domingo, 2 de diciembre de 2012

¡Seguimos con la historia!

¡Buenas noches!

Aquí os traigo por fin la segunda parte del capítulo XX, esta como veis es algo más larga que las anteriores y está dividida por fragmentos, espero que os guste y no os aburra demasiado >_<

Durante este mes voy a estar bastante liada preparando una mudanza de las gordas, así que no se cuanto tiempo podré entrar al juego para sacar las imágenes y escribir, pero intentaré subir como mínimo un capítulo más antes de irme y ausentarme unas semanas para que no sea demasiado larga la espera para el siguiente capítulo. Me hubiese gustado terminar la temporada antes de irme, pero aun quedan un par de capítulos o así y no me va a dar tiempo, sorry.

Tengo pensado subir también otra ficha de personajes, esta vez de Murciélago que se que hace tiempo que queréis saber más de ella, así que intentaré ponerme con ella cuanto antes y no tardar mucho en acabarla.

Y de momento nada más, os agradezco mucho vuestros comentarios y que sigáis leyendo la historia, es un placer como siempre teneros por aquí ^^

¡Hasta la siguiente entrada!

Capítulo XX: Vidas Paralelas II

(SEGUNDA PARTE)


 La vida a veces te pone en situaciones un poco comprometidas, muchos creen que se trata de la casualidad, pero mis vivencias siempre me han hecho creer en una fuerza mucho más poderosa que cualquier otra entidad, magia o poder, a la que muchos llaman Destino.

En mi mundo, la mayoría tiende a asociar a la diosa Alysha a éste, pero lo cierto es que incluso ella, como el resto de deidades, está sujeta a sus designios.

No hay nada ni nadie que escape de su control, todos tarde o temprano somos guiados por él y por muchos caminos que encontremos a nuestro paso y por libres que creamos ser, al final todos acabamos tragándonos la mierda que tiene preparados para nosotros.

Os preguntaréis por qué narices me pongo ahora a filosofar sobre estas cosas, o a dar la brasa con el tema teológico…y porque motivo hablo con tan poca delicadeza de algo que en el caso de tener ojos, oídos - o lo que fuese que tuviese para ver nuestras insignificantes vidas como si tratase de un juego de tablero o simulador social - se podría sentir ofendido por mis palabras y putearme aun más.

Pero el caso es que me la sopla, y a pesar de todo lo bueno que ha podido pasarme, como haberla conocido a ella, sigo pensando que es un cabrón.

Si, señoras y señores. El maldito Destino me tiene hasta los huevos.

Y después de esta breve e innecesaria sarta de estupideces propias de una mente saturada y ofuscada como la mía, pasaré a relatar el motivo que ha inspirado esta curiosa introducción.

***

Todo empezó el día que Lande decidió que ya hora de integrarme un poco más entre los miembros del grupo…

El entrenamiento con Murciélago comenzaba a dar sus frutos a pesar del poco tiempo que podía dedicarle. La presencia de la muchacha me inspiraba la calma y confianza que necesitaba para lograr dejar mi mente en blanco y olvidarme por unos momentos de mis preocupaciones.

Durante ese tiempo mi cuerpo se relajaba hasta el punto de no sentir necesidad alguna de alimentarlo. Me sentía el dueño absoluto de mis acciones, lejos del control de mi dios o alguna de sus criaturas más fuertes.

Como era el caso de Serpiente.

A veces gustaba de pasarse por la sala de entrenamiento para intentar provocarme o simplemente pararse a analizar con cierta mofa los métodos de mi compañera. 


Ese día se encontraba con nosotros cuando recibí un sms al móvil de Lande diciéndome que estaba con el gigante y compañía en un bar del centro, y que si quería pasarme y tomarme unas birras con ellos.

Salir a socializar y beber cerveza no era una de mis costumbres más arraigadas en ese mundo (realmente en el otro tampoco), pero ya que tenía que infiltrarme y hacerme pasar por uno más qué mejor manera de hacerlo que quedar a horas extraoficiales con aquellos que podían llevarme directamente a la Compañía Shelüne, supuesto refugio de criaturas sobrenaturales.

-          Lo siento, pero debo irme – me disculpé ante Murciélago – asuntos de trabajo.

-          No te preocupes, continuaremos en otro momento.


Serpiente se adelantó para cortarme el paso.

-          ¿Dónde se supone que vas tan rápido? Aun no ha terminado tu entrenamiento.

-          A beber – contesté pasivamente.

-          ¿Por fin te has dado por vencido y deseas probar mis métodos?

-          No, a beber cerveza – aclaré, satisfecho con mi pequeña victoria contra sus ilusiones.

-          ¿Crees que puedes abandonar tu entrenamiento para ir a emborracharte como un simple mortal?

-          Si irme a beber significa estar más cerca de entrar en la Compañía a la que tantas ganas tienes que acceda, si.

-          ¿Te han invitado los miembros de tu grupito de rock?

-          Si.

-          Entonces puedes entrar y salir cuando quieras, espero que no me decepciones.


-          No tengo intención de hacerlo. Sabes que no me gusta fallar en mi trabajo. Te aseguro que pronto tendré acceso libre en Shelüne.

-          Espero tu informe.

-          ¿No podemos saltarnos la parte del papeleo?

-          No.

Proferí un suspiro y me dirigí hacia la salida. Debería haber supuesto que a la “secretaria” de Lobo le gustaban las formalidades casi tanto como a su antiguo jefe.

Recogí mis cosas y me dirigí a los vestuarios de las Sombras para darme una ducha rápida y arreglarme. Por suerte había algún que otro modelito de mi talla para salir del paso. Aun me sorprendía todo lo que podía encontrar escarbando entre los almacenes del edificio. Muchos vampiros hacían su vida allí para protegerse entre ellos de posibles ataques y de la luz diurna, y había cajones llenos de ropa y equipo nuevo para los miembros de la organización.


Seguía teniendo acceso libre a casi todos los departamentos del edificio desde que trabajaba para Lobo, así que no tuve ningún problema para coger prestado todo lo que necesitaba.

Mantis se encontraba en las duchas cuando llegué.

-          Ey Halcón ¿Cómo lo llevas? Me enteré de que habías vuelto hace una semana.

-          Más o menos.

-          ¿Es tan malo como creías trabajar para Serpiente?

-          Podría ser peor.

-          Bueno, como sea…me alegro de tenerte de vuelta.


Mantis había sido una de las personas que influyeron en mi decisión, y como tal se le veía orgullosa de haber conseguido que volviese. Charlamos durante unos minutos bajo el chorro de agua fría de las duchas y ambos nos vestimos para marchar.

Avispa llegó minutos después y me dedicó una de sus miradas ausentes de emoción que ya conocía tan bien, y las dos se marcharon por su lado.

Supuse que Mantis no tendría ni idea de nuestro trato, por lo que no le comenté nada en su presencia.


Tras eso me dirigí rápidamente hacia el bar donde supuestamente habían quedado Lande y el resto.

***

Temía la reacción de Janne al verme aparecer, pero a diferencia de otros días se mostró más amigable de lo normal y hasta me dio un breve apretón de manos como saludo.


-          Hola – saludé.

-          Hola ¿Qué tal? – preguntó sin mucho ánimo.

-          Bien ¿Tú? – tenía las mismas ganas de cumplir que él.

-          Bien.

-          Vale.

Nuestra primera conversación monosilábica no es que fuese gran cosa, pero al menos era más relajada que las demás.

-          ¡Ey Valo! – Lande siempre marcaba la diferencia - ¡Has venido!

Y tenía la asombrosa capacidad de remarcar lo evidente.

-          Eso parece.

-          ¡Genial! Ven a la barra, quiero presentarte a alguien.


Vi que Janne nos seguía por detrás mientras me conducía por el oscuro local hasta un rincón de la barra donde se encontraban Giglio y Gas con dos preciosidades que supuse al instante que se tratarían de las Musas de la compañía, pues tenía datos de sobra sobre ellas gracias a Lande y su hermano.

Ambas debían rondar la treintena. La mujer morena me lanzó una mirada analítica nada más verme aparecer a escasos metros y la pelirroja se sorprendió un poco al darse la vuelta y verme junto a ellas.

-          Chicas, os presento a Valo, nuestro nuevo cantante.

-          Cantante de pruebas – matizó Janne apareciendo por detrás y volviendo a su lugar en la barra junto a su cerveza tostada.

Le lancé una mirada de reojo y sonreí a las damas, inclinando la cabeza en un gesto cortés que aun me costaba evitar en ese nuevo mundo tan poco acostumbrado a la galantería.


-          Ellas son Ángela y Violeta, las encantadoras Musas de la Compañía y nuestras jefazas.

-          Un placer – estuve a punto de acercarme para besar el dorso de sus manos, pero el sentido común (y la mirada depredadora de Janne) me hizo pensármelo dos veces.

-          Encantada – dijo la morena estrechándome la mano.

-          El placer es nuestro – la pelirroja en cambio fue algo más efusiva y plasmó dos besos en mis mejillas dedicándome una encantadora sonrisa - ¿hace frío fuera? ¡Estás helado!

-          Un poco – contesté escuetamente, no era momento de pararme a decir que era mi temperatura habitual.

-          ¿Quieres tomar algo para entrar en calor?

-          Claro, tomaré una cerveza.

-          ¡Cerveza aquí! – exclamó Gas palmeando la barra, al parecer ya llevaba unas cuantas.


-          Y cuéntanos Valo ¿Cómo llevas los ensayos con el grupo? ¿Te vas adaptando a ellos?

Ángela parecía una mujer seria y bastante práctica, no dejó tiempo para preguntas informales, parecía realmente interesada por saber cómo me iba. No me fue difícil reparar en la semejanza física que había entre ella y su hermana menor y enseguida supe que era a ella a la mujer que debía proteger de Serpiente y el resto de las Sombras.

-          De momento me encuentro bastante a gusto, hemos conectado bien…- noté la mirada del nativo clavada en mi nuca – musicalmente hablando.

Ambas me dedicaron una agradable sonrisa y estuvieron un rato haciéndome preguntas relacionadas con mi trayectoria musical. Tuve que adornar, cambiar y evitar ciertos detalles de la historia, pero en general parecieron quedar bastante convencidas de que poseía suficientes tablas para darle al grupo el empujón que necesitaba.


Tras un par de cervezas las dos mujeres se disculparon y fueron al baño juntas, y yo me quedé de nuevo con Lande y compañía a solas.

-          Parece que les has causado una buena impresión, sobre todo a Violeta – me susurró con una sonrisilla – mi chica es un hueso duro de roer, pero le has encantado, te lo aseguro.

-          ¿Tú crees? Mira que no quiero robártela…- bromeé con una sonrisa burlona.

-          ¡Já! Que te has creído tu eso Don Juan…te aseguro que mi churri sólo tiene ojos para mí.

-          Llamándole de esa forma te aseguro que dejará de ser así.

-          Eso es lo que le digo yo todos los días – dijo Gas.

-          ¡Ey! A ella le encanta que la llame así, sobre todo cuando estamos en la cama y nos…

-          Prefiero evitar ese tipo de detalles – le corté pasándome la mano por la frente.


Esta vez fue Giglio el que se metió en la conversación, aprovechando el momento para mofarse un poco.
-          ¿Eres de los que se avergüenzan hablando sobre sexo con otros tíos? – preguntó con una burlona sonrisa.

-          No – contesté devolviéndosela – pero prefiero guardar esos detalles para mi intimidad y la de las damas con las que comparto mi cama.

-          Así que nuestro Valo es todo un caballero…


-          Más bien alguien celoso de mi intimidad.

-          Hablando de caballeros…- interrumpió Lande – Se de alguien que lleva tiempo buscando al suyo.

Por una vez Janne alzó la mirada de su jarra de cerveza para fijarla en el grupo, concretamente en Lande que reparó enseguida en su gesto penetrante y le dedicó una sonrisa divertida.

-          Y no me refiero a la preciosa Alice…

-          ¿Alice? – pregunté interesado por la reacción del gigante.

Por la cara que puso al nombrarla debía de tratarse de su chica o al menos alguien por la que sentía algo más que una simple amistad.


-          Es una chica que trabaja con nosotros desde hace unos meses… - bajó el tono de voz y se acercó para hablarme entre susurros - la verdad es que está muy buena y no tiene novio…pero no te aconsejo que te acerques mucho, Janne es bastante protector con ella. Hemos hecho apuestas para ver cuanto tardan en liarse.

Con la cantidad de mujeres que debían pasar por la compañía la verdad es que no me extrañó nada que hasta un hombre como él se sintiese atraído por una de ellas, así que perdí rápidamente el interés en la tal Alice. Lo último que quería era tener que enfrentarme a Janne por un lío de faldas que ni me iba ni me venía.

-          Entiendo.


-          Pero yo hablaba de Violeta, la pelirroja.

-          ¿No tiene novio?

Me sorprendía bastante que una mujer como ella no lo tuviese, pero era cierto que en ese mundo las mujeres bellas eran mucho más independientes que en el mío, donde seguramente habría encontrado más de un caballero andante dispuesto a conquistarla a la antigua usanza.

-          No tiene mucha suerte con los tíos.

-          Tiene el increíble don de fijarse sólo en los capullos – soltó Gas de pronto.

-          ¡Eh! – exclamó Giglio dándose por aludido – no sólo en los capullos.

-          La dejaste tirada en cuanto te habló de compromiso ¿recuerdas? – le recriminó el batería.

-          Eso fue hace muchos años…éramos unos críos y yo por esa época…

-          Eras un capullo – zanjó Lande sin perder su sonrisa – pero ese no es el tema. El caso es que está libre.

Todos me miraron como si yo fuese el culpable de algo así.


-          ¿Y? – pregunté sintiéndome de pronto algo acorralado.

-          No, no nada…- contestaron a la vez.

Después de la sutil indirecta llegaron las mujeres, que al parecer se habían perdido en los baños, y Lande y Giglio decidieron ir a bailar un rato con ellas.

Yo me quedé en la barra con Gas y Janne, que no habían levantado el culo de su asiento en todo el rato. Y seguí bebiendo cerveza charlando con el hermano de Lande, o más bien escuchándolo hablar de su familia, a la que parecía adorar por encima de todo lo demás.

Por lo que sabía de él tenía una preciosa mujer a punto de dar a luz y a un montón de niños correteando por casa, y siempre que salía sin ellos se dedicaba a recordarlos contando anécdotas que a él debían resultarle de lo más divertidas.


Yo hubiese aprovechado que estaba bastante bebido para sacarle algo de información, pero tener a Janne cerca no ayudaba mucho a soltarme. Así que aguanté el tipo a pesar de que su vida personal ni me iba ni me venía. No quería levantar sospechas frente a él.

El indio guardó silencio todo el rato, centrado en su mundo y su interminable jarra de cerveza. Hasta Gas hizo el amago de meterlo en conversación, pero se dio por vencido en cuanto vio que no servía de mucho.

-          ¡Por cierto! – exclamó Gas como si acabase de acordarse de algo muy importante – mañana la Compañía dará un recital para recaudar dinero para los huérfanos de Bridgeport.

-          ¿Un recital? – pregunté, más interesado por la oportunidad que ello suponía antes que por el evento en sí.


Janne volvió a levantar la vista y escuchó con atención.

-          Así es, habrá espectáculos de todo tipo relacionados con el mundo fantástico y medieval. Todos iremos disfrazados y la Compañía estará ambientada para que todo el mundo parezca de otra época. Podrías pasarte – me invitó amablemente – la verdad es que no desentonarías mucho, a veces parece que vienes de otro mundo.

¿En qué lo había notado?

-          Suena divertido – contesté con una sonrisa que no expresaba todo mi entusiasmo.

-          No creo que te guste – soltó de pronto Janne – Es un espectáculo benéfico y estará lleno de niños por todas partes.


Había quedado bastante claro que Janne no quería que fuese… ¿pero qué era exactamente lo que quería proteger dentro de Shelüne con tanto ahínco? ¿Era él uno de los supuestos seres sobrenaturales que vivían allí dentro? Y si se trataba de un acto público al que todo el mundo podría acceder… ¿A qué venía toda esa desconfianza hacia mí? Seguramente no sería la única persona capaz de aprovechar el espectáculo para colarse, y al menos a mí me conocía y podía tenerme algo más vigilado.

-          Me encantan los niños – fue lo único que contesté.

Nos miramos fijamente durante varios segundos, sopesándonos el uno al otro. Él sabía que los niños no eran mi fuerte y yo que sólo era una excusa para que no me acercase a su “refugio”. Los dos sabíamos que allí había algo que quería proteger, y él no estaba dispuesto a ponérmelo tan fácil.


Pero aquella era mi oportunidad, y no pensaba desperdiciarla.

-          Como quieras – contestó finalmente- pero ven disfrazado.

-          Creo que podré encontrar algo que valga en mi ropero.

Seguimos mirándonos hasta que Violeta, que había estado todo el tiempo lanzándome miraditas desde la pista de baile, se decidió y acercó para charlar.

-          ¿No bailas?

-          Es que a mi esta música…

Igual si me ponían un vals podía seguirles un poco, nunca me había gustado bailar.

-          A ellos tampoco les gusta pero lo hacen por nosotras – contestó sonriendo.

-          Bueno caballeros, señorita…- Giglio tomó la mano de la pelirroja y la besó con un gesto teatral – debo irme ya, mi dama me espera.

-          Dile a Nadia que mañana la queremos ver por la Compañía, y cuídala anda…que se mejore.


-          Está mucho mejor, no os preocupéis que mañana tendréis a la zíngara lista para su actuación.

Después de despedirse de los demás se me acercó para hacer lo propio. Pensé que volvería a usar su costumbre de besarme en las mejillas para despedirse, pero por suerte sólo quería susurrarme algo.

-          Y tú cuida de ella ¿eh? Que no me entere yo de que le haces daño…

-          No tengo ninguna intención de hacerlo.

-          Entonces tienes mi bendición.

¿Su bendición? ¿Acababa de heredar la corona de capullo o era mi imaginación?

-          Eh…gracias, supongo.

-          Ya nos veremos campeón.


Me dio un par de palmaditas y se marchó. Gas estaba hablando con Janne de sus cosas así que supongo que me tocaba a mí darle conversación a la dama.


Violeta parecía una mujer con un carácter alegre y abierto, supuse que también sería cosa del alcohol, que le hacía soltarse mucho más con los desconocidos. Pero me cayó bastante bien.

Hablaba por los codos pero era bastante fácil estar con ella y pasar un rato agradable.

En otro momento de mi vida seguramente habría aprovechado para intentar seducirla e invitarle a pasar un buen rato en mi piso, pero mi cerebro rechazaba esa idea desde que conocí a Alidaen, y sabía que sería un error intentarlo.

Pero al parecer ella no pensaba lo mismo.


-          ¿Te apetece que nos sentemos un rato allí? – señaló un par de sofás que habían quedado libres con el dedo – tengo los pies destrozados con estos tacones.

Me lanzó una mirada insinuante y yo estúpidamente me giré hacia Janne y Gas, buscando la ayuda del indio con su rechazo a que me quedase a solas con cualquiera de los suyos. Pero este se ve que andaba ya algo tocado por la bebida (ya era hora después de cinco jarras) y se encogió de hombros.

-          En mi época iban descalzas y se quejaban por lo mismo.


Parpadeé un par de veces y Gas y Violeta se echaron a reír.

-          No te preocupes, a veces suelta esas cosas cuando bebe – dijo ella llevándome hasta el rincón oscuro.

Era un buen dato a tener en cuenta, seguro que contaba muchas más cosas interesantes sobre esa época suya…

Pero ahora lo que me interesaba era saber cómo salir de esa sin faltar a la dama, que parecía muy interesada en quedarse a solas conmigo.

-          Bueno…y cuéntame ¿a qué te dedicas cuando no vas con la guitarra a cuestas?

-          Trabajo en una empresa de…seguridad.

-          Así que segurata – me lanzó una mirada de arriba abajo y dio un trago a su copa - si…te pega.

-          ¿Ah si? ¿Tengo pinta de gorila? – pregunté sonriendo de medio lado.

-          No, pero se te ve en forma. Y seguro que se te da bien asustar a borrachos con esa mirada…

-          No sólo a borrachos – contesté con cierta malicia.

-          Un tipo peligroso por lo que veo…


Y eso parecía gustarle, estupendo.

-          Puede, pero sólo con quien debo. En mi trabajo por desgracia se suele encontrar a mucho indeseable.

-          ¿Y te gusta?

Lo pensé unos segundos.

-          Es algo que se me da bien y me reporta beneficios, dejémoslo ahí. ¿Y que me cuentas de ti?

-          Me encanta mi trabajo, me divierte y gracias a él conozco a gente muy interesante…

La distancia que nos separaba en el sofá se fue acortando lentamente mientras ella, envalentonada por la bebida, se acercaba a mí con movimientos seductores y femeninos. Yo no había bebido demasiado y tenía el completo control de mis sentidos por lo que no me sentí acorralado en un principio. Podía manejar la situación.


O eso pensaba hasta que sentí el aroma de su piel, o más bien lo que había debajo de ella, al tener su cuello demasiado cerca.

Me quedé completamente paralizado, y ella debió notarlo porque se cortó justo cuando estaba a punto de besarme.

-          ¿Estás bien?

-          Si…- contesté aguantando la respiración - ¿no hace calor aquí dentro?

Ella colocó su mano en mi cuello y me atrajo hasta sus labios con una sonrisa seductora.

-          Un poco…

Con Murciélago había aprendido que para apagar mi ansía debía intentar concentrarme en cualquier otra cosa, y eso es lo que hice. Sus labios eran cálidos y su piel desprendía un aroma dulzón, cerré los ojos e intenté centrarme en éste para olvidar el sabor de la sangre.

La música de fondo unida a los latidos de su pecho y el bombeo de su sangre a través de sus venas no ayudaba demasiado a concentrarse.


Parecía tan deliciosa…

Lentamente separé mis labios de los suyos para recorrer con mi lengua su cuello y poder saborearlo antes de dar mi primer mordisco y llenar mi boca con su sangre…

Pero algo hizo que me detuviese antes de lamentarlo. Y no de forma muy sutil.

-          ¡Janne! ¡¿Se puede saber qué haces?!

Cuando quise darme cuenta tenía su enorme brazo presionando mi pecho contra la pared, y sus ojos negros fijos en los míos. Tenía una fuerza increíble, pero su gesto no mostraba tensión ni esfuerzo, tan sólo una sorprendente calma.


Gas y Lande, al ver lo ocurrido, corrieron en mi ayuda y se colocaron a ambos lados del gigante intentando detenerlo.

-          Vigila lo que haces, no siempre estaré presente para salvar el culo a tus víctimas – susurró acercándose a mi oído.

-          ¡Janne para, joder! – gritó Lande.

El nativo dejó de presionarme contra la pared y se dio la vuelta, volviendo tranquilamente a su asiento.

-          Estoy bien – solté entre resuellos.

Me había salvado de una buena, y a su amiga también. Gas le siguió y Lande y su chica se quedaron junto a Violeta, mirándonos con preocupación.

-          Lo siento tío, Janne es impredecible cuando bebe – intentó disculparse.


-          No pasa nada.

-          ¿Estás bien Violeta? – le preguntó Ángela.

La mujer se llevó una mano al pecho y asintió, Ángela la tomó del brazo y le susurró algo, Violeta la tranquilizó con un ademán de cabeza.

-          ¿Se puede saber qué mosca le ha picado? – preguntó algo confusa.

-          No lo sé, pero no es la primera vez que te aparta a un tío de esa forma.

-          Valo no me estaba molestando.

Sólo había estado a punto de morderla.

-          Creo que ya es hora de volver a la Compañía – comentó la morena – voy a recoger los abrigos…

Me aparté de la pared y coloqué bien la camisa. Violeta me miraba con una mezcla de vergüenza y preocupación.

-          Lo siento…


-          No lo sientas, debió de pensar que quería propasarme contigo – contesté intentando quitarle hierro al asunto.

-          Al final resultará que eres peligroso y todo – bromeó con picardía.

“No lo sabes tu bien”, pensé.

-          Eso parece.

-          Oye…no me gustaría que la noche acabase así ¿Te apetece que tomemos la última en la Compañía? Así aprovechas para verla.

Era la oportunidad perfecta para hacer mi primera incursión allí dentro, pero una mala idea teniendo en cuenta lo que suponía tomar una última copa en un lugar más íntimo.

-          No se si sería una buena idea.

-          No te preocupes por Janne, hablaré con él antes de irnos.

Antes de que dijese nada ya estaba con el resto del grupo, al parecer el destino había decidido que esa sería mi noche para entrar en Shelüne. O eso pensaba.

Cuando me acerqué al resto Lande y Ángela ya estaban a punto de marchar y Violeta hablaba con Janne entre susurros.


-          No me fio de él.

-          Ya soy mayorcita para cuidarme sola.

-          Lo sé, pero Alice está allí, no es seguro para ella.

-          Descuida, Alice pasará la noche en casa de Francessco.

-          ¿Está saliendo con el informático?

-          Pues se ve que si.

Janne parecía algo contrariado.

-          No debería pasar la noche fuera.

-          ¿Estás celoso?

-          No.

-          Pues lo pareces.

-          Sólo quiero protegerla.

-          Estará bien, deja de preocuparte por todo el mundo y aprende a divertirte. O al menos deja que el resto lo haga.

Pues si que parecía que se preocupase por esa tal Alice… ¿sería ella uno de los seres sobrenaturales de los que Serpiente hablaba? Algo me decía que debía conocerla.

Violeta cogió su abrigo y mi brazo y tiró de mí hacia fuera.

-          ¡Nos vamos!


Janne nos siguió con la mirada hasta que desaparecimos por la puerta, pero Gas se quedó con él para asegurarse de que no nos seguía. Lande y Ángela nos siguieron por detrás pero Violeta hizo un gesto a su amiga para que tomasen otro camino. Al parecer tenía muy claro que quería quedarse a solas conmigo, y eso era algo peligroso para ella si volvía a ocurrirme lo de antes.

-          ¿Quieres que te lleve en moto?

-          ¡Claro!

El mal trago se le pasó bastante rápido (la borrachera que llevaba ayudaba también a que así fuera), y yo aproveché el paseo para relajarme un poco y pensar en lo ocurrido mientras conducía.

No pensaba dejar que volviese a ocurrirme, así que me conformaría con acompañarla a la compañía. Ya tendría tiempo para entrar en el recital.

Ella me guio hasta un edificio bastante amplio de dos plantas y fachada blanca, hacia la zona de aparcamientos en uno de los laterales. Aparqué la moto y ella me dedicó una coqueta sonrisa.


Sus mejillas y nariz estaban coloreadas por el frío y el alcohol, estuvo a punto de echarse sobre mí de nuevo cuando escuchamos voces que venían de la entrada del edificio.

Por un segundo agradecí la presencia de la pareja que acababa de llegar a la entrada de Shelüne, hasta que al acercarnos lo suficiente vi de quien se trataba…y lo que hacía…

-          Uy, al parecen han vuelto antes de tiempo… ¡vamos a saludarlos!

Mis piernas reaccionaron al tirón del brazo de Violeta, moviéndose mecánicamente mientras notaba como mi pecho se retorcía con cada centímetro que las manos de ese desconocido recorrían del cuerpo que veneraba desde el primer día que lo tuve entre mis brazos.


Por un segundo deseé estar a solas para hacer con él lo mismo que hice con el maldito vampiro que osó tocarla, pero enseguida me di cuenta de lo estúpido e irracional que era ese pensamiento.

Estaba celoso, y mucho. Y quería destrozarlo. Pero yo no era así. Así que hice de tripas corazón y me acerqué junto a Violeta, hasta que llegamos a las escaleras donde la panorámica era aun peor.

La suerte es que se me habían quitado las ganas de comer, y eso incluía el cuello de mi acompañante.


¿Pero que patética forma de besar era esa? ¿Me había sustituido por un estafermo? Tuve la suerte de que Violeta no fuese demasiado sutil y decidiese interrumpirles antes de que se emocionaran.

-          ¡Buenas tortolitos! – exclamó sonriente.

Casi los mata de un susto, pero funcionó y ambos se giraron a la vez para mirarnos.

Los ojos de Alidaen se clavaron inmediatamente en los míos, quedándose por unos segundos completamente fuera de combate. Yo le devolví la mirada con frialdad y esperé a que reaccionara.


Sus dedos se aferraron con más fuerza al brazo de aquel tipo y él lo pasó por delante de ella protectoramente al notar como sus piernas flojeaban un poco.

-          Perdonar la interrupción chicos, pero pensaba enseñarle la compañía a nuestro nuevo fichaje y estáis justo en la puerta…

-          ¿Nuevo fichaje? – preguntó él.

-          ¡Oh cierto! ¡Que no os conocéis! ¡Os presento al nuevo cantante de Ligthning!

Entonces reaccionó sacudiendo un poco la cabeza.

-          ¿C-cómo dices…? – preguntó sin apartar la vista de mí.

-          Creía que Lande te había hablado de él – contestó sin dejar de sonreír – bueno no importa, ya te lo explico yo luego.  

Lo cierto es que verla allí, y no sólo por el dichoso beso, me dejó bastante desconcertado. Pero en ese momento no me hice demasiadas preguntas, tan sólo podía centrarme en una cosa:

Controlar las ganas de arrancarle la garganta al tío que seguía sin soltarla.

-          Él es Arian…o Valo, como os guste más – miró sonriente a la pareja – ella es…

-          Alice, me llamo Alice – respondió nerviosa la aludida, apartándose en seguida de su acompañante.


Las piezas comenzaron a encajar mejor en mi cabeza al escuchar ese nombre, dejando mi confusión inicial a un lado. Pero no los celos.

-          Se llama Alice – repitió Violeta, extrañada por su rápida intervención.

-          Alice…- respondí esbozando una irónica sonrisa – me alegra verte de nuevo.

La sorpresa de los presentes ante mi respuesta fue más que evidente.

-          ¿Os conocéis? – preguntaron.

-          Si – dije.

-          No – contestó a la misma vez.

Miré fijamente a Alidaen, o Alice…y esperé con satisfacción a que respondiese ella para ver qué se le ocurría para salir del atolladero. Parecía cada vez más nerviosa y yo disfrutaba viendo su reacción casi tanto como el otro de sus labios antes de que llegásemos. 


-          No mucho…- comenzó a decir lentamente – en realidad s-sólo de vista…de un par de veces y eso, no más.

-          Y os conocisteis en… - al ver su cara Violeta pareció sospechar, cosa que al parecer la puso aun más nerviosa y le hizo bajar la mirada con timidez.

Trataba por todos los medios de evitar mi mirada, no me hacía falta leer la mente para saber que estaba pensando en lo bien que nos conocíamos en realidad.

-          Lo conocí en…

-          Toqué en el bar en el que ella era camarera – expliqué con calma.

Los ánimos se relajaron al instante con mi respuesta. Y el chico vio la oportunidad perfecta para presentarse.

-          Genial, os conocéis todos. Yo soy Francessco.


Ni le miré, pero asentí mirando a Alidaen para que supiese que le había escuchado y me interesaba bien poco quien era él. Estaba más interesado en su chica.

-          ¡Que bien! Así que ya le has visto en acción.

-          Y tanto – respondió inconscientemente, apunto estuve de echarme a reír al ver su cara de circunstancia cuando se dio cuenta de que había pensado en voz alta – quiero decir…sssi, claro. Es bueno.

-          Estoy deseando verlo – dijo la pelirroja mirándome con cierta picardía.

Creo que el tal Francessco era el único que pensaba en la música en esos momentos. A decir verdad no parecía muy puesto en eso del lenguaje no verbal.

-          ¿Y qué instrumento tocas?

-          Pfff…jijiji – a la pelirroja le dio la risa floja.


-          La guitarra – respondí esta vez centrándome en él.

En realidad el pobre no tenía la culpa de nada, y no era propio de mí comportarme como un mezquino envidioso, así que hice un esfuerzo para parecer lo más agradable e indiferente posible ante lo que acababa de ver.

-          Aunque se me da bien tocar otros instrumentos de cuerda.

-          Veremos que bien se te da tocarlos, si – interrumpió Violeta cogiéndome del brazo – ahora ven…que te voy a enseñar la compañía.

-          ¡No! – exclamó Alidaen de pronto – no le invites a entrar.

Aunque suponía lo que Violeta pretendía, no eran celos los que vi en su mirada. Sino preocupación y miedo. Lo que hizo que me doliese aun más aquella reacción.


No sólo no parecía importarle demasiado que su compañera quisiese llevarme a la cama, sino que además temía que fuese un vampiro. No quería que yo entrase pues no confiaba en mí.

Y en el fondo tampoco podía culparla después de lo que había visto. Pero esperaba que fuese inteligente y no me delatase.

Violeta entrecerró los ojos mirando a Francessco.

-          ¿Se puede saber que le has dado tú de beber?

-          ¿Eh? Yo nada. Coca cola nada más.

-          No estoy borracha – se defendió – es que…hay ratas. Una asquerosa plaga…no te lo hemos dicho porque ya sabes como te pones cuando ves una.

-          ¿Ratas? ¡¿Una plaga el día antes del recital?!


-          En realidad fumigaron esta tarde – intentó calmarla.

-          ¿Entonces ya se puede entrar?

-          No, digo…si…pero no sería conveniente que él entrase, está todo manga por hombro.

-          Pero…

Violeta se volvió hacia mí esperando que yo dijese algo, Alidaen dio varios pasos hacia ella mirándola preocupada y Francessco se quedó delante de la puerta sin enterarse mucho de lo que ocurría.

-          Yo ya me iba, sólo vine a acompañarla – contesté aparentando frialdad.

-          ¿Te vas ya?

-          Mañana tengo que trabajar y no quería acostarme muy tarde.


En el fondo me había dado la excusa perfecta para largarme de allí, me sentía dolido por su desconfianza pero sabía que alejarme era lo mejor teniendo en cuenta que mi sed aun no estaba aplacada. Al fin y al cabo ya tenía más información de la que había esperado encontrar esa noche.

-          Oh…bueno – se la veía algo decepcionada, pero no añadió mucho más al ver el gesto de su amiga – no te preocupes, otro día.

A pesar de la borrachera parecían entenderse bien, y yo me alegraba que hubiese encontrado allí dentro a gente en la que podía confiar.

Aunque me jodía verle en brazos de otro, y en ese momento no tenía muchas ganas de enfrentarme a eso. Aunque no lo aparentase exteriormente yo estaba tan nervioso por tenerla cerca como ella de verme a mí.

-          Claro, otro día.

Me di la vuelta lanzándole una última mirada a Alidaen.


-          Me alegra ver que estás bien.

Ella se cogió al brazo de Violeta y asintió con la cabeza. Esbozando una sonrisa tirante.

-          Lo mismo digo.

Nos despedimos y volví a mi moto. Nuestras miradas se encontraron una última vez a través del retrovisor.


-          Volveremos a vernos.

Y antes de lo previsto, pues ahora sí que no pensaba faltar a ese recital.