su puerta para anunciarle que su padre quería reunirlos a todos durante el desayuno para darles una noticia importante.
 -          ¡Thaerion! ¡Levanta el culo de la cama y baja al salón pero YA! – dio varios golpes para enfatizar un poco más y meterle prisas. – ¡Padre quiere hablar con nosotros!

A pesar de las exigencias de su hermana, Thaerion se vistió con calma y echo un vistazo al patio exterior desde la ventana de su cuarto. El Sol estaba oculto tras espesos nubarrones grises, y el ambiente, pese a estar la primavera bien avanzada, era húmedo y muy frío.
 Según su madre, días como aquel eran presagio de malas nuevas. Y teniendo en cuenta que era su padre el que había mandado reunir a todos sus hijos (después de meses sin apenas dirigirles la palabra) esperaba no tener que darle la razón.

-          Sentaos – ordenó el cabeza de familia al llegar al salón principal.

Los tres hermanos tomaron asiento, colocándose los dos mayores a cada lado del menor. Rethan en cambio permaneció de pie frente a ellos, mirándoles fijamente. Kheran tenía la vista fija en sus manos entrelazadas, absorto en sus pensamientos, y Tanathya se mostraba cautelosa lanzando miradas intermitentes entre unos y otros. 
 -          Intentaré ser breve en daros la noticia, ya que se trata de un asunto que he meditado largo y tendido y no hay vuelta atrás. No quiero quejas de ningún tipo ni reproches. ¿Está claro?

-          Pues empezamos bien…- murmuró Thaerion.

-          Si, padre – respondió el mayor dándole un pequeño codazo disimulado - Continúe, por favor.

El chico frunció el ceño y se cruzó de brazos, esperando que siguiese hablando.

-          Aunque quizás sea conveniente que os informe antes del tema que quiero tratar para evitar preguntas innecesarias.

Todos parecían conformes, así que comenzó hablando del motivo principal por el que los había reunido.
 -          Como ya sabéis…es por culpa de una maldición que estamos atrapados en este mundo – por el tono de su voz y la mirada fugaz de su padre, Thaerion se dio inmediatamente por aludido – han pasado diecisiete años desde que fuimos despojados de nuestros poderes y alejados de nuestro deber divino. Lo que en Édora sería un fugaz descanso, en este mundo se convierte en todo un infierno en el que nuestros cuerpos, antaño imperecederos, se marchitan como si fuésemos simples mortales.

Thaerion miró sorprendido a su padre, era la primera noticia que tenía de ello. Pues pensaba que incluso ahí, tanto su padre como sus hermanos eran inmortales. Rethan notó el cambio en el rostro de su hijo y trató de continuar con su explicación para que lo entendiese mejor.

-          Si bien es cierto que vivimos muchos más años y no envejecemos a la misma velocidad que un humano, es posible que el paso del tiempo nos afecte y tarde o temprano nos lleve irremediablemente a perecer si continuamos en este mundo – Rethan hizo una pausa y se dio la vuelta hacia la chimenea para ocultar su rostro. 
 -          Y no sólo eso…sino que ahora somos vulnerables al acero, y como por desgracia habéis averiguado, una simple daga podría provocarnos una herida tan mortal como la de cualquier arma bendecida por los dioses – a pesar de su fortaleza, su tono de voz menguó al continuar hablando - De no haber estado confinados a este lugar…vuestra madre continuaría con vida junto a nosotros y la tragedia nunca hubiese ensombrecido nuestra casa.
 Todos guardaron silencio unos segundos, era la primera vez que Rethan hablaba de lo ocurrido, y supieron al instante que el dolor por la muerte de Erailne aún seguía muy presente en su padre. Al que estaban seguros de que nunca verían recuperarse del todo.

Incluso Thaerion, con el que nunca había tenido ninguna empatía, se sintió conmovido por su dolor.
 -          Es por ese motivo, por el que desde que pusimos un pie en esta tierra, y en especial desde el día de su muerte…no he cejado ni un solo día de buscar el modo de volver a Édora y deshacernos de la maldición que sume a nuestra familia en una continua desdicha.

-          Todos deseamos volver, padre – comentó Tanathya – pero no hay modo de hacerlo. Y creo que debemos tratar de continuar con nuestras vidas.

-          Hay un modo – interrumpió Kheran instando a su hermana a guardar silencio – por favor padre, prosiga.

Tanathya y Thaerion miraron inmediatamente a Rethan, sorprendidos por la afirmación de su hermano. Y mientras la esperanza iluminó las facciones de la Vanar, la sombra de la preocupación nubló las del menor.
 -          Es cierto, hemos encontrado una manera de volver a Édora y recuperar nuestros poderes - admitió dándole la razón a su primogénito - Existe un modo de crear un enlace entre los dos mundos.

-          ¿Cómo es posible? ¿Quieres decir que podemos volver a servir en la guerra contra los Dalar?

Tanathya estaba exaltada, y a pesar de las previas advertencias de su padre era incapaz de reprimir su entusiasmo y preguntar. Aun así Rethan no se molestó, y continuó hablando temiendo la reacción del menor de sus hijos.

-          Así es - contestó con calma - Durante años hubo una aliada que nos ayudó desde las sombras a estudiar el modo de devolvernos a nuestro mundo, pero un desafortunado incendio acabó con su vida. Y así con la única esperanza que nos quedaba de recuperar lo que es nuestro.

Thaerion estaba escuchando atentamente a su padre cuando le vino a la cabeza, justo en ese momento, la noticia de un trágico incendio en Midnight Hollow, un pueblo vecino, ocurrido hacía aproximadamente unos cinco o seis años. 

Rethan por aquella época había estado más ceñudo de lo normal, y ahora empezaba a suponer el motivo. 
 En él había muerto una mujer de mediana edad dejando a una hija de once años huérfana, que había sobrevivido milagrosamente. Según las noticias, hubo numerosos heridos graves al extenderse por el bosque y las casas adyacentes. Debido a su gravedad, y al haber estado a punto de llegar al propio Riverview, tuvo una gran repercusión en los medios. Que rápidamente alertaron a todos los vecinos y desalojaron numerosos hogares.

El hogar de los Laremion fue uno de los que corrían peligro de ser alcanzado por el incendio al estar a las afueras y muy cerca del bosque, pero Rethan se negó a abandonar su casa y resguardar a su familia en un refugio con el resto. Cuando intentaron desalojarlos, se opuso tan rotundamente que hasta la policía temió enfurecerlo.

Finalmente los bomberos lograron detener a tiempo las llamas, pero aquel hecho hizo que en el pueblo les mirasen con aun más temor, pues algún listo con exceso de imaginación se había dedicado a extender el rumor de que los Laremion no temían al fuego porque eran inmunes a él. Se notaba que ninguno conocía el orgullo de su padre…capaz de condenarlos a morir abrasados con tal de no aceptar la ayuda de simples humanos.
 El muchacho se preguntó si aquel hecho no estaría relacionado, y si esa mujer que murió quemada no sería la misma de la que su padre hablaba.

-          Hace poco…descubrimos que hay alguien más que conoce el secreto del Portal, la clave para volver a Édora.

-          ¿Un Portal?

-          Exacto, una Grieta de Manä capaz de devolvernos a nuestro mundo.

-          P-pero eso es…increíble ¿Cómo no sabíamos nada hasta ahora? – preguntó algo contrariada - ¡Habríamos hecho todo lo posible para ayudar! ¿Madre lo sabía?

Kheran contestó esta vez, negando con la cabeza.

-          Madre no sabía nada.

-          ¿Y tú lo sabías y no me dijiste nada?
 Tanathya empezaba a sentirse ofendida, pues consideraba que algo así debería haberse hablado antes. Y odiaba que la excluyesen sólo por el hecho de haber nacido mujer, cuando en Édora había demostrado ser mejor que la mayoría de los hombres a los que se había enfrentado.

-          Yo tampoco lo supe hasta hace unas semanas, Tanya – contestó el mayor intentando tranquilizarla – por favor, escucha a padre.

-          No hay tiempo para discusiones, aun queda hablar de lo más importante y me estoy alargando demasiado. Si no os lo dije antes fue porque no pensaba hacerlo hasta estar cien por cien seguro de que era factible, y sinceramente, después de la pérdida de la única persona que creía que podría ayudarnos…perdí la esperanza de que fuese posible – suspiró, frotándose las sienes algo cansado - Hasta hace unas semanas, cuando vuestro hermano me dio la clave para ello.

A pesar de ser algo claramente positivo para ellos, Rethan parecía disgustado al decir esto último, y Thaerion supo que no era algo que a él le hiciese demasiada gracia ni en lo que confiaba ciegamente. Por lo que estaba seguro de que habría algún otro motivo por el que había decidido avisarles antes de tener una certeza.

-          Kheran…- Rethan hizo un ademán hacia su hijo, y se sentó pesadamente sobre uno de los sillones frente a la chimenea – continúa.
 Tras eso adoptó una pose pensativa y ceñuda, y se mantuvo al margen de la conversación mientras su hijo proseguía informando a sus hermanos.

-          De acuerdo – continuó – como bien ha dicho nuestro padre, hace poco alguien nos dio información detallada sobre una posible solución, y nos habló extendidamente del funcionamiento de ese Portal y del Manä, el cual todos los Vanar conocemos pero muy pocos sabemos el alcance que puede llegar a tener dominarlo.

-          ¿Manä? – preguntó Tanathya - ¿No se supone que es lo que nos convierte en Vanar?

-          Eso es, aunque es mucho más complejo que eso. Pero deja que continúe explicando.

-          Adelante.

-          Al parecer, esta clase de magia es común en nuestra tierra, ya que emplea una energía que sólo los dioses y sus elegidos, podemos manejar, el Manä. Esa sustancia, o esencia vital, forma parte de nuestro organismo y nos dota de nuestra inmortalidad y poderes, por ejemplo. Todas las criaturas sobrenaturales la poseen, y cuanto más poderosa sea ella, más fuerza de Manä tendrá. El problema es que fuera de Édora, nuestra esencia permanece dormida, y corremos el peligro de perderla si no hacemos algo para evitarlo. A efectos prácticos, aquí somos casi humanos.

-          ¿Y se supone que ese Portal funciona con Manä? – esta vez fue Thaerion el que preguntó.
 -          Así es - afirmó -  pero como comprenderéis…fuera de Édora es imposible encontrarlo, pues no existen nuestros dioses ni  hay criaturas sobrenaturales.

-          Dicen que existen otros dioses…- comenzó a decir Tanathya.

Rethan alzó la voz para ser escuchado.

-          Los humanos de aquí son tan necios que ni ellos mismos se aclaran sobre las deidades que existen y las que no. Es inútil buscar algo de utilidad entre ellos.

-          En realidad…- continuó Kheran – existen humanos, aunque son muy raros,  capaces de en mayor o menor medida atraer el Manä y manejarlo. Estos humanos, por motivos que desconocemos, rinden culto a nuestros dioses y han sido favorecidos por su gracia a pesar de pertenecer a otro mundo, y es precisamente el Manä que corre en su interior el que les da sus poderes.

Kheran sacó un viejo libro y lo abrió por una página que previamente ya tenía señalada, en él aparecía la imagen de una mujer quemándose en la hoguera mientras un humano, ataviado con ropas de hombre santo sostenía un crucifijo en lo alto.
 -          A la mayoría solían llamarlos Brujos o herejes, y los que eran descubiertos acababan torturados y quemados en la hoguera. Hace años hubo una gran masacre por parte de la llamada Inquisición, que acabó con la gran mayoría de ellos. Hoy en día, son casi un mito y nadie cree que realmente tuviesen poderes. Pero sabemos que no es así, pues padre conoció a una de las descendientes de éstas…

-          Pero sus poderes son escasos y ridículos, no pueden hacer casi nada sin Manä, y la única humana que conocía que poseía este don murió – cerró el libro de golpe y lo lanzó a la chimenea – y también lo hizo quemada.

Todos se quedaron en silencio observando como las llamas consumían lentamente el libro que Kheran les había mostrado. 
 A medida que hablaban, el humor de su padre iba empeorando.

-          ¿Y si murió la única Bruja que podía ayudarnos a crearlo? ¿Cómo se supone que vamos a hacerlo? – inquirió Tanathya.

-          Aceptaremos la ayuda de alguien que posee un Diamante de Manä, una reliquia cuyo interior aloja suficiente energía para abrirlo durante unos breves segundos.

-          ¡Pero eso es perfecto! – exclamó Tanathya - ¡Volveremos a nuestro hogar!

-          No lo es – cortó Rethan – pues sólo posee el poder para transportar a una única persona.

-          ¿C-cómo…? ¿Sólo uno de nosotros podrá ir?
 -          Esa persona se encargará de reunir en Édora el Manä necesario para volver a abrir un Portal capaz de trasladarnos junto a nuestro hogar, como el día que fuimos Exiliados. Y de ella dependerá nuestro futuro como Alados.

-          Padre, dejadme que sea yo quien lo haga – rogó la mujer, quien deseaba con todas sus fuerzas volver para servir en la guerra – mataré a tantos Dalar que su energía creará un Portal capaz de trasladar a todo el pueblo.

-          Confío en que lo conseguirías – respondió Rethan – pero no es posible.

Tanathya apretó los puños y posó la mirada en Kheran, estaba claro que confiaría a su hijo predilecto una tarea como aquella.

-          Te equivocas – añadió al leer en su gesto - Kheran tampoco volverá a Édora aun. Ni yo tampoco…

Todas las miradas se posaron al instante en Thaerion, que miraba con incredulidad a su padre.
Música: Coldy (Aion OST)

 -          ¿Estáis de broma, verdad?

Rethan ignoró a su hijo y continuó hablando.

-          Aunque cualquier Vanar podría encontrar por medio de la guerra la forma de reunir Manä, sólo uno de nosotros es capaz de absorberlo directamente del recipiente y usarlo en su beneficio.  Siendo esta forma mucho más eficaz y rápida de conseguir.

Thaerion se removió incómodo, no entendía de qué coño estaba hablando su padre, pero algo le decía que se estaba refiriendo a él.

-          Sólo los elegidos del Dios de las Sombras son capaces de obtener de la esencia vital de las criaturas su Manä y usarlo a su antojo. Son tan poderosos que incluso son temidos entre los Alados y repudiados por ellos, y su poder es tal que a menudo se dice que nacen malditos, pues la tragedia suele acompañar a aquellos que nacen con ese don.

La acerada mirada de su padre lo atravesó al decir esto último.
 -          Fue el nacimiento de uno de estos Vanar el que provocó nuestro Exilio…y paradójicamente, será precisamente él quien nos lleve de vuelta a Édora - Una sonrisa tan cansada como irónica relajó un poco sus duras facciones tras concluir. - Enhorabuena, Thaerion.

El muchacho se quedó boquiabierto, incrédulo por lo que acaba de oír, y Tanathya rápidamente salió en su defensa.

-          Pero padre ¡es una locura! Thaerion no ha recibido ningún entrenamiento, es demasiado joven y la vida en Shelüne demasiado dura, no aguantaría ni una semana viviendo allí. Sería condenarle a él y condenarnos a nosotros en este mundo. Tanto Kheran como yo estamos más capacitados para hacerlo.

-          Debemos confiar en nuestro hermano, Tanya. Ahora nuestro futuro depende de él. Y sé que hará todo lo posible para lograr tener éxito en este cometido.

-          No me lo puedo creer – contestó ella - ¿Tú estás de acuerdo en todo esto?
 -          Si padre ha decidido que sea así será porque es lo mejor para nuestra familia.

-          Será la oportunidad de demostrar que Thaerion es un verdadero Laremion – zanjó Rethan.

-          ¡Y una mierda! – exclamó el aludido sorprendiendo a sus hermanos - ¡será la oportunidad perfecta para deshacerte de mí! ¿Me has tomado por estúpido? ¿Piensas que voy a creer que lo haces porque confías en mí?

-          ¡Se respetuoso, Thaerion! – le ordenó Kheran.

-          ¿Qué sea respetuoso? ¿Qué respeto quieres que sienta hacia alguien que siempre me ha culpado de todas las desgracias de esta familia?
 Rethan caminó directo hacia su hijo y lo agarró del cuello obligándole a sostener su mirada.

-          Harás lo que yo te ordene o morirás aquí mismo como un traidor. Soy tu General antes que tu padre, recuerda esto antes de volver a atreverte a contradecirme.

Thaerion entrecerró los ojos e intentó tragar saliva, le costaba  hasta respirar por la presión que ejercía la poderosa mano de su padre.
 -          Padre…calmaos, os lo ruego.

Kheran posó la mano en el hombro de Rethan y este lo apartó con un empellón, pero logró calmarle. 
 -          Dentro de una semana se abrirá el Portal, y espero que estés preparado para cumplir con tu deber por una vez en tu vida.

Tras esto, y sin decir una palabra más, Rethan abandonó el salón y se dirigió hacia las escaleras. El sonido de sus pesadas botas retumbaba en la sala, silenciando el sonido de la acelerada respiración del muchacho y sus resuellos.
 Thaerion estaba destrozado, no podía dejar de pensar en todo lo que tendría que abandonar para volver a un lugar que ni siquiera consideraba su hogar. Y en especial de pensar en ella, a la que no volvería a ver jamás.

Alidaen era lo único por lo que él había deseado luchar de verdad, y querían alejarlo de ella.
 -          Hermano – Kheran se agachó mirando compasivamente al muchacho, cuya impotencia hacía que las lágrimas que intentaba contener bañasen la madera del suelo - Te está dando la oportunidad de redimirte, volver a Édora es una bendición para un Vanar. Es un todo honor, Thaerion, no un castigo.
-          ¡Yo no soy un Vanar! – exclamó poniéndose en pie con el rostro desencajado por el dolor - ¡Y no tengo que redimirme por nada! ¡Fue él quien engendró la maldición en el vientre de nuestra madre, y quien no tuvo el valor de matarme hace años!

Thaerion salió corriendo evitando así que le viesen en ese estado, y antes de que pudiesen detenerlo tomó a su caballo y huyó de casa.

“¡No soy un Vanar! – gritaba su interior - ¡Y nunca volveré a Édora!” 

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(Comentario sobre este capítulo)