martes, 26 de junio de 2012

Nuevos dibujos y un agradecimiento muy especial ^^

¡Hola a tod@s!

Hoy no traigo actu, pero tengo algo mucho mejor que me encantaría compartir con vosotros y se trata de unos cuantos dibujos sobre los personajes, hechos por dos de mis chicas favoritas y una artista de Deviantart a la que le pedí dos dibujos de los protagonistas de la serie.

El primero es una petición especial que hice a mi querida Mexe, que es una máquina haciendo chibis y fue tan amable de hacerme uno de Ali y Thaerion juntos. Se le ven tan monos...(adoro la carita de Thae xD)

Thaerion & Alidaen versión chibi por Mexe:


Y el segundo dibujo fue una sorpresa que no esperaba y me hizo muchísima ilusión al verla colgada en Facebook *.* , hecha por mi querida Milk que ha sabido plasmar a la perfección todo el drama que encierra el amor entre Thaerion y Alidaen. ¿No es precioso?

Alidaen & Thaerion por Celeste:


¡Muchísimas gracias por mandarme vuestros dibujos chicas! ¡Los adoro! Me hace muchísima ilusión cuando veo a los personajes de la serie retratados por vosotros, ¡ojalá yo supiera dibujar para poder hacerlo también!

Los otros dos dibujos son dos comisiones que pedí a una artista de deviantart de los protagonistas de mi serie, ¡espero que os gusten también! (si hacéis clic en su nombre podréis acceder a su galería ^^)

Alidaen y Thaerion por sionra:
 (le falta la peca debajo del ojo, pero tiene el colgante de llave! xD)
Y bueno...por último decir que no puedo creérmelo...¡pero ya son más de 50.000 visitas las que tiene el blog! Hace poquito cumplió su primer año y la verdad es que si me lo dicen el año pasado no me lo habría creído.

No sabéis lo mucho que agradezco todas vuestras visitas, vuestros comentarios y el cariño que demostráis al seguir leyendo esta historia después de estar un año entero con ella. Espero que os siga gustando y teneros por aquí por mucho más tiempo, porque sin vuestro apoyo esto no sería lo mismo.

¡Un beso enorme y nos vemos en la siguiente actu! (que esta vez toca actualizar relato y va a revelar muchos datos importantes sobre la historia, y dejar unas cuantas intrigas relacionadas con los Laremion)

domingo, 24 de junio de 2012

¡Nuevo capítulo!

¡Buenas tardes!

Aquí os traigo un nuevo capítulo recien salido del horno (o del disco duro). Este es más corto y ha sido mucho más sencillo de hacer, pero bueno...tiene su gracia.

Se que no es lo que esperábais pero...no todo lo que pase tiene que ser demasiado malo ¿o sí...? Os dejo que hagáis vuestras suposiciones.

Como pista diré que estéis atentos al diálogo, ya que hay cierto detalle que creo que os puede sorprender, pues podría romper con algunas conjeturas que se hicieron en capítulos anteriores y revelar parte de la trama que vendrá más adelante ;)

También os comento que hay un fallo muy tonto en las imágenes y en el que he caído una vez tenía todas las screens hechas, y es el dichoso colgante, que en una parte veréis que está y en otra ya no. La cosa es que debería haberlo llevado en el anterior capítulo con el pijama, pero no me di cuenta de que ese atuendo no lo tenía aun colocado (para la próxima a ver si no se me olvida >_<U)

En fin no me enrollo más, ¡muchísimas gracias por leer y comentar! ¡y espero que os guste!

PD1: Sugar, este capítulo te lo dedico especialmente a tí...creo que ya sabrás por qué ;)

PD2: Las poses de las imágenes 09 a la 13 son mías.

Capítulo XVII: El visitante nocturno



No me dio tiempo a alcanzarla antes de que saliese corriendo por los pasillos hacia fuera.

Las calles estaban vacías y en silencio, aunque de vez en cuando algún taxi hacía su ruta nocturna por la carretera.

-          ¡Becca ven aquí! – no quería gritar demasiado para no alertar a todo el mundo, pero estaba bastante preocupada temiendo que le diese por cruzar la carretera.

Maldita sea, eran mi responsabilidad ¿cómo se me había ocurrido quedarme dormida?

Ella siguió corriendo hasta llegar a la parte trasera de la Compañía, donde estaban los contenedores de basura y las escaleras de emergencia que daban a la parte superior del edificio.


Becca se paró delante del depósito de metal y antes de que pudiese llegar hasta ella apareció una figura envuelta en una gabardina negra hasta los tobillos que me resultaba bastante familiar. Llevaba una tela oscura colgando de uno de los brazos, que dejó sobre un arbusto, y una capucha ocultando su rostro. Pero no tardé en reconocerlo.

-          Bien hecho pequeña – su voz sonaba jovial - te has ganado esto…- se agachó y le tendió una especie de libro.

La niña lo abrazó contra su pecho y le miró con ojos llorosos.


-          ¿Vas a comerme? – preguntó asustada.

-          Yo no como princesas tan pequeñas y guapas – contestó con diversión - espero que crezcan para convertirlas en mis esposas.

Los ojos de la niña se abrieron de par en par, posándolos en los ojos del vampiro, que aprovechó el contacto visual para usar su poder. Yo intenté avisarla antes de que lo hiciese y llamar su atención, pero era como si no existiera en ese momento. El vampiro siguió hablando.


-          Ahora vuelve dentro y descansa, y recuerda que debes guardar nuestro secreto y no decirle a nadie que me has visto.

Le hizo un guiño y Becca asintió. Y sin decir nada más volvió a la Compañía, en un estado parecido al de un sonámbulo que temía interrumpir con el sonido de mi voz.

Intenté seguirla, pero el vampiro hizo que lo pensase mejor.

-          Yo no daría ni un paso más – me advirtió sin abandonar el ese tono agradable y algo burlón. – Aun podría decirle que cruzase la carretera. Y dicen que es peligroso.

En ese momento pasó un coche de color rojo con la música a toda voz bastante rápido. Fue una casualidad, pero sirvió para dejar mucho más clara su advertencia.


Apreté los puños pero me quedé en el mismo lugar que estaba, tratando de mantenerme tranquila.

Él se acercó a mí, bajando la capucha para dejar a la vista su sonriente rostro.

Por desgracia mis suposiciones eran ciertas: se trataba del joven vampiro que conocí la noche que acudí al Darkness y que me encontró en el bosque.

-          Parece que no te alegras de verme – dijo.

-          Pues no – contesté mirando al frente.


Si le ofendí no lo noté, ya que seguía sin borrar esa sonrisa socarrona de la cara.

-          Que pena, y yo que pensaba que me echarías de menos…

-          ¿Se puede saber qué quieres?

Siguió caminando hasta colocarse a unos centímetros de mí, sin llegar a tocarme pero lo suficientemente cerca para notar el aura fría que emanaba a su alrededor.

-          Sólo quería verte – su voz sonada bastante franca. – Desde nuestra precipitada despedida no he dejado de pensar en ti.

Estuve a punto de mirarle para ver si se estaba burlando, pero bajé la mirada enseguida al recordar que debía evitar hacerlo. Ya no estaba borracha, ni tampoco subyugada por ningún vampiro. Y era completamente consciente de que corría peligro.


Y que un vampiro pensase en mí no era sinónimo de algo bueno.

-          Puedes mirarme, te prometo que no usaré ningún poder contigo…al menos durante esta noche.

-          No.

-          ¿Tan desagradable te parezco? – preguntó con sorna. – Dicen que soy de los más atractivos de mi especie.


-          Y seguro que también el más modesto – murmuré.

Si, era atractivo, demasiado. Pero no pensaba admitirlo en voz alta. Elevar el ego de un vampiro, que por lo poco que sabía de ellos solía estar muy por encima de lo normal, no entraba dentro de mis planes.

También los tigres me parecen hermosos y eso no significa que me atraiga la idea de ser mordida por uno de ellos.

-          No te sientas mal por lo que voy a decirte, pero prefiero revolcarme en un montón de mierda a volver a mirar uno de los tuyos – contesté sin andarme por las ramas.

Tenía sueño, y ser sutil no es mi fuerte cuando interrumpen mi descanso.

-          Oh…vaya – supuse que haría una mueca de asco por el tono de su voz – eso es una guarrada.

Antes de contestarle ya tenía su mano en mi barbilla haciendo suficiente fuerza para que alzase la mirada del suelo.

Dejé de resistirme en cuanto noté sus uñas clavándose en mi piel y vi que era inútil forcejear, pero aun así me esforcé por mantener los ojos cerrados con fuerza.

-          ¿Por qué te resistes? – dejó de aplicar fuerza y acarició la zona con la yema de sus dedos. - ¿Temes perder el control y lanzarte en mis brazos?

-          No confío en ti, simplemente. Y no tengo ningún interés en mirarte.

-          ¿De verdad? – noté que acercaba su rostro por la cercanía de su voz. – Entonces tendré que hacer que abras los ojos para que te des cuenta de lo que te estás perdiendo.


-          No creo que me pierda nada que no conozca ya, así que no te esfuerces.

-          Oh preciosa…hay muchas cosas que te quedan aun por conocer de mí – contestó con voz insinuante.

-          Y seguro que no son buenas.

-          Abre los ojos y verás.

-          No – repetí.

-          Entonces me vas a tener que obligar a usar mi mejor arma… - me amenazó con calma.

-          Acabas de decir que hoy no usarás tu poder – le recordé. - ¿Vas a incumplir tu promesa? ¿Y crees que así confiaré en ti?

-          ¿Quién ha dicho que vaya a usar mis poderes? Sólo voy a…


Acercó sus labios para recorrer con suavidad la línea de mi mandíbula hasta llegar a mi oído, mientras yo permanecía rígida como un muro de hormigón intentando sofocar los latidos histéricos de mi pecho. 

Tener a un vampiro jugueteando con mi cuello no era una experiencia demasiado relajante, y aunque en otro caso puede que hubiese resultado bastante sensual, mi instinto no dejaba de repetirme una y otra vez la misma palabra: peligro.

¿Qué narices pretendía ese imbécil? ¿Qué me diese un ataque al corazón?

-          ¿Quieres que siga? – susurró besando con suavidad la punta de mi oreja.


-          No.

-          Entonces abre los ojos.

Por desgracia estaba funcionando, ya empezaba a flaquear.

-          No…- repetí con un nudo en la garganta.

-          Pues seguiré…- mientras hablaba volvió a hacer el mismo recorrido con su boca hasta bajar a la comisura de mis labios.

-          Basta- le pedí.

Pero él continuó besándome, demasiado cerca de mi boca para poder mantener la calma. Y volvió a pedírmelo. Casi podía sentir el sabor de sus labios contra los míos de lo cerca que estaban. Y aunque no quería hacerlo algo me empujaba a dejar de luchar contra él simplemente para saber lo que vendría a continuación.


-          Estoy deseando hacerlo…y sé que tu también – admitió - pero si abres los ojos y me miras lo dejaré.

-          Está bien – dije, rindiéndome finalmente a sus amenazas.

Abrí los ojos y le lancé una mirada helada para intentar demostrar que sus juegos no me resultaban nada agradables. Él se apartó a regañadientes.

-          ¿Ya, tan pronto? – parecía decepcionado – con lo bien que me lo estaba pasando.

-          No vuelvas a hacer algo así - le advertí con la mandíbula apretada.


Aunque teniendo en cuenta lo que era y su poder resultaba bastante inútil amenazarlo, estaba claro que sólo quería jugar conmigo.

-          Sólo me estaba divirtiendo un poco. Además, como ves cumplo mis promesas…no he usado ningún poder y ahora podemos charlar como personas civilizadas. Me gusta que me miren cuando hablo.

-          Eres un maldito engreído, ¿lo sabías?

-          Es parte de mi encanto – sonrió mostrando sus colmillos afilados.


Era tan guapo como lo recordaba, y a su manera encantador, pero seguía sin tener ningún interés en socializar con un ser como él sólo por el hecho de resultarme atractivo. No después de saber la verdad sobre los vampiros.

-          Dime a qué has venido y déjame marchar de una vez.

-          Aunque no me creas, no he venido a hacerte nada malo.

-          ¿Y esta es forma de presentarse? ¿Engañando a una pobre niña inocente para usarla de cebo?

-          Yo no tengo la culpa de que te escondas en lugares a los que no puedo acceder, tenía que atraerte de algún modo.

-          ¿Para qué? ¿Qué quieres de mí?

-          Sólo quiero conocerte – dijo, mirándome a los ojos fijamente.


Temí volver a caer en el influjo de un vampiro, pero tal como prometió no utilizó ningún poder para someterme. O si lo hizo no lo noté.

-          ¿Y si yo no tengo ningún interés en hacerlo?

-          Entonces me esforzaré un poco más – contestó, ampliando su sonrisa.

Era duro de mollera el condenado…

-          ¿Cómo me has encontrado? – decidí cambiar de tema al ver que no conseguiría nada llevándole la contraria, y deseando poder acabar con aquello enseguida.

-          Te dejaste esto en el club ¿recuerdas?

Me tendió el abrigo que había dejado enganchado en una rama, y también el móvil que Violeta y Ángela me habían regalado. Ya me había olvidado de ellos.


-          Resulta que al parecer…- siguió hablando - los GPS sirven para guiarte a los sitios para no perderte, y fíjate que casualidad, la dirección de tu “casa” estaba guardada como principal destino. Por cierto…te quedaste sin batería.

Putos móviles y putos GPS de las narices, ya sabía yo que la tecnología no podía traer nada bueno a mi vida.

-          Sólo te faltó haberme dejado un caminito de migas hasta tu cuarto – bromeó. – Te aseguro que lo hubiese seguido encantado.


-          Muy gracioso…

-          Deberías ponerte el abrigo, hace frío y aunque me encanta verte con ese ummm…curioso atuendo… - observó mi pijama de ovejas. Por algún motivo tenía cierta fijación por esos animales a la hora de dormir y se me había olvidado las pintas que tenía en ese momento. – No quisiera que te quedases helada.


Tenía tanto miedo que casi me había olvidado del frío que hacía en la calle, y más a esas horas. Pensé en ignorar su consejo por pura rebeldía, pero la única que iba a pasarlo mal iba a ser yo helándome y probablemente resfriándome al día siguiente, así que me coloqué el abrigo sin emitir ninguna queja.

-          ¿A qué viene ese odio irracional hacia mi persona? – preguntó mientras me abrigaba.

-          No creo que la palabra irracional pueda aplicarse en este caso.

-          ¿Es por lo que soy, verdad?

-          ¿Tú qué crees?


Responder a sus preguntas con sinceridad estaba siendo más sencillo de lo que pensaba. Había algo en ese vampiro que parecía distinto a lo que había visto anteriormente, quizás porque no sentía la necesidad de medir mis palabras como había pasado con esa tal Isabella, o incluso con Susie.

Al menos a simple vista no parecía hambriento, lo que me tranquilizaba bastante.

-          No todos los vampiros somos iguales ¿sabes? – por primera vez se puso serio para hablar, pero sólo duró hasta mi siguiente pregunta.


-          ¿Ah no? ¿No a todos los vampiros os gusta beber la sangre de los vivos?

-          Bueno eso sí – contestó con una sonrisa inocentemente falsa - De hecho me gusta demasiado. Pero tranquila, no pienso beber la tuya hasta que tú me lo pidas.

-          ¿Hasta que yo te lo pida? ¿Estás de broma, no?

Me miró a los ojos.

-          No.


Decidí seguirle el juego.

-          ¿Y qué pasa si te lo pido nunca?

-          Lo veo improbable pero…si se diese el caso no te forzaría a hacerlo.

-          ¿Lo prometes?

-          Lo prometo.

-          ¿Y a qué viene ese interés por conocerme? – pregunté por curiosidad.

-          Porque me gustas.


Recordaba haber oído lo mismo antes de que aquel lobo apareciese y parecía sincero, pero no le conocía de nada y no sería raro pensar que aquello era solo pura fachada. Yo no era nada del otro mundo, bueno...teóricamente sí era de otro mundo. Pero no era ni una súper modelo como las mujeres que visitaban ese club y sus amigas vampiresas, ni alguien que pudiese resultar interesante, de hecho siempre me había considerado bastante simplona. Físicamente podría decirse que era atractiva, pero mi belleza no tenía mucho que ver con el ideal masculino que se destilaba en estos tiempos, ni siquiera me preocupaba por vestir en condiciones o pasarme horas delante de un espejo retocándome.

En resumen, creo que dejaba bastante que desear para ser una supuesta ninfa.

-          ¿No vas a decir nada? – preguntó, algo dolido al ver mi falta de emoción ante su confesión.


Pero yo no quería seguir tocando ese tema. No cuando “gustar” a un vampiro significaba acabar metida en la cama con un par de colmillos clavados en el cuello. Y por muy atractivo y agradable que éste fuese, ya había rebasado mi cupo de absorciones para toda una vida.

Así que decidí cambiar de tema.

-          ¿Qué pasó con el lobo?

Alzó una ceja extrañado por mi respuesta, pero se encogió de hombros y volvió a contestar de forma animada.

-          Bueno, estuvimos haciendo algo de ejercicio por el bosque, pero me entró sueño y tuve que dejar nuestros juegos para otro día.

-          Así que huiste – respondí.

Empezaba a divertirme a su costa y sabía que aquello no era sano…pero él no se molestaba por nada, de hecho respondía con franqueza y con una amplia sonrisa a mis preguntas.

-          Era una loba bastante insistente… – contestó intentando excusarse con un guiño - y tenía unos cuantos amigos algo furiosos…


-          Así que digamos que tuve que provocar una pequeña distracción para que me dejase ir.

-          ¿Qué hiciste?

Él inclinó la cabeza hacia un lado y sonrió de nuevo.

-          Es un secreto que quizás algún día te cuente.

-          ¿Algún día…? ¿Eso quiere decir que tengo que volver a verte?

No hice nada por disimular mi falta de entusiasmo ante la idea, pero eso a él no le importó.

-          Así es – contestó entrecerrando los ojos de forma provocativa. - Y espero que para entonces dejes de ser tan hostil conmigo y empieces a mostrarte algo más…cooperativa.

-          ¿Me estás amenazando?

-          No, te estoy invitando a conocerme. No todas tienen la suerte de poder hacerlo.

Rodé los ojos y dejé de pensar en ello. Seguro que no era nada bueno lo que había hecho para quitarse de en medio a esos lobos.

-          ¿Cómo sabes que era hembra?

Cuando le escuché en mi cabeza me pareció que su voz sonaba masculina, claro que tampoco es que estuviese en plenas facultades mentales…

-          Tengo bastante ojo para esas cosas, además…probamos unas cuantas posturas durante nuestro “juego”, digamos que tuve su…

-          Vale, me hago una idea - le corté, llevándome la mano a la cara en un gesto cansado.

-          …bastante cerca – terminó con un gesto soez seguido de una pícara sonrisa.

-          ¿Te das cuenta de lo asqueroso y raro que parece que hables así de un animal? En serio…los vampiros estáis enfermos.


Él se encogió de hombros.

-          Bueno, técnicamente no es un animal. Y yo no tengo la culpa de ser así de curioso.

Estuve a punto de preguntarle a qué se refería, recordando que le había llamado “Fenris”, pero cambió de tema antes de que me atreviese a hacerlo.

-          ¿Puedo preguntarte algo? – no esperó a que contestase - ¿Qué es exactamente lo que te hace odiarnos tanto?

-          ¿Quieres una lista completa o la versión resumida?

-          Déjame adivinar…- se quedó mirándome pensativamente, dando vueltas a mí alrededor mientras se mesaba la perilla – un vampiro se comió a tus papis…


Entrecerré los ojos molesta por el tono burlón que empleó para decirlo.

-          Sois crueles y despreciables – dije furiosa - ¿No te parece suficiente motivo?

-          No perdona – replicó alzando un dedo y colocándolo delante de mi cara. – Sólo algunos vampiros son despreciables – volvió a sonreír con engreimiento, – yo soy un encanto.

-          Has engañado a una niña de cinco años para que viniese hasta aquí sola y amenazado con ordenarle que cruzase la carretera con el riesgo que eso conlleva, ¿y te atreves a decirme que no eres despreciable?


-          Hmmm…- se pasó la mano por la mejilla – solo era un farol para conseguir que te quedaras, sabía que no te negarías.

-          Mientes…

Acercó un poco más el rostro hacia el mío y se inclinó para que nuestros ojos quedasen a la misma altura. Puede que fuese bastante estúpido por mi parte, pero me había envalentonado tanto que casi había olvidado el poder que podría ejercer sobre mí si quisiera.

-          No vuelvas a llamarme mentiroso – me ordenó, el rojo de sus ojos brilló ligeramente, dando un toque amenazante a su mirada. Aunque sin borrar la diversión de su rostro.


-          Entonces no me des motivos para que lo haga – contesté desafiante.

Las comisuras de sus labios se curvaron un poco más hacia arriba.

-          Eres peor que un grano en el culo, ¿lo sabías?

Estuve a punto de echarme a reír, no era la primera vez que me decían algo así, pero resultaba divertido viniendo de un vampiro. Digamos que sonaba…bastante humano.

-          Y encima sin modales. ¿Dónde ha quedado la caballerosidad vampírica de la que hablan las novelas?

-          Oh así que lees novelas sobre nosotros – se hizo el sorprendido. – Quizás no nos odias tanto como parece y sólo estás intentando hacerte la dura para ver cuanto aguanto antes de…- hizo una pausa para pasarse la lengua por los dientes y mostrarlos sonriente - darte un bocado.

Maldita sea, ¡ese vampiro era exasperante! ¿Es que no se rendía nunca?

-          O quizás esté intentando averiguar vuestros puntos débiles para saber por donde meterte una estaca de madera y acabar con tu insufrible charla de una vez – le devolví la sonrisa sin perder el contacto visual con sus ojos.

Sabía que estaba tentando a la suerte, pero mi parte rebelde e insensata parecía divertirse demasiado ante la oportunidad de rebelarse a un ser tan peligroso.

-          Como sigas mirándome así voy a tener que darte motivos de verdad para odiarme – advirtió divertido ante mi seguridad.

-          Ya lo hago, y ni siquiera te conozco.

-          Pero te mueres por hacerlo – susurró acercándose un poco más.

-          Aquí el único que se muere por algo eres tú – contesté cortante. - ¿Puedo irme ya?

-          ¡Oh! ¿Y dices que nosotros somos crueles?

-          Yo al menos no me aprovecho de los débiles.

-          Cierto, prefieres retar a al peligro y burlarte en su cara porque sabes que en el fondo te encanta…

Al inclinarse hacia mí vi sus intenciones muy claras.

Me aparté bruscamente de él y me di la vuelta antes de que se atreviese a hacerlo, dejándolo con un palmo de narices.

Y esperando que no me impidiese marcharme comencé a andar hacia la Compañía. Él no hizo amago de detenerme, pero vi como sus ojos hacían el recorrido de mi cuerpo hasta el trasero cuando le di la espalda.

-          ¿Ni siquiera me vas a preguntar cómo me llamo?

-          Déjame adivinar…- me giré de medio lado para echarle una última mirada, parecía algo sorprendido por mi falta de interés. – Tienes cara de “Plasta”

-          Nunca pensé que las ninfas fuesen tan bocazas.

-          Es parte de mi encanto – sonreí imitando su voz.


Él negó con la cabeza con un gesto satisfecho en el rostro.

-          Aprendes rápido, muñeca. Pero no creas que has ganado, no voy a rendirme tan pronto – me amenazó.

-          Y yo no pienso caer en tus juegos, así que ve haciéndote a la idea y buscándote otra “víctima”. Seguro que tienes unas cuantas dispuestas en ese club que frecuentas.

-          Ninguna como tú.

-          Eso está claro…a mí no me van los chupasangres.

-          ¿Ah no? No es lo que parecía el otro día… ¿ya te has olvidado del músico?


Thaerion…

¿Él también se alimentaba de sangre? ¿También era vampiro…? No…su corazón latía, sé que lo hacía…Él no…

Pero estuvo tentado a hacerlo…eso también lo vi, y aunque quisiera no podía negarlo. ¿Thaerion era como ellos…?

No esperé a qué dijese nada para seguir mi camino con un nudo en la garganta, pero antes de entrar en el edificio volví a escuchar su voz demasiado cerca, a pesar de que no pareció moverse en ningún momento.

-          Me llamo Dale, no lo olvides...      
         
No volví la vista atrás hasta haberme asegurado de estar a salvo dentro de la Compañía. Pero cuando lo hice ya se había ido.

Suspiré aliviada, alegrándome de haber sobrevivido a otro encuentro vampírico…pero temiendo que aquello se repitiese más adelante. Al fin y al cabo ya sabían donde me escondía...

Y lo que más me asustaba era que no decidiese acudir sólo.

(Siguiente capítulo)
(Comentario sobre este capítulo)
(Capítulo anterior)