viernes, 21 de junio de 2013

Nuevo capítulo del relato ^^

¡Buenas noches!

Aquí os dejo un nuevo capítulo del relato Golpes del Destino, que tenía demasiado olvidado y ya es hora de ir finalizándolo >_<

Espero que no se os haga muy tedioso y os agrade ¡Muchas gracias por leer!

RELATO: Golpes del Destino IX

-          ¡Alidaen! ¡Abre los ojos! – la voz sonaba demasiado lejana y distorsionada como para reconocerla.

Intentaba hacerle caso, escapar de su abrazo mortal y volver a la realidad. Pero aquel horrible monstruo con forma de mujer se lo impedía aferrándola con fuerza mientras absorbía sin cesar la sangre que manaba de su cuello.

Su cuerpo emitía un calor sofocante y le proporcionaba un placer desconocido a pesar del lacerante dolor que sentía en la garganta, meciéndose contra el suyo hasta acompasar cada movimiento como si se tratase de su amante.
¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué se alimentaba de ella? ¿Y porque no era capaz de gritar para pedir ayuda?

-          ¡Despierta de una vez!

Alidaen despertó entre gritos.

-          ¡Deja mi sangre en paz! ¡Si ni siquiera estoy bautizada!

Herald parpadeó confuso, dejando de zarandearla en el momento que vio que acababa de recuperar el conocimiento.

-          Alidaen...tranquila – dijo con suavidad – era sólo una pesadilla, estás bien…estás a salvo.
-          P-pero…la prostituta Babilonia venía a por mí…- balbuceó asustada - ella está…ella estaba…

Llevó las manos a su cuello, pero no había ni rastro de sangre. Ya no dolía ni había ninguna marca en él.

Herald miró de reojo la Biblia que había sobre el escritorio y negó para sí mismo.

(Tengo que hablar seriamente con mi esposa), pensó.

-          Alidaen…esa prostituta no existe realmente. Babilonia era una antigua ciudad mesopotámica, una de las grandes cunas religiosas de este mundo y que más se nombran en el Antiguo Testamento.

Alidaen se frotó los ojos algo cansada.

-          Ya decía yo que me sonaba mucho…- murmuró.

Isabelle le iba a matar, no había manera de que se le quedasen tantos datos, fechas y lugares en la cabeza. Por mucho que intentase memorizarlos al poco tiempo volvía a quedarse en blanco.

-          Lo siento Herald, no se me da bien estudiar ese libro…y mira que lo intento pero luego tengo pesadillas y…da más miedo que las novelas de Stephen King.
-          No te preocupes – contestó con amabilidad - lo que necesitas es que te de un poco el aire fresco, llevas demasiado tiempo recluida en este cuarto.

-          Pero Isabelle dijo…

-          Hablaré con ella.

Alidaen le miró esperanzada.

-          ¿Entonces puedo salir de aquí?

Herald asintió, pero su gesto se volvió serio.

-          Te dejo que salgas con la condición de que no vuelvas a meterte en ningún lío – dijo tajante. - Ve al cementerio, lleva unas flores a tu abuela y vuelve como mucho en un par de horas. No te desvíes y ni se te ocurra acercarte a esos críos ¿Entendido?
-          ¡Vale! – exclamó dándole un efusivo abrazo - ¡Muchísimas gracias señor Lehmman!

-          Herald…- murmuró palmeando con suavidad su espalda.

-          Herald – repitió separándose de él algo avergonzada por el arrebato – lo siento yo…

Él le revolvió el pelo con cariño para restarle importancia, al parecer no era el único que se sentía extraño ante aquel contacto. Aunque le agradaba la idea de tener que acostumbrarse y verlo como algo natural entre ellos.

Aun así apenas tuvo tiempo para disfrutar de la presencia de la muchacha, pues saltó de la cama disparada hacia el baño, donde se encerró durante unos minutos para arreglarse.

-          Y recuerda Alidaen…- dijo antes de que saliese de casa – no debes a hablar con ningún Laremion.

El gesto de la muchacha cambió al escucharle, pero aun así contestó con un ligero asentimiento.
-          Está bien…enseguida vuelvo.

***

El cementerio se encontraba en una zona situada a las afueras de Riverview, a tres cuartos de hora del hogar de los Lehmman.

Alidaen llegó al lugar en menos de veinte minutos y con la lengua fuera de tanto correr.

Cuando llegó y vio las flores marchitas junto a la tumba de su abuela sintió el impulso de lanzar una maldición dirigida a Isabelle, pero lo reprimió por respeto a los que descansaban allí.

-          Hola abuela, siento el retraso – susurró arrodillándose junto a su tumba con una sonrisa cansada – la señora Isabelle me tenía muy ocupada estudiando la Biblia.
Después arrancó las matas que ocultaban la lápida y colocó las flores nuevas mientras le contaba lo primero que le venía a la cabeza como solía hacer estando ella viva. Decidió dejar para otro momento el tema de la fiesta y centrarse en cosas más alegres.

Pasó un rato hablando sola y sin darse cuenta de que estaba siendo observada.

-          ¿Y sabes que un tal Noe tenía un arca enorme llena de animales de todas las especies? – preguntó entreteniéndose en quitar las malas hierbas - ¿Te imaginas la cantidad de mierda que tendría que recoger a lo largo del día?

Thaerion no pudo evitar echarse a reír ante el monólogo de la chica. Sólo a ella se le ocurría hablar con los muertos de esos temas. Llevaba diez minutos sin parar de hablar y durante todo ese tiempo, al igual que en sus anteriores visitas al cementerio antes de la dichosa fiesta, se había limitado a escuchar y observar lo que hacía tratando siempre de no interrumpir esos momentos de intimidad con su abuela.

Pero en aquella ocasión fue imposible reprimirse, en parte porque quería que supiera que estaba allí y ver su reacción.

-          ¡¿Quién anda ahí?! – exclamó Alidaen.
Parecía asustada, al parecer no esperaba que hubiese alguien más cerca.

Thaerion salió de detrás del mausoleo sin hacer el más mínimo ruido. Alidaen se puso pálida cuando apareció de la nada.

-          ¡Oh! E-eres tú.

-          Menuda cara…ni que hubieses visto a un fantasma - bromeó apoyándose en el muro con una sonrisa divertida - ¿te he asustado?

-          Si no actuases como uno no me asustarías – le recriminó mirando nerviosa hacia los lados.

-          ¿Esperabas a alguien más?

Alidaen negó con la cabeza, recordando la advertencia de Herald antes de salir de casa.

-          Pareces nerviosa.
Ella se encogió de hombros evitando mirarlo directamente.

-          Ummmm…¿Te he molestado?

Negó.

-          Déjame adivinar…- empezó a decir acercándose a ella – te han prohibido hablar conmigo.

Asintió algo triste.

-          Y supongo que acercarte a mí también entra en la lista – esperó que moviese la cabeza afirmativamente antes de continuar – pero tus prohibiciones no coartan mis movimientos,  por lo que teóricamente si soy yo el que me acerco a ti mientras tú te limitas a quedarte en tu lugar…no estarías incumpliendo ninguna norma.

Alidaen pareció pensarlo unos segundos, tiempo que Thaerion aprovechó para dar unos cuantos pasos más hasta quedar uno enfrente del otro.
Finalmente ella respondió con una tímida sonrisa, aunque parecía debatirse entre quedarse o salir corriendo. Thaerion temía que hiciese esto último en cualquier momento.

-          ¿Me temes, Alidaen? – preguntó intentando acercarse más a ella.

Ella le miró insegura.

-          No tienes porque hacerlo – intentó alargar la mano para acariciarla como había hecho en el claro del bosque, pero ella se apartó con brusquedad echando a correr hacia el río.

Thaerion observó el lugar donde hacía segundos ella había estado, preguntándose si no habría sido más inteligente haberse quedado callado desde un principio.
-          Muy bien, listo…ya la has espantado de nuevo.

***

Había pasado una semana desde que le dieron el alta del Hospital, pero sus padres aun no le permitían salir de su cuarto.

Dean estaba que echaba chispas.

No entendía cómo ese maldito Laremion seguía de rositas por ahí fuera después de haberle pegado semejante paliza, mientras él tenía que permanecer encerrado como si fuese un delincuente.

¿Qué le pasaba a todo el mundo en ese condenado pueblo?

Todo había salido mal, y parecía que el único en salir perjudicado había sido él.

-          ¿Puedo pasar? – preguntó su hermana detrás de la puerta.

-          Pasa.

Faith llevaba un vaso con limonada. Lo dejó sobre la mesa y le dedico una sonrisa a su hermano.
-          Si sigues ahí tumbado se te pondrá el culo gordo.

-          Encima búrlate. Sabes muy bien que no debería estar aquí encerrado.

-          Ya lo sé, pero mamá y papá sólo quieren protegerte.

-          ¿Protegerme? – se echó a reír - ¿de quién?

El gesto de su hermana se volvió más serio.
-          Ya lo sabes Dean. No hace falta que actúes como si no existiese ningún peligro.

-          Los únicos que actuáis como si no hubiese pasado nada sois vosotros. ¿Qué narices le pasa a todo el mundo? No veo que la retrasada o el psicópata hayan sufrido ningún castigo.

-          La señora Lehmman castigó durante varias semanas a esa idiota. Hace tiempo que no aparece por clase y me parece que no volverá al instituto en lo que queda de trimestre.

-          Mejor para ella, si vuelvo a verla en clases pienso hacerle la vida imposible.
-          No eres el único – contestó Faith apretando los puños – que los mayores actúen como si nada no significa que nosotros vayamos a dejar que todo quede así como así.

Dean esbozó una sonrisa ante la complicidad de su hermana.

-          ¿Tenéis algo planeado?

-          No, pero ya pensaremos en algo. De momento si vuelve se va a encontrar con un gran vacío, nadie va a dirigirle la palabra y todo gracias a su querido Laremion. Todo el mundo la relaciona con él y temen enfadarle. Nadie del pueblo quiere cuentas con ellos, los tratarán como apestados.
-          Como lo que son.

Faith le acercó el vaso de limonada para qué le diese un trago y volvió a dejarlo en su sitio. A su hermano aun le costaba hacer ciertos movimientos y quería facilitarle en lo posible su estancia en cama.

-          Dean… ¿intentaste abusar de ella? – preguntó temiendo su reacción.

-          ¡Claro que no! – exclamó indignado - ¿es que no viste las fotos? Estuvo calentándonos todo el rato desde que bajamos al sótano. Siempre hace lo mismo, le gusta provocarnos para después dejarnos a dos velas.

-          Ya lo sé pero…bebiste más de la cuenta, y usaste un arma.

-          Un arma de juguete, y eso lo hice para quitarme de encima al puto Laremion que no dejaba de amenazarme.

-          No es justo – murmuró Faith – todo el mundo teme a esa familia, ni nuestros padres son capaces de hacerles frente. Y casi te matan por culpa de esa niñata.

Dean dio un largo trago a su bebida y miró a su hermana con la mandíbula apretada.

-          Algún día pagarán lo que han hecho. Pienso asegurarme de hacerles la vida imposible – declaró esbozando una sonrisa forzada.
Faith asintió con la cabeza, mirando a su hermano a los ojos.

-          Y sabes que siempre podrás contar conmigo.

***
Al día siguiente Thaerion volvió al cementerio, pero ella no apareció hasta tres días después, volviendo a dejar flores junto a la tumba de Fionah y tirando las secas.

En esta ocasión Thaerion decidió guardar silencio y hacer como si no estuviese.

Alidaen no dijo una palabra en esta ocasión, y espero durante casi una hora que  el chico apareciese, lanzando miradas intermitentes hacia los lados como un animalillo a punto de ser cazado.
Pero él no pensaba actuar hasta que ella diese muestras de querer hablar con él sin salir corriendo.

El procedimiento se repitió durante aproximadamente dos semanas. En las que ella parecía rezar en silencio mientras él la vigilaba desde las sombras. Thaerion se dio cuenta de que las visitas al cementerio se hacían cada vez más frecuentes, algo que sólo pudo interpretar como una buena señal.

Ella quería verle y le habían levantado el castigo.

Finalmente, antes de marcharse, Alidaen dejó una nota junto a la tumba de su abuela. Thaerion no lo pensó, y en cuanto ella se fue salió de su escondite para leerla.
  “¡No te tengo miedo!”

***

Días después, cuando Thaerion volvió al cementerio Alidaen ya se había marchado. Esta vez llegaba tarde, pues desde que supo que habían dado de alta al niñato de Dean pasaba todos los días por su casa para asegurarse de lo que hacía y tenerlo bien vigilado.

De momento sus padres le habían prohibido salir de su habitación, por lo que acceder a él era bastante difícil. Tendría que esperar a que volviese al instituto para encargarse de él.
Aquel día ella le había dejado otra nota escondida, y lo primero que hizo al cogerla fue aspirar su perfume.

Olía a bosque. Y a manzana. Debía haberla llevado oculta entre su ropa para que nadie más la viese, y había quedado su aroma impregnado en el papel.

Dejó que su mente divagase unos segundos antes de leerla, imaginándose a sí mismo tocando y besando aquella piel tan fresca.
Aquellos pensamientos lo asaltaban cada vez con más frecuencia y en ocasiones no le dejaban ni dormir. Sabía que era algo normal relacionado con la edad, pero sentía una gran frustración al no poder estar con Alidaen de una forma más íntima.

Y ahora ni siquiera podía acercarse a ella para hablar.

Suspiró resignado y echó un vistazo a la nota.
“¿Y tú? ¿Me temes?”

Thaerion sonrió ante la pregunta y contestó con un escueto “No”, escondiendo la nota bajo una roca junto a la lápida para que nadie la viese antes que ella.

Al día siguiente ella volvió a hacer lo mismo, dejando otra nota para que él la leyese cuando llegara. Y al igual que el día anterior, cuando él apareció ya se había marchado.
“Entonces deja de observarme a escondidas…”

Eso sonaba como una invitación. Thaerion escribió otra nota y volvió a casa.
“Puede que lo haga si me prometes que no saldrás huyendo”

***

Alidaen apretó el papel contra su pecho, llevaban varios días comunicándose a través de frases como aquella y cada vez estaba más emocionada. Para ella acudir al cementerio en busca de trozos ocultos de papel era su única distracción, algo que le hacía olvidarse de todo lo malo que había ocurrido en esas últimas semanas y sentirse unida a alguien real.
Alguien por quien se sentía realmente atraída y al que deseaba conocer a toda costa. A pesar de las advertencias de Herald y su esposa.

Con letra acelerada volvió a escribir dejando la nota en su sitio para que él la leyese.
“Te lo prometo (pero no esperes que me muestre muy habladora)”

La siguiente nota que él le dejó le provocó un extraño hormigueo en el estómago.
“Conozco algunas alternativas para pasar el rato sin decir una palabra…”
“¿Me vas a invitar al cine?”

A partir de entonces no hubo más respuestas escritas. Pero justo cuando se marchaba después de comprobar que no había nada bajo la roca, escuchó su voz detrás de ella.

-          En el cine hay demasiada gente para mi gusto – contestó él con una sonrisa.
Alidaen se sobresaltó un poco, pero le devolvió el gesto y miró de forma instantánea hacia los lados para comprobar que no había nadie más cerca.

El cementerio de Riverview era uno de los lugares menos transitados del pueblo, sobre todo a esa hora. Pues existían muchas historias sobre el lugar y la gente de allí solía ser bastante supersticiosa al respecto.

-          Sígueme…- le pidió - conozco un sitio más apartado.

Thaerion le guió por un estrecho sendero de árboles hasta la zona antigua del cementerio, separado del resto por una valla de hierro oxidada. Allí la invitó a sentarse sobre un banco viejo con la cabeza.
Alidaen se sentó en la esquina derecha y miró de reojo al chico, que acababa de hacer lo mismo en el lado opuesto del banco.

-          Bueno… ¿para qué querías verme? – preguntó él - Creía que no podías hablar conmigo.

-          No lo sé – contestó avergonzada – supongo que porque me gusta.

-          ¿Te gusta qué? – arqueó una ceja - ¿Verme?

-          Si…

-          Oh…- una sonrisa divertida iluminó su rostro al escucharla y con un gesto pícaro se tumbó en el banco como si posase para un retrato – pues aquí me tienes, soy todo tuyo.

Alidaen se puso roja como un tomate al ver al chico tumbado de esa forma. 
Música: Julia's Theme (Final Fantasy VIII OST)

Él en cambio la miraba con pasividad esperando que dijese algo. ¿Pero qué se supone que debía decir o hacer con él en semejante postura? ¿Y qué significaba eso de que era todo suyo? ¿Se estaba quedando con ella?

Thaerion rompió el silencio hablando tranquilamente.

-          ¿Se porta bien contigo ese maestro con el que vives?

-          ¿Herald?

-          Si.

-          Si…es un hombre muy amable. Ha cuidado de mí desde que mi abuela murió.

-          Siento tu pérdida, debes echarla mucho de menos.

Alidaen asintió con la cabeza. Thaerion jugueteó con sus manos y guardaron silencio durante dos largos minutos. Él parecía pensativo, hasta que finalmente decidió volver a hablar.

-          Si te digo porque no acudí a nuestra cita el año pasado… ¿me darás una oportunidad?
-          ¿Una oportunidad?

Él afirmó con la cabeza.

-          ¿De qué?

Thaerion bajó la mirada tímidamente para pensarlo antes de alzarla de nuevo.

-          De ser…

Le costaba decirlo, era la primera vez que hacía una confesión como aquella y aunque la había practicado miles de veces cómo sería…expresar en palabras todo lo que sentía por ella era más difícil de lo que había pensado. Finalmente, y después de unos torpes murmuros sin sentido volvió a guardar silencio y se incorporó del banco de un salto.

Alidaen le miraba confusa, sin entender qué le pasaba.

-          Ven – le dijo, algo molesto consigo mismo mientras le tendía la mano intentando controlar los nervios.
Ella tomó su mano con cierta desconfianza y la atrajo hacia sí, rodeando su cintura con un brazo para estrecharla contra su cuerpo.

Thaerion no estaba hecho para confesiones de amor, estaba hecho para demostrar sus sentimientos con acciones. Y antes de que Alidaen se diese cuenta de lo que tenía en mente inclinó la cabeza hacia ella y plasmó un tierno y sincero beso en sus labios.
 “Sus bocas eran las dos únicas piezas de un puzzle, que juntas creaban el enlace perfecto entre dos seres nacidos para estar ligados a un mismo destino. El tiempo dejó de pasar para ellos, y el miedo a ser descubiertos pasó a un segundo plano durante los segundos que sus labios permanecieron unidos”
Su primer beso…

Había soñado con ese momento en muchas ocasiones desde que le conocía, imaginando donde, cómo y cuándo sería. Siempre con Thaerion como protagonista.

Pero aquello era real, y era aún mejor de lo que su mente podría haber concebido nunca.

Se sentía como la protagonista de un cuento, aquellos que terminan justo cuando el chico y la chica se besan. Pero en esa ocasión la cosa no acababa ahí…y no tenía ni idea de lo que vendría después de ese momento.

¿Y si a él no le gustaba y se metía con ella por no saber besar? ¿Y si su amiga Zoe lo hacía mejor que ella?
Alidaen comenzó a ponerse un poco nerviosa al pensar en sus tonterías, sus piernas empezaron a fallar y su cuerpo se convirtió en algo parecido a la gelatina. Su mente, que durante segundos había estado centrada en disfrutar de los labios del chico, comenzó a hacer de las suyas creándole una gran inseguridad.

No quería decepcionarle, pero lo que menos quería es que Thaerion le partiese el corazón. Herald no se fiaba de él…quizás debía hacerle caso…seguro que le hacía algo malo.

Mientras pensaba en ello una extraña sensación recorrió su cuerpo al notar como él la rozaba suavemente con algo húmedo y blandito, instándola a que abriese la boca.

¿Era su lengua…?

La reacción fue inmediata, su mano se movió a tal velocidad que el pobre chico no vio venir su intención de cruzarle la cara.
-          ¡Au! ¡¿P-pero  por qué…?!

Thaerion se llevó la mano a la mejilla y la miro con los ojos abiertos de par en par, confuso por lo que acababa de pasar.

-          ¡Por guarro! – le gritó furiosa.

El chico se mordió el labio, incapaz de decir una palabra. Era su primer rechazo y no sabía muy bien qué había hecho mal. Creía que a las chicas les gustaban esas cosas. Pensaba que ella estaba disfrutando tanto como él y debía…
-          ¡Te dije que si me besabas te golpearía! – le recordó ella agitando el puño - ¡la próxima vez te suelto una patada donde más te duele!

La muchacha salió corriendo tras decir aquello, dándose cuenta a los pocos minutos de que había terminado haciendo lo que temía que él hiciese con ella.

Se había comportado como una idiota, y había hecho daño al único chico que se había preocupado por ella.
Entonces paró de golpe su carrera y se giró para volver buscarlo, pero cuando llegó de nuevo al cementerio Thaerion había vuelto a desaparecer.

Y esta vez sin dejar nota…

***

-          ¡Espera Alidaen!
No pensaba dejar que volviese a alejarse de él, no sin contarle toda la verdad y decirle que la amaba, que estaban destinados a estar juntos y que si no quería no volvería a besarla más, pero que necesitaba tenerla a su lado.

¡Pero maldita sea, cómo corría la condenada!

A los pocos minutos ella ya le había cogido suficiente ventaja como para perderla de vista. ¡Si no se hubiese quedado como un pasmarote después del tortazo le habría dado alcance antes!

-          ¿Dónde te crees que vas?

La imponente voz de su hermano Kheran hizo que se detuviese de golpe.
-          ¿Vais a estar vigilándome a todas horas?

¿Cómo lo hacía para saber siempre donde se encontraba? ¿Es que no podía tener vida social como el resto de hermanos mayores y dejarle algo de margen?

-          Cuando dejes de perseguir ardillas te dejaremos en paz.

-          No es una ardilla…

-          Pues huye como una.

-          ¿Y eso a mí en qué me convierte?

-          En un halcón demasiado hambriento y ciego, que por más que quiera nunca logrará que su presa se enamore de él.

-          En un halcón… – Thaerion se acarició la barbilla fingiendo más interés del que profesaba a sus palabras -  entonces a ti te debe de gustar la cetrería.

-          Déjate de sarcasmos.

-          Y tú de alegorías.

-          Se acabó la discusión – zanjó el mayor con gesto cansado – te vienes conmigo a casa.

Thaerion suspiró y echo un último vistazo al lugar donde había visto por última vez la silueta de Alidaen corriendo para alejarse de él.
¿Y si su hermano tenía razón y estaba demasiado cegado por sus sentimientos? ¿Y si ella no le correspondía de la misma manera? ¿Y si toda esa patraña del vínculo no eran más que fantasías de su fallecida madre?

Estaba demasiado confuso y cansado para contradecir a su hermano, así que le siguió sin oponer resistencia.

Durante el camino de vuelta a casa ninguno de los dos dijo nada, y Thaerion no dejó de dar vueltas a las palabras de Kheran. Al llegar, su padre les estaba esperando con los brazos cruzados y su habitual gesto de mal humor en la cara.
A veces pensaba que le vendría bien una mujer que calmase sus instintos homicidas en la cama, quizás así dejaría de estar tan amargado. Pero luego pensaba en su madre y la idea se le antojaba repulsiva.
Lo saludó sin cruzarle la mirada y fue directo hasta su cuarto, dejando a su hermano y a él solos para evitar un nuevo sermón. Tras cerrar la puerta y asegurarse de que nadie le molestaría, se quitó la ropa y se tumbó en la cama, fijando la vista en el techo de madera de su dormitorio.

Había sido un día extraño, y prometía no acabar en un reparador sueño teniendo en cuenta que no podía quitarse de la cabeza su primer rechazo, pero el sabor de los labios de Alidaen le acompañaría durante lo que quedaba de él. Y sin duda haría aquella solitaria noche mucho más llevadera.
***

- Hogar Laremion - (Minutos más tarde)

Música: I have to go North (Juego de Tronos OST)

-          ¿Ha estado con ella, verdad?
Kheran pensó en qué contarle a su padre, podría mentirle y tratar de suavizar las cosas con su hermano, pero se debía a su familia, y si apartar a Thaerion de esa cría era lo adecuado sería precisamente lo que haría.

-          Sí.

No debían verse, no era sólo cuestión de un capricho por parte de Rethan. Si las palabras de aquella anciana eran ciertas, esa muchacha sería la única que podría otorgar descendencia a su hermano, y de ser así la sangre de los Laremion seguiría corrompiéndose a lo largo de los siglos con sus hijos. Thaerion estaba maldito, por mucho que le doliese admitirlo, y con él debía morir aquella maldición.

Y Alidaen debía ser el vínculo de su hermano, cada vez tenía menos dudas sobre ello.

-          Te dije que esa muchacha no nos serviría de nada.

-          Me ha avisado a tiempo. Pero no debes preocuparte, la niña sigue huyendo de él.
-          De momento, pero están en una edad difícil, no podemos arriesgarnos más. Está claro que ni manteniéndolo vigilado podemos alejarlo de esa cría.

-          ¿Y qué sugieres qué hagamos?

Rethan giró la mirada hacia la chimenea y arrugó el ceño furioso. El menor de sus hijos siempre había sido un problema para ellos, y debía hacerse cargo de él aunque para ello tuviese que aliarse con el enemigo.
 
-          Aceptaremos la propuesta del Dalar.

Kheran abrió los ojos, sorprendido por lo que aquello suponía.

-          Pero padre…
-          Thaerion debe volver a Édora – declaró decidido – hay que alejarlo de aquí cueste lo que cueste.