viernes, 23 de mayo de 2014

PERSONAJE: Zoe Adams

(Nota: Esta ficha contiene Spoilers del relato Golpes del Destino y el capítulo XXIII de la segunda temporada, especialmente en la parte de historia)
Tema Musical: Fever Ray - The Wolf

“Todo lo que tuve te pertenece”

Rasgos Generales:

Nombre completo: Zoe Adams
Edad: 30 años
Raza: Humana (Bruja)
Origen: Midnight Hollow
Signo: Escorpio
Color: Fucsia
Música: Ondas Oscuras
Comida favorita: Tarta de calabaza.
Trabajo: Modelo
Aparece en…Relatos Golpes del Destino y Capítulo XXIII: Un Viaje al Pasado (2ª Temporada)
Familia: Lara Adams (madre)

Rasgos físicos:

Altura: 1,56 m
Peso: 50 Kg
Ojos: Grandes y marrones, con amplias pestañas rizadas.
Cabello: Castaño oscuro, pero en la historia principal aparece con él tintado de rosa.
Detalles: Múltiples tatuajes de estilo pin up en el brazo y pecho izquierdos y en el muslo derecho.

Rasgos de personalidad:

Alma nocturna: Zoe se siente más activa cuando se pone el sol. Adora acostarse a altas horas de la madrugada y odia eso de levantarse temprano para ir al trabajo, cuando menos sol haya en la calle al salir de casa mejor.

Entusiasta de los vehículos: A Zoe le encantan los vehículos, pero las motos son su perdición, y si llevan un hombre musculoso y de negro sobre ella ya ni te cuento. Ha perdido bastante la cabeza por culpa de estos vehículos de dos ruedas.

Fan de lo sobrenatural: Es una bruja, y desde muy pequeña creció con las enseñanzas de su madre, teniendo los poderes sobrenaturales muy presentes en su día a día. Conoce muchos secretos gracias a éstos, y es de los pocos humanos que sabe que existen criaturas sobrenaturales pasando desapercibidos entre los humanos, y otros mundos donde los dioses otorgan sus dones a éstos seres.

Irresistible: Aunque de adolescente parecía una chica muy introvertida, Zoe siempre ha despertado el interés de los chicos tanto por su físico como por su personalidad algo dura y segura de sí misma.

Rebelde: A Zoe nunca le gustaron las normas, las modas absurdas ni el fingir ser una persona que no es simplemente para gustar a la mayoría. Tiene un carácter muy fuerte y le gusta defender su punto de vista y forma de ser dando guerra. Le agradan las personas que como ella no se dejan dominar por lo que se considera “correcto”, y no tiene ningún reparo en dejar claro su postura a base de hostias si hace falta.

Cualidad especial: Posee el poder de la brujería, un don que los dioses de Édora otorgan a muy pocos humanos fuera de su mundo.

Le gusta: Las motos, el sexo, las juergas nocturnas, sentirse deseada por hombres peligrosos, y siente una extraña fascinación por el fuego.

Odia: A la gente "pija y relamida", la hipocresía, la doble moral, la falsedad de las personas y en general a todo aquel que le toca las narices demasiado. La ropa de abuela como ella la llama.

Defectos: Obsesiva e impaciente…cuando se le mete algo en la cabeza va a por ello sin pensar en las consecuencias.

Virtudes: Lealtad, si te coge aprecio puede llegar a ser una gran aliada y amiga.

BIOGRAFÍA:

Infancia:
Zoe nació en Midnight Hollow, un pequeño pueblo costero conocido por las extrañas costumbres de su gente y lo poco que les da el sol.

Allí vivió con su madre hasta los once años, antes de que un terrible incendio se la arrebatase.

En Midnigth Hollow vivió feliz sus primeros años, pues allí la gente no solía mirarle raro por ser distinta, ya que todos los habitantes de ese pueblo en mayor o menor medida tenían sus propios secretos. Y a pesar de que fuera de éste a sus miembros se les temía por culpa de numerosas leyendas en torno a sus gentes, Zoe creció en un ambiente agradable y tranquilo sin demasiados problemas.

Aun así, pocos conocían los secretos de los Adams y su revuelto pasado durante la época de quema de brujas, y su madre pudo ocultar sus poderes y los de su hija del resto de humanos para evitar que les hiciesen daño.

Fue por esa época cuando los Laremion tomaron contacto con Lara debido a su dominio de la brujería, ya que consideraban su poder como el único medio para volver a Édora. Pero por desgracia, murió antes de descubrir el modo de devolverles a su mundo de origen y de delegar todos sus secretos en su única hija.

Adolescencia:
Tras la muerte de su madre, Zoe pasó a manos de un familiar lejano que poco acto de presencia hacía por casa, por lo que prácticamente se crio sola en uno de los barrios más pobres de Riverview y con peor fama.

Allí aprendió a defenderse por sí misma y maduró muy deprisa, aunque siempre bajo el resguardo de la extraña familia que vivía a las afueras y era temida por todo el pueblo: los Laremion.

Desde que Kheran le salvó la vida en el incendio, Zoe desarrolló un afecto especial por aquel desconocido, que aunque no llegaba a acercarse a ella siempre la mantenía bien vigilada y la protegía. De este modo, cuando él le pidió que se presentase a su hermano menor y lo mantuviese informado de sus movimientos no pudo negarse a hacerlo.

Así conoció a Thaerion, y con el tiempo llegó a enamorarse de él, llegando a traicionar el pacto que había hecho con su hermano mayor para poder enmendar parte de su culpa por delatarlo.

Actualidad:
Como adulta, Zoe cambió bastante su forma introvertida de ser y comenzó a tratar más con la gente, convirtiéndose en un alma nocturna que vivía más de madrugada entre juergas y cerveza que de día tratando de labrarse un futuro provechoso.

Aun así nunca ha sido una mujer de estar parada, y siempre le ha gustado viajar, conocer gente y trabajar en lo que salga. No llegó a durar demasiado tiempo en un puesto de trabajo debido a su carácter rebelde y su falta de paciencia, pero consiguió labrarse cierta fama como modelo gracias  a uno de sus novios, que estaba metido en el mundillo de la fotografía.

Sus relaciones han sido casi todas tormentosas, ya que o no se fija en la persona adecuada o se cansa demasiado pronto de ellos, y ha tenido demasiadas experiencias de las que prefiere no acordarse.

A pesar de todo, Zoe nunca llegó a olvidar su primer amor y a la persona que marcó su adolescencia, Thaerion. Y aunque al marcharse le dejaron claro que no volvería a verlo, siempre guardó cierta esperanza de que no fuese así.

Gracias a su utilidad con la familia, llegó a mantener contacto con un extraño tipo que al parecer trabajaba para los Laremion y le informaba a cambio de ciertos favores. Y así fue como llegó a enterarse de que Thaerion había vuelto hasta tener el final que ya conocemos.

CURIOSIDADES:

Voz del personaje: Graciela Molina

Es la actriz de doblaje que le pone voz a Christina Ricci en varias de sus películas. Dejo un trailer de Sleepy Hollow para que escuchéis un ejemplo si queréis ^^

Si fuese real sería cómo…

Christina Ricci (actriz)
Guapísima y uno de mis ídolos femeninos desde que era niña. De hecho solía hacerme pasar por algunos de sus personajes como Miércoles Adams, que en parte me sirvió como inspiración para este personaje.

miércoles, 21 de mayo de 2014

CAPÍTULO XXV: Soy un monstruo

(Este capítulo contiene vocabulario adulto y escenas bastante crudas)

(Riverview – 2 de Marzo de 2011)

La musiquita de un móvil lejano me despertó de golpe.

No sabía dónde estaba, ni si seguía durmiendo y aquello se trataba de otra pesadilla tan real como la anterior.

¿Qué se supone que había ocurrido?

No tardé en ver la respuesta...
Esta vez no había sido ningún sueño o una visión, la había matado de verdad y aún tenía el sabor de su sangre en mi boca.

Verla en ese estado me revolvió las tripas.

Llegué hasta el baño de milagro y devolví el contenido de sus venas entre violentas sacudidas que me dejaron destrozado en el suelo.

Aquello desde luego no era como pensaba que sería alimentarme de otra persona. ¿De verdad los vampiros disfrutaban con ello?

Me sentía fatal, físicamente estaba hecho un trapo, como si me hubiese puesto las botas hinchándome de comida caducada y tuviese la necesidad de purgarme hasta echar la última gota. Y ya no hablemos de mi estado mental.
Mi cuerpo se retorcía y convulsionaba a la vez que las imágenes de la noche anterior con ella formaban un torbellino en mi cabeza mezcladas con las de su pasado.

Su cuerpo desnudo, su pasado, sus jadeos, las voces dentro de sus recuerdos…su sabor…

Pensar en su sangre me repugnaba, y ya no hablo de olerla o saborearla.

Me recordaba a cómo me encontraba horas después de haber consumido una de las pociones que Lobo preparaba para concederme temporalmente los poderes de un vampiro. Y lo vulnerable que quedaba cuando se pasaban sus efectos.
La última vez que había tomado una de ellas había sido la noche que maté a Beau.

 “Si al menos tuviese una de ellas a mano podría limpiar todo este desastre en poco tiempo”, pensé.

Después de unas cuantas arcadas más me levanté y fui directo a la ducha.
El agua fría me ayudó a conseguir que el nubarrón que había en mi cerebro se aclarase un poco, y al salir de la bañera ya tenía una lista mental de lo que debía hacer para dejar todo en orden. Pero necesitaba más tiempo del habitual, y al amanecer sería difícil acabar con tantas pruebas.

En primer lugar debía deshacerme del cadáver, y no era precisamente la parte que más me gustaba.

Me vestí y fui a la cocina, donde el cuerpo desnudo de Zoe seguía tirado en el mismo sitio donde lo dejé. Desangrada, pero no de forma muy limpia.

Le había rebanado el cuello con un cuchillo de pelar patatas. Pero lo peor no era la sangre y la herida, sino el color mortecino de su cuerpo, las diminutas venas negras que se habían formado alrededor de sus ojos, piernas y brazos y su extrema delgadez. Que me permitía hasta ver el contorno de sus huesos bajo la fina capa de piel blanquecina.
Incluso su pelo, allí donde se veía la raíz o las mechas de su color oscuro natural, había adoptado un tono pálido como su cuerpo.

Trabajando para las Sombras pude ver muchas víctimas de vampiros, pero ni ellos eran capaces de hacer eso.

¿En qué clase de monstruo me había convertido?

Estaba literalmente consumida, y no sólo por su sangre, de la que realmente no me había alimentado demasiado (viendo cómo lo había dejado todo). Era como si hubiese devorado su propia alma, su ser, o como se quiera llamar a todo el poder que alberga en una criatura antes de su muerte, y que permanece dentro de su cuerpo tras ésta hasta que la naturaleza lo reclama de vuelta.
¿Era eso lo que me había pedido que hiciese Kaele?

Sólo de pensar que podría volver a repetirlo me ponía enfermo… ¿y si perdía el control de esa manera ante Alidaen?

No, aquello era imposible. Y comerme la cabeza con ello no me ayudaría a limpiarlo todo, así que dejé que esas ideas se alejasen para poder centrarme en la desagradable faena que tenía ante manos.

Era bastante difícil centrarme al verla en ese estado, y aunque había visto cadáveres peores, solía ser mucho más eficiente cuando mis víctimas eran asesinos y no mujeres desarmadas.
-          ¡Joder!

¿Por qué tuvo que echar esa mierda en mi bebida? Estaba seguro de que sin drogas había podido controlar perfectamente mi sed, pero con lo que me había dado fue imposible, aún no había llegado a ese nivel de control, Murciélago me había advertido sobre ello antes.

¿Pero qué me había dado exactamente?

Me debatía entre varias drogas usadas anteriormente en algunas de mis víctimas, entre ellas la escopolamina, la preferida de los violadores.
Rebusqué por la cocina y no me costó encontrar ingredientes que normalmente no suelen usarse en una casa normal dentro de los armarios, como la mandrágora, el acónito, beleño, la belladona, estramonio, raíz de valeriana, y algunas setas de aspecto sospechoso. Pero no había químicos, estaba claro que aquello debía ser algún potingue casero.

¿Una bruja en Riverview?

Eso explicaría parte de las visiones y su gusto por todo lo esotérico.

Suspiré y volví a observar el cadáver. Era una pena que esa preciosidad hubiese acabado convirtiéndose en otra de mis víctimas involuntarias. La primera que recordaba claramente. Pero ella no debería haber drogado a un desconocido para acostarse con él, nunca se sabe cómo pueden reaccionar al despertarse.
Seguir lamentándome no me daría tiempo extra, así que con toda la delicadeza que me era posible cogí su cuerpo y lo metí en la bañera para poder limpiarlo bien y borrar cualquier huella externa antes de pensar como me iba a deshacer de él.

Entonces recordé al camarero y las personas que podrían relacionarme con ella la noche de su desaparición, y me cagué en toda mi generación por haber cometido un acto tan imprudente.
Por suerte nadie allí conocía mi identidad, y la matrícula de mi moto no podría llevarles hasta mí porque ni siquiera estaba a mi nombre. Pero habría sido bastante útil poder borrarles la memoria.

Podría hacer que pareciese un suicidio ¿pero por qué motivo una chica como ella iba a quitarse la vida? Además, estaba el ligero problemilla de su garganta y otros asuntos más íntimos...
Aunque, que yo supiera, no había registros de mi ADN por ningún sitio. Los miembros de las Sombras éramos completos desconocidos para los humanos. Así que seguramente darían con un callejón sin salida al tomar muestras de su cadáver.

Negué y me dirigí a la cocina, cogí unos útiles de limpieza y me dispuse a fregar aquel desastre y borrar cualquier huella por si las moscas.
Una de las primeras cosas que se aprende entre las Sombras es a limpiar el escenario de un crimen de forma rápida y efectiva, así que en menos de una hora tuve todo listo y dispuesto para acabar con la parte que menos me gustaba.

Antes de volver al baño, recordé la caja donde la chica había encontrado la foto de Thaerion y decidí echarle un rápido vistazo por si encontraba algo más. Quizás así podía sacar algo bueno de aquel desastre de noche.
Había un montón de fotos de ella en situaciones un poco comprometidas, su novio el fotógrafo no había perdido el tiempo, aparte de otras cuantas de su infancia y algunas cartas con distintos remitentes.

Estaba intentando encontrar algo útil cuando golpearon a la puerta con los nudillos.

Música: Craig Amstrong - Escape

-          Mierda, demasiado pronto – susurré.

Dejé las fotos en su sitio y me acerqué sigilosamente para ver de quién se trataba.

No volvió a llamar, pero podía notar su presencia al otro lado. Al asomarme vi a un tipo de piel cenicienta y pelo negro acabado en punta mirando fijamente a la mirilla con una sonrisa ladina en el rostro.
-          Bu.

Qué oportuno, joder.

-          Sé que estás ahí…y por la forma en que me hablaste anoche supongo que tu amiga no puede salir a recibirme.

Volvió a tocar, esta vez golpeando cinco veces de forma rítmica. No contesté y me dirigí hasta la ventana dispuesto a salir de allí sin hacer ruido, cuando volví a escuchar su voz al otro lado.

-          Si no abres soplaré y soplaré…- comenzó a canturrear al otro lado - ¡y la puerta derribaré!

Fruncí el ceño al escucharle, al menos uno de los dos parecía divertirse con esa puta situación.
Entonces escuché de nuevo ruidos, esta vez como si bajase las escaleras.

“¿Se va sin más…?”

Volví a asomarme por la mirilla y esperé unos segundos. Había desaparecido. Abrí la puerta con cuidado y me aseguré de que no estuviese escondido. Tampoco sentía su presencia, así que recogí todo lo que me interesaba y fui al cuarto de baño, donde Zoe seguía con la mirada vacía clavada en el techo.

Con una de las cortinas que encontré por la casa cubrí su cuerpo desnudo. Y por muy inútil que fuese, le pedí perdón en silencio. 
Era extraño…me sentía como si acabase de perder a alguien importante para mí aunque no la conociese de nada. Seguramente fuese porque sus recuerdos seguían vivos en mi cabeza a pesar de que no pudiese verlos con claridad.

Suponía que aquel efecto se pasaría tarde o temprano al igual que el malestar físico.

-          Estás jodido.

-          Me lo dices o me lo cuentas…

-          Y ella estaba demasiado rica ¿verdad?

Tardé unos segundos en percatarme de que no estaba hablando con mi conciencia y tenía a alguien detrás.
-          Pero truhan, podrías haberte controlado un poquito.

-          ¿Quién…? – me di la vuelta bruscamente para enfrentarme al desconocido.

-          He pensado que derribar la puerta sería demasiado engorroso. Así que me he decantado por algo más sutil – saludó con la mano -  ¿Algún inconveniente?

El tipo sonrió, y al hacerlo su rostro, ya de por si extraño de mirar, se me asemejó al del típico convicto psicópata que puedes encontrar en el tablón de cualquier comisaría. Era muy delgado, alto y de ojos de un verde oliva que brillaba de forma enfermiza.

Sus cejas y nariz eran bastante prominentes, y el puente partido que la caracterizaba recordaba al de un boxeador. Sus finos labios se curvaron aun más al ver la cara que se me quedó al verle apoyado en el marco de la puerta como si llevase ahí todo el día esperando. Impidiéndome el paso.
-          Me parece que vas a necesitar ayuda con eso – dijo alegremente.

-          Y supongo que tú no serás del servicio de limpieza.

Soltó una risotada, pero se puso serio al instante.

-          No. Pero puedo ayudarte a limpiar si vienes conmigo sin armar bronca.

Por algún motivo no me extrañó su oferta, lo cual hizo que me pusiese más a la defensiva.
-          ¿Y por qué debería irme contigo?

-          Veamos…- se movió para adoptar otra postura menos relajada, y en ese instante saqué mi arma desconfiado.

Lo único que hizo fue alzar la mano para comenzar a enumerar sus razones, y yo me sentí bastante estúpido por mostrarme tan alterado. Él en cambio seguía como si no le importase que le estuviese apuntando a la cabeza.
-          Uno, conozco a alguien que quiere verte; dos, llevo buscándote un cojón de tiempo; tres, hay bastante dinero de por medio; cuatro…bueno, que coño, ya puedes suponer el resto.

-          Esos son los motivos por los que tú quieres llevarme contigo – contesté tratando de guardar la compostura - pero no por los que yo debo seguirte.

-          Tus razones quedan implícitas en las mías.

-          Lo único que queda implícito es que esto no va a acabar pacíficamente, porque no pienso acompañarte a ningún lado.

-          Está bien, como tú quieras.
Se separó del marco de la puerta perezosamente, pero note como su mirada brillaba ante la expectativa de una buena pelea. Se notaba que era precisamente eso lo que quería, y yo esperaba no defraudarlo.

Guardé de nuevo mi pistola para mostrarle que no le tenía ningún miedo y podía enfrentarme a él con las manos desnudas (yo y mis sobradas que no me aportan nada bueno), y él me provocó con un gesto burlón para que iniciase el ataque.
-          Adelante, no te hagas el difícil ahora – me invitó.

Me lancé contra él cogiendo impulso con los pies y tratando de golpearle con los puños en el costado. Él paró mi ataque con el brazo izquierdo y respondió propinándome un cabezazo en la nariz. No consiguió darme de lleno, pero el sabor de mi propia sangre llegó pronto a mis labios.

- Deberías estar más atento ¿La resaca te está pasando factura? - mientras me picaba esquivaba sin dificultad mis acometidas. - Es lo que tienen las fiestas salvajes con brujas de por medio.
La verdad es que si, tenía la cabeza embotada y sus movimientos resultaban demasiado rápidos para mis sentidos, aun nublados por el efecto de las drogas. Volvió a golpear, y esta vez logré estar más atento y parar un codazo que se dirigía hacia mi estómago. Sus ataques  eran contundentes, pero no demasiado fuertes.

O no se estaba empleando a fondo para darme algo de ventaja o por su fuerza no destacaba.

Tampoco le hacía falta, sus golpes eran rápidos y letales, sabía dónde atacar para dejarme desprotegido ante los siguientes, y qué hacer para esquivar todos mis ataques sin esfuerzo. No tardé en quedar exhausto y volverme cada vez más torpe, recibiendo uno a uno los puñetazos que me propinaba en el estómago.
Estaba claro que no estaba en mi mejor momento para luchar contra alguien como él ¿Pero de donde había salido ese tipo tan raro?

Mientras luchaba, y a medida que la intensidad del combate se incrementaba, el extraño brillo de sus ojos se hacía más palpable, adquiriendo un tono azulado que en seguida me recordó a los miembros de mi propia raza, en Édora, cuyos ojos se iluminaban cuando usaban algún tipo de poder o entraban en el frenesí del combate. A veces adquirían tonos distintos, pero el añil, el rojo y el púrpura eran los más comunes entre los Vanar, de igual modo que el dorado, el verde o el blanco eran los más típicos para los Dalar.

- Eres un Vanar.
-          Has tardado en darte cuenta – sonrió adoptando una postura defensiva.

Aun me fascinaba la facilidad con la que la información, una vez recuperados los recuerdos de esa época, volvía a mi cerebro. Acomodándose allí como si nunca se hubiese borrado.

-          La verdad es que me hubiese decepcionado que vinieses sin nada de violencia por medio – declaró descargando un nuevo golpe con sus puños desnudos – no hay nada mejor que unas cuantas hostias para romper el hielo.

En ese momento, y como si el destino quisiese tocarle las pelotas, alguien llamó a la puerta interrumpiendo nuestro “baile”.
-          Pues me temo que vamos a tener que dejarlo para otro día, tenemos visita.

-          Tsk – chasqueó la lengua y dejó de atacar. – Está bien, lo dejaremos por ahora, de todas formas es aburrido darte una paliza cuando ni puedes defenderte en condiciones.

-          ¿No piensas llevarme a rastras?

-          Que va, prefiero divertirme viendo como intentas salir de ésta tu solito. Los exnovios celosos y obsesivos son de lo mejor en estas situaciones.

Y tanto, eran las cuatro de la mañana y ya estaba en la puerta de su casa.
Se despidió y fue hacia la ventana, varios golpes aporreando la puerta hicieron que girase la vista un segundo. Y al siguiente ya no estaba allí.

Era increíblemente rápido.

-          ¡¿Zoe?! – era la voz del camarero del bar - ¡¿Zoe, Estás ahí?!

Yo tampoco perdí el tiempo, agarré de un tirón la caja de madera y la metí dentro de mi chupa sujetándola bajo la axila. Si esa mujer tenía alguna información sobre Alidaen o Thaerion quizás en allí estaba la respuesta. Y no pensaba perder la oportunidad de obtenerla.
Me asomé por la ventana, no había ni un alma en la calle, pues aun ni había amanecido, pero una caída desde ahí podría partirme la crisma. Miré hacia los lados buscando al tipo de la sonrisa siniestra, pero no había dejado ni rastro.

¿Por dónde había salido? Allí sólo había metros de caída libre entre la ventana y la acera. La puerta volvió a sonar, pero esta fue un fuerte golpe que amenazó con tirarla abajo.

Fue entonces cuando noté el olor a gas que venía de la cocina…

-          ¡Zoe, voy a entrar! – advirtió - ¡¿Por qué no respondes a mis llamadas?!

No tuve tiempo para pensar en planes mejores. De hecho ni lo pensé, tan sólo sentí un impulso ciego que me llevo a estirar la mano hacia la cocina mientras pronunciaba palabras en un idioma desconocido para mí.
-          ¡Rhego Xâr!

Ni la potente voz que salió de mis labios ni el poder que manó de mi cuerpo hasta convertirse en una llamarada de fuego me pertenecían. Era el poder de una bruja, una bastante poderosa que yo mismo había matado.

La llama se movió a través de mi brazo sin llegar a quemarlo, y se separó de mis dedos adoptando la forma de una esfera que salió disparada hacia la cocina y chocó contra la encimera.
Había dado tiempo suficiente para que el gas llegase hasta la zona del salón, así que el piso no tardó en ser pasto de las llamas, viéndose envuelto por una terrible explosión que me impulsó con fuerza hacia el exterior.

Salté, o volé mejor dicho, y vi a una violenta velocidad cómo la acera ascendía hasta donde me encontraba como si quisiera abrazarme. Sólo me dio tiempo a girar sobre mí mismo antes de caer y aferrar la caja que tenía bajo la chupa.
Cerré los ojos con fuerza preparándome para el choque, pero de repente algo impidió que cayera, una extraña fuerza me impulsó y sujetó como si flotase sobre algo invisible durante unos breves instantes.

Por unos segundos todo pareció ir en cámara lenta, de forma que podía discernir hasta los detalles de la fachada de ladrillo rojo del edificio, el olor a humo y el intenso color de las llamas que provenían del piso de la chica muerta.

Pero lo que más me llamó la atención fueron las alas negras que me sujetaban.
Otro de los detalles importantes sobre los Vanar que había olvidado a causa de mi amnesia.

Por desgracia seguía sin tener control sobre ellas, y todo volvió a la normalidad antes de que me diese cuenta de qué demonios pasaba. Finalmente, a escasos metros del suelo, volví a caer dándome de bruces contra la dura acera.

-          ¡Esta sí que es una salida triunfal! – exclamó el tipo de antes dando un par de palmas.
Había estado observando todo desde abajo sin inmutarse el muy cabrón, y su jodida sonrisa de sádico empezaba a tocarme los huevos. Pero yo estaba demasiado confuso por la caída y me había quedado sin voz por el golpe. Así que se libró de una mordaz respuesta por mi parte.

Presentía que me había roto algún hueso. Pero por lo demás estaba entero.
-          Supongo que ya nos volveremos a ver si consigues salir de esta – mientras hablaba hurgaba en mis bolsillos hasta que dio con lo que quería. Algo me impedía moverme, y sabía que no era sólo por la hostia.

Lanzó las llaves de mi moto al aire y volvió a cogerlas al vuelo mirándome de forma triunfal. Después me quitó la caja que tenía alojada junto a mis costillas y la guardó antes de posar su sucio trasero en MI burra.
-          Hasta entonces…te la secuestro – soltó dando unas palmaditas en la parte trasera de Sally, después lanzó una risotada teatralmente maligna y la arrancó despidiéndose con un gesto de cabeza - ¡Ya hablaremos, pincel!

- La madre que lo parió...- suspiré y apoyé la cabeza en el suelo. Sin molestarme en mirar cómo se marchaba con mi única vía de escape rápida.
Entonces volví a oír el tono de llamada de mi móvil.

- Qué bien... - lo cogí con dificultad del bolsillo interior de mi chupa y vi el nombre escrito en la pantalla, pero no tenía ni fuerzas para darle al botón y recibir la llamada - algo que no se me ha roto.
El cielo estaba poblado de estrellas, y tras la explosión todo había quedado envuelto en un sobrenatural silencio, pero sabía que esa extraña calma no duraría mucho tiempo y en seguida se vería interrumpida por el sonido de las sirenas. Por lo que debía abandonar ese sitio cuanto antes.
Pero, joder, qué pocas ganas me quedaban de moverme…

(Siguiente capítulo)
(Comentario de este capítulo)
(Capítulo anterior)

Comentario Capítulo XXV

¡Hola a tod@s!

Como veis últimamente el juego me va bastante bien dentro de lo que cabe y no estoy teniendo tantos problemas a la hora de sacar las imágenes, así que aquí os traigo un nuevo capítulo de la historia principal sin demasiado retraso.

Este capítulo puede resultar algo duro por las imágenes que se muestran en el y su crudeza, pero podréis conocer al fin uno de los personajes nuevos que tenía pensados añadir y que pertenece a una persona muy especial para mí ^^

También veréis a Thaerion pasándolas un poco canutas por el atracón que se dio xD

Espero que os guste y no odiéis demasiado al nuevo por darle tanta caña a Thaerion desde el principio jajaja. Y bueno...la verdad es que me he cebado un poco con él en este capítulo en compensación por lo que le hizo a la pobre Zoe...(¡niño malo! ¡no está bien comerse de esa forma a las brujas!), pero como veréis tiene su pequeña sorpresita al final que se que más de uno tenía ganas de ver.

Perdonar por la calidad de algunas imágenes, pero me costó horrores sacar las fotos del exterior del edificio por los bruscos movimientos de la cámara. Aun así espero que se vean bien aunque estén muy oscuras.

domingo, 11 de mayo de 2014

RELATO: Golpes del Destino XII

Thaerion contempló durante casi una hora los rostros magullados de Dean y su amigo mientras permanecían inconscientes después de un intenso atracón de puño. Aun le costaba creer que dos muchachos como ellos fuesen capaces de hacer sufrir a una chica por el simple motivo de ser distinta a las demás.
Pero habían elegido a la víctima incorrecta, y había llegado el momento de atenerse a las consecuencias.

-          ¿Estás listo, Thaerion?

-          Si, hagámoslo.

Zoe le dedicó una sonrisa y ambos vertieron el contenido de sus cubos directo a sus caras.

-          ¡Mierda! – exclamó Dean despertando de golpe.
-          No, agua fría – aclaró Thaerion. – Ya tenemos suficiente mierda con vosotros dos.

Tommy estuvo a punto de echar el contenido de sus tripas al verse de nuevo atado a esa silla.

- ¡Por favor, no nos matéis! - exclamó aterrorizado - ¡Fue él! - señaló a Dean - ¡Él fue quién planeó todo! ¡Yo no quería tocarla!
-          ¡Cállate imbécil! – gritó el aludido furioso.

-          Puede que él planease todo – continuó Thaerion - pero tus asquerosas manos también la forzaron, y eso no te lo perdono. Aunque a ti te tengo más ganas que a nadie… - se dirigió hacia Dean.
A pesar de su monumental cabreo por lo ocurrido horas antes, Thaerion intentaba parecer sereno y frío como había visto tantas veces hacer su hermano Kheran cuando entrenaban juntos.

Sabía que de ese modo resultaría mucho más convincente y les impondría más respeto.

-          ¿Y qué vas a hacer con nosotros, eh? – preguntó Dean con esa insultante sonrisita que utilizaba tan a menudo, sobre todo cuando quería hacerse el valiente delante de los demás. – ¿Pegarnos otra paliza antes de irte? ¿Temes que te la devuelva y por eso me tienes que atar?
-          Créeme, la paliza que te he pegado es lo mejor que te ha pasado hoy.

Los ojos de Dean se abrieron con cierta inseguridad, y por primera vez mostraron algo de miedo.

-          ¿Vas a matarnos…?

Al escuchar la pregunta, Tommy se puso a gritar.

-          ¡Socorro! ¡Ayuda! ¡Unos locos quieren matarnos! ¡Ayudaaaaa!

-          ¡Calla idiota!
Zoe no tenía tanta paciencia, y el puñetazo que le pegó para que se callara le dolió hasta a Thaerion. Pero surtió su efecto.

-          Vuelve a gritar y te arranco la lengua, ¡deshecho humano! – exclamó.

Tommy la miró con rabia pero se mordió la lengua. La casa de Zoe estaba situada casi a las afueras, en una de las zonas más peligrosas de Riverview, y la poca gente que podría escucharlos estaba acostumbrada a hacer oídos sordos en ese tipo de asuntos.

-          Si nos hacéis daño os descubrirán, mis padres estarán buscándome, mi hermana…

-          Ahórrate tus amenazas, niño de papá, me da igual tu familia. Cometí el error de dejaros en paz demasiado tiempo, pero eso se acabó…pienso asegurarme de que nunca más volverás a tocar a una chica…

-          ¿Qué-qué vas a hacer?

Instintivamente bajó la vista hacia su entrepierna, pensándose lo peor.

-          No irás a… ¡no! ¡no te atrevas!
Thaerion le miró divertido y sacó una daga guardada en una vaina atada a uno de los bolsillos traseros de su pantalón. Esta vez de las de verdad.

Era una de las reliquias de su familia, y a pesar de los años seguía siendo tan afilada como cuando fue forjada (o eso decía su hermano). Fue uno de los pocos regalos que recibió de su padre cuando su madre aún vivía y no le odiaba tan abiertamente, y le obligaba a revisar su filo casi todas las noches como si fuese una especie de ritual.

Podía usarse tanto para cortar como para penetrar la carne como si fuese mantequilla, y hasta ese momento no la había sacado de casa nunca. Tenía muchas ganas de estrenarla.
Al ver lo que hacía, Tommy se movió inquieto en la silla tratando de liberarse de sus ataduras.

Los dos se pusieron a gritar y llorar desesperados bajo la atenta mirada de sus captores.

Zoe le miró de reojo y no pudo contener la risa por más tiempo.

-          Pffffff….jajajaja ¡Mira lo gallitos que se ponen hasta que ven en peligro sus pelotas!

Thaerion esbozó una débil sonrisa.
Pero lo cierto es que él no se divertía tanto con esa situación. Si por él fuese…haría un buen uso de su arma contra esos cerdos.

Pero no podía, en ese mundo no.

-          ¡No lo hagas, por favor! ¡No volveremos a tocarla! ¡Lo juro! – prometió Dean.

- ¡Ni la miraremos! ¡Cerraremos los ojos cuando pase por nuestro lado! - continuó Tom.
-          Imbéciles, ya está hecho.

Los dos se quedaron mirándoles sin entender de qué hablaba. Dean tragó saliva muy despacio al notar el filo de su arma pegada al cuello. Thaerion entrecerró los ojos para mirarle fijamente.

-          Me he asegurado de quitaros las ganas de tocar a otra chica en lo que os queda de vida.
-          ¿De…de qué hablas…?

Tommy volvió a mirarse el paquete para intentar comprobar que todo fuese como debía ahí abajo. Dean ni se movió. Pero Thaerion hizo un gesto hacia un pequeño vial de cristal vacío tirado en el suelo junto a ellos.

-          Lo he hecho mientras dormíais, para asegurarme de que no os dejabais ni una gota. ¿Sabéis lo que hacían con algunos violadores en ciertos países? ¿Habéis oído hablar de la castración química?

-          Pues añadid una “al” delante – dijo Zoe.
Dean abrió mucho los ojos y les miró confuso.

-          Pues eso sería una bendición para lo que os acabo de suministrar y corre ahora por vuestras venas – su voz carecía de compasión e incluso podía decirse que disfrutaba con aquella explicación. – Nunca más volveréis a sentir el deseo de tocar a una mujer, ni imaginaria ni de carne y hueso, y en el caso que eso pasase, cosa que dudo…no se os levantaría ni aunque os inflaseis a pastillitas azules de esas de las que tanto se hablan.

Dean se echó a reír y Tommy, desconfiado, hizo lo mismo, aunque con un tono más nervioso.

-          Estás de coña, la castración química es reversible, además… ¿tú qué coño sabes de esas cosas?
-          Lo suficiente para asegurarte que lo que os acabo de dar no es reversible, al menos no a corto plazo, y en el caso de que os entren ganas de reincidir… ya me aseguraré de volver para quitaros de forma más “tajante” las ganas de tocar a una chica –  tras decir esto último hizo un gesto con el cuchillo cortando el borde de la cuerda para hacerles entender mejor de lo que hablaba y lo tiró a las llamas del brasero que ardía a su espalda.
Tommy respiraba con dificultad viendo como el trozo de cuerda se quemaba en el fuego e imaginándose que era otra cosa.

-          No te creo. Te estás tirando un farol.

-          Me da igual que no me creas, porque esta noche, o esta tarde…cuando estéis a solas en vuestra casa y os la intentéis cascar pensando en mi chica o en cualquier otra, vais a ver que no miento.

-          ¡Mentiroso! ¡Eres un maldito cabrón y estás loco!

Thaerion sonrió con malicia.
-          Y para asegurarme de que os acordáis de mi llegado el momento…he pensado en ofreceros un detalle que los miembros de mi familia solían otorgar a aquellos que nos servían en el pasado.

Lentamente llevó la daga al brasero, dejando que la hoja se calentase lo suficiente bajo la aterrorizada mirada de los dos chicos.

-          Aunque me temo que esto sí que os dolerá un poco…
***
(Ese mismo día, en el cementerio)

-          ¡Thaerion! ¡Haz el favor de salir de tu escondite! ¡Tengo que hablar contigo!

Alidaen había vuelto al cementerio con la esperanza de verlo allí, pero seguía sin aparecer y temía que se fuese sin despedirse de ella.
Se había dado cuenta de que pensar en él, por muy mal que estuviese, le hacía olvidar todo lo que le había ocurrido últimamente con los chicos de su instituto, e incluso le daba fuerzas para salir de casa y enfrentarse a un posible encuentro con esos indeseables.

Pensaba que estaba enfadado con ella por haberse ido de esa forma el día que la besó, pero necesitaba decirle que estaba arrepentida, que su beso le había gustado y nada tenía que ver con los que había recibido después por parte del cerdo de Dean.

Bueno, mejor esa parte se la saltaría…

Quería pedirle perdón por el golpe que le dio y decirle tantas cosas antes de que se marchase...quizás así hasta podría evitar que ingresase en esa estúpida academia.

¿Pero a quién quería engañar?
No había vuelto a verlo, y eso sólo podía significar que ya no le interesaba como antes.

Aunque había alguien que quizás si pudiese hablar con él antes de marcharse. Y no perdía nada por intentarlo.

***

(Al día siguiente)

Llegar hasta casa de Zoe había sido relativamente fácil.

Tan sólo tuvo que esquivar a un hombre borracho y a alguna que otra prostituta por el camino, y realmente hasta éstos le parecían más inofensivos que los estudiantes del instituto. Al menos ellos ni se molestaban en mirarla.
-          Vaya… ¿y tú qué haces aquí?

-          Tengo que hablar contigo.

-          ¿Cómo has sabido donde vivía?
-          Pues…porque una vez perseguí a un gato desde el cementerio hasta este barrio…- comenzó a explicar algo cortada - …el gato saltó sobre un árbol y yo trepé por él y le seguí varias manzanas, después saltó sobre un muro y yo hice lo mismo hasta llegar a un jardín que resultó ser el de tu casa. Al escucharme, tu saliste a la puerta armada con una escopeta de perdigones y yo me escondí para que no me vieses, el gato huyó asustado creyéndose que le dispararías. Pero no lo hiciste, y entonces supe donde vivías, y que no eras tan mala chica como para disparar a un animal indefenso, pero no estaba muy segura de que actuases igual con los humanos…así que me fui sin que te dieses cuenta. Y…bueno…- tomó aire muy despacio - no te conocía de nada por aquel entonces.

Zoe parpadeó algo confusa, se habría conformado con un simple “pasaba por aquí y te vi en la puerta”
-          Emmm…vale… ¿y qué quieres?

-          Quería preguntarte por Thaerion.

-          Por qué será que no me sorprende…- murmuró para sí.

-          ¿Es cierto que se va de Riverview?

-          Parece que las noticias vuelan en este pueblo.
-          ¿Es verdad o no?

-          Sí, es verdad. Va a ingresar en una academia militar.

-          ¿Te lo ha dicho él?

Zoe asintió, no le costaba mucho mentir por él, y más si lo hacía para que esa niña se olvidase de una vez de su amigo. Desde que le conocía no le había traído más que problemas.

- ¿Y te ha dicho si está enfadado conmigo? - preguntó preocupada.
Estuvo a punto de mentir de nuevo, pero había algo en la mirada de la muchacha que le hizo sentir cierta compasión.

-          No…al menos a mí no me ha comentado nada sobre eso. ¿Por qué debería estarlo?

-          Le pegué…-admitió ella.

Zoe estuvo a punto de echarse a reír al imaginárselo. El orgulloso de Thaerion siendo golpeado por una niña.
- Si vuelves a verlo... ¿podrías...podrías decirle que lo siento y que me gustaría poder despedirme de él? Dile que me pasaré dentro de dos días por el cementerio, y que espero que venga.
-          Si le veo se lo diré – aunque no estaba muy segura de querer hacerlo.

Alidaen asintió  agradecida.

-          Gracias…- murmuró algo triste.
No entendía qué tenía esa niña para atraer tanto a su amigo, si ni siquiera era capaz de hablar sin agachar la mirada para mirarse las manos dos o tres veces en cada frase. Era demasiado tímida para él. Thaerion necesitaba a una chica que supiese manejarlo y no a una mosquita muerta como esa rubia.

Por muy dulce que pareciese…

-          Oye.
Alidaen se había dado la vuelta y se disponía a marcharse cuando Zoe la llamó. Lo que dijo a continuación le sorprendió hasta a ella.

-          Siento lo del beso del otro día – admitió. – En realidad lo hice para callarles la boca a esos niñatos, Thaerion y yo sólo somos amigos.

Aunque ella quería mucho más.

-          No te preocupes, lo entiendo.

-          Pero eso no significa que tú me gustes para él – finalizó seriamente. 
Alidaen esbozó una sonrisa algo débil, amable a pesar de sus palabras.

-          Agradezco tu sinceridad, Zoe. Thaerion tiene suerte de tener una amiga como tú.

Zoe la contempló en silencio mientras se marchaba, pensando en sus palabras. Si ella supiera todo lo que había hecho a espaldas de ambos seguramente no se mostraría tan comprensiva como su amigo.

Pero quizás había llegado el momento de enmendar aunque fuese un poco el daño que les había causado.
O simplemente dejarlo pasar…

***

(Dos días después)

-          ¿Has vuelto a ver a esos dos estúpidos?

Thaerion mordisqueaba una manzana mientras Zoe se paseaba en el columpio del viejo parque donde tantas veces se habían encontrado desde que le conoció.
Era uno de los pocos lugares a los que aun podía ir sin la vigilancia de su hermano, pues estaba bastante cerca de su casa y poca gente se atrevía a adentrarse tanto en ese terreno medio olvidado del pueblo.

La última vez que se había alejado de casa le había costado una buena bronca con su padre, que como siempre había pensado que se había escapado para ver a Alidaen.
“Si vuelves a buscarla…”

Tuvo que confesar que lo que hizo fue encerrar a dos niñatos en un sótano para torturarles y grabarles con una daga al rojo vivo el símbolo de su familia de recuerdo para que se quedase tranquilo, e incluso le pareció ver una tenue sombra de orgullo en la mirada de su padre cuando le explicó el macabro proceso.

Pero aun así se había ganado un buen rapapolvo por haber salido de casa sin permiso y se le habían quitado las ganas de volver a ese instituto por si le pillaban de nuevo.
-          No…y no creo que vuelvan en una larga temporada – le explicó su amiga. – Mich me ha dicho que el señor Lehmman ha hablado con sus padres y van a internarlos en un colegio privado para chicos fuera del pueblo, a cambio de que no los denuncie y se haga público lo ocurrido. Los Fairchild temen mucho las habladurías y algo así no sentaría nada bien a su reputación.

Thaerion esbozó una leve sonrisa y se sentó en el columpio de al lado. Se alegraba de que por fin ese hombre hubiese actuado para protegerla.

-          ¿Y cuándo volverán?
-          Pues no lo sé, pero seguramente hasta dentro de unos años no aparezcan por aquí. El año que viene deberían matricularse en la Universidad y eso los mantendrá alejados más tiempo. De todas formas tienen prohibido acercarse a Alidaen, y ella no va a volver al instituto.

-          Entiendo…

-          También me dijo que había visto a Tommy y éste le había confesado que era incapaz de…ya sabes – se echó a reír al pensarlo.

- Me alegro de que tu receta funcionase. Gracias a ti han recibido su castigo.
Aunque no el que se merecían realmente bajo su punto de vista.

-          Agradéceselo a mi familia. Las maldiciones de los Adams fueron muy temidas durante años.

-          No quiero ni pensar en la cantidad de hombres que dejasteis impotentes en el pasado – bromeó sin borrar su sonrisa.

-          ¡Oye! ¡Que no sólo hacíamos eso! – se defendió.
-          Cierto, me olvidaba de las sapificaciones en masa – dio un salto alejándose del columpio.

-          Tu ríete, pero deberías temer a las brujas.

-          Y os temo…por eso nunca se me ocurriría subestimaros – hizo el amago de llevarse la mano a la entrepierna para cubrirse de un posible ataque Adams.

Zoe entrecerró los ojos e intentó golpearle impulsándose con el columpio hacia él, pero Thaerion le esquivó diestramente y echó a correr dedicándole antes una juguetona sonrisa. 
-          ¡Vas a tener que sacar la escoba para alcanzarme!

-          ¡Te vas a enterar, Laremion!

Ambos corrieron como niños por el parque, disfrutando del poco tiempo que les quedaba para pasar juntos. Al día siguiente Thaerion debería marcharse lejos, a un lugar del que su amiga había oído hablar tan sólo en las leyendas que le contaba su madre.

Pero sentía que aún le quedaba un asunto que zanjar antes de despedirse, y que debía hacerlo por mucho que le doliese.

- Thaerion...espera... - Zoe se detuvo y apoyó las manos en su espalda mientras intentaba coger aire por la poder para poder hablar.
-          ¿Qué pasa? ¿Ya estás cansada?

-          Es que…tengo algo más que decirte…- admitió con dificultad.

-          ¿Si?

-          Es…sobre Alidaen.

El rostro de su amigo cambió por completo al escuchar su nombre.

-          ¿Le ha pasado algo más? – preguntó preocupado.

Zoe negó rápidamente.

-          Vino a verme hace dos días a mi casa, me preguntó por ti.
Él guardó silencio esperando que continuase hablando.

-          Cree que estás enfadado con ella y que por eso no vas a verla. Me dijo que te golpeó y que lo sentía mucho. Dijo…que quería verte antes de irte, y que te estaría esperando hoy en el cementerio para despedirse de ti.

-          ¿Ella sabe que me voy? ¿y no está enfadada conmigo?

-          No sé qué os pasó, pero parecía muy afectada. Me dijeron que aquel día, cuando Dean la encerró en los baños, me estaba buscando porque acababa de enterarse de que te marchabas y le tendieron una trampa…

-          Mierda…
Thaerion cerró las manos en un puño.

-          Sé que piensas que te odia, pero te equivocas. Está loca por ti, y si no vas a verla creo que te vas a arrepentir toda la vida de no haberte escapado para despedirte como es debido.

-          Pero…Kheran me tiene vigilado día y noche, y si me vuelve a ver con ella…- Thaerion bajó la mirada pensando en las amenazas de su padre.

“Vuelve a buscarla y te juro que los lobos se darán un festín con esa salvaje al día siguiente de que te marches. Y ni siquiera te enterarás de que está muerta porque ya estarás demasiado lejos para comprobarlo”

-          Kheran confía en mí, si piensa que estás conmigo no sospechará nada. Y normalmente no viene a verme antes de las diez. Te da tiempo de sobra para darle un besito de despedida y todo.
La broma de su amiga hizo que Thaerion se sonrojase y el estómago le diese un vuelco al pensar en ello. Después de la contundente respuesta de Alidaen se había negado a sí mismo la posibilidad de repetirlo.

Pero en esos momentos lo único que deseaba era estrecharla entre sus brazos y volver a probar sus labios aunque fuese una última vez.

Miró el cielo y vio que aún quedaba algo de tiempo para que oscureciese, si se daba prisa tendrían unos minutos para ellos solos.

-          Joder…tengo que irme…

Zoe asintió con una débil sonrisa y bajó la vista para evitar que la viese llorar.
-          Te voy a echar de menos, Spiderman…

Thaerion sonrió con cariño y acarició el pelo oscuro de su amiga unos instantes antes de atraerla hacia sí mismo y abrazarla.

- Y yo a ti...a pesar de todo siempre has sido una buena amiga.
“Sólo una amiga…”, pensó Zoe rodeándole con sus brazos.”…pero aun así te quiero”

***

Thaerion corría sin aliento, con sólo un pensamiento dándole alas para continuar sin desfallecer por el largo recorrido que le quedaba hasta el cementerio.

Sabía que con Sombra habría llegado mucho antes, pero no podía arriesgarse a ser descubierto por su hermano, y lo había dejado en las caballerizas de casa. No podía arriesgarse a volver allí.

Y Zoe tenía moto, pero seguía sin fiarse de esos trastos de dos ruedas, igual moría antes de verla estampándose contra algún muro.
Esperaba que al llegar ella siguiese esperándolo, la sola idea de haber perdido la última oportunidad de verla se le antojaba demasiado cruel después de todo lo que habían pasado.

¿Por qué no la había buscado antes? ¿Por qué había permitido que las amenazas de su padre le separasen de ella? ¿Por qué había creído que ella le odiaba?

Era imposible, habían estado destinados el uno al otro desde el día que la vio en aquel lago. Su padre lo sabía y por eso temía tanto que se encontrase con ella.

Estaba ligada a él…
Y nada le impediría volver a besarla.