Y por fin llega el momento de revelar quién era la peculiar chica de la imagen de Facebook...jijiji creo que nadie lo adivinó :P
Me ha costado bastante, pero espero que los problemas con el juego no me retengan de nuevo tanto tiempo, aunque me parece que el fallo no está del todo solucionado y aun me sigue dando el pantallazo azul de vez en cuando (kernel data inpage error o algo así >_<), pero vaya, lo importante es que de momento puedo volver a iniciar el juego y me va más o menos, así que puedo ir sacando imágenes para los siguientes capítulos.
En breve subiré también otro nuevo capítulo en mi otro blog (Errores Reincidentes) para quien quiera leer mi otra historia ^^
Espero que este capítulo os de ganas de más y os revele más cosillas que poco a poco se irán descubriendo a lo largo de la temporada y el final del relato Golpes del Destino. Ya nos vamos acercando al final de esta temporada, así que si no me alargo demasiado terminarán aclarándose pronto muchas de vuestras dudas.
¡Besazos y gracias por leer!
lunes, 9 de diciembre de 2013
Capítulo XXIII: Un Viaje al Pasado I
(PRIMERA PARTE)
Nada más firmar mi contrato en la Compañía preparé mis cosas
y emprendí el camino al pueblo donde Alidaen se había criado, esperaba
encontrar más información sobre ella y ese chico al que tanto nombraba en mi
presencia. Thaerion.
Fue un viaje tranquilo, quería tomarme mi tiempo tanto
dentro de la investigación como en la carretera, y pude disfrutar de un paisaje
distinto al de la ciudad, rústico y lejos de la ajetreada vida a la que estaba tan
acostumbrado últimamente.
Hice varias paradas antes de llegar, pero viajé durante la
noche para no perder demasiado tiempo en moteles de mala muerte que tan malos
recuerdos me traían.
Y al atardecer de mi segundo día de viaje llegué a mi
destino.
Riverview.
Había leído un poco sobre el pueblo, lo típico…buenas
vistas, buena gente y un índice de criminalidad prácticamente inexistente. Te
lo vendían bastante bien en las guías de viaje, por no hablar de las páginas
webs creadas por algunos de sus habitantes más aburridos.
No era raro pensar que un hecho como el de meses atrás, en
la que un importante empresario desaparece y aparece semanas después ahogado en
el lago iniciase todo tipo de rumores de los que yo podría nutrirme para crear
mi propio escenario sobre lo ocurrido.
Seguramente la gente allí tendría todo tipo de historias y
estarían deseando contarlas a los pocos desconocidos que pasasen por allí
preguntando por cotilleos jugosos.
Pero para mi sorpresa, la gente allí no parecía muy
dispuesta a hablar con desconocidos, y menos a dar detalles sobre lo ocurrido.
Nada más llegar noté que la gente me miraba con desconfianza y extrañeza al
acercarme a ellos.
Pregunté a varias personas por la calle, haciéndome pasar
por un detective privado usando una de mis distintas identidades, y lo poco que
pude averiguar no me sirvió de nada, salvo para sospechar que allí todo el
mundo intentaba olvidar lo ocurrido.
¿O quizás ocultarlo?
Sobre Hamming, todos coincidían en que era un buen hombre,
que ayudaba mucho al pueblo y no merecía un final como aquel. Más de uno
sospechaba de su secretaria, y el nombre de Alidaen apareció en varias
conversaciones.
Sobre ella, las opiniones no eran muy distintas a lo que
había leído anteriormente.
Supuestamente había sido una chica problemática desde su
infancia, con un retraso bastante acusado con respecto al resto de chicos de su
edad debido a su pobre educación. Me indicaron el lugar donde se había criado
junto a su abuela y decidí visitarlo al día siguiente, cuando amaneciese.
Por último intenté averiguar algo más sobre Thaerion, y
misteriosamente nadie en el pueblo recordaba al muchacho. Era como si nunca
hubiese existido, y los pocos que lo recordaban lo hacían vagamente y sin dar
muchos detalles, salvo su nombre y poco más.
En principio no le di demasiada importancia, de todas formas
a esas horas era difícil encontrar demasiada gente a la que preguntar fuera de
sus casas. Así que decidí tomarme un descanso y parar por un bar al que me
habían recomendado ir si quería información.
El “Winchester” era el local de moda del lugar, y por lo que
vi lo era desde la época colonial (por lo menos).
Y como en todo garito de mala muerte que se precie me dieron
una cálida bienvenida.
-
¡Mira por
dónde vas, gilipollas! – gritó un tipo tamaño cómoda (porque a ropero no
llegaba), que apestaba a vómito y alcohol.
-
No soy yo
el que no distingue entre persona y puerta de roble, así que aparta –
contesté continuando mi camino.
Pero el tipo se volvió y me
empujó contra el marco de la puerta.
- ¡¿Me estás vacilando?! - me quedé quieto mirándole fijamente, y al cabo de unos segundos su mirada turbada por el alcohol adoptó un gesto que pasó de la ira a la sorpresa, y después al terror en cuestión de segundos - T-tú...n-no puede ser...- comenzó a tartamudear trastabillando hacia atrás cómicamente, como si acabase de ver a su peor pesadilla.
Normalmente le habría seguido
ignorando hasta que se cansase de hacer el capullo, pero estaba claro que me
había confundido con alguien, y podía imaginar con quién. Di un paso hacia él
para cogerle de la pechera antes de que saliese por patas, pero alguien me
detuvo agarrándome del brazo.
El tipo huyó antes de que pudiese
detenerlo y me volví para mirar ceñudo a la persona que tenía a mi lado.
-
No
pierdas el tiempo con él, no merece la pena.
Era una mujer de unos treinta
años, una preciosidad tatuada y con pintas punk que a pesar de su
aspecto no me hizo perder el interés en aquel borracho.
-
Acabo de
perder una buena oportunidad de saber qué coño pasa en este pueblo conmigo, así
que espero que tengas una explicación del porque me has detenido.
-
Tranquilo
chico duro - La chica colocó una mano en su cadera y sonrió mirándome como
si me tratase del típico tío que va buscando broncas por donde pasa - Para empezar Tom está demasiado borracho
para decirte algo coherente.
-
Y supongo
que ya no podré comprobarlo por mí mismo.
-
Seguramente
puedas alcanzarlo aun – se dio la vuelta sin dejar de mirarme e hizo un
gesto hacia el interior del bar con la cabeza - pero yo puedo ofrecerte lo que buscas y soy mejor compañía.
Me quedé contemplándola a través
de la puerta de cristal mientras caminaba muy segura hacia la barra y le decía
algo al camarero, esperando, como no, que fuese detrás de ella como un perrito
faldero.
Me gustaban las tías seguras de
sí mismas, más aun si no se andaban con tonterías, pero últimamente no estaba
muy por la labor de bailar al son de ninguna mujer para llevármela a la cama.
Esperaba que tuviese información
que pudiese interesarme y seguir mi camino, aunque debía admitir que prefería
su presencia a la de aquel paleto beodo.
-
Me alegra
que hayas decidido invitarme a una cerveza.
-
No he
venido aquí a ligar – dije claramente – así que espero que merezca la pena.
Volvió a sonreír e hizo un gesto
al camarero para que nos atendiese.
-
Mejor, me
gustan los retos – contestó volviéndose hacia la barra - Sam, un par de cervezas. Invita él. Por cierto, me llamo Zoe.
-
Arian.
El camarero me echo una ojeada
como el que sopesa a su posible adversario. Seguramente habría tenido algún lío
que no terminó de cuajar con la chica del pelo rosa, y yo me había convertido
sin quererlo en uno más que engrosase su lista de capullos indeseables.
Dejé mi billete sobre la mesa y
le di lo que sobraba en propina como señal de buena fe. Él dejó un par de
botellines, unos quicos rancios y se fue a atender al resto de clientela y
limpiar las mesas.
-
¿Qué
vienes buscando en un pueblo como este? Está claro que eres un chico de ciudad.
-
Creía que
tú lo sabías – esta vez fui yo el que adoptó una actitud algo sobrada para
darle de su propia medicina - ¿O era sólo una estratagema para entrarme?
Ella volvió a mirarme fingiendo
curiosidad.
-
¿Y qué
pasa si es así?
-
Que ahora
mismo estaría perdiendo el tiempo, y eso es algo que no me gusta demasiado.
-
¿Sabes
que esa no es forma de ligar con una chica?
-
Ya te he
dicho que no he venido a ligar. Así que iré al grano. Estoy buscando información
sobre una tal Alidaen y su supuesto novio.
-
Thaerion.
Me sorprendió que fuese tan
directa, era la primera persona que decía ese nombre sin titubear, lo cual hizo
que me alegrase de no haber seguido al otro tipo, aunque empezaba a tener mis sospechas sobre él.
-
Así es
¿le conoces?
-
Puede,
por aquí no se suele hablar de él.
-
Ya me he
dado cuenta, pero no parece que en tu caso sea un problema.
-
No lo es.
-
¿Y tú me
hablarás de él?
-
Depende
de las birras a las que me invites.
Me guiñó el ojo y dio un trago a
su nueva cerveza, acercando la boquilla a sus labios de una forma muy
sugerente.
Normalmente le habría seguido el juego
y habría intentado continuar con el interrogatorio en un lugar más íntimo, pero
decidí comportarme como un caballero y mantener la compostura.
-
Está bien.
Comienza hablándome de ella, a poder ser para decirme algo más que pueda
servirme de ayuda y no sea que era una marginada y le gustaban los chicos
rebeldes.
-
A ella
sólo le gustaba un chico, y si, era un rebelde. Pero estaba loco por ella –
el gesto de su ceño al decir esto hizo que tomase mis propias conclusiones,
pero no dije nada y dejé que continuase hablando – apenas tenían contacto, los dos eran muy suyos…y sobre todo él, no
solía relacionarse con nadie y lo único que hacía era observarla desde la
distancia.
-
¿Tú los
conocías en persona?
Guardó silencio unos segundos y
me miró fijamente, después asintió con un leve cabeceo y dio otro trago.
Música: Sun Kill Moon - Alesund
- A él más que a ella. Era un buen chico, y yo era una de sus pocas amistades.
- A él más que a ella. Era un buen chico, y yo era una de sus pocas amistades.
-
Hablas de
él en pasado ¿Sabes si le ocurrió algo?
-
Desapareció
sin más, dijeron que se había ido a vivir a casa de unos familiares, fuera de
la ciudad. Pero yo sé que su única familia vivía en Riverview.
-
¿Y ella
cómo se lo tomó?
-
Pues mal,
dejó de aparecer por el instituto y volvió a encerrarse en su mundo. Los chicos
del pueblo hablaban mal de ella, comenzaron a expandir rumores absurdos sobre
que estaba embarazada y que él había desaparecido porque no quería hacerse
cargo del niño, después dijeron que el señor Lehmann le había pagado el aborto,
que se acostaba con cualquiera. Ya sabes lo capullos que pueden ser una panda
de adolescentes humillados. Con el tiempo comenzaron a decir que tenía un lío
con su tutor. Se armó una buena.
Su tutor, el mismo que
desapareció también de forma misteriosa.
-
Por lo
que me cuentas parece que todos hicieron piña contra ella. ¿Y no crees que nada
de lo que decían era cierto?
-
No creo
que Thaerion la dejase preñada, ni tampoco que ella fuese de las que se
acuestan con todos. Solía ignorar bastante a los chicos de su edad. Pude
observarla durante mucho tiempo y sólo se relacionaba con Lehmann y su mujer.
Tras la marcha de Thaerion la vi muy apagada, la verdad es que me daba algo de
pena – hizo una pausa para seguir bebiendo y saludó a un par de chicos que
entraron en el bar - Sobre lo de Lehmann…tampoco
lo puedo confirmar, aunque es cierto que estaban muy unidos y su mujer no es
que le tuviese a ella mucho aprecio.
-
Por lo
que tengo entendido Lehmann también desapareció.
-
Así es, y
no fue el único tipo que estuvo cerca de ella que lo hizo. Supongo que habrás
oído hablar de Hamming.
-
El empresario.
- Sip, ella trabajaba para él.
-
¿Tú
también piensas que ella tuvo que ver con su desaparición?
-
No lo sé,
es raro la verdad. Apareció muerto en el mismo lago donde solía verse con
Thaerion cuando eran críos. Era de las pocas personas que solían ir allí, y
justo en ese momento desapareció sin dejar rastro. La verdad es que es
sospechoso.
-
¿Y crees
que ella tendría algún motivo para matarlo? Al fin y al cabo era su jefe y el
que pagaba sus facturas.
La chica recapacitó unos segundos
antes de continuar hablando.
-
Creo que
si lo hizo los tendría. La he visto y sé que sabe defenderse, y que no duda en
hacerlo cuando corre peligro.
Aquello coincidía perfectamente
con lo poco que conocía de Alidaen, yo mismo le había visto defenderse y
enfrentarse a un grupo sediento de vampiros. Aunque no fuese de forma muy
inteligente.
-
Pero todo
el mundo habla maravillas de ese tal Hamming – dije intentado averiguar su
opinión sobre él - era un hombre con una
reputación intachable.
Cosa que aumentaba mis sospechas
hacia él, pocas personas llegaban tan lejos sin pisar a nadie y sin dejar
rastro de mierda, por inodoro que éste fuese.
-
Hamming
era un capullo, lo que pasa es que este pueblo está lleno de lameculos. Además,
cuando alguien muere la gente tiende a ensalzar sus virtudes y olvidar el
resto.
Me empezaba a gustar esa chica,
al fin encontraba a alguien coherente en ese pueblo que no pareciese seguir al
rebaño de paletos de turno.
-
¿También
le conocías?
-
No mucho,
pero conozco bien a los tipos como él que se creen que por ser guapos y ricos
pueden tener todo lo que desean.
-
¿Así que
sospechas que no era buena persona por ser rico y guapo? – pregunté
esbozando una ligera sonrisa mientras bebía con ella.
Ella se apoyó en la barra y alzó el
mentón orgullosamente.
-
Exacto
– contestó rotundamente mientras me miraba de arriba abajo - Al igual que lo sospecho de ti.
-
No sé si
debería sentirme halagado o no por ello…
-
Deberías.
Te he llamado guapo…y que tienes pinta de tener dinero.
La conversación comenzaba a
desviarse un poco, pero el alcohol empezaba a soltarme la lengua y me apetecía
seguirle el juego al tiempo que me ganaba su confianza. Estaba demostrando ser
una buena veta de información.
-
¿Y qué te
hace pensar eso?
-
He visto
la monada que has traído al pueblo, y acabas de soltar un billete de veinte
para pagar dos cervezas y dejar todo el cambio.
-
¿Era de veinte?
No me di cuenta - era una excusa muy pobre, pero no quería quedar como un
capullo.
No entendía porque hacía esas
cosas, supongo que le daba demasiado poco valor al dinero y que cuando me
sobraba me quemaba un poco en los bolsillos. O eso o que era idiota y mi
subconsciente quería caer bien al camarero.
-
Ha sido
una sobrada – comentó ella como si nada – pero por suerte para ti me gustan las personas de dudosa reputación.
-
Oh ¿Y
ahora me estás juzgando por ofrecer una buena propina?
-
Te juzgo
por no ofrecerme otra cerveza si tanto dinero te sobra en el bolsillo.
Sonrió y me mostró la botella
casi vacía antes de dar el último trago que le quedaba. Llamé al camarero y
pedí otras dos cervezas, esta vez intentando pagar lo justo y sin propinas,
pero el tipo se negó a cobrarlas.
-
Esta vez
invita la casa – dijo lanzando una miradita a mi acompañante, a la que ella
respondió con un seductor guiño.
-
Gracias
Samy.
-
De nada
encanto.
Noté que entre los dos había
bastante buen rollo, y que el ánimo del camarero había cambiado bastante desde
que llegué. ¿Al principio le daba asco coger mi dinero y ahora me invitaba a
unas cervezas? Era cuanto menos raro, pero decidí no darle demasiada
importancia y seguir a lo mío.
El coqueteo con la guapa de los
tatuajes no estaba mal, pero quería seguir ahondando en el tema, y recordé que
había dicho que Thaerion sólo tenía familia en el pueblo. Lo cual me parecía
extraño pues todo el mundo actuaba como si no lo conociese de nada.
-
¿Qué me
puedes contar sobre la familia de Thaerion?
Ella apartó la mirada del
camarero y volvió a centrarse en la conversación.
-
Que eran
cuanto menos pintorescos.
-
¿A qué te
refieres? – pregunté extrañado.
-
No sé,
debían pertenecer a una secta de estas raras. Vestían como si viviesen en la
Edad Media y no se relacionaban con nadie. El único que trataba con los de
fuera era Thaerion y su padre no lo veía con muy buenos ojos.
-
¿Una
secta?
-
Si, o algo
así como los grupos estos que viven apartados de la sociedad y parecen vivir en
otro mundo. Rechazaban la tecnología, la ropa actual, incluso cultivaban su
propia comida y criaban su propio ganado. No sé, eran bastante raros. Y
peligrosos. La gente del pueblo no les tenía mucho cariño, los temían.
-
¿Peligrosos?
-
El padre
de Thaerion y sus hermanos entrenaban todos los días con espadas, y mataban con
sus propias manos a los lobos que se acercaban a su ganado. Incluso algunos
decían que los adiestraban para que nadie se acercase a su territorio.
Seguramente fuesen exageraciones, como todo. Pero la verdad es que nunca me
atreví a visitarlo a su casa, se notaba que Thaerion temía bastante a su padre.
-
¿Qué ha
sido de su familia? ¿Siguen viviendo en el pueblo?
-
No, se
marcharon hace años.
Noté que con esto último era
bastante más escueta, y traté de ahondar un poco más para comprobar que no eran
imaginaciones mías, pero lo cierto es que se negó a seguir hablando del tema.
Evadiéndolo o llevándolo sutilmente por otros derroteros.
Cada vez que intentaba averiguar
más sobre la familia de Thaerion, ella se cerraba en banda o intentaba ligar
conmigo sabiendo que no obtendría lo que quería.
Probé a invitarle a más cervezas
y hacer que se soltase un poco más, pero al final obtuve un resultado que desde
luego no esperaba conseguir pero tampoco me extrañaba.
-
Me parece
que ya me has hecho beber mucho y hablar más aun… - comenzó a decir con una
pícara sonrisilla y la mirada nublada por el alcohol - y no seguiré haciéndolo a no ser que me des una vuelta en esa maravilla
que tienes aparcada fuera y te tomes la siguiente en mi casa.
Suspiré para mis adentros, pues
aquello significaba que pasase algo que realmente, y aunque me apeteciese
porque la chica estaba muy bien, no quería. Así que decidí que ya era hora de
cortar la conversación y tratar de seguir buscando por mi cuenta.
-
La verdad
es que estoy algo cansado, he hecho un viaje muy largo y pretendo hospedarme en
algún lado y dormir toda la noche. Mañana me queda un largo día por delante.
-
Puedes
quedarte en mi casa si quieres.
-
No creo
que sea una buena idea – contesté algo turbado por su insistencia.
-
Te
prometo que no haré nada que tu no quieras – contestó enseñando las manos
para que viese que no cruzaba los dedos – además,
tengo algo que puede que te interese ver.
Eso último obtuvo el resultado
que esperaba, pues consiguió avivar mi curiosidad.
-
¿De qué
se trata?
-
Te puedo
enseñar el motivo por el que todos aquí te miran tan raro.
-
Creía que
miraban así a todos los desconocidos.
-
¿Hay
trato o no hay trato?
-
Espero
que merezca la pena.
-
Te
aseguro que no quedarás insatisfecho – contestó insinuante.
Esa respuesta no era precisamente
la que quería oír, o más que nada no lo era la forma en que me miró. Siempre
que una mujer me miraba de esa forma acababa en cueros.
Pero no podía dejar perder una
oportunidad así, por lo que finalmente accedí a ir a su casa, dándole antes una
vuelta en mi moto.
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