lunes, 30 de abril de 2012

Nuevo capítulo y tercera parte del relato Vuelta al hogar

¡Buenas tardes!

Después de esta pequeña ausencia y darme de leches con el juego para que tirase he conseguido sacar las fotos del siguiente capítulo. Es algo corto pero en él veréis la presentación de un personaje nuevo y sobre todo obtendréis más información sobre Édora y sus dioses.

El personaje del que hablo tiene mucha importancia en la novela, pero aquí apenas voy a sacarlo ya que guarda similitud con otro personaje que ya ha salido y tampoco quiero repetirme, sólo saldrá en un par de escenas más. En el capítulo también sale algún que otro guiño a otros personajes del libro, que aquí sólo salen de pasada.

Aunque el capítulo no es muy largo me ha costado bastante hacerlo por los personajes que aparecen (con cada uno he podido tirarme cerca de una hora para prepararlo xD) y los escenarios, que aunque no se vean completos llevan su tiempo. La parte del relato es algo picantona, pero no se ve nada demasiado explícito, sólo lo justo ;)

Y bueno ya que estamos dejo por aquí también una imagen que saqué de dos de los dioses de Édora y que ya subí en Facebook, que después del trabajazo que me costó crearlos para una puñetera imagen al menos comparto para que los veais con más nitidez xD Estoy muy contenta con el resultado, a ver si el resto de dioses me salen más o menos como tengo pensado.
 (De la unión de Ígnus & Nimiel nacieron las ninfas, así que podría decirse que Alidaen nació gracias a ellos ^^)

Y de momento nada más ^^ ¡Espero que os guste el capítulo! ¡Un saludo!

CAPÍTULO XV: ¿Quién eres? I

(PRIMERA PARTE)

(Bridgeport, 7 de Enero)

Eran casi las nueve de la mañana cuando llegué a mi piso. Físicamente no estaba más cansado que cualquier otro día después de una noche de entrenamiento, pero mentalmente me sentía cada vez más agotado.

Me demoré un par de horas en volver a casa tras abandonar el edificio de las Sombras, y me dedique a dar vueltas en mi moto mientras trataba de poner en orden todas mis ideas.


Cuanta razón tenía cuando decía que no me interesaba conocer mi pasado. Cada vez estaba más seguro que de olvidarlo todo había sido lo mejor que me podía haber ocurrido.

Pero ya no había marcha atrás, volvía a recordar mi vida en Édora cada vez con más nitidez y frecuencia. Y empezaba a ser consciente de lo que se esperaba de mí y para lo que había sido creado.

Era un cazador, y mi instinto era prácticamente el mismo que el de un vampiro: asesinar y alimentarme, o en mi caso, alimentar a mi dios. Con la diferencia de que podía salir a la luz del sol (seguramente mi mejor baza sobre ellos) y comer como una persona normal. También tenía poderes distintos que me daban una gran ventaja sobre mis presas, como poder fundirme en las sombras y esconder mi presencia hasta hacerme prácticamente indetectable. Claro que no sabía usar a voluntad la mayoría de poderes que los hacían tan peligrosos, como el dominio mental o la regeneración. Y tampoco tenía su fuerza.

Si me enfrentaba a uno cara a cara tenía las de perder, pero contaba con una gran ventaja sobre el resto de criaturas si sabía aprovechar mis cartas.


Shiva me esperaba en el aparador de la entrada. Tenía los ojos entrecerrados y la cabeza bien alta mientras permanecía sentada sobre sus patas traseras en una pose muy digna. A veces me daba la sensación de que me miraba de esa forma para hacerme sentir mal, como si hubiese estado esperando que apareciese durante horas. Sólo le faltaba aprender a sujetar jarrones con las patas y a lanzármelos a la cabeza por llegar tarde.

Pero bueno, era agradable llegar a casa y saber que al menos había alguien esperándome, alguien que sólo esperaba de mí un poco de atención, comida y un cuenco de agua fresca para ser feliz. Y a la que no temía dañar por culpa de mi sed. 

Sonreí con cariño y le di un beso en su cabecita peluda, antes de dirigirme a la cocina y asegurarme de que tenía comida suficiente.

-          Bueno, esta vez he cumplido contigo.

Eché un vistazo a su nuevo capricho. Había decidido compensar mi falta de atención con un regalo que me había costado más de lo que debía gastar, pero que después de todo merecía.

Parecía el típico novio que para resarcir un olvido compra a su pareja un ramo de flores y unos bombones para que le perdone, sólo que yo compraba comida y juguetes para gatos.

Y pensar que la relación más parecida a una pareja que había tenido en mi vida era con una gata…manda cojones la cosa.

Pero se le veía contenta, que era lo importante.

-          Parece que te gusta.

Frotó la cabeza contra el rascador de la caseta y se echó sobre el lomo, cerrando los ojos perezosamente.

-          Así al menos evito que te vuelvas a subir en mi cama y me llenes el edredón de pelos.

Aunque a esas alturas tampoco importaba si me daba por ser descuidado, total…hacía mucho que no invitaba a nadie a casa y no tenía intención de volver a las andadas en un tiempo. 

Eché un vistazo al piso, estaba todo impecable. Apenas paraba por allí y lo poco que ensuciaba lo limpiaba sobre la marcha. Era algo maniático y me gustaba tener todo en orden, limpiar nunca había sido un problema para mí. De hecho me ayudaba a creer que podía tener el control sobre algo (para variar), y actuar como una persona normal y corriente.


Por un segundo se me pasó por la cabeza ponerme a desordenar todo simplemente para tener algo más que hacer y evitar pensar demasiado, pero tenía sueño y era hora de descansar unas horas si quería estar preparado para otra noche de entrenamiento.

Me quité la ropa de camino al dormitorio. Ya me había duchado después de entrenar así que fui directo a la cama sin molestarme en buscar los pantalones del pijama.


A pesar de mi agotamiento no dejé de dar vueltas hasta dormirme de aburrimiento. Y mientras lo hacía y no lo hacía no dejaba de pensar en todo lo que había descubierto ese día sobre Ahasa, Lobo y sobre mí mismo (evité pensar en Serpiente por si tenía pesadillas).

Hasta que finalmente caí rendido por el sueño…

domingo, 29 de abril de 2012

RELATO: Vuelta al Hogar III

(TERCERA PARTE)

(Édora - Shelüne - El Lecho de Ígnus)

- Korn - System (Queen Of Damned) -

Del recuerdo de una noche en la taberna con mi sobrino, pasé al de una velada a solas en lo que parecía ser un burdel de lujo.

El supuesto lugar donde no pensaba volver…

Aunque no me gustasen demasiado ese tipo de antros debía admitir que el negocio de mi madrastra no estaba nada mal.


La sala donde me encontraba no carecía de detalles ni comodidades para sus clientes y los esclavos que trabajaban allí. Y al parecer no era sólo un lugar donde paraban los hombres en busca de compañía.

Había clientes de ambos géneros reunidos, charlando y disfrutando de las vistas tranquilamente mientras tomaban té, vino o fumaban hierbas que impregnaban el ambiente con aromas dulzones y algo empalagosos. No había gritos, risas escandalosas ni palabras obscenas e irritantes para los oídos. Todo el mundo parecía extremadamente relajado y cómodo, lo cual resultaba bastante intrigante.


Normalmente en ese tipo de lugares la gente se libera y actúa de forma absurda, comportándose como no lo hacen delante de sus cónyuges, pero allí todo el mundo parecía muy civilizado y respetuoso.

Por lo que pude ver, los esclavos que trabajaban en el burdel pertenecían la mayoría a la raza vanarian, pero también podían verse miembros de razas extrañas y muy diversas, aunque todas originarias de la parte este de Édora.


Mi madrastra parecía tener un especial interés en buscar a los miembros más exóticos que pudiese encontrar para su colección de esclavos.

Sabía que no eran seres libres porque todos estaban marcados  con el mismo símbolo: un árbol marchito atravesado por una espada. Seguramente el emblema de mi Casa por lo familiar que me resultaba.


Después de ver todo aquello temí que mi cerebro se hubiese centrado en recordar alguna tórrida escena en vez de información útil sobre mi pasado, pero al parecer tuve suerte. Aunque para que nos vamos a engañar, lo otro también habría estado bien. Y seguramente me habría ayudado a levantarme más...animado.

Pero el caso es que no fue así.

Yo me encontraba sentado en un rincón de la sala medio oculto por cortinajes de color dorado, con la única compañía de una copa de vino reposando entre mis dedos.


Había cambiado mis ropas de viaje por un atuendo más común entre los nobles de Shelüne y llevaba el pelo suelto cayendo sobre la cara y el pecho. Verme vestir de ese modo se me hacía algo raro a esas alturas, pero había que admitir que el estilo vanarian no me sentaba tan mal. Con esas chorreras y la levita parecía la viva imagen de un conde.

El Conde Valo…jejeje. En fin, mejor me dejo de tonterías y sigo explicando.

Mi mirada parecía fija en un par de bailarinas vanarian mientras hacía oscilar en círculos el líquido carmesí de la copa, pero algo me decía que mi mente estaba en otro lado en ese momento y no reparaba demasiado en ellas, como cuando Theran y la camarera se pusieron a hablar de sus cosas.

Me hubiese gustado saber qué era exactamente lo que tenía en la cabeza, pero por el momento no había forma de acceder a ese tipo de recuerdos.


-          Por fin te dignas a aparecer.

La sensual voz  que interrumpió mis meditaciones procedía de una mujer pelirroja. Pero mi otro yo no se dignó ni a mirarla. Por una milésima de segundo pude ver como mi rostro aparentemente frío se crispaba al escucharla. Estaba claro que si estaba allí no era por ella y su presencia no me resultaba agradable, a pesar de su impresionante belleza.

Debía medir más de metro ochenta y rondar los treinta y tantos. El tono de su piel no era tan pálido como el resto de vanarian, y el color de su pelo parecía natural, algo bastante extraño entre miembros de Shelüne, ya que los más comunes eran los tonos claros como el blanco, ceniza o rubio platino o los oscuros como el negro, azul o chocolate. Los dorados, pelirrojos y demás colores eran tonos que se conseguían con tintes o con maná (en el caso de los que dominan la magia).


-          Thalassia – saludé sin mucho entusiasmo.

La mujer se movía como si tuviese ensayado cada paso, contoneando las caderas de un lado a otro con movimientos casi hipnóticos, y con la mirada fija en mis ojos. Sus iris eran de un vivo color dorado, y parecían tener vida propia. Y su sonrisa era muy atrayente, aunque también dejaba claro que no era alguien de confianza. Me alegraba saber que prefería mantener las distancias con ella.


Pero a pesar de mi falta de entusiasmo ante su llegada, sorteó la distancia que nos mantenía separados y acercó sus labios a los míos, besándolos con un leve contacto y una sonrisa seductora. Yo no hice amago de apartarme, pero tampoco di muestras de que aquello me afectase en absoluto. Era como besar una estatua de piedra, fría y sin sentimientos. No duró mucho, pero fue suficiente para hacerme sentir náuseas por lo que acababa de ver. No sabía quién era, ni tampoco que relación había tenido con ella, pero estaba seguro de que ese sentimiento de desagrado pertenecía también a mi “yo” del pasado.


Entonces me fijé en que Thalassia no tenía ninguna marca a la vista, lo cual significaba que no era una esclava, aunque se comportase como una concubina más. ¿Podría tratarse de…?

-          Dijiste que no volverías, creía que no querías volver a verme.

-          Y no te equivocabas, no he venido aquí por ti – contesté con sequedad.

-          Mi dulce hijastro…Tan encantador como siempre – exclamó sonriente.

¡¿Acababa de besarme la esposa de mi padre o eran imaginaciones mías?! Y lo que era peor… ¡¿le había dejado hacerlo?!

-          ¿Dónde está? – pregunté sin hacerle mucho caso.


No parecía afectado por aquello, así que dejé de preocuparme. Quizás era una costumbre entre vanarian que no recordaba, o vete tu a saber. Y ahora al menos sabía que buscaba a alguien ahí dentro. Quizás la chica de la que Theran hablaba.

-          Donde la dejaste hace un mes, esperándote…como siempre.

Asentí, y me levanté dejando la copa de vino en la mesa. Thalassia se interpuso en mi camino.

-          ¿Quieres que la avise de tu llegada?

-          Ya lo hago yo.


Ella se echó a reír, encantada por mi impaciencia.

- Sé que estás deseando colarte en su cama, pero querido...es mejor que esperes unos minutos para que pueda recibirte apropiadamente.

-          Dime que no has vuelto a ponerla a trabajar para esos cerdos – el tono de mi voz dejaba claro que me preocupaba por la mujer de quién hablaban.

-          No, de momento sigues teniendo la exclusividad de la putilla dalariel.


¿Dalariel? ¿Había una esclava dalariel trabajando en ese lugar?

Si así fuese no me extrañaba tampoco no haberla visto antes en el salón principal, no todos los vanarian podrían aceptar la presencia de un habitante de la luz en nuestras tierras, aunque fuese propiedad de otro.

-          No vuelvas a llamarla así – le amenacé.

-          Tú puedes llamarla como quieras, pero eso no va a hacer que cambie su condición.

-          Cambiará cuando la saque de aquí.

-          Si supieras la mitad de lo que yo sé sobre ella dudo mucho que quisieras “liberarla”


-          No me importa.

-          Algún día, ya lo verás – me advirtió con una intrigante sonrisa – Pero mientras tanto…juega cuanto quieras con ella. Y cuando te aburras recuerda que tienes más esclavas dispuestas a prestarte un buen servicio.

-          No estoy aquí por eso – contesté incómodo.

-          Ya…claro. Como todos.

Se dio la vuelta sonriente.


-          Cinco minutos y la tendrás lista para ti.

Antes de desaparecer me dedicó una mirada insinuante, y yo me quedé en silencio con la vista clavada en uno de los pasillos que por lo que supuse, llevarían a las habitaciones privadas del burdel.

Al salir del pequeño habitáculo donde estaba resguardado del resto noté varias miradas fijas en mí. Todos los esclavos de la zona se inclinaron respetuosamente antes de volver a su trabajo.

Supongo que su respeto se debía a que yo también formaba parte de la familia que los tenía como esclavos, pero no era algo de lo que pudiese sentirme orgulloso, y creo que en el pasado también tenía eso muy claro.

Saludé con un leve movimiento de cabeza y seguí a lo mío sin reparar mucho en ellos. Poco después eché a caminar hacia el pasillo, recorriendo tranquilamente el camino que me llevaría a la habitación de esa supuesta dalariel.

Eché un vistazo mientras caminaba. La estructura del lugar parecía la de una antigua mansión.

Los grandes ventanales habían sido oscurecidos y decorados con cristalería de llamativos colores para la intimidad de sus clientes, y cada sala estaba separada del resto por cortinajes o puertas de madera casi negra. El púrpura y el dorado eran los colores que más destacaban en la decoración del lugar.

Algunas salas estaban cerradas a cal y canto por gruesas puertas talladas, otras estaban entreabiertas y en su interior podían oírse cánticos, risas y otro tipo de sonidos típicos de un burdel.


De pasada vi un Dalar siendo manoseado por un par de clientas vanarian. Un Dalar y una dalariel en el burdel y nadie lo había quemado aun...intrigante.

Pero lo que más me llamaba la atención era la representación de los antiguos dioses adaptada a un lugar como ese.

Había algunas estatuas y cuadros repartidos por toda la casa, y casi todos hacían referencia a algún dios de Édora.

A Nimiel, la diosa de la naturaleza y la vida, la representaban como una hermosa mujer de cabello del color de las hojas y zarzas alrededor de todo el cuerpo, con orejas puntiagudas y flores en el pelo. Y a Ígnus, el dios de la pasión y el fuego, como un hombre de piel rojiza y grandes cuernos curvados hacia atrás como los de un carnero, pero con un cuerpo masculino y tonificado y una larga melena envuelta en llamas.


En general todos los dioses podían verse haciendo cosas muy humanas, por llamarlas de algún modo.

Incluso Kaele, el dios de las Sombras, había sido representado artísticamente. Aunque este no parecía muy distinto a un Vanar, o incluso un vampiro. Tenía la piel muy clara y sus alas en vez de poseer plumas negras como las de un elegido normal, parecían casi etéreas y envueltas por un aura sombría. Sus manos y pies terminaban en afiladas garras. En la pintura podía verse alimentándose de la sangre de un Dalar con las alas decrépitas y sus plumas cayendo sobre ellos en una lluvia blanca. Desnudos, como no. Aunque lo más curioso es que mientras se lo montaba con el tío, una de sus manos atravesaba su corazón, el cual podía verse fuera de su cuerpo prácticamente aplastado por la enorme zarpa del dios.


Lo sorprendente es que al pasar por su lado me vi a mí mismo sonriendo como si aquello me resultase divertido.

Pero lo que estaba claro era que el dios del fuego era el más adorado en aquel burdel (que parecía más bien un templo del placer), ya que había una representación suya en todas las estancias de la mansión. Y no siempre aparecía con su supuesta esposa, Nimiel. Sino que por tirarse se tiraba hasta a la diosa de los Dalar, Dhalaria, y no de formas demasiado…dignas.

Dudo que los sacerdotes viesen con buenos ojos esas representaciones, pero debía reconocer que a su modo resultaban bastante atrayentes, muy acordes al lugar.


Después de una larga caminata hasta la planta superior y cruzar una nueva galería atestada de cuadros en forma de L, me encontré en un pasillo bastante alejado del resto de habitaciones donde sólo se veía una puerta al fondo. Me dirigí hacia allí y vi como tomaba aire antes de llevar la mano al picaporte, dudando de si entrar o no a aquel cuarto.

Por un momento me pareció que lo pensaba mejor y daba la vuelta, pero yo deseaba que entrase. Quería saber quién estaba esperándome al otro lado. Quién era esa dalariel.

No tardé en obtener la respuesta, pero lo que vi allí no tenía ningún sentido.

Ella sonrió nada más verme aparecer.

-          Te estaba esperando, mi amor.

jueves, 26 de abril de 2012

ÍNDICE: Tutoriales

Aquí os dejo un índice para que podáis acceder fácilmente a los tutoriales que voy agregando al blog. Espero que os resulten útiles y si veis que hay algún error, enlace roto, o tenéis alguna duda ya sabéis, dejad vuestro comentario en el propio tutorial.

Enlaces a mis tutoriales:


(Nota: Este tutorial está obsoleto, recomiendo usar el anterior)




miércoles, 25 de abril de 2012

Mini ausencia

Buenas chic@s!

Os escribo para comentaros que esta semana andaré bastante liada y seguramente no pueda traer un nuevo capítulo ya que ando revisando por enésima vez la novela para tenerla cuanto antes lista para editar, aparte de tener trabajos pendientes.

Espero no tardar mucho tiempo en traeros aunque sea un capítulo corto. Disculpad las molestias >_<

¡Un besazo!

sábado, 21 de abril de 2012

RELATO: Golpes del Destino VII.II

(SEGUNDA PARTE)

Dean la guio hasta el almacén que había bajo el garaje. Alidaen echó un vistazo a su alrededor pero estaba a oscuras y no veía nada. El ruido de la música ahí dentro era mucho más débil, y podía escuchar el lamento de un perrito cercano, un penoso aullido que procedía de un rincón a oscuras.


Se dirigió hacia el sonido y Dean la siguió con una sonrisa en la cara, dejando la trampilla del garaje abierta para que entrasen sus compañeros.

-          ¿Ahora me crees? – preguntó intentando mantener el tono amable de su voz y no parecer acelerado.

-          Si… - Alidaen dio varios pasos más hacia el interior – oye enciende la luz, quiero verlo bien, parece muy triste ¿estará enfermo?


-          Igual tiene hambre.

Dean tiró de una cadenita y la luz de una bombilla vieja iluminó parte del lugar. Sus amigos ya habían entrado y se habían colocado a ambos lados de la puerta cerrada. Pero Alidaen tenía toda su atención centrada en el animal y no se dio ni cuenta.


Era la cría de un labrador de pelaje color canela, al ver a Alidaen posó sus tiernos ojos humedecidos en los de ella y lanzó un débil aullido cargado de súplica.


-          Ay pobrecito… ¿Dónde está su madre? ¿y sus hermanos? Dijiste…- se dio la vuelta, y entonces los vio ahí plantados contemplándola con una mezcla de nerviosismo y divertida satisfacción.

-          Bonita ropa – dijo Tommy con una sonrisa burlona.


Tom sujetaba algo nervioso una cámara de fotos y Michel estaba apoyado en la pared de la entrada con aire chulesco, esperando que Dean, el líder del grupo, dijese algo.

Alidaen estaba algo confusa por el alcohol y tardó más de lo necesario en darse cuenta de que acababa de caer en una estúpida trampa.

-          En realidad se lo robé a la perra de la vecina – contestó Dean sonriendo con malicia - ¿te gusta?


-          ¡Pero eso está mal! – exclamó enfadada, preocupada aun por el cachorrito sin darse cuenta de que no era él quién corría peligro precisamente - debería estar con su madre, es muy pequeño y…

Dean se acercó a ella, su paso era algo torpe. Había bebido más de la cuenta y se había envalentonado al verse en superioridad ante la chica.

Entonces se dio cuenta de lo que pretendía. No es que tuviese la certeza de lo que iba a pasar, pero algo en su interior gritaba que se alejase de ese chico del mismo modo que lo había hecho durante el baile. Guardó silencio y abrazó el perrito de forma protectora mientras daba varios pasos hacia atrás, buscando una posible salida con la mirada.


Había una pequeña ventana a ras del suelo del patio, quedaba a unos metros de donde se encontraba pero podría acceder a ella fácilmente saltando sobre la cantidad de cajas apiladas cerca. Aunque la movilidad con el animal se veía bastante reducida, tenía que actuar con cuidado si no quería lastimarlo.

-          No te vas a mover de aquí sin haber hecho antes algo, así que ni lo intentes – le advirtió él dándose cuenta enseguida de lo que pretendía.

-          No te acerques más.

-          Michel coge el puñetero perro – ordenó impaciente.


Michel se acercó a Alidaen, que ahora tenía que vigilar a ambos y sujetaba con firmeza al animal entre sus brazos.

-          ¿Se puede saber qué queréis? ¡Ni se os ocurra hacerle daño!

Alidaen intentaba defender al animal a toda costa, temiendo que le hiciesen algo malo, pero estaba demasiado centrada en el cachorro, Michel y Dean para darse cuenta de que Tommy se había colado rápidamente por detrás suya y estaba a punto de atraparla.

-          ¡Suéltame! – gritó al verse acorralada por los brazos del chico y ver cómo le arrebataban al animal.

-          ¡Bien hecho Tom! – exclamó Dean lanzándoselo a Michel como si fuese una pelota de béisbol.

El animal ladró asustado y Alidaen ahogó un grito bajó la presión de la mano de Tommy. Por suerte Michel era bueno cazando pelotas al vuelo, y enseguida el cachorro estuvo a salvo en sus manos.

-          Tranquilo bicho, te tengo – la voz del chico sonaba calmada, y Alidaen notó como intentaba reconfortarlo con sus manos disimuladamente. Intentando aparentar que aquel juego, que ella no comprendía del todo, le estaba divirtiendo como al resto de sus amigos.


-          Te gustan mucho los animales ¿verdad, comeflores? – preguntó Dean.

No se acercó más, pero vigilaba que Tommy la tuviese bien agarrada. No hizo falta contestar, ellos ya sabían de sobra que eran su debilidad.

Desde niña siempre se había creído la dueña del bosque. Una vez incluso se atrevió a coserlos a pedradas cuando sólo se estaban divirtiendo con una sucia mofeta. A Tommy tuvieron que darle dos puntos en la frente, no estaba muy contento con ella.

-          Estúpida niñata – murmuró cerca de su oído.


Alidaen se revolvió en sus brazos, la cámara de fotos que colgaba sobre su pecho se le estaba clavando en la espalda y los brazos le ardían allí donde notaba la presión de sus dedos.

-          Harías cualquier cosa por este lindo perrito ¿verdad?

Dean sacó algo de su bolsillo, no supo lo que era hasta que pulsó un pequeño botón y del mango de plástico salió una hoja plateada. Acercó la navaja con una sonrisa al ojo del animal.


-          ¡Dime que quieres que haga pero déjalo en paz!

-          Baila.

-          ¿Qué? – Alidaen le miró confusa - ¿Que baile?

-          Aha…

-          Pero si ya me has visto bailar antes.

-          Ya bueno…pero quiero que sea un baile muy especial, sólo para los tres.


Menuda bobada, desde luego entendía cada día menos a los chicos. Pero si lo que querían era un baile a cambio de dejar al pobre animal tranquilo ella no pensaba negárselo.

-          Podré bailar si le dices a éste imbécil que me suelte.

Tommy gruñó detrás de ella.

-          Ya sabes Tommy – Dean sonrió satisfecho – puedes soltarla. Y prepara la cámara.

Alidaen miró el aparato de reojo, no era la primera vez que veía una cámara de fotos y sabía para qué servía.


Todo aquello era ridículo…

Dean guardó la navaja de vuelta a su bolsillo y encendió un viejo aparato de música guardado en una de las cajas.

Alidaen dio unos cuantos pasos de baile sintiéndose como una estúpida mientras los chicos le observaban atentamente.


-          Así no, muévete un poco más provocativa…como en un striptease – Dean acompañó la palabra con un gesto simulando las curvas de una mujer, que ella no entendió.

-          ¿Un qué?

-          Por Dios Dean – rogó Tommy con la cámara en alto - dile que se quite la ropa de una vez.

-          ¿Y para qué queréis que me quite…?


Las reuniones de Isabelle sirvieron para algo en ese momento, dándole a Alidaen una visión muy clara de lo que pretendían que hiciese. Sabía que había mujeres que trabajaban bailando mientras se desnudaban delante de otras personas. Y que según las amigas de Isabelle eso estaba muy mal porque incumplía algún tipo de mandamiento.

-          Oh no…ni en broma.

Dean volvió a sacar la navaja y dio varios pasos hacia Michel, que seguía sujetando al animal muy tranquilo. Demasiado sereno para tratarse de una persona que al parecer le gustaban los animales. Alidaen miró con desconfianza el arma.

-          ¡Está bien, pero sólo la camiseta!

No tenía ni idea de lo que querían ver (aparte de sus prácticamente inexistentes tetas) así que simplemente se quitó la parte de arriba contoneándose un poco para ellos. Llevaba un sujetador que le había prestado Cadie, con el dibujo de Hello Kitty plasmado en la tela fucsia y los tirantes negros. Suerte que no se le había ocurrido meterse los calcetines debajo, habría sido aun más patético.

Si Isabelle la viese…


Tommy hizo unas cuantas fotos, pero Dean no parecía satisfecho del todo.

-          Ahora el sujetador.

Alidaen le miró furiosa.

-          ¿Ves esto? – preguntó poniendo el dedo corazón en una posición que había aprendido en el instituto - ¡pues móntate aquí y pedalea!


-          ¿Quieres que te lo quite yo? – le amenazó dando un paso hacia ella.

-          Atrévete cerdo – le retó.

-          ¡Tommy sujétala!

Alidaen forcejeó de nuevo, puede que el chico fuese estúpido, pero de los tres era el más rápido y fornido, así que no tardó en volver a caer atrapada entre sus brazos.

Dean esperó a que estuviese bien sujeta y se acercó a ella.


El sonido de las aceleradas respiraciones de los presentes, el retumbar de su pecho y el sofocado lamento del perrito entre las manos de Michel penetraba en sus oídos. Mientras, Dean intentaba meterle mano por debajo de la ropa y quitarle el sujetador torpemente.

Mal hecho por su parte, demasiado cerca de ella.

Alidaen golpeó con todas sus fuerzas entre sus piernas. Fue un acto reflejo, pero por primera vez vio el resultado de un ataque como ese a un chico y sonrió satisfecha al verle retorcerse en el suelo con las manos sujetándose como si se le fuesen a caer las pelotas.


-          ¡Joder! ¡Zorra! – gritó dolorido.

-          ¡Eso por capullo!

Animada, echó la cabeza hacia atrás y golpeó con ella la barbilla de Tommy, que seguía sujetándola con torpeza mientras reía al ver a su amigo tirado en el suelo. Aprovechó también para darle un uso a esas horribles botas, propinándole un tremendo pisotón en el pie, que le hizo soltar un grave alarido.


-          ¡Miedda! – Tommy, que se había mordido la lengua, se llevó las manos a la boca y se puso a dar saltos sobre el pie sano ridículamente, soltándola enseguida.

Alidaen se separó de ellos con un ágil salto, y como un animal se agazapó sobre las cajas mirándoles con el ceño fruncido. Fijó la vista en su siguiente objetivo, aquel que seguía acariciando al animal con los ojos fijos en ella y abiertos de par en par.


-          ¡Dámelo si no quieres que te haga lo mismo que a ellos! – le amenazó.

Él sonrió desafiante, de los tres parecía el único que se divertía con la escena en ese momento. Aunque no sabía muy bien si se divertía de ver a esos capullos reducidos por una chica o por su amenaza. No importaba, cogió lo primero que pilló de una de las cajas y se lo lanzó con todas sus fuerzas directo a su cara.

Era una pelota de beisbol, que golpeó en su frente rozando el ojo izquierdo.

-          ¡Auch! – el chico cerró el ojo y se llevó las manos a la cabeza, dejando caer al pobre animal.


-          ¡No! – gritó Alidaen al verlo a punto de golpearse contra el suelo.

En ese momento la luz del techo comenzó a parpadear y todo pasó demasiado deprisa, tanto que no se dio cuenta de lo que había ocurrido hasta segundos más tarde. Una sombra salió disparada de las escaleras y el animal desapareció siendo rodeado por ella.

Por unos instantes todo volvió a estar a oscuras, y el almacén se vio envuelto en un aura de color negro y azul que rodeó a los presentes dejando una fría sensación calando hasta los huesos.

Alidaen se llevó las manos a la boca para evitar gritar, y en ese momento vio aparecer al pequeño animal, a salvo sobre una de las cajas que tenía delante.

-          Esto es por Piticli – escuchó cerca de su oído.

Alidaen se giró y parpadeó incrédula, creyendo ver a alguien más detrás de ella. Pero la figura desapareció de su vista.

No hubo tiempo para pensar, Dean se había levantado con dificultad y los chicos la observaban con una mezcla de furia y confusión. No se habían dado cuenta de lo que había ocurrido.

Lo primero que hizo fue sacar al animal de la habitación colándolo por la ventana y dejándolo a salvo sobre la hierba del jardín, intentó huir por ella también pero una mano ancha la atrapó del tobillo tirando con fuerza hacia abajo.

Cayó sobre Tommy, y Dean se colocó por detrás suya presionando su cuerpo contra el del chico.


-          ¡Soltadme! – gritó pateando y dando puñetazos a todo lo que se le ponía delante.

-          Mich busca una puñetera linterna y enfócale a la cara – ordenó Dean pensando que se había fundido la bombilla – quiero verla bien.

-          Oye Dean me parece haber visto algo moviéndose entre las cajas…- la voz de Tom sonaba forzada por los tirones que daba la chica para soltarse – joder tiene fuerza la enana.

Alidaen mordió su mano.

-          ¡Auch! ¡Pero deja de morder, leches!

-          ¡Sujétala bien imbécil! – exclamó Dean.

Escuchó sus gruñidos y la voz de Michel pidiéndoles que se calmasen. La habitación seguía a oscuras, pero era capaz de ver el furioso rostro del pelirrojo mientras intentaba reducirla con la ayuda del bruto su amigo.

-          Oye tíos…esto está saliendo mal – Michel empezaba a darse cuenta de lo que pasaba y no parecía nada contento con la reacción de sus compañeros.


-          Dejarla en paz ya, no vaya a ser que tengamos que lamentarlo luego – les pidió - Ya tenemos la puñetera foto…vámonos de una vez.

-          Esta zorra nos ha golpeado – el orgullo herido de Dean hablaba por él mismo – ahora se va a enterar.

-          Revuélvete todo lo que quieras – dijo Tommy aprovechando para manosearla - de aquí no te vas hasta que nosotros te lo digamos.

Alidaen intentó soltarle otro cabezazo, pero esta vez Tommy la tenía bien agarrada.

-          ¿Tú crees? – una fría voz se elevó entre los presentes mientras ella intentaba por todos los medios quitarse de encima a los dos chicos.



Todos posaron la vista en el fondo del garaje. El brillo de dos esferas plateadas llamó la atención de los presentes.


-          ¿Qué es eso…? – preguntó Mich atemorizado.

La figura de Thaerion fue cobrando forma y los tres chicos se pusieron tensos al instante.

-          Mierda, el Laremion – maldijo en voz alta.

-          ¿Así es como los inútiles como vosotros se divierten en estas reuniones? ¿Abusando de los demás? – les reprochó saliendo de su escondite - ¿No tenéis chicas suficientes en la fiesta o es que sois tan feos que ni las fáciles os hacen caso?

-          Lárgate de aquí cara pan – soltó Dean – esto no va contigo.

-          Me temo que te equivocas…


Thaerion abrió y cerró los puños lentamente, dejando que el sonido de sus huesos al crujir sirviese como advertencia.

En ese momento la luz del cuarto volvió a la normalidad y todos pudieron ver que su rostro no mostraba ningún signo de miedo, de hecho inspiraba demasiada calma para estar en inferioridad numérica.

-          Tranquilo hombre – dijo Tom poniendo las manos en alto – sólo estábamos bromeando un poco, no pensábamos hacerle daño…

Tommy la soltó enseguida y se apartó de ella, pero Dean la sujetó del brazo impidiendo que se moviera, clavándole las uñas con la cara de pocos amigos vuelta hacia Thaerion.


Alidaen intentó taparse un poco con la mano libre y volvió la vista hacia Thaerion. ¿Era él quién había salvado al perrito? No podía ser…todo había pasado muy rápido, no le habría dado tiempo a moverse hasta donde estaba y volver en tan sólo unos segundos.

Todos parecían muy nerviosos, incluso ella. Por primera vez notó algo en ese chico que no era del todo humano.

-          ¿Vais a cagaros ahora? – preguntó Dean furioso – somos tres contra uno.

-          Tío…yo no estoy muy seguro de que… - Tommy había perdido toda la bravuconería enseguida – dicen que mató una docena de lobos con sus propias manos…


Alidaen aguantó la risa. Quizás había exagerado un poquito la historia a favor de su salvador.

-          ¿Y no han contado nunca lo que hacemos los Laremion con los delincuentes en nuestro sótano? – Thaerion les dedicó una sonrisa maliciosa.

Dean tragó saliva, pero no hizo el amago de soltarla. Tommy y Michel, en cambio, ya estaban dirigiéndose hacia la puerta disimuladamente.


-          Eso es, huid por vuestras vidas – su tono era algo teatral, parecía divertirse a pesar de la frialdad de su mirada, pero ellos lo tomaron como una advertencia muy real y no tardaron en salir por patas.

-          ¡Volved aquí idiotas! ¡Sólo es un fantasma! ¡Venid joder!

Pero se había quedado solo antes de terminar de maldecirlos.

Thaerion le miró muy serio.

-          Suéltala – le ordenó.

-          ¿O qué? – Dean sacó la mano que había colado en su bolsillo trasero y volvió a mostrar la navaja con la que había amenazado a Alidaen, colocándola cerca de su cuello – si te acercas la que saldrá lastimada será ella.


Thaerion se detuvo y su determinación se vio ensombrecida por la preocupación al ver la hoja rozar la piel de su escote. Alidaen contuvo la respiración tratando de mantenerse serena y fijarse mejor en el arma.

Dean siguió hablando cada vez más seguro de sí mismo.

-          Oye mira…- su tono se volvió más amable, quería tenerlo de su lado – sé que vas detrás de ella desde hace años, tu también la espiabas en el bosque así que no te hagas el santito ahora.


Thaerion entrecerró los ojos con frialdad pero el ligero rubor de sus mejillas lo delató.

-          Pero es una estrecha – afirmó - por las buenas no vas a conseguir nada – Alidaen dio un nuevo tirón a modo de replica, Dean le presionó un poco más con el arma y notó como la punta de metal le pinchaba sin llegar a hacerle daño.

Sonrió para sí misma.

-          ¿Así que porque no la compartimos un rato? Seguro que esto te apetece más que a mí.


Los ojos de Thaerion mostraban una calma muy impropia de un chico de su edad, no hablaba, ni siquiera parecía respirar, simplemente observaba a Dean de una forma preocupante. Abrió los labios ligeramente, mostrando una dentadura perfecta y el brillo de unos colmillos más afilados de lo normal.

Dean lo tomó como un sí, Alidaen como un aviso de que algo malo iba a ocurrir si no actuaba rápido.

-          Ahora estate quietecita – le ordenó apuntándole la espalda con la navaja y llevando la mano que la sujetaba hasta el broche del sujetador.

Estuvo más tiempo del que esperaba intentando forzarlo, la mano le temblaba por la emoción. Había imaginado ese momento de muchas maneras, planeado la “broma” con sus amigos y pensado que saldría de otro modo, pero el resultado iba a ser el mismo ¿Una simple foto? No era suficiente humillación. Él quería más, la quería a ella. Y aunque tuviese que compartirla con el jodido Laremion estaba deseando poder hacerlo.


Pero Thaerion no estaba dispuesto a aceptar ningún trato. Esa no era forma de tratar a una chica, y mucho menos de tratarla a ella. ¿Compartirla? Un ansía asesina se apoderó de él, después de nueve meses volvía a sentir esa rabia y el deseo de matar que le retorcía las entrañas. Pero temía que un movimiento en falso le hiciese perder la calma y usar el arma. Se volvería a repetir. No, otra vez no. ¿Qué podía hacer? ¿Por qué no podía actuar con claridad cuando ella estaba cerca?


¿Y porque cojones no podía dejar de pensar en el puñetero sujetador del gatito? ¡Malditas hormonas, no era el momento adecuado para distraerse!

Finalmente, después de pelear contra el cierre cedió. Pero Alidaen no dejaba de preguntarse si no habría sido más fácil rasgarlo con la navaja. La respuesta estaba cada vez más clara…


Y al ver los ojos de Thaerion fijos por un instante en sus pechos y escuchar la risa de Dean mientras intentaba tocarla Alidaen no aguantó un segundo más.

“Al cuerno, se va a enterar”, se dijo a sí misma.

No estaba del todo segura, pero nadie se atrevía a tocarle de esa forma sin recibir una buena somanta de palos a cambio.

Se dio la vuelta con rapidez, aprovechando el descuido de Dean al estar centrado en otros asuntos y lo golpeó con todas sus fuerzas en la cara. Thaerion corrió a ayudarla pero su atacante actuó de forma impulsiva, llevando a su pecho la mano que sujetaba el arma y empujándola contra el suelo…


-          ¡No! – el grito de Thaerion desgarró sus oídos.

Notó la fría empuñadura contra su pecho, y un dolor punzante que se extendía hacia dentro. Un sonido casi imperceptible y chirriante mientras Dean le presionaba con su arma fuera de sí por la rabia.

Alidaen estuvo a punto de echarse a reír…

Pero Thaerion estaba ya encima de él, apartándolo de un empujón y estampándolo contra las cajas.

-          ¡Te voy a matar hijo de perra!


(Ir al siguiente capítulo)

(Comentario sobre este capítulo)