martes, 28 de febrero de 2012

Capítulo XI finalizado

¡Buenas noches!

Después de muchos cuelgues y horas intentando sacar las fotos del capítulo os traigo aquí la siguiente parte del XI. Esta como veréis tiene imágenes más sencillas, no he creado ninguna pose nueva para él, y aunque casi todas son de conversaciones entre personajes y demás he tardado bastante en poder sacarlas, ya que la primera vez que las hice cometí algunos fallos tontos que prefería descartar, tuve que hacer un escenario entero y preparar a los personajes para una simple foto del pasado de Ali y andar cambiando de modelitos continuamente a los personajes, lo cual hace que pierda muchísimo tiempo mientras se cargan todas las ropas.

El caso...que este capítulo no es en especial complicado pero he perdido bastante tiempo haciendolo xDD Aparte de que ando preparando un nuevo pack de poses con algunas peticiones que me han hecho y espero compartir con todos, a ver cómo queda ^^ y por eso estoy tardando un poquito más.

El capítulo es más sencillo que los anteriores ya que está muy centrado en las reflexiones de Ali, pero también descubriréis algunas cosas que igual ya imaginábais.

El siguiente capítulo está centrado en Thaerion y tiene más "acción", y de nuevo hará aparición un personaje que apareció hace poquito y os tenía algo intrigados, y también veréis un nuevo relato de "Vuelta al Hogar"

Espero que os guste y os resuelva algunas dudas, ya sabéis que cualquier preguntar que tengáis podéis hacerla comentando o mandandome un mail.

Y por último me gustaría agradeceros como siempre vuestro apoyo y esas 20.000 visitas que ha conseguido alcanzar el blog gracias a vosotros, es toda una sorpresa y un gran aliciente teneros por aquí siguiendo la serie, así que muchísimas gracias a todos, comentéis o no sé que siempre estáis ahí ^^

¡Un beso muy grande y gracias por leer!

PD: Sé que la historia se está volviendo muy mística y están apareciendo muchos personajes con dones sobrenaturales, pero en realidad los que tenía pensado que fuesen especiales ya han salido antes, sólo que poco a poco vamos descubriendo lo que son.

PD2: El tema musical que he elegido lo he hecho sobre todo por la letra, ya que pega bastante para Ali y sus comeduras de cabeza xD

Capítulo XI: Reflexiones y nuevas revelaciones II

(SEGUNDA PARTE)

(Bridgeport - 2 de Enero de 2011)


Música: Eversleeping (Xandria)

Nada más despertar me dirigí hacia el baño más cercano para darme una ducha y retirar de mi piel cualquier vestigio del penetrante aroma a incienso de ese club, a vampiro, a bosque, a sexo y en especial…a él.


Eran las cinco de la madrugada, por lo que no encontré a nadie por el pasillo que pudiese entretenerme con incesantes preguntas sobre lo ocurrido la noche anterior.

Tal como me temía, recordaba todo lo ocurrido con demasiada claridad y mi cabeza era todo un hervidero de emociones chocando entre sí de lo contradictorias que podían resultar.

Amaba como el primer día a Thaerion, a pesar del tiempo que había pasado mis sentimientos hacia él no se habían enfriado ni un ápice, pero a la vez había empezado a sentir un rencor hacia él que hace años ni hubiese imaginado que pudiese albergar. Saber que era realmente Valo resultaba muy difícil de digerir.


Valo…

Ese músico del que Beth hablaba y que había estado haciendo su vida tan tranquilo mientras yo me pasaba las noches suspirando por él. Que me había olvidado hasta borrar por completo mi imagen de su cabeza y verme como una desconocida…y al que me había entregado sin reservas por segunda vez para después ser apartada de su lado como si fuese un trapo viejo. Saber todo eso dolía demasiado…y desde luego distaba mucho de las ideas que mi mente de estúpida quinceañera habían creado en torno a su partida.

Por si fuera poco, la aparición de esa vampiresa (a juzgar por el tamaño de sus colmillos y su mirada de depredador) me había hecho despertar con la sensación de estar siendo observada en todo momento. Supongo que todo era consecuencia de las advertencias de Susie, y como no, los encuentros con vampiros ansiosos por probar la sangre de una ninfa.


Pero había algo en ella…que resultaba más siniestro y peligroso si cabe que cualquier otro vampiro que hubiese conocido antes, y no sabría decir qué era.

¿Quién me iba a decir cuando pisé por primera vez la ciudad que meses después de mudarme acabaría metida en algo así? De haberlo sabido me hubiese quedado en Riverview, ahí al menos mis problemas eran bueno…más comunes (dentro de todo lo común que puede ser que te busque la policía por asesinato…)

No tenía bastante con eso, ni con el asesino del Horny Shark, ahora encima tenía una lista entera de muertos con colmillos pendientes de lo que hacía esperando que abriese la boca más de la cuenta para lanzarse sobre mí.

Y por si fuera poco Ángela estaba enfadadísima y aun les debía una explicación, al menos a Violeta, que parecía ansiosa por saber cómo me había ido en mi pequeña escapadita.


-          Genial Viole, encontré al chico del que te hablé… ¿y sabes qué? Es amigo de un montón de chupasangres, de hecho me mira como ellos. Ya sabes…como si fuese la cena.

Aunque…lo cierto es que tampoco a él parecía gustarle demasiado estar en presencia de esos seres, diría que incluso odiaba tener que estar allí y que yo viese todo aquello.

Me había pedido que nos alejásemos del club y me fuese con él a su piso, y yo me había negado. Me había protegido de esa tal Isabella, y había intentado rechazar su ofrecimiento antes de caer inconsciente al suelo.

¿Qué habría podido pasarle? ¿Qué habría visto para despertar y alejarme de ese modo? ¿Quién era ese tal Kaele del que había escuchado hablar a esa vampiresa?

Todo era tan confuso…

Pero algo me decía que mi dolor me estaba impidiendo ser razonable, que no estaba siendo del todo justa y que de algún modo él había actuado así para protegerme.


-          No es de ellos de quien quiero protegerte – había dicho antes de empujarme al pasillo.

¿Entonces de quién?

-          No pienses en ello ahora…tienes que seguir adelante – me dije a mí misma.

Suspiré profundamente, y después de ponerme ropa interior limpia y quitarme la laca de uñas roja me miré al espejo, y posé la vista en el reflejo proyectado a través de él.


Las marcas que hacía meses surcaban mi piel habían desaparecido desde el día que probé la sangre de Thaerion, incluso la cicatriz que había  bajo mi ombligo, única testigo de mi pasado,  ya no estaba. No es que me gustase que estuviese allí, pero al verla siempre pensé que si me pillasen por lo que había hecho serviría como prueba de la tortura a la que ese malnacido me sometió.

Pero ya no había nada, tan sólo el recuerdo confuso de aquella pesadilla, y dudo que éste sirviese demasiado para quedar libre.

Estaba claro que entregarme a la policía seguía sin ser una opción, volver al piso de Herald era demasiado peligroso y después de lo ocurrido supongo que Ángela me echaría a la calle.

-          ¿Son cosas mías o te estás volviendo un poquito negativa? – me pregunté.

Pero no hubo contestación, ya que alguien entró en el baño interrumpiendo de ese modo mis cavilaciones.


-          Buenos días.

Era Nadia, que desde que salía con Giglio solía quedarse bastantes noches durmiendo en la Compañía. Tenía el pelo revuelto y una sonrisa incesante en el rostro, amén de unas ojeras bastante pronunciadas, por lo que supuse que había pasado una buena noche con su chico.

-          H-hola – contesté tapándome con la toalla algo cohibida.

El baño donde se encontraban las duchas era bastante grande y compartido, y aun me costaba acostumbrarme a la aparición de otra persona (que no siempre se trataba de mi mismo sexo) completamente desnuda (o casi). De hecho solía ir allí en horas en las que no había nadie para evitar momentos incómodos como ese.

De pequeña siempre me había gustado bañarme desnuda en el lago, sin importarme o no que me viesen, pero a partir de los catorce eso había empezado a cambiar. Y supongo que en parte debía mi pudor a mi maestro, y sobre todo a su esposa, la cual me soltó tal bofetón al verme en pelotas en la piscina de su casa que casi me deja tonta.


Después de eso me había soltado el discurso sobre lo que era el pudor y la decencia femenina y me había obligado a asistir cada domingo a unas charlas muy extrañas, en la que un montón de mujeres vestidas para ir a misa se reunían para contar historias muy poco alentadoras sobre lo que hacía Dios con las mujeres de vida alegre, como ellas llamaban, enviándoles demonios camuflados en forma de hombres con piercings, pelo largo y tatuajes para que les hiciesen la vida imposible. Ahora que lo pienso…¿será Valo un castigo de ese Dios? Porque si es así, entiendo que las mujeres quieran pasarse al lado oscuro… 

Realmente hablaban de otras cosas también, pero todas estaban relacionadas con la Iglesia y la verdad es que me aburría bastante oír siempre lo mismo.


Lo bueno es que era el único momento que podía hincharme de dulces de todas clases, y me encantaba el modo de cocinar de la señora Rancia (ahora que lo pienso creo que ese no era su verdadero nombre…), tenía muy buena mano para la cocina.

El caso es que me daba corte ver a otra mujer desnuda en mi presencia, pero a ella en cambio no parecía importarle en absoluto, y con toda la tranquilidad del mundo se quitó la ropa interior dejándola sobre uno de los bancos.


-          ¿Qué tal estás? – preguntó, mirándome de reojo – has dormido bastantes horas.

No tenía el típico acento ruso, por lo que supuse que debía hablar otro idioma distinto, común entre los miembros de su etnia. No pronunciaba las erres con tanta fuerza como los rusos, al contrario, apenas lo hacía y acortaba las palabras de forma curiosa. Su voz sonaba muy parecida a la de Johnny Depp en la película The Man who Cried.

-          Bueno…bien.

Aun seguía dándole vueltas a lo ocurrido el día anterior, por lo que aproveché que estábamos a solas para intentar aclararlo.

-          Ayer…lo que hiciste con mi mano…fue extraño.

Ella mostró una sonrisa y se encogió de hombros con gesto inocente.


-          Supongo que no esperabas algo así, lo siento – se disculpó - A veces me olvido de que no todos los seres sobrenaturales estáis acostumbrados a la magia.

¿Todo el mundo se había dado cuenta de lo que era realmente antes que yo? Y lo más importante… ¿no existía una persona “normal” en esa ciudad de locos?

-          ¿La magia? ¿Entonces lo que hiciste…fue mágico?

-          ¿Te refieres a si curé tu herida por medio de un hechizo? Si…aunque esa no es precisamente mi especialidad. Por suerte no era muy profunda.

-          ¿Eres una bruja?

-          Bueno, algo así.


-          ¿Puedes adivinar el futuro? Dijiste algo de vida y muerte en un mismo trazado, ¿quiere decir eso que voy a morir pronto?

Me miró muy seria y pensativa antes de contestar.

-          No tengo el poder de la clarividencia, pero sé leer entre líneas.

-          No sé si lo entiendo muy bien…

-          Ni falta que te hace – contestó secamente, introduciéndose en la ducha.

No parecía querer hablar de ello, pero yo no estaba dispuesta a dejarlo pasar. Aquella frase me había dejado bastante preocupada.

-          No puedes pretender que me quede tan tranquila cuando me sueltas algo así. La gente no va por ahí diciendo esas cosas…no al menos sin haberte ofrecido un ramito de romero antes y tú le hayas soltado la pasta. Y quieran tomarle el pelo claro.

El ruido de la ducha amortiguó su risa.


-          Bueno, considérame una gitana muy generosa. Yo al menos no te saco los cuartos.

-          Ya…pero es que quiero saber lo que significa.

-          Significa lo que significa.

-          Eso quiere decir…

-          Que no tengo ni idea – soltó mientras se aclaraba el pelo – pero que debes estar preparada para algo.

-          ¿Por qué últimamente todo el mundo me advierte de “algo” – remarqué esa palabra - sin dejarme nunca nada claro? – pregunté algo molesta.

-          Porque quizás seas tú la que debas descubrirlo por ti misma.

-          ¿Y eso cómo se hace? Hasta hace unas semanas no tenía ni idea de lo que era, ni de que existían todo tipo de criaturas extrañas y personas con poderes raros sueltos por el mundo.

Nadia salió de la ducha, envolviéndose en una toalla blanca que resaltaba aun más el tono tostado de su piel.


-          No puedes pretender que todo el mundo te de las respuestas que necesitas – me dijo en un tono demasiado sincero – si esperas que los demás te den siempre lo que quieres nunca aprenderás a ser independiente.

Sus palabras en parte me recordaron a mi abuela. Ella siempre decía que algún día me vería sola y tendría que aprender a valerme por mí misma. Pero lo cierto es que a pesar de sus enseñanzas, se aseguró de que tras su pérdida tuviese a alguien a mi lado.

Y yo me acostumbré a depender de los demás para sobrevivir, primero de Herald y su esposa y más tarde de Hamming. A pesar de lo duro que fueron esos últimos años, siempre me costó verme volar sola y aguanté con tal de no tener que pasar por ello.

¿Cuánto tiempo había durado en hacer las cosas por mí misma antes de volver a depender de otros?

Janne, Violeta, Ángela, Lande, Gas…todos ellos se habían convertido en personas imprescindibles en mi vida, de no haber sido por ellos quién sabe en qué rincón de la ciudad estaría tirada ahora mismo. ¿Pero era justo para ellos tener que cargar de mí y mis problemas sin recibir nunca nada a cambio?

Nada…salvo más líos, los cuales se habían convertido en el pan de cada día dentro de mi vida.


-          Tienes razón – dije finalmente – soy un desastre.

-          Lo llevas en la sangre – contestó sonriente.

-          Vaya, gracias por tu sinceridad…

-          Me refiero a ser dependiente – aclaró – las de tu especie soléis vivir entre hermanas, nunca solas. Dependéis las unas de las otras para protegeros, y en especial de vuestra Dama, que es la que vela por todas vosotras como una madre.

-          Mi abuela…solía contarme historias sobre náyades y ninfas del bosque, pero nunca creí que fuesen ciertas. En especial…me hablaba de Sauce Dorado, la Dama de las Náyades. ¿Son esas leyendas ciertas también? ¿Realmente existen otras como yo?

-          La mayoría de las leyendas están basadas en algo real, y supongo que si tu abuela te habló de ellas lo hizo porque en parte quería enseñarte cual era tu origen.

-          ¿Y porque nunca me dijo lo que era?

-          Quizás…esperaba el momento adecuado para hacerlo.

Y ese momento nunca llegó, pues murió antes de contarme la verdad.


-          ¿Y porque yo no estoy con mis hermanas?

Lo cierto es que nunca me lo había planteado, pero por un momento la idea de ser la única náyade “libre” se me antojaba demasiado triste. Quizás fuese porque últimamente no estaba para mucha fiesta y todo lo veía negro. O quizás…echaba en falta a mi verdadera familia, si es que podía llamarse así.

-          Porque tu destino era estar aquí, no hay más misterio.

-          ¿Mi destino?

-          Lo llevas escrito en todo tu ser, aunque no puedas verlo. Y de una forma tan clara que me resulta  bastante desconcertante…

-          Creo que he vuelto a perderme.

Nadia se acercó a mí y abrió mi toalla para dejar mi piel al aire libre y observarla, y comenzó a recorrerla con la yema de sus dedos mientras hablaba, como el que lee en voz alta las palabras escritas de un libro.


Me daba bastante corte que me tocase de esa forma, y esperé que no entrase nadie más y se pensase cosas raras, pero ella no parecía darle ninguna importancia a mi desnudez (ni la suya), por lo que decidí que yo tampoco tenía porqué hacerlo.

-          Has sido expresamente creada para algo…o mejor dicho…- siguió el recorrido de mi esternón hacia el vientre – para alguien.

La contemplé en silencio, atenta a sus palabras mientras hacía círculos alrededor de mi ombligo. Sus ojos esmeralda brillaban con intensidad, y por un segundo pensé que estaba a punto de echarse a llorar.


-          Lo siento – me dijo finalmente, apartando la mano – no puedo…

-          ¿Qué ocurre? – pregunté extrañada por su repentino cambio de humor.

-          Ahí dentro está muy oscuro. No puedo ver nada, salvo…

-          Continúa, por favor.

-          Dolor.


Me miró apenada.

-          ¿Hablas de mi futuro, verdad? ¿Sabes que ocurrirá?

-          Ya te he dicho…que no soy una clarividente, sólo leo entre líneas.

-          Por favor – le rogué aferrando sus manos – dime lo que sepas, por poco que sea.

Ella suspiró, y bajó la vista hasta mis manos alrededor de las suyas.

-          Hay una presencia, alguien…que te ama, pero que te causará mucho sufrimiento. Se aleja de ti, intentando protegerte…pero siempre vuelve. Tarde o temprano…siempre lo hace.

Abrí los ojos de par en par, sorprendida por lo que acaba de oír.


-          Para no saber nada…acabas de resumir mi vida amorosa en un momento.

Suspiró, y cambiando su gesto a uno más animado tomó mis manos entre las suyas y les dio unas palmaditas amistosamente.

-          Nunca me gustaron las relaciones tormentosas, no traen nada bueno. Te lo digo por experiencia.

-          ¿Y qué puedo hacer? Aunque quisiera no puedo olvidarlo.

Y era cierto, era imposible. A pesar de que había momentos en los que me hubiese gustado poder pasar página por completo.


-          Bueno, busca otro tipo de entretenimiento.

-          Con buscar otro tipo de entretenimiento… ¿Te refieres a apuntarme a un gimnasio?

-          Es un modo. Pero me refería a que no cerrases tu corazón a otras personas, quién sabe, quizás haya alguien ahí fuera deseando hacerte feliz.

Por un momento me pareció como si hablase de alguien en concreto, pero decidí no preguntar más. No tenía mucho ánimo para plantearme salir con otra persona justo cuando Thaerion acababa de reaparecer en mi vida.

Pero lo cierto es que quizás…fuese lo mejor.


Al fin y al cabo lo nuestro nunca había llegado a buen puerto. Ya que él siempre se las ingeniaba para desaparecer y aparecer en los momentos más inadecuados.

Nuestra historia me recordaba en parte la Odisea de Homero. Thaerion era mi Ulises, y yo la estúpida Penélope que esperó fielmente a su esposo durante veinte años mientras él andaba demasiado entretenido con tanta sirena suelta por ahí. Quién sabe, igual hasta había dejado a alguna Circe despechada con un hijo en sus entrañas por el camino…

Claro que yo no era su esposa, y él nunca me había jurado fidelidad, de hecho no llegamos a ser lo que se dice novios de verdad. Y si yo le había sido fiel era porque quizás había esperado algo más serio que sin duda él nunca me quiso dar, y la muestra de ello es que a diferencia de mí, él si tuvo otras amantes y no perdió el tiempo.

Me había quedado muy claro después de haber probado su magnífica y depurada técnica como amante.

-          ¿Sabes qué? – dije por fin, volviéndome a envolver en la toalla.

-          ¿Qué? – preguntó, algo más animada.


-          Que tienes razón. Muchas gracias por todo, Nadia – dije, dándole un abrazo que quizás pecaba de confianza y le sorprendió un poco.

Pensaba ser feliz con él o sin él. No sabía cómo, pero ese iba a ser mi nuevo propósito de Año Nuevo. Después de todo…el primero lo había cumplido en tan sólo unas horas. Y estaba completamente decidida a cumplir éste último.

Ella me sonrió, y con un gesto orgulloso se apartó el pelo de la cara.

-          No te acostumbres preciosa, la próxima vez que quieras que te lea la buena fortuna quizás tengas que darme algo más que una estupenda panorámica de la anatomía feérica para que cante.


Me guiñó el ojo, y yo me puse como un tomate mientras ella salía del baño tan silenciosa y sutilmente femenina como una gata.

Hacía tan sólo un día que la conocía, y ya sabía cosas de ella que seguramente el resto ignoraba. Dudaba que le contase a todo el mundo lo que en realidad era. ¿Pero por qué había confiado en mí para contarlas?


Al igual que Janne parecía guardar muchos secretos, de hecho…en lo poco que llevaba viviendo en Shelüne creo que cada vez tenía más claro que este era una de las características en común entre sus miembros: secretos. Y no del tipo “escondo los ahorros en el bote de galletas”, sino de los gordos.

Janne no era humano, y había vivido cientos de años, por no hablar de su capacidad para partir miembros vampíricos con asombrosa facilidad. Nadia era una bruja con poderes curativos y adivinatorios (por mucho que dijese que no). Lande…bueno, tenía orejas de elfo, lo cual no es muy normal, y su encanto a veces resultaba bastante intrigante. Había conseguido ligarse a Ángela, lo cual tenía bastante mérito. Y Francessco era…demasiado listo y guapo para ser normal, seguro que tenía algún truco guardado.

Y yo ahora resultaba que no era humana, sino ninfa, podía colarme en los sueños de los demás y escuchaba a los animales hablar.


Mi vida podría decirse que era de todo menos aburrida, y aunque no pudiese salir de la Compañía al menos tenía bastante entretenimiento aquí dentro.

Había tenido bastante suerte, y lo cierto era que salvo por estar en peligro de muerte y mis encuentros vampíricos, mi día a día se había vuelto bastante divertido y lo más importante, seguía viva y no estaba sola.


-          ¡Eso es, el primer paso para ser feliz es ver las cosas positivamente!

Y no lo estaba haciendo tan mal después de todo.

(Más tarde)

Ese mismo día decidí empezar con mi terapia antidepresiva, y lo hice acudiendo a uno de mis lugares favoritos en la Compañía.


Tres veces por semana me gustaba acercarme un par de horas a ver trabajar a la señora Porter, una adorable mujer que había pasado su vida entre bastidores ayudando a Bobarie a preparar el vestuario para las obras de teatro y películas en las que él había colaborado como diseñador.


Sabía hacer de todo, pero lo que mejor se le daba era confeccionar ropa, sus manos se movían con una delicadeza increíble a través de telas de todos los colores y texturas para crear verdaderas obras de arte, tan minuciosamente cuidadas y pulcras que parecían hechas para reyes de épocas pasadas.

Y a pesar de ser Bobarie quien ganaba la fama por sus diseños, lo cierto era que sin esa increíble mujer de apariencia tan humilde nunca habría llegado donde estaba. Y él lo sabía, por eso la cuidaba y quería tanto, y sin duda, la respetaba.


Me encantaba pasar el tiempo en su pequeño taller, aprender a confeccionar mis propias prendas y a distinguir entre fibras y tejidos de todas las clases. Aprendí a usar por primera vez una máquina de coser moderna y también técnicas tan antiguas que hoy en día estaban completamente desfasadas, como hilar a mano y coser con una antigua máquina que se accionaba con una manivela.

Y también le servía como modelo, ayudándole de éste modo a probar la ropa que luego usarían las modelos o actrices en sus desfiles y obras.


La presencia de la señora Porter me recordaba muchísimo las horas que pasaba con mi abuela Fionah cosiendo y remendando la ropa que aprovechábamos durante años porque no teníamos demasiado dinero para estrenar cada día modelito. Y estos momentos me llenaban de calma, haciendo olvidar entre puntadas y alegres historias todo lo que había ocurrido últimamente.

-          Así es, creo que ha quedado perfecto esta vez. El azul te sienta de maravilla.


Y para ayudar a mi estado de ánimo a levantarse un poco más, ese mismo día darían en la televisión una noticia que sin duda me alegró escuchar.

Aunque no me habría ni enterado si Violeta no hubiese venido corriendo al taller de costura para llevarme con ella casi a rastras.


-          ¡Alice! ¡Alice ven, corre! ¡Tienes que ver esto!

-          Espera que me cambio enseguida.

-          ¡No! – exclamó, tirando de mi brazo.

-          ¡¿Quién ha muerto?! – fue lo primero que se me pasó por la cabeza.

-          ¡Ya lo verás!

Lo cual daba a entender que había un fiambre.

-          Ay…mierda… - murmuré asustada.

La señora Porter nos gritó una advertencia antes de salir por la puerta con sombrero de plumas y peluca incluidos.

-          ¡Ten cuidado con el vestido, y que ni se les ocurra fumar cerca!

La seguí hasta la sala de estar, donde Janne, Lande y Gas estaban sentados atentos a uno de esos programas morbosos que hablaban sobre asesinos en serie y crímenes sin resolver.


Los tres se quedaron alucinados al verme aparecer con semejantes pintas, y no me pasaron desapercibidas las miraditas furtivas hacia mi escote, el cual daba un aspecto fabuloso a mis escasos pechos gracias al ajustado corsé. Janne en cambio, que era más “natural”, se quedó mirando las plumas del sombrero con una curiosidad impropia de él.

Pero su poco interés hacia mi cuerpo ya no me molestaba, de hecho era agradable conocer a un hombre que no perdiese la cabeza al ver un escote. Eso sí, me quité el sombrero dejando al aire libre mi peluca color rubio platino.

-          ¡Gas sube el volumen! – gritó Violeta.


Hizo lo que le dijo, y yo observé con curiosidad, y al cabo de unos segundos con asombro, como hablaban del asesinato del Horny Shark por primera vez después de meses.

Y no sólo eso, sino que vi como relataban con pelos y señales como el supuesto asesino de Beth había sido encontrado muerto de una forma muy parecida a mi antigua compañera: un solo tiro en la cabeza y ni rastro de la persona que lo había ejecutado, junto con un enorme alijo de drogas, lo cual daba algo de pie a creer los rumores sobre que aquel asesinato estaba relacionado con un asunto de narcotráfico.

Pero tanto Janne como yo sabíamos que aquello no era del todo cierto, y adiviné que estaba pensando lo mismo que yo cuando nuestras miradas se cruzaron por unos instantes.


Fue un simple gesto, pero me resultó agradable la forma en que nuestros cerebros parecían coordinarse sin pronunciar una palabra. Era la primera vez que me pasaba algo así, y creo que él lo percibió porque cuando volví a mirarle…parecía sonreír.

El caso es que después de ver el rostro de la persona que había estado buscándome y asesinado a Beth me sentí algo extraña.

Era un tipo de raza negra llamado Ace, al que estaba segura de no haber visto en mi vida. Pero en parte me alivió saber que alguien le había dado su merecido, y no es que pudiese sentirme orgullosa de ello, al fin y al cabo era una vida más la que se había perdido, pero después de lo que había hecho no me daba ninguna lástima.

-          ¿No es fantástico? – Violeta estaba exultante – ya no tienes nada que temer, ¡ese malnacido ha pasado a otro mundo! Y tú por fin podrás salir sin miedo a que te peguen un…


-          Tiro – no quería acabar la frase, pero Lande lo hizo con ella con una sonrisa de oreja a oreja - ¡Deberíamos celebrarlo!

-          ¡Es cierto! – contestó Violeta entusiasmada – propongo una salida de chicos y chicas por los mejores bares de la ciudad.

-          Esto…no sé si será buena idea… - comencé a decir, pensando en Ángela sobre todo, que no estaba para mucha fiesta después de lo que había hecho.


-          Ni lo intentes Alice, cuando Lande y Violeta se juntan para hacer planes…olvídate de razonar con ellos - dijo Gas sonriente.

-          Lo cierto es que me encantaría – contesté sinceramente – pero no creo que a Ángela le haga mucha gracia.

Aquello les borró la sonrisa de golpe, pero funcionó. Lo que dejaba bastante claro que no eran imaginaciones mías y realmente Ángela estaba molesta conmigo. Eso explicaba que no me hubiese cruzado con ella en todo el día, cuando normalmente solía estar en todas partes.

-          Quizás…tengas razón – Violeta se dejó caer en el sofá y me miró con gesto comprensivo y apenado.


-          Lo siento – dije – me comporté como una idiota.

-          No, no es eso Alice…ella…bueno…hay momentos en los que se encierra en sí misma, estaba muy preocupada por ti, todos lo estábamos. Pero ella…en ella es distinto.

No entendía a qué se refería exactamente, pero sabía que era algo muy personal y que no podía contármelo a menos que Ángela le diese su permiso.

-          No te preocupes – dijo Lande, con esa sonrisita despreocupada que tanta gracia me hacía – mi chica es un poco rarita a veces, pero te aprecia, y se le pasará en unos días, ya lo verás.


“Su chica”, sonaba bastante bien. Aunque me apenaba haber ensombrecido su reconciliación esperaba que al menos esta vez durasen algo más y pudiesen ser felices como pareja, a pesar de sus diferencias.

-          Eso espero, no la he visto y me gustaría disculparme – dije.

-          Está en su cuarto – me informó Violeta – no ha salido en todo el día, le duele la cabeza.

Sonaba a excusa, estaba claro que le pasaba algo y quizás hubiese estado equivocada pensando que tenía algo que ver conmigo, puede que hubiese algo más que no quisiese contar a los demás, o que la entrada de año la deprimiese como a tantas personas. Pero ninguno de ellos parecía demasiado preocupado. Y la conocían mejor que yo, así que decidí esperar a que se le pasase antes de ir a hablar con ella.


Finalmente, después de charlar un rato con ellos fui al cuarto de Violeta, que estaba deseando que le contase lo ocurrido. Y como era tan cotilla y le gustaba hablar de sexo casi tanto como a Beth y Salma, no fue difícil camuflar  entre alabanzas a ese músico “desconocido” los detalles más escabrosos de aquella noche.

En resumen, que me inventé la mitad de la historia para que no sospechase nada raro, y ni siquiera le dije que era él realmente el chico del que les hablé en la cafetería. Ya que traté en todo momento de no relacionarla con Thaerion, en parte para intentar olvidarme de lo ocurrido.


Y por primera vez en mi vida me sentí estúpidamente animada al comportarme como lo habían hecho mis compañeras meses atrás en el bar, hablando de sexo y riendo despreocupadamente, como si no hubiese estado a punto de morir en ese club y como si aquellos instantes junto a él hubiesen sido una simple diversión pasajera, en vez de la segunda mejor y más esperada noche de mi vida.

Y sé que sonará bastante mal, pero inventar una historia completamente distinta resultó ser una terapia muy eficaz contra la melancolía y la tristeza tras haber perdido, de nuevo, aquello que más quería.

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