lunes, 29 de junio de 2015

Nuevo capítulo + Relato

¡Buenas noches!

Me he pasado todo el día libre liada creando poses, sacando las imágenes que me faltaban y editandolas para montar el capítulo, pero no he querido irme a la cama sin publicarlo, así que aquí lo tenéis ^^

Este capítulo es algo lioso, ya que va narrando tanto la huida de Alidaen como la búsqueda de Thaerion en un margen de tiempo muy reducido entre ambos (casi a la vez), y además incluye en una de sus partes un fragmento del relato "Vuelta al Hogar", por lo que tendréis que pausarlo en su momento y terminarlo una vez lo hayáis leído tal y como os indicaré en el propio capítulo. Aunque si veis que os hacéis mucho lio siempre podéis dejar el relato para el final, como mejor os venga.

Y creo que de momento no tengo mucho más que decir, salvo que espero que os guste y os queden ganas de seguir leyendo, ya que queda muy poquito para dar por acabada la temporada ;)

¡Un besazo a tod@s y muchas gracias por leer y dejar vuestros comentarios!

CAPÍTULO XXXIII: Sé cuidarme sola

❧❃❧ CAPÍTULO XXXIII: Sé cuidarme sola ❧❃❧

Cuando volví a la superficie y me encontré a la orilla de otro lago distinto al que me había traído hasta allí, temí haber llegado demasiado tarde. 
Busqué como loco por el aquel bosque que en seguida reconocí como el mismo donde acabamos la noche que nos encontramos en el Darkness, recorriendo sin descanso cada pie de tierra en busca de cualquier rastro que pudiese guiarme hasta ella. Vigilando en todo momento la posible aparición de vampiros, lobos o cualquier criatura que quisiese apartarme de ella.

Pero era imposible encontrarla en un lugar tan amplio como aquel, y después de dos horas sin descanso comencé a impacientarme y a peinar la zona sin apenas fijarme en los detalles y olvidando pasar desapercibido.
Descuidado, impulsivo, incapaz de controlarme a mí mismo…así es como me comportaba desde que la conocía, y así es como al final choqué de bruces con el mismo tipo que llevaba acosándome desde que lo viese por primera vez en Riverview.

-          Déjame adivinar – dijo sonriente. – Vienes en busca de la rubia.

-          ¡¿Qué le has hecho?! – inquirí, dando por hecho que el peligro que supuestamente corría ella estaba relacionado con él de algún modo.

- ¿Yo? Nada, sólo la llevé a conocer a unos amigos.
-          Dime donde está – contesté acercándome a él con voz autoritaria.

-          Perdida por el bosque, descuartizada por algún animal salvaje, dándose un baño en el lago…a saber. Por lo poco que la conozco y por tu cara de preocupación creo que no es la primera vez que se mete en líos. ¿O me equivoco?

-          ¡¿Dónde está?! – gruñí, aferrando el cuello de su camisa furioso.

Él me miró pasivamente y amplió su sonrisa.

- ¿No te cansas de andar continuamente detrás de ella? Hueles un poco a acosador – olfateó el aire intentando provocarme y le solté con gesto asqueado. - O a perrito faldero, la verdad es que no lo distingo muy bien. Espera…
Se acercó un poco para olerme de cerca y terminó recibiendo un empellón por mi parte como respuesta.

Aquello hizo que su porte chulesco cambiase a uno más ofensivo, y como era de esperar acabamos liándonos a hostias en medio del bosque. Tal y como él quería desde un principio, a pesar de que lo último que me apetecía era perder un tiempo que consideraba demasiado valioso estando Alidaen a merced de los peligros del bosque.
Después de mi encuentro con las náyades me sentía completamente descansado y en forma, de algún modo el agua que había tragado durante mi extraño viaje a través de su lago me había devuelto las fuerzas, y mis movimientos eran más rápidos y certeros que nunca.

Quería acabar rápido con él, pero seguía siendo más viejo que yo y estaba muy bien entrenado, y aunque encajase algún que otro golpe yo seguía llevándome la peor parte.
-          Por fin demuestras que vales parte de la fama que te atribuyen.

-          Supongo que viniendo de ti eso es un cumplido.

-          Al menos no eres tan patético como pensaba.

Aquel comentario hirió mi orgullo, pero tuvo su merecido al recibir un buen puñetazo que le hizo crujir la mandíbula.
-          Puede que sea más joven, pero algo me dice que tiendes a menospreciar a tus rivales, y en mi caso eso es una ventaja.

Se lamió la sangre que empezó a manar de la comisura de sus labios y me miró con su habitual sonrisa irónica.
-          En realidad disfruto otorgándote cierta ventaja. No me gusta acabar una pelea sin sangrar un poco antes.

Estuvo a punto de volver a lanzarse a por mí, pero justo cuando me preparaba para esquivar su ataque escuchamos un grito de mujer a pocos kilómetros de donde nos encontrábamos, y ambos giramos la vista hacia el bosque.

-          Parece que al final ha sido tu amiga la que nos ha encontrado.

- ¡Alidaen!
Traté de correr en la dirección de donde vino el grito, pero él aprovechó la distracción para lanzarse contra mí y hacerme un placaje contra el suelo.

-          Lo siento – dijo colocando su rodilla sobre mi pecho para inmovilizarme - pero aún no he acabado contigo.

Me resistí a quedarme sumiso bajo su peso, y forcejeé con él hasta conseguir clavarle el codo en el costado y hacerle una presa con las piernas. Acunando su cabeza entre las manos y golpeándola contra una roca del suelo.
Él se quedó confuso unos instantes, y yo aproveché el momento para zafarme y salir corriendo hacia el bosque.

Debía dar con ella antes de que volviesen a encontrarla.

❧❃❧

~♫~ Música: Cumbres Borrascosas OST - I gamble to win ~♫~

Estaba sola, agotada, deprimida…y si no fuese porque cuando me abrazó aquel chico en el subterráneo aprovechó para armarme con una daga, también estaría completamente desarmada en medio de un bosque siniestro y enorme.

Recordaba demasiado bien mi última visita, y salvo la parte en la que Janne aparecía sin camiseta y me protegía, no eran recuerdos demasiado alentadores.
Vampiros, lobos…y ahora encima me perseguía una panda de tipos raros con cicatrices que supuestamente obedecían a un vampiro aún más raro al que le gustaba jugar con pociones asquerosas.

Esperaba que al menos Violeta hubiese llegado a salvo a la Compañía.

Deseaba con todas mis fuerzas que ella hubiese corrido mejor suerte que Jake, al que hacía unas cuantas horas había visto sonreír y bromear, ajeno a su terrible final.

¿Por qué? ¿Por qué tenían que morir de ese modo tantas personas inocentes?

Era injusto, y odiaba tener que admitir que en parte era la responsable de todas esas muertes.
Tenía que dejar de esconderme y permitir que otros luchasen y pagasen en mi lugar. Debía aprender a enfrentarme yo misma a mis enemigos…a ser fuerte.

-          ¡Maldita sea! – grité, lanzándome ofuscada hacia un árbol para pagar con él la ira y el miedo que llevaba reprimiendo – ¡Venid a por mí si os atrevéis!

Tomarla con el pobre árbol no sirvió de mucho, salvo para agotarme y cabrearme aún más. Y ya de paso para recordarme que el silencio es fundamental para llevar a cabo una huida satisfactoria.
No tardaron en dar conmigo.

-          Parece que la pequeña palomita ha confundido a ese pobre árbol con uno de nosotros – comentó uno de los tres hombres que aparecieron tras ser alertados por mis gritos.

Los tres me miraban con gesto divertido mientras se acercaban despreocupadamente. A uno de ellos le reconocí porque fue el que me llevó a rastras y me ató a la camilla después de tomar la poción.
-          ¡Ni os atreváis a dar un paso más! ¡Estoy armada!

Y vaya si se acercaron, riéndose mientras yo trataba de extraer sin éxito la dichosa daga, que había tenido que quedarse clavada en el tronco justo cuando la necesitaba de verdad.

-          Pues no parece que el árbol tenga muchas ganas de devolverte el arma.

Los otros dos volvieron a reírle la gracia mientras hacían gestos obscenos para intentar ponerme más nerviosa. Pero si de algo podía presumir era de reflejos. Y no tardé en encontrar el modo de cerrarle el pico, agachándome para coger una piedra de considerable tamaño y lanzándosela directa a su fea cara.
El tipo, que era humano  y no muy resistente por lo que pude comprobar, cayó de espaldas con los ojos muy abiertos bajo la atenta mirada de sus compañeros.

-          ¡Chúpate esa, por bocazas! – exclamé, más optimista que antes gracias a mi puntería.

No volvió a levantarse. Pero en cambio los otros dos, después de mirarse el uno al otro alelados, decidieron dejarse de jueguecitos y lanzarse directamente a por mí.

En ese momento el árbol, que parecía estar de repente de mi parte, dejo caer la daga a mis pies y pude cogerla antes de que se me abalanzasen y chocasen contra su tronco al rodearlo y esconderme detrás de él.

-          ¿Qué pasa? – pregunté animada. - ¿Ya no tenéis ganas de seguir riendo?

- ¡Te vas a enterar, zorra!
Odiaba que me llamasen así, y tras situarme a sus espaldas al moverme con más rapidez que ellos lancé la daga hacia mi nuevo objetivo. Pero fallé, volviendo a clavarla en el mismo tronco sin ni siquiera rozarle. ¡Y eso que la diana en forma de culo era bien grande!

-          ¡Esta vez se te acabó la suerte! – gritó el otro, más ligero que el idiota de los insultos, abalanzándose a por mí.

Salí corriendo y pude escapar por muy poco de su agarre, haciendo que perdiese el equilibrio y se cayese de culo al suelo.

Parece que habían enviado a por mí a los más torpes del grupo.
Miré de reojo hacia atrás y vi que su compañero aún estaba demasiado lejos de nosotros, así que aproveché la caída para dirigir mi pie hasta su cara sin ningún tipo de miramiento por sus bonitos dientes.

Después de aquello tendría que ir al dentista. Y yo ya había conseguido librarme de dos “minions” sin apenas esfuerzo.

Me sentía más que orgullosa de mí misma, pero aquella autoconfianza al final me jugaría una mala pasada, pues el grande, como si de un toro se tratase, esprintó enfurecido y me embistió contra otro árbol cercano, dejándome sin respiración al sentir el tremendo golpe y su peso sobre mi cuerpo.
-          ¿Ahora qué, chulita? – gruñó aprisionándome desde atrás, mostrándome los dientes con una sonrisa lasciva. - ¿Se te han quitado ya las ganas de jugar?

Aparté la cara con repugnancia, intentando escabullirme mientras él afianzaba su agarre y proyectaba su apestoso aliento a cerveza hacia mí.

Y grité. Grité con todas mis fuerzas al sentir su excitación y entender lo que quería hacerme.
❧❃❧

~♫~ Música: Wuthering Heights OST - Heatcliff Revenge ~♫~

Corrí sin pensarlo guiado por el origen de aquel grito de mujer, pero aunque me parecía haberlo escuchado con bastante claridad debía estar más lejos de lo que pensaba en un principio, pues tardé varios minutos en encontrar el claro donde supuse que se habría iniciado el incidente que la había hecho gritar.

¿Era ella la que había dejado KO a ese tipo?

Era difícil de asegurar, pero conociéndola no me extrañaría en absoluto. Puede que tuviese un don especial para meterse en líos, pero también lo tenía para salir airosa de ellos. O eso esperaba.
Junto a un árbol lleno de tajos de daga había un hombre joven que al parecer había recibido un fuerte golpe en la cabeza, supuse que con una piedra o una rama, y una daga clavada en el tronco.

La cogí y me fijé en su manufactura. Una simple daga, pero el metal con el que estaba forjada pertenecía a otro mundo. En Shelüne, ese tipo de hierro oscuro era el más común que existía. En este, era una rareza de un valor incalculable.

Quién se hubiese desprendido de ella seguramente no tenía ni idea de lo que podría ganar vendiéndola en Ebay como una valiosa antigüedad.
La guardé y me debatí entre intentar despertar al humano o no para hacerle unas preguntas, hasta que escuché unos gemidos lastimeros no muy lejos de donde me encontraba.

Provenían de un tipo al que habían reventado la boca a patadas.

(Nota mental si llega a ser ella la causante de semejante destrozo dental: no cabrearla nunca.)

Al verme hizo el amago de decirme algo mientras señalaba un punto en concreto y balbuceaba una maldición.
Después supuse que me pedía ayuda, porque se puso a llorar y a tirar de mi pierna, pero de un suave empellón me lo quité de encima y seguí su indicación.

Dos personas más habían dejado un rastro bastante claro de pisadas. Parte de las huellas eran ligeras y apresuradas, seguidas por otras más pesadas y grandes.

Había visto suficiente para hacerme una idea general sobre lo ocurrido, y si no fuese porque tenía prisa me habría dado la vuelta para sacarles la información a hostias a esos dos inútiles.
Pero desistí tras suponer el posible resultado de esa persecución y decidí seguir el rastro de las huellas.

❧❃❧

-          ¡Suéltame!

- Te voy a hacer rogar que te devuelvan a la celda.
Aquella amenaza fue suficiente para imaginar lo que quería hacerme aquel monstruo, y no pensaba permitirlo. Alargué mi brazo buscando algo que poder usar contra él y una vez más sentí como si el bosque estuviese de mi parte (a pesar de mi pequeño arrebato anterior), pues di con una rama lo suficientemente sólida como para defenderme.

No me precipité, a pesar de que el asco que me producían los toqueteos de aquel tipo, y esperé lo suficiente escondiendo mi improvisada arma hasta encontrar el ángulo perfecto para atacar.

Éste llegó cuando me forzó a tumbarme y se colocó sobre mí al tiempo que se desabrochaba los pantalones.
Fue un segundo, un instante en el que confiado y ansioso por obtener su premio guio su mirada hasta la cremallera, que por los nervios parecía haberse enganchado y no conseguía bajar. Suficiente.

¡Clonk!

Así sonó su cabeza hueca, como en los dibujos animados.

O quizás no, pero así lo recuerdo yo. Total, era mi victoria y tenía más que merecido el poder adornada como quisiera.
Tardé unos segundos en quitármelo de encima, y una vez liberada me sentí exultante y capaz de enfrentarme a lo que fuera. Pero no pensaba volver a caer en el error de confiarme demasiado, así que salí corriendo sin mirar atrás.

Volvía a escuchar los acelerados pasos de alguien, suficientemente alejado pero cada vez más cerca. Era muy probable que uno de los tres hubiese despertado y tuviese unas ganas terribles de matarme.

Traté de controlar mis frenéticos jadeos y correr lo más rápido posible al tiempo que buscaba el modo de esconderme sin que pudiese seguir mi rastro.
❧❃❧

Las huellas me llevaron hasta un tipo de considerable tamaño tirado en el suelo y también inconsciente.

Sus pantalones a medio bajar podían sugerir muchas cosas, pero el rastro de forcejeo que había bajo él, y las huellas más pequeñas alejándose de éste dejaban muy claro cuál había sido su propósito antes de acabar así. Me acerqué e inspiré profundamente.
Sus manos olían a ella.

No lo pensé. Aferré la daga con fuerza y la hundí bajo sus costillas para atravesar su corazón.

Dos muertes en una misma noche, pero ninguna de ellas pesaría sobre mi consciencia.

Al fin y al cabo, ya estaba acostumbrado a matar a ese tipo de hombres.

Después de limpiar mi daga en su ropa continué buscando, esta vez más seguro de haber tomado el camino correcto. 
Sus huellas por el momento me resultaron fáciles de seguir, y aunque hubo un tramo en el que creía haberlas perdido (pues en un momento de lucidez por su parte parecía haberse dignado a ocultarlas) al final supe que había llegado a mi destino cuando escuché su voz meciéndose entre los árboles.

Estaba… ¿cantando?

“Lay down your head
and I’ll sing you a lullaby
Back to the years of loo-li lai-lay.
And I’ll sing you to sleep
and I’ll sign you tomorrow
Bless you with love
for the road that you go” (*)

Me acerqué despacio para no alarmarla, pronunciando su nombre con suavidad y pidiendo que se calmara.
Parecía muy asustada. Pero a pesar de ello su voz no dejaba de ser la más hermosa que había oído nunca.

-          Alidaen, estoy aquí. Soy yo…- por un momento estuve tentado a decir “Thaerion” para que no me odiase de antemano– Valo.

La melodía paró de golpe, y yo decidí dar un paso más hacia dónde provenía el sonido de su voz.

Estaba sentada sobre una roca plana en medio de un claro, sana, a salvo.

Temí que el acelerado ritmo de mi corazón la alertase y la hiciese huir al escucharme.
Aun así aligeré el paso para llegar cuanto antes hasta ella, decidido a estrecharla entre mis brazos y no soltarla nunca.

Pero justo cuando se dio la vuelta para mirarme, noté un golpe seco en mi cabeza que hizo que su imagen desapareciese tan fugazmente como mi agresor. Y que tras ella, volviesen la oscuridad…y más recuerdos de mi pasado.
❧❃❧


❧❃❧

(Nota: Continuar después del relato)

Con cada sobreesfuerzo por alejarme me daba cuenta de que cada vez estaba más perdida en aquel bosque, pero nada importaba si lograba despistarles.

Ya tendría tiempo luego para buscar una salida.

A veces, me escondía para tomar aliento unos segundos y trataba de tranquilizarme susurrando con voz atropellada y torpe una de las muchas canciones que mi abuela me enseñó y que solía cantar cuando tenía miedo por las noches.
Según ella, se la había enseñado un hada cuando yo era tan sólo una niña, y aunque no fuese su voz la que la cantaba ya, el volver a recordarla me animaba a seguir adelante.

“Puede que siempre haya ángeles para cuidarte
para guiarte en cada paso del camino
para cuidarte y mantenerte a salvo de todo mal
Loo-li, loo-li, lai-lay…”

Hacía tiempo que ya no escuchaba pasos a mis espaldas, pero yo seguía huyendo impulsada por un instinto tan firme como mis piernas que, aunque cansadas y doloridas, eran capaces de soportar aquella intensa caminata para ponerme a salvo y sin hacerme caer desfallecida.
Pero la voz de alguien demasiado conocido hizo que me detuviese tan rápido que estuve a punto de perder el equilibrio.

-          ¡Alidaen, estoy aquí!

- ¿Thaerion? – pregunté mientras giraba hacia un lado y le buscaba ansiosamente entre los árboles. 
-          Soy yo…Valo.

Me daba igual como se hiciese llamar. Era él.

- ¡¿Dónde estás?! 
-          Espérame…

Esta vez su voz parecía tan lejana como un recuerdo. Pero era él, tenía que serlo.

-          ¡Valo! – exclamé, corriendo en dirección contraria, pues estaba segura de que se encontraba en algún punto que había dejado a mi espalda, o me lo había cruzado sin darme cuenta.

¿Había vuelto para buscarme?
A medida que avanzaba, mi cabeza daba vueltas a las posibilidades que existían de que él supiese que me encontraba allí. Él, que desde la noche en que Francessco y yo habíamos roto no había dado señales de vida y parecía importarle cada vez menos lo que yo hiciese.

¿No se supone que estaba de viaje?

Aquello era demasiado extraño. Pero cuando las dudas se imponían sobre mi esperanza de volver a verle y me instaban a dar la vuelta y seguir huyendo, su voz volvía a llamarme y guiarme por aquel laberinto de maleza y árboles.

- ¡Estoy aquí! – repetía cada poco tiempo.
-          ¡Ya voy! – respondí, casi sin aliento y coordinación en mis piernas.

Estaba agotada, pero cada paso que daba le sentía más cerca y me obligaba a seguir caminando, aunque fuese arrastrando los pies y tropezando de vez en cuando con cualquier obstáculo que encontraba en el camino.

Hasta que apareció.
-          ¡Thaerion!

Su nombre, al verlo de rodillas en aquel especie de altar de piedra, salió de mis labios casi como un aullido, una súplica cargada de alivio al principio, pero angustiada al contemplar que lo que sostenía con firmeza entre sus manos era una daga.
Y darme cuenta de que aún estaba demasiado lejos para impedir lo que parecía a punto de hacer con ella.

- ¡Thaerion no! ¡No lo hagas!

RELATO: Vuelta al Hogar VI

❧❃❧ RELATO: Vuelta al Hogar VII ❧❃❧

~♫~ Música: Fallen Through Time ~♫~

Los días, las semanas, los años…pasaban demasiado rápido en aquel sueño que era mi pasado.
Casi todos igual de tediosos.

De vacíos…

¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Qué había hecho para ser quién era? ¿Qué me motivaba? ¿A qué me dedicaba?
¿A quién amaba?
Estaba sentado bajo un árbol, dibujando en una especie de pergamino que reposaba en la superficie de un libro que tenía sobre mis muslos.

- Imposible – dije al trozo de papel, antes de arrugarlo y tirarlo frustrado al suelo. - No te recuerdo.
Intenté ver el dibujo, pero no podía moverme. Era sólo un espectador.

Pero alguien más, movido por la misma curiosidad, se acercó para mirarlo.

- ¿Quién es? – preguntó una voz infantil.
Era un niño que no llegaría a los siete años al que mi otro yo hizo caso omiso, pues estaba concentrado en un nuevo dibujo.

- ¡Ala! ¡Está desnuda! – exclamó abriendo los ojos sorprendido - ¡Y tiene tetas!

Tras escuchar los gritos del pequeño vi cómo alzaba la vista de su pergamino e intentaba, sin éxito, agarrar al niño de la pierna antes de que éste se escabullese.
-          ¡Dame eso!

-          ¿Quién es? ¿Quién es, tito Thari? – inquirió el pequeño, agitando el dibujo como si de una bandera pirata se tratase.

-          ¡Nadie que deba importarte!

- ¿Es tu novia?
-          ¡Dámelo!

Una vez más intentó agarrarle, y éste, al verse casi atrapado, volvió a salir corriendo riendo y creyendo que estaban jugando.

La verdad es que por el gesto que tenía al correr tras él, parecía que yo también estaba pasándome bien, dejando que el crío se saliese con la suya en más de una ocasión para alargar la “caza”

- ¡Tito Thari tiene novia! ¡Tito Thari tiene novia! – canturreaba entre risas.
-          ¡Te vas a enterar cuando te pille, renacuajo!

Las risas y los juegos se alargaron un poco más, y yo disfruté tanto como ellos al ver un momento de mi pasado que me causaba una agradable pero a la vez melancólica sensación de pérdida.
Una parte de mí echaba de menos a esa criatura inaguantable.

-          ¿Y qué pasa ahora si te lanzo al fuego? ¿Cómo crees que sabrán los grumetes asados?

-          ¡Mal! ¡Muy mal, tito! ¡De verdad!
-          ¡¿Lo probamos?!

-          NOOOOOO jajajaja
Pero la diversión acabó al hacer su aparición una nueva figura.

Esta vez la del imponente guerrero de pelo plateado al que recordaba como mi hermano.
-          ¿Qué hacéis?

Vi cómo arrebataba el dibujo de las manitas del pequeño y éste, algo intimidado al ver su furioso gesto al contemplarlo, se escondía rápidamente detrás de mis piernas.
-          Theran, ya es hora de que vuelvas a casa – dijo con voz calmada pero autoritariamente, apartando la vista del pergamino. – Tu madre te está esperando.

-          ¡Pero yo no quiero bañarme! ¡Soy un pirata! ¡Y los piratas no se lavan! – protestó, mordiéndose el labio de forma infantil al imaginar que no le quedaba más remedio que hacerle caso.
-          Eres demasiado guapo para ser un pirata, enano.

-          Mejor, así podré casarme con una sirena.

-          Pero a las sirenas les gustan los hombres limpios, por algo viven en el agua la mayor parte de sus vidas.

Kheran no interrumpió nuestra conversación y esperó pacientemente a que lo convenciese para que se fuera. El crío frunció el ceño y me miró con los ojos brillando con una inocente curiosidad antes de apartarse de mis piernas.

-          Tito Thari… ¿tu novia es una Dalar? ¿o quizás una sirena? – preguntó antes de marcharse.
-          No me hagas repetirme, Theran – le advirtió mi hermano.

-          Vaaale…

Después de que se fuera, el Vanar volvió a fijar la vista en el dibujo. Y tras fulminar con la mirada a mi yo pasado, lo convirtió en pedazos tan pequeños que de haber querido habrían servido como puzzle de mil piezas para mi sobrino.

-          Más te vale estar bien centrado para tu próximo trabajo.

- Siempre lo estoy – contesté con arrogancia.
-          ¿Perdiendo el tiempo con estas tonterías? – señaló el suelo donde reposaban algunos fragmentos.

-          Cada uno emplea su tiempo libre en lo que le gusta. ¿O prefieres que lo haga en el Lecho fornicando con furcias como tus hombres?

-          Si eso te hace olvidar lo prefiero, sí.

-          Así de paso contribuyo en el negocio familiar… ¿desde cuándo somos regentes de un burdel aparte de esclavistas?

- Desde que padre se casó de nuevo.
-          Te gusta tan poco como a mí.

-          No pienso discutir esto ahora.

-          Tú no discutes nunca nada que tenga que ver con él. Siempre aceptas todo lo que hace y dice aunque no estés de acuerdo. ¡Hasta Tanathya estuvo en contra!

-          Padre siempre ha querido lo mejor para la familia, y mientras sea así puede rehacer su vida con quien quiera. Sabes tan bien como yo lo mucho que sufrió tras la muerte de nuestra madre.
-          ¡Pero es una bruja! ¡No merece ocupar su lugar!

-          Se acabó, aquí tienes – se acercó y colocó un pergamino enrollado sobre mis manos, esperando a que lo leyera.

-          ¿Qué es esto? – pregunté mientras lo desenrollaba.

- Tu próximo trabajo.
Le eché una rápida ojeada, no recordaba qué ponía pero imaginé que el trabajo no me entusiasmada por el gesto de hastío que me vi poner al leerlo.

-          ¿Otra caza?

-          Los dalariel son nuestra presa – zanjó. – No olvides capturarlo si todavía nos puede ser de utilidad.

- ¿Para qué Thalassia lo use como su nueva “joya”? – pregunté con cierta sorna.- Estaría mejor muerto.
-          O para extraer información valiosa para la guerra, tal y como requiere el trabajo que desempeñas de forma tan centrada – respondió haciendo uso de la ironía.

Después de decir aquello se marchó, dejándome a solas con un pergamino a medio acabar, en el que vi posar la vista una última vez a mí otro yo.

- Sé que existes, y no dejaré de buscarte nunca…mi dalariel. Solo espérame…