sábado, 11 de mayo de 2013

¡Fin del recital!

¡Muy buenas!

Aquí estoy de nuevo, tal como prometí sin demasiado retraso (creo...), para traeros el final de este capítulo. Quizás no es lo que esperaseis...pero ya sabéis que me gusta poner a veces las cosas difíciles ;) Espero que aun así os guste y os deje con ganas de más, como veis he añadido otro pequeño fragmento del relato "Vuelta al Hogar" para meter nuevas incógnitas y dar más pistas sobre esa misteriosa mujer.

También me gustaría comentar que en breve me pondré con otra parte de "Golpes del Destino" para ponerlo un poco al día, ya que en breve se entremezclará un poco con la historia actual y no quiero desvelaros nada que no sepáis o liaros más, así que igual el siguiente que suba sea ese (ya veremos)

Y por último quiero enseñaros los dibujos ya terminados que con suerte publicaremos junto la novela, hechos por una buena amiga y gran artista que va a encargarse de las ilustraciones de "Hijos de Édora" y ha dibujado a los tres protagonistas de la novela. Os dejo un enlace también a su página de deviantart para que echéis un vistazo a sus otros trabajos, la verdad es que merecen la pena. ¡Muchísimas gracias guapa por hacerme esos pedazo de dibujos!

TabithaDrambel's deviantart

¡Que ganas de poder publicarla tengo ya! Aunque sólo sea para ver el trabajo terminado de todas las personas que me están ayudando a sacarla adelante ¡Muchas gracias a todos! ¡Espero que os gusten!

Kheran Laremion:

(Primogénito de la familia Laremion y hermano mayor de Thaerion. En la novela cobra bastante importancia y juega un papel importante en la vida de los protagonistas. Es la voz de la razón y la mano derecha de su padre Rethan, General de las tropas Vanar)

Alidaen Sir Laüre:

(Protagonista femenina y antiguo amor de Thaerion, a la que cree muerta por un ataque Dalar. Llega perdida a tierras vanarian, donde se reunirá con su destino y antiguo amor)

Thaerion Laremion:

(Espía y asesino de la familia y el menor de los Laremion, es el protagonista masculino de la novela y se dedica a poner de los nervios a los miembros de su familia enamorándose de quien no debe)

Capítulo XXI: El Recital II

(SEGUNDA PARTE)



Me ponía enfermo verla allí arriba y no poder tocarla. Como una hermosa joya expuesta para que todo el mundo la contemplase y disfrutase de su belleza, tan sólo podía admirarla en silencio y compartir esa deliciosa visión con decenas de pares de ojos de desconocidos, cuyas miradas ensoñadoras y sonrisas apaciguadas mostraban que aquello que veían y escuchaban era de su agrado.


¿Por qué tenía que cantar como los puñeteros Dalar? Hacía que me entrasen más ganas de hacer cosas perversas con ella. Aumentaba mi sed, y eso sólo quería decir que aun no estaba preparado para estar a su lado.

Tenía que seguir manteniéndome alejado, pero trabajar en el mismo lugar  no ayudaba demasiado. Empezaba a preguntarme  si Serpiente no había previsto todo esto desde un principio y me había arrastrado directamente a una trampa. Pero fuese como fuese mi deber era hacer mi trabajo, y prefería ser yo el encargado de tenerles vigilados antes que cualquier otro agente de las Sombras.

Y para ello debía ganarme el favor de Lande y el resto de miembros de Shelüne.

No me sorprendió mucho al ver al rubio tocar junto a los músicos que la acompañaban (pues ese se apuntaba a un bombardeo), pero si lo hizo el comprobar al verlos tan cerca lo parecidos que eran, y no sólo por las orejas terminadas en punta. ¿Era Lande una especie de “ninfo” o algo parecido? Que yo supiese sólo existían mujeres en su raza.


Pero bueno, lo cierto es que siempre supe que el chico era para echarle de comer aparte, tampoco me extrañaría que fuese una excepción.

Al terminar el espectáculo, el público se quedó en silencio durante unos instantes, y Alidaen miró a Ángela, de pie junto al escenario, con gesto algo nervioso. Sin saber muy bien si eso era una buena o mala señal.

Pero en cuestión de segundos los aplausos y vítores comenzaron a llenar el recinto recordándome una vez más aquella época casi olvidaba por mi maltrecha memoria.

Desde mi rincón, aparté brevemente la vista de la sonriente ninfa para recorrer el interior del recinto con detenimiento. Aquel lugar parecía un fragmento de mi propio mundo, aunque lleno de mucho más colorido y luz, como si lo hubiesen trasladado desde la verdadera Édora para compartirlo con los habitantes de Bridgeport.


No era sólo un decorado, y lo supe porque era capaz de sentir la magia que irradiaba el lugar. ¿Un encantamiento quizás? ¿Ilusionismo?

De ser así…debería haber al menos un usuario de la magia lo bastante poderoso como para sumergir a tantas personas en el engaño. Y probablemente se trataba de la misma persona (o personas), que tenían el edificio protegido de vampiros, tal como me había advertido Serpiente.

Magos, ninfas, indios sospechosos y…Lande. No estaba mal para empezar, aquel lugar era una verdadera caja de sorpresas, y yo era la persona indicada para descubrirlas. Estaba deseando empezar.

-          ¡Enhorabuena Alice, has estado estupenda!

Las exclamaciones de sus compañeros detrás de los cortinajes color granate del escenario me hicieron volver a prestarles atención.


Me acerqué en silencio y vi como Violeta abrazaba a Alidaen y el tal Francessco se acercaba con un ramo de flores y una estúpida sonrisa en la cara.

-          S-son para ti…de parte de tod…

-          ¡Francessco las ha elegido! – interrumpió la pelirroja - ¿no son preciosas?

-          M-muchas gracias…no sé qué decir…

-          No hace falta que digas nada, sólo acéptalas.

La tímida mirada de Alidaen y el rubor de sus mejillas hizo que el celoso que había en mí volviese a agitarse en mi interior, pero no me costó ignorarle. Yo estaba por encima de toda aquella mierda. Incluso cuando ella se inclinó hacia él para besarle en la mejilla me limité a obviarlo.

Era demasiado tonto para aprovechar el momento y besarle como dios manda, el pobre no tenía nada que hacer contra mi encanto.


Y aunque fuese una locura pensaba acercarme a ella esa noche, aunque sólo fuese para volver a escucharla y pedirle perdón por mi comportamiento.

***

Había sido un éxito…la gente había disfrutado con mi espectáculo…¡y no me había caído ningún huevo! (menos mal, porque había unos cuantos en los puestos de comida y los de atrezzo son como piedras).

Las piernas me temblaban como un flan cuando bajé del escenario y me dirigí a la parte trasera, donde me esperaban el resto de compañeros para darme la enhorabuena.

Ángela y Violeta estaban pletóricas, y hasta Nadia, que no era demasiado efusiva, se acercó para darme un abrazo de felicitarme por lo bien que lo había hecho.


-          No está nada mal para ser tu primera actuación.

-          ¿Qué no está nada mal? ¡Los ha dejado boquiabiertos!

Violeta y sus exageraciones, como siempre.

-          La verdad es que nos has sorprendido a todos – añadió Ángela – sabía que podíamos confiar en ti.

-          Muchísimas gracias chicas.

Lande, Giglio y un sonrojado Francessco se acercaron al grupo, éste último con un hermoso ramo de rosas amarillas que me entregó torpemente al llegar. Su tímida sonrisa y el brillo de sus ojos hizo que el color de mis mejillas adoptase un tono parecido al suyo, que se notaba aun más por mi palidez.

Las tomé algo avergonzada, sobre todo por la penetrante mirada del grupo (que supuse que gracias a Violeta ya tendría una buena crónica de lo de ayer) y se lo agradecí con un simple y completamente casto beso en la mejilla.


Noté que más de uno resoplaba, pero no les hice mucho caso. Sólo había sido un beso, aquello no implicaba que tuviésemos una relación ni nada por el estilo, y mucho menos que tuviese que airearla delante de todo el mundo. No sé que esperaban que hiciese.

-          En fin chicos, será mejor que vayamos despachando a la gente ¡Es hora de cerrar! – exclamó Violeta sacando de mala manera al resto de miembros de la zona para dejarnos a solas – vosotros podéis quedaros aquí, para charlar de vuestras cosas.

Nos guiñó el ojo y se fue.

“Gracias Violeta, era justo lo que necesitaba en estos momentos…”, contesté mentalmente.

-          En fin…- fue lo único que se me ocurrió decir tras el incómodo silencio que quedó entre nosotros.

-          Esto…estás muy bien – soltó de golpe – quiero decir…que has estado muy bien, ahí arriba digo. Y abajo también…(madre mía, lo estoy arreglando) – murmuró algo apurado.


-          ¿Tú crees? No dejaba de temblar, espero que no se me haya notado mucho.

-          ¡Que va! Si parecía que llevases toda la vida actuando.

-          ¡Oh vamos! No hace falta que exageres como Violeta – contesté más animada.

-          No exagero, y estás preciosa…- dio un paso más hacía mí y traté de prepararme para lo que vendría luego, estaba claro que para él no había sido sólo un beso y quería demostrarme que tenía más repertorio – te queda muy bien ese vestido.

¿Pero quería yo saberlo?

Mi cuerpo reaccionó antes de que mi cerebro llegase a contestar a esa pregunta, o al menos yo fuese consciente de la respuesta.

Justo cuando sus labios estaban a punto de rozar los míos para besarme llevé el ramo a mi nariz obligándole a recular.

-          Mmmmm…que bien huelen.

Francessco dio dos pasos atrás tropezando con uno de los cables que había tirados por el suelo, y si no fuese porque se agarró a la cortina se habría pegado una buena hostia contra el suelo.

Tuve que dejar el ramo delante de mi cara y aguantarme como pude para evitar que me viese reír. Estaba muy mono cuando se ponía nervioso.


-          Lo siento - me disculpé esbozando una inocente sonrisita – no sabía que querías…

“¡Falsa! ¡Mentirosa!”, gritaba mi conciencia.

-          N-no pasa nada…no lo vi venir y…estoy un poco nervioso.

-          ¿Nervioso? ¿Por qué?

“¿Y tú lo preguntas?”

-          Bueno…es por lo de anoche. No sé si para ti fue una cosa puntual o realmente sientes algo por mí y deseas repetirlo. No sé cómo actuar…la verdad es que soy bastante nuevo en esto.

-          Yo tampoco es que sea una experta – confesé – pero…aun no sé si estoy preparada para dar un paso así. Me gustas, Francessco, y lo de ayer fue genial pero…

-          Dos peros en una misma explicación no deben de ser buenos – sonrió para hacerme ver que estaba bromeando – no te preocupes Alice, no voy a forzarte a nada.


-          Dejemos que las cosas vayan surgiendo poco a poco y ya veremos qué pasa.

-          Pero no quiero que esto estropee nuestra amistad.

-          No lo va a hacer, pase lo que pase seguirás siendo la mejor compañía para ver pelis gore.

-          Es todo un honor saber qué he sido la elegida para tal empresa – hice una graciosa reverencia (una de las cosas que aprendí estos meses) y volví a coger mi ramo – ahora si me disculpas…iré a mi habitación, tantos nervios acumulados y actuar para tantas personas me ha dejado agotada.

-          Descuida, y descansa - volvió a inclinarse hacia mí, pero esta vez para plasmar un suave beso en mi mejilla, al que yo respondí – ya nos veremos mañana.


-          Buenas noches.

***

La verdad es que no había ido tan mal…Francessco era un chico encantador, y muy comprensivo. Un partido perfecto si no fuese porque yo tendía a enamorarme de las personas más inadecuadas para mí. O la persona, a veces me costaba pensar que se trataban de la misma.

Thaerion…¿Dónde se había metido? Me había pasado toda la tarde buscándolo entre la gente, esperando encontrarlo en el recital, incuso estando sobre el escenario. Pero no había ni rastro de él, y la verdad es que me sentía algo decepcionada.

-          ¿Vas a volver a lo mismo, Alidaen? – me pregunté mientras dejaba las flores en un jarrón sobre la cómoda de mi cuarto – Deja de buscar fantasmas donde no los hay.

-          ¿Tienes por costumbre hablar sola? – preguntó una voz a mis espaldas - ¿O acaso lo haces esperando que aparezcan esos supuestos fantasmas de los que hablas?

-          ¡Joder!

Del susto volqué el jarrón de un manotazo, tirando toda el agua sobre la mesa. Al darme la vuelta vi a Thaerion cruzado de brazos mirándome con una curiosa sonrisa.


¿Desde cuándo leía mis pensamientos? ¿Y por qué siempre se las apañaba para aparecer en el momento oportuno?

-          ¿Se puede saber qué haces tú aquí? – pregunté con voz acelerada.

-          He venido a felicitarte.

-          ¿Felicitarme? ¿Por qué?

-          Por tu terrible falta de destreza – suspiró al ver que me ponía como un tomate – por tu actuación mujer ¿Por qué va a ser?

-          ¿Y vienes a felicitarme a mi cuarto?

-          Exacto, vengo a felicitar a la artista a su camerino.

-          Este no es mi camerino, es el lugar donde duermo – contesté bruscamente – y tú no deberías estar aquí.


Tan cerca de mi cama.

-          ¿Acaso quieres que me vaya? – preguntó acercándose lentamente con esa sonrisa que me incitaba a cometer tantas locuras.

Trague saliva lentamente incapaz de contestar a su pregunta, y entonces él paró de golpe, poniéndose más serio. Noté que su acerada mirada se posaba en mi cuello unos segundos antes de volver a centrarse en mis ojos.

Mala señal.

-          ¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Me has estado siguiendo?

-          Se puede decir que sí.

-          ¿Debería sentirme acosada?

-          Deberías sentirte de muchas formas, pero no acosada. Sólo buscaba el momento adecuado para hablar contigo a solas, y aclarar lo que pasó aquella noche…

-          Aquella noche no pasó nada – solté de golpe, sorprendiéndome a mí misma por la rotundidad de mis palabras.

¿Qué no pasó nada, Alidaen? ¿Pero en qué narices estaba pensando? ¿Tan molesta estaba por lo ocurrido que dejaba que mi orgullo hablase por mí misma?


Él pareció sorprenderse brevemente, o eso me pareció, porque en seguida volvió a su habitual calma. Y su falta de emoción sólo sirvió para enfadarme aún más.

-          Yo diría que aquella noche pasaron muchas cosas – contestó mirándome fijamente.

-          Pasó lo que pasa cuando mezclas alcohol con mucho tiempo de secano.

-          ¿Tiempo de secano?

-          Sin mojar – aclaré fingiendo una calma inexistente.

Gracias Violeta por tu maravilloso y extenso uso del vocabulario sexual, acababa de dejarlo a cuadros. Esta vez fue él quien tardó un par de segundos en reaccionar.

-          ¿Me estás diciendo que sólo fue cosa de un calentón?

Oh si, aquel golpe en su endiabladamente enorme ego me dio alas para seguir zurrándole donde más dolía, a pesar de que todo lo que decía era tan absurdo como falso. Pero qué narices…estaba tan cansada de hacerle creer que mi mundo giraba en torno a él, de lanzarme a sus brazos ciegamente para que él me pagase volviendo a desaparecer…

Se lo tenía bien merecido.


-          Es exactamente lo que estoy diciendo – me crucé de brazos para evitar que viese mis temblorosas manos y pareciese que adoptaba una pose chulesca, como aquella que tanto veía hacer a las mujeres seguras de sí mismas que aparecían en la televisión.

-          Lo siento, pero no te creo – respondió tajante – sé que estás dolida por lo que pasó, pero sé lo que vi en tu mirada aquella noche…lo que veo ahora mismo en tus ojos. Y sé que aquello no fue sólo sexo. Fuiste mía, Alidaen.

Sus palabras me atravesaban con la misma fuerza que su mirada, y era incapaz de mantenerme firme con ese par de ojos fríos y brillantes como la plata penetrándome como si pudiesen ver dentro de mí misma.

-          Y lo sigues siendo – susurró dando un paso más hasta llegar a mí.


-          ¿Tuya…? – el tono de mi voz sonó más agudo de lo que deseaba, por lo que tomé aire y volví  a arremeter con aquello que se me daba hacer tan bien, decir gilipolleces - ¿Pero de qué novela rosa has salido tú? Yo no pertenezco a nadie, y mucho menos a un hombre que se tira a todo lo que se mueve y hace tratos con vampiros.

Si estaba dolido no hizo amago alguno de hacérmelo saber, sólo guardó silencio sin dejar de mirarme y sin pestañear. Así que seguí hablando, dispuesta a apartarlo de mi vida del mismo modo que él aquella noche.

A patadas.

-          ¿Te crees que puedes aprovecharte de mí y largarte cuando a ti te apetezca? ¿Crees que voy a lanzarme a tus brazos cada vez que te dignas a aparecer?

-          Yo nunca me he aprovechado de ti…sabías perfectamente lo que hacías.

-          Estaba siendo controlada por tus amigos, y borracha ¿Recuerdas?


La sombra de la culpabilidad nubló por unos momentos su gesto, haciendo que su máscara cayese para mostrarme su verdadera cara. Su dolor.

Pero éste no era comparable al mío, por mucho que le dijese él no podría entender lo mucho que había sufrido esperándole tanto tiempo, y lo mucho que me dolía que me hubiese olvidado.

Una vez más me dije a mí misma que se merecía mi rechazo, aunque éste no fuese más que un método de defensa para ocultar lo que verdaderamente quería y temía al mismo tiempo.

-          Lo siento, fui un necio. Y me comporté como un imbécil. Pero sólo quería protegerte – trató de explicarse utilizando un tono más humilde muy raro en él.


-          Si quisieras protegerme no me habrías dejado sola en aquel lugar en medio de la nada y rodeada por vampiros.

-          No pensaba permitir que te hiciesen daño, y no era de ellos de quien quería protegerte.

-          Oh si, cierto. Querías protegerme de ti mismo ¿no?

-          Exacto.

-          Entonces dime qué haces aquí si eres tan peligroso.

Él volvió a guardar silencio bajando la vista hacia sus puños.

-          No…no lo sé – pronunció lentamente.

Parecía estar controlándose a sí mismo, algo tenso y con la mandíbula apretada. Cuando volvió a mirarme el extraño brillo que vi en sus ojos hizo saltar una alarma en mi cerebro que sólo se encendía cuando corría peligro.


Mi instinto rara vez fallaba al avisarme y por primera vez sentía miedo estando a solas con él.

-          No sé qué demonios eres…pero sí que ya no eres el chico que conocí hace diez años. Y del que me enamoré.

-          Ya te dije desde un principio que nada tenía que ver con él – su voz sonaba forzada y tirante.

-          Y ahora más que nunca te creo.

-          Alidaen…- susurró intentando acercarse más a mí.

-          Alice – le corregí creando una barrera con mis manos, hasta que éstas rozaron su camisa y él reculó como si quemasen.


-          Tanto tú como yo sabemos que ese no es tu verdadero nombre.

-          Qué sabrás tú de mí. ¿O es que sólo recuerdas lo que te interesa?

-          Sé más de lo que piensas – noté un tono de advertencia en su voz.

-          Y yo – contesté tajante – así que más te vale que mantengas el pico cerrado si no quieres que te descubra a ti y a tus amiguitos.

-          No son mis amiguitos, y sabes que eso te perjudicaría sobre todo a ti. No voy a permitir que hables.

-          ¿Se puede saber qué has venido a hacer aquí?

-          Ya te lo he dicho, sólo quería disculparme.

-          Si claro, y supongo que es simple casualidad que seas el nuevo cantante del grupo y hayas llegado hasta Shelüne.


-          ¿Insinúas que estoy aquí por ti? – preguntó mostrándome una sonrisa irónica, al fin volvía ser él mismo – pues lo siento pero también fue una sorpresa para mí el verte dándote el lote con tu amigo en la puerta de la Compañía para la que supuestamente voy a trabajar. Pero me alegra ver que no pierdes el tiempo.

Perfecto, ya tardaba en sacar el tema. La verdad es que me hubiese molestado que no lo hiciese, pues era una clara muestra de que algo le había picado al verme con otro.

-          Perder el tiempo no entra dentro de mis planes ahora mismo. Y ya veo que en los tuyos tampoco, fuiste todo un caballero en acompañar a Violeta…- comencé a insinuar echando más leña al fuego – seguro que te quedaste con las ganas de tomar la última copa dentro de su cuarto. Que por cierto, está al lado de éste – dije señalándolo con el dedo – por si quieres pasarte cuando te vayas.

Me dirigí hasta la puerta para volver a dejar suficiente distancia entre nosotros y mostrarle sutilmente la salida, y desde allí le dediqué una sonrisa triunfante.


Thaerion entrecerró los ojos y cruzó la puerta sin desclavar la mirada de la mía, tan cerca que sólo tenía que alargar un poco el brazo para cogerlo de la camisa y estamparlo contra la puerta para besarle desenfrenadamente.

“¡Hazlo, joder!”, gritaba mi subconsciente. Pero mi jodido orgullo se negó a hacerle caso. Y mi instinto, que aun temía aquella parte de él que desconocía.

-          Pues quizás lo haga…- me amenazó mostrándome su radiante sonrisa de depredador.

Hijo de perra…hasta cuando se comportaba como un capullo resultaba encantador.

-          ¡Pues ya estás tardando! – grité.


Y cerré la puerta con un sonoro portazo.

***

Pues sí que estaba enfadada, menudo genio tenía la chica…

Me encantaba que me pusieran las cosas difíciles, pero había dicho cosas que temía que fuesen verdad, y tener que reprimir mi enfado y mi sed no eran compatibles. Así que decidí dejar de insistirle e irme para dejar que las aguas calmasen un poco.

Pero de camino al ascensor tuve un encontronazo que no había previsto para ese momento.

-          ¿Qué haces tú aquí arriba?

La potente voz de Janne me hizo parar en seco, y cuando me giré lo vi detrás de mí con los brazos cruzados delante del pecho.


-          He venido a ver a una amiga en común – contesté sonriente.

-          ¿Alice? – caminó hasta quedar justo enfrente mía - Espero que no le hayas puesto una mano encima.

-          Tranquilo Plumabrava – dije sin acobardarme ante su tono amenazante – sólo hemos hablado.

-          No sé qué tienes tú que hablar con ella.

-          Sea lo que sea no es cosa tuya.

-          Te equivocas, todo lo relacionado con ella es cosa mía.

¿Y eso qué coño significaba? ¿Qué iba a tenerlo todo el día detrás si quería volver a verla?

-          ¿Qué se supone que eres? ¿Su guardaespaldas?


-          Alguien que debe protegerla de criaturas como tú.

Así que era cierto, él sabía más de lo que aparentaba desde un principio.

-          Así que sabes lo que soy.

-          Se lo que son las criaturas con las que te relacionas, y que no eres exactamente como ellos.

-          ¿Y qué te hace pensar que no soy uno de ellos?

-          Porque estás aquí dentro.

Cosa que confirmaba que estaban protegidos contra vampiros.

-          ¿Y cómo es que sabiendo todo esto no te negaste desde un principio a qué formase parte de vuestro grupo y accediese a la Compañía?

-          De momento no me has dado suficientes motivos para negarte la entrada, y así puedo tenerte vigilado.


Muy seguro se le veía de sí mismo. No me tenía ningún miedo y eso en parte me molestaba, pues me hacía desconfiar aún más sobre lo que era realmente. Un simple humano no se muestra tan calmado ante una criatura que se alimenta de los vivos.

-          ¿No te preocupan tus compañeros? – pregunté esbozando una siniestra sonrisa - ¿no temes que me pase lo mismo que anoche?

-          Lo habrías hecho ya si quieras, no intentes hacerme creer lo que no eres. Si fueses un asesino te aseguro que no te dejaría campar a tus anchas cerca de mis amigos. He visto cómo te contienes.

-          Crees que sabes mucho sobre mí ¿no?

-          He tenido tiempo de sobra para observarte, y se lo suficiente como para darte una oportunidad. 


-          ¿Y qué pasa si algún día no me contengo?

-          Que te mataré.

A pesar de sus palabras no parecía alterado, hablaba con completa calma de un hecho que él veía incuestionable. Aunque yo tenía serias dudas sobre ello, había muchas cosas sobre mí que no sabía. No era tan débil como pensaba, pero hacérselo creer me daba ventaja sobre él si algún día llegásemos a enfrentarnos.

Y se equivocaba en un detalle bastante importante.

Si que era un asesino, pero no de inocentes.

-          Entonces creo que de momento ha quedado todo claro entre nosotros. Tú dices saber lo que soy, yo sé que no eres lo que aparentas y de momento tengo vía libre por aquí ¿no es así?

-          De momento, siempre y cuando mantengas tus colmillos y a tus amigos chupasangres lejos de este edificio. Y sobre todo de ella.


-          Te aseguro que no es mi deseo hacerle ningún daño.

-          Lo sé, pero a veces lo hacemos inconscientemente.

Tras decir esto último se despidió y pude seguir mi camino. Salí de la Compañía vigilando que nadie más me viese y llegué a mi casa a eso de las doce y media.

Shiva me esperaba en la puerta para recibir su ración de atención diaria y tras saludarla me metí directamente en la cama sin cenar.

La imagen de Alidaen sobre el escenario me acompañó hasta que el sueño me hizo perder la consciencia, y seguramente fue lo que hizo que volviesen a despertar nuevos recuerdos de mi época en Édora.


Relato: Vuelta al Hogar IV


(CUARTA PARTE)

Música: A Hero Comes Home (Beowulf OST)

Otra vez escuchaba su voz, pero esta vez no era ella quien cantaba, sino la mujer que vi anteriormente en sueños y tanto se le parecía.


“Just wait
How wide he may roam
Always a hero comes home

He goes where no one has gone
But always a hero comes home

He knows the places unknown
Always a hero comes home

He goes where no one has gone
But always a hero comes home”


Su misma voz…su mismo rostro…y otro mundo. Concretamente el burdel de mi supuesta madrastra.

Me veía a mí mismo contemplándola fijamente, absorto en el modo en que sus dedos acariciaban las cuerdas de la lira mientras tocaba y el movimiento de sus labios al cantar.


O bailando para seducir a los clientes del burdel.


Me vi siguiéndola en silencio por los interminables pasillos del antiguo caserón hasta llegar a la misma habitación donde la encontré por primera vez, y ella caminando seductoramente hasta la enorme cama rodeada de doseles.

-          ¿Cuál es tu nombre? – le pregunto desde la puerta donde vigilo cada uno de sus movimientos.

- Me llamo Lithiel...- contesta con voz melosa al mismo tiempo que comienza a contonearse para mí como si bailase - y vos sois el menor de los Laremion.


Me quedo en silencio y observo embelesado su atrayente cuerpo moverse al ritmo de una música que sólo existe en mi cabeza.

-          Os estaba esperando…- confiesa acercándose hasta mí - la Señora habla muy bien de vos.

Intenta besarme, pero yo me retiro con brusquedad y la miro frunciendo ligeramente el ceño. Desconfiado.

-          ¿Eres una dalariel?

Ella sonríe con picardía y asiente lentamente con la cabeza. Cogiéndome de las manos para conducirme lentamente hasta la cama.

-          Me han dicho que te gustan – susurra rodeándome los hombros con los brazos.

Yo vuelvo a apartarla y me alejo de la cama sin dejar de mirarla.

-          ¿Quién te ha dicho eso?


Parezco sorprendido, incluso indignado. No me extraña demasiado pues se que para los Vanar es una vergüenza admitir algo así. Los dalariel son el enemigo y yo tengo delante de mis narices a una.

¿Qué hace allí?

Ella se echa a reír pero no contesta a mi pregunta, y yo salgo de la habitación a toda prisa. Deseando alejarme de esa mujer.

***

El escenario cambia y me veo a mí mismo dando vueltas en una habitación que no conozco pero me resulta muy familiar, probablemente mi cuarto. Parezco muy confuso, no hay nadie a mí alrededor y me permito quitarme la máscara.


No sé cuánto tiempo pasa, pero al cabo de un rato mi gesto cambia a uno más determinado, tomo mi caballo, un semental de color negro, y vuelvo al burdel a galope.

La puerta de la habitación vuelve a abrirse y ella me espera  sentada sobre la cama, parece algo sorprendida por la furia de mi gesto, pero sonríe al verme sortear la distancia que nos separa a grandes zancadas.

-          Sabía que vendrías.


Sus labios uniéndose a los míos son lo último que veo antes de despertar de golpe. A solas en mi cama y con el corazón palpitando a toda prisa.

(Siguiente capítulo)