lunes, 5 de enero de 2015

¡Felices fiestas y todo lo demás!

¡Buenas a tod@s!

Creo que con un poco de retraso, pero al menos me da tiempo a felicitaros lo poquito que queda de éstas fiestas y la noche de Reyes y desearos una buena entrada de año.

Yo ando un poco bastante liada, estas fechas suponen para mí un aumento de trabajo (que siempre es bien recibido) pero que me deja poco tiempo para dedicarlo a las cositas que me gustan, y aquel que me queda libre lo estoy empleando sobre todo a jugar como loca al Dragon Age Inquisition y, por supuesto, a disfrutar de mi pequeñajo, al que por desgracia no puedo tener a mi lado todos los días por motivos personales (y espero que temporales).

El caso es que he encontrado un huequito para subir un nuevo capítulo como regalo de Reyes adelantado, espero que os guste y no os aburra mucho, ya que trata sobre todo de investigación y puede que se haga más pesado.

Sobre este capítulo diré que volveréis a ver a un personaje del que hacía mucho que no sabíamos nada, y que a partir de aquí se desvelarán muchos datos importantes sobre cierta cuestión que quedó en el aire desde la primera temporada, ya lo veréis ;)

En fin, un besazo a tod@s y como siempre...¡gracias por leer!

PD: Mantis tiene tatuajes nuevos, si. El caso es que cuando cree el personaje no había tantos tatus tan chulos como los de ahora, y al recrearla con las nuevas texturas y ver todos los que tengo no pude resistirme xD

PD2: Perdonar por haber dejado tantos comentarios pendientes, iré contestandolos a medida que pueda y me acuerde, que ando con la cabeza en mil sitios y a veces se me va la pinza.

CAPÍTULO XXIX: Verdades a medias I

(PRIMERA PARTE)


Bridgeport, 3 de Marzo de 2011

Los resultados que había obtenido tras dos días sin pegar ojo habían sido poco reveladores para Avispa, seguía sin tener pruebas sólidas que incriminasen directamente a Hamming y debían seguir investigando a partir de lo que ya tenían.
 La empresa asociada con el magnate de los negocios no había registrado en ningún momento actividad en aquel local, era uno de tantos y estaba casi derruido cuando lo adquirió, pero la factura que encontró en el correo personal de Hamming demostraba que había recibido en dos ocasiones una cantidad de dinero que procedía del estudio fotográfico donde trabajó el cabrón de su cuñado, Valen, motivo por el cual se había centrado en esta pista en un primer momento.

La factura registraba dos pagos de setecientos dólares cada uno por el alquiler de la antigua imprenta durante los meses de Octubre y Diciembre del año 2001.
 Por si sola no decía gran cosa, durante ese año no había pasado nada significativo para la investigación, pues la sangre encontrada situaba la escena del crimen tres años después. Pero a pesar de todo sentía que iba por el buen camino.

En primer lugar, sabía quiénes eran las víctimas a las que pertenecían los restos de sangre que encontraron en aquel cuartucho de mierda.

Todas mujeres, tres prostitutas, dos de ellas de nacionalidad rusa, Ivania y Katherina, y una muchacha sueca que tenía catorce años cuando su madre denunció su desaparición en el año 2004, se llamaba Fredrika. Nadie movió un dedo por ellas, no serían ni las primeras ni las últimas en irse en silencio.

Sólo de imaginar lo que tendrían que haber pasado ahí dentro hacía que se le revolviesen las entrañas y le entrasen ganas de matar lenta y dolorosamente a los responsables.
 Por desgracia, sus desapariciones no estaban relacionadas con el empresario y hacía años que sus casos habían sido olvidados. En su país las daban por muertas, y sus cadáveres, si es que existían, a esas alturas difícilmente podrían aparecer.

No había mucho más que hacer por ellas, salvo encontrar a los responsables de aquel macabro escenario y cargárselos a todos.

Pero sabía que por el momento debía centrarse en Hamming, y era lo que pensaba hacer. Aunque aún debía esperar el resto de los resultados.

Bridgeport, 4 de Marzo de 2011

Las respuestas del último análisis debían de estar a punto de llegar.
 Halcón había encontrado una nueva muestra de sangre en el local que ella misma le había indicado. Esta vez se encontraba a las afueras de Bridgeport, por lo que no tardó mucho en ir a investigarlo por su cuenta y llevarle lo que necesitaba.

En esta ocasión, supuestamente nada tenía que ver con Hamming, pero igualmente decidió seguir su pista.

Era un almacén alquilado con anterioridad por el estudio donde había trabajado aquel hijo de perra. Y también estaba abandonado como el anterior, por lo que supuso que podría estar relacionado.
 Habría ido ella misma, pero desde que empezó con esa investigación apenas había puesto un pie fuera de casa salvo para ir a trabajar. Y esto ya le restaba bastante tiempo para su gusto.

Aún tenía muchos cabos que atar, y ella prefería hacer las visitas de otro modo menos… personal.
Halcón era bueno para colarse en lugares chungos y buscar pistas, tenía un olfato especial para eso. Ella en cambio era buena colándose en ordenadores ajenos para obtener información, y prefería hacerlo sentada.
 Mantis de vez en cuando se pasaba por allí para visitarla y echar uno o dos polvos, pero sabía que cuando su chica se centraba en alguna investigación no tenía ánimos para hacer otra cosa.

En una ocasión hasta se había permitido el lujo de ir ella misma a visitar a Mantis a su casa, pero después de una sesión bastante movida en la cama, al final terminaron teniendo una de sus monumentales broncas.
 -          Nena, ¿En qué andas metida ahora?

-          En nada.

-          Siempre que dices eso al final siempre acabas hasta arriba de mierda.

-          Te equivocas, pocas veces me ensucio las manos.
 -          Pero eres única destapando alcantarillas a rebosar.

-          Es mi trabajo, el tuyo por ejemplo es acabar con esa mierda.

-          Lo sé, formamos un buen equipo – Mantis sonrió y le dio un suave beso en la espalda, haciendo que su piel se erizase ante el frío contacto de sus labios – Pero no me has dicho nada, y sé que andas metida en algo con Halcón…
Avispa la miró por el rabillo del ojo. No le hacía falta ser adivina para saber que había estado de nuevo hurgando donde no debía.

-          ¿Has vuelto a cogerme el móvil?

Mantis se mordió el labio.

-          Lo vi de casualidad, yo no quería…

Avispa salió de la cama como si acabasen de pegarle una patada y se puso la camiseta por encima con tanta mala hostia que la desgarró por debajo de la axila.
 -          ¿Dónde vas?

-          A mi casa.

-          ¿Estás enfadada?

-          ¿Tú qué crees?

La mirada gélida que le dedicó era suficiente para que la vampiresa entendiese que era mejor no continuar aquella discusión, pero aun así ésta insistió. No estaba en su naturaleza amedrentarse ante una humana, y las cosas acabaron con varios muebles volando por los aires y más insultos que en un partido de fútbol.
Finalmente acabaron desnudas de nuevo e intercambiando los insultos por gemidos, pero aun así Avispa salió de allí echando humo, odiaba que metiesen las narices en sus asuntos.

Prefería ser ella la que se colase en los de los demás, y actualmente tenía muchas vidas que investigar para mitigar su cabreo.

Bridgeport, 7 de Marzo de 2011

Después de revisar nuevamente las facturas, Avispa había encontrado lo que buscaba.
Tras volver a analizar la escena del crimen mentalmente, siguiendo paso a paso las pistas que tenían, logró recordar varias cantidades de dinero que Hamming empleó como gastos personales para pagar a un cirujano amigo suyo en los años 1999, 2000, 2004 y 2005 por distintas operaciones estéticas.

No era nada extraordinario que un millonario se gastase parte de su fortuna en hacerse algunos retoques, y podía no estar relacionado con los crímenes, pero aquella habitación recordaba demasiado a la sala de operaciones de algún médico pirado, y tras investigarlo a fondo, aquel tipo daba con el perfil.
 James Graham. Había obtenido el título de médico cirujano en el año 71, más tarde se había intentado especializar en ginecología y obstetricia, pero tras un año de estudios decidió cambiar su especialidad y dedicarse a la cirugía plástica, que ya empezaba a estar muy de moda por aquella época.

Comenzó a ejercer como cirujano plástico a los 30 años en el Holy Cow Memorial Hospital de Starlight Shores, en el año 76, donde estuvo trabajando hasta el 2005.
 Su fama se hizo bastante notoria, sobre todo cuando varios famosos decidieron ponerse en sus manos, entre ellos el empresario Johan Hamming, con quien se dice que formó una estrecha amistad hasta que el médico fue sacudido por una serie de extraños rumores que acabaron con su carrera.

Entre otras cosas que podían no ser ciertas, se decía que su trato con las clientas femeninas no era siempre demasiado profesional, y tras varias denuncias por acoso sexual, a los 59 años fue obligado a abandonar su puesto de trabajo.

Eso pasó en el 2005, un año después de la desaparición de Fredrika, Ivania y Katherina.
Y a pesar de no seguir ejerciendo su trabajo, nada le impidió cobrar una cuantiosa suma de dinero a manos de su buen amigo el empresario, aunque no de forma demasiado clara según había podido averiguar.
Le había costado dar con ella.

Tuvo que meterse en las cuentas del cirujano, por suerte este trabajo había sido más sencillo que colarse en el ordenador de la empresa donde Hamming había trabajado personalmente. El ordenador de Graham no tenía apenas defensas y el viejo cirujano no era precisamente un genio de la informática para poder tapar sus asuntillos.

Tenía tanta mierda metida en su ordenador sin ningún tipo de protección y limpieza que si querría podría poner a la policía en su puerta con sólo enviar parte del contenido de éste.

Entre otras cosas interesantes, había podido averiguar su afición por las jovencitas y por practicar algún que otra intervención ilegal a chicas sin recursos a cambio de favores sexuales.
 Pero no era exactamente lo que estaba buscando.

Lo que le interesaba estaba entre sus cuentas personales, varias de ellas camufladas con nombres falsos para que no las asociasen con su pasado.

Al parecer había tenido algunos problemas económicos desde el año que empezaron las denuncias hasta el 2008. Entre sus gastos personales y la cantidad de pasta invertida en tratar de limpiar su nombre y pagar indemnizaciones se había fundido casi la totalidad de sus ahorros de toda la vida, y estaba pasando muy mal momento económico cuando de repente, en Septiembre del año 2008, comenzó a cobrar varias cantidades más o menos periódicas de entre mil y dos mil dólares repartidas entre sus distintas cuentas.

En total, sumándolas todas, llevaba acumulados más de cien mil dólares en menos de tres años.
 Aquello de por sí resultaba bastante sospechoso, así que decidió investigarlo con más calma.

Se había pasado un día entero con la nariz metida entre números, fechas y nombres falsos, hasta que finalmente descubrió que parte de esos ingresos provenían de una de las empresas asociadas a Hamming, donde su hermano menor, el actor Matthew Hamming, era el líder.

Podría haber sido cosa del actor, pero las cifras de dinero recibido dejaron de ingresarse justo cuando Johan desapareció, por lo que era fácil suponer que pertenecían a este último y no al dueño de esa empresa. ¿Quizás para no ensuciar su nombre y desviar la atención en caso de ser pillado?
 Había que ser muy hijo de perra para tratar de colársela a su hermano.

¿Pero por qué habría querido Hamming volver a ponerse en manos de alguien que supuestamente ya estaba retirado pudiendo pagar a cualquier otro sin tener que dar tantas vueltas?

Quizás era hora de buscar las respuestas directamente en su fuente.

Bridgeport, 8 de Marzo de 2011

La sangre encontrada en el segundo local pertenecía a una mujer de 29 años llamada Sarah Murray.
 Sus padres denunciaron su desaparición en Septiembre del año 2005.

Se sacó la carrera de Empresariales en la Universidad Simplutense y trabajó durante más de cinco años para la empresa del conocido magnate Johan Hamming, concretamente como su secretaria personal hasta que éste la despidió un año antes de que la diesen por desaparecida.

Según algunos empleados, Sarah y Johan mantenían relaciones sexuales en el despacho y se veían a menudo fuera del horario de trabajo, pero Hamming nunca llegó a admitir su relación con su joven secretaria y trató de acallar éstos rumores cuando su nombre se debatió entre los posibles sospechosos de la desaparición de la joven.
 Finalmente, salvo algunas habladurías, este hecho no le salpicó, en gran medida porque hacía un año que la relación profesional entre ambos había terminado y no había ninguna prueba que lo relacionase con ella después de su despido. Y de cara al público seguía siendo el perfecto soltero de oro, siempre transparente y educado con todo el mundo.

Pero Sarah había dejado algo más que una familia destrozada por su desaparición, y quizás tuviese algo que contar sobre su supuesta relación con el empresario y posible muerte.
 Si estaba relacionada o no con él…encontrarían las respuestas.

Y ya tenía dos hilos que seguir en la misma investigación que le habían llevado hasta Hamming.

Bridgeport, 9 de Marzo de 2011

En poco más de una semana Avispa había recopilado suficiente información para meter a unos cuantos entre rejas. Entre ellos ese tan James Graham, que al parecer siguió ejerciendo ilegalmente como cirujano plástico y también como ginecólogo, adoptando nombres falsos que usaba a su antojo  y obligando a sus clientas a ofrecerles favores sexuales a cambio de sustanciales rebajas en el precio de sus intervenciones.

Tenía incluso las copias de algunos de sus mejores emails, dirigidos a las clientas que no podían pagarle. A ese cerdo se le daba bastante bien abusar de su posición para obtener lo que quería de ellas.
 Todo aquello le habría resultado muy útil a la policía, pero hacerles el trabajo difícil no estaba entre su labor como investigadora, así que prefirió entregarle los resultados a aquel que la había “contratado” y  a partir de ahí seguir el tenue olor a podrido que había dejado el empresario.

Seguramente Halcón haría un uso más adecuado de la información que le ofrecía y le quitaría las ganas a ese cerdo de volver a aprovecharse de más mujeres durante el resto de su miserable vida.

Bridgeport, 10 de Marzo de 2011

(Conversación telefónica entre Avispa y Halcón)

- ¿Has leído el informe que te pasé anoche?
 -          Si, terminé de leerlo esta mañana. Joder, no pensaba que lo pillaríamos tan pronto.
-          Aún no tenemos nada realmente sólido contra él – admitió ella.

- Lo sé, pero tenemos por dónde empezar…lo del cirujano me huele demasiado mal, no me extrañaría que lo que encontramos estuviese relacionado con la venta de órganos ilegal o algo parecido. Aunque no me cuadra lo de esos escenarios tan preparados.
 -          Recuerda que la sangre apareció en dos locales alquilados por el mismo estudio fotográfico.

-          Pero en fechas distintas a las que hay registradas en las facturas, puede que sólo fuese una desafortunada coincidencia, o que a ese cabrón le gustase filmarse a sí mismo. ¿Has averiguado más sobre este estudio?

- Estoy en ello – Avispa no quería contar lo que ya sabía de antemano, al menos de momento – por ahora creo que deberíamos centrarnos en el cirujano.
 -          Pienso encargarme en seguida de eso, tengo pensado hacerle una visita mañana.

-          ¿Necesitas que te acompañe?

-          De momento no, tengo suficiente material como para hacerle cantar todas las canciones que se sepa sobre Hamming.

-          Ese tío es un cerdo, ten cuidado.

-          Tranquila, se cómo tratar a los hombres como él. Por cierto… ¿me prestas tu moto?

Avispa soltó una breve carcajada.
 -          Ni lo sueñes. ¿Y la tuya?

-          En el taller.

-          Te la han robado ¿no?

-          Si.

-          Lo suponía.

 -     Supones demasiado bien. Tranquila, iré en tren y así de paso descanso un poco.
 -          Vale, pero llámame en cuanto tengas algo.

-          Hecho.

-          Nos vemos.

-          Cuídate.

Los dos colgaron al mismo tiempo, y por primera vez en días Avispa decidió tomarse un merecido descanso.
 Hasta puede que se pasase por casa de Mantis para hacer las paces y ya de paso relajarse un poco.

Compañía Shelüne, 10 de Marzo de 2011

No estaba de muy buen humor últimamente.

Me había recuperado de mis heridas, pero las visiones sobre el pasado de Zoe seguían asaltándome de vez en cuando, y aunque cada vez lo hacían con menos frecuencia me hacían revivir lo ocurrido en su casa y sentir como una mierda.
 Había decidido aplazar la conversación con Serpiente sobre su muerte hasta haber sacado algo más en claro sobre Hamming y su relación con Alidaen, pero poco a poco la cosa se iba complicando y no tenía demasiado claro hasta donde nos llevaría toda esa trama y cuánto tiempo tendría que ocultar lo que había hecho.

Por el momento, teníamos la sangre de cuatro mujeres desaparecidas y seguramente muertas que estaban relacionadas directa o indirectamente con Hamming. Pero nada de eso parecía tener que ver demasiado con Alidaen, ya que ésta empezó a trabajar para el empresario en el año 2006, después de sus desapariciones.
 Por otro lado, mi presencia en la Compañía Shelüne era cada vez más frecuente, ya que las Musas querían tener algo más controlados nuestros ensayos y proporcionarnos todos los medios que hasta ese momento no teníamos en el garaje de Gas. Así que al final me ofrecieron una de las habitaciones vacías reservadas para los empleados para que pudiese quedarme allí siempre que me hiciese falta.
 Esto hacía que los encuentros con Alidaen se volviesen inevitables, y mi miedo a recaer y hacerle daño como a Zoe se incrementase, haciéndome sentir como un niñato inseguro cada vez que me la encontraba por el pasillo y no era capaz de esquivarla a tiempo para que no me viese.

Por “suerte” ella se comportaba como si no me conociese, y salvo algún saludo esporádico no me dedicaba apenas la mirada al pasar por mi lado.
Aquello me estaba matando, saber que la tenía tan cerca y no podía tocarla me revolvía por dentro. Deseaba poder atraparla en los pasillos y apretarme contra su cuerpo, o hundir mi cabeza en su cuello para besarlo…quería entrar en su cuarto, a tan sólo dos habitaciones del mío, y meterme en su cama, escucharla suplicar, gemir y gritar mi nombre…Pero bastaba con recordar el cadáver de Zoe para borrar de mi cabeza cualquier ilusión sobre un posible acercamiento entre nosotros.
 La deseaba más de lo que había deseado nunca a cualquier otra mujer, pero una parte enfermiza de mí también deseaba probar su sangre.

Había creído que me volvería loco al estar a punto de quedarme en aquel ascensor con ella a solas. El olor de su sangre impregnaba cada centímetro del pequeño habitáculo en el que estábamos atrapados por culpa del corte de su mejilla. Demasiado reciente, demasiado tentador…pero tuvo que llegar aquel idiota italiano a joderme la noche. O más bien, y aunque me cueste admitirlo, a salvarme de cometer una estupidez.
 Nunca le estaré lo suficientemente agradecido, aunque en ese momento me entraron ganas de matarlo muy despacio.

Sólo de pensar que podía seguir con ella en su cuarto hacía que me pusiese enfermo. Tuve que salir de la Compañía y tomar aire muy despacio mientras contaba hasta cien para no volver allí y tirarlo por la ventana.
Fue en ese momento cuando Avispa me llamó al móvil, y decidí que a la mañana siguiente tomaría un tren para ir a Hidden Springs y hacerle una visita al tal James Graham...