domingo, 22 de marzo de 2015

¡Nuevo capítulo!

¡Buenas noches!

Aquí os dejo un nuevo capítulo de la serie, disculpar por los errores que haya podido cometer, sobre todo aquellos más técnicos relacionados con la operación, no he querido profundizar mucho en ella para no meter demasiado la pata, pero seguro que se me ha escapado algo.

En el siguiente volveremos a ver a Alidaen, que ya tocaba, y nos acercaremos aún más al final de la temporada, a la que le faltan ya cuatro capis más.

Estoy intentando tardar menos en actualizar para dejarla lista pronto y poder introducir un par de relatos que ya tengo escritos, que como ya comenté por Facebook serán algo subiditos de tono e incluirán a personajes secundarios de la historia.

Y bueno, de momento no tengo mucha más que decir. ¡Espero que disfrutéis de la lectura!

¡Un besazo!

Capítulo XXX: El fondo del lago

(Recuerdos de Graham, tres años antes)


-          ¡Pasa!
Hamming la agarraba del pelo mientras la conducía hasta el interior del edificio.

Era muy bonita, pero tenía la cara congestionada por el miedo. Graham no pensaba que fuese tan joven.
Los perros ladraron ante el escándalo que estaban montando y el cirujano cerró las puertas de la valla antes de que pudiese pasar alguien.

El coche de Hamming estaba aparcado de mala manera en medio de jardín y le había destrozado uno de sus gnomos favoritos.

- Entra de una vez – le ordenó dándole un firme empujón que la hizo tropezar contra el escalón situado en la entrada.
Graham se agachó para ayudarle a levantarse, y la mirada suplicante que clavó en él le hizo sentirse culpable de inmediato. Pero no había marcha atrás, el trato ya estaba cerrado y nadie correría ningún peligro con aquello.

- Por favor…no me haga daño.
Era lo mejor para todos, se lo había estado repitiendo desde que el momento que aceptó aquella locura.

-          Vamos, vamos…no te va a pasar nada – intentó tranquilizarla usando el mismo tono de voz que había usado antes con su hijita cuando se caía y se rozaba las rodillas.

Hacía bastantes años de eso, pero aun recordada aquella época con cariño.
-          Lleva resistiéndose todo el camino y no se cansa. Me ha arañado la tapicería de cuero del asiento. ¿Tienes algo para tranquilizarla?

-          No creo que sea necesario – creía que usando un tono suave con ella funcionaría, conocía demasiado bien a Hamming cuando se enfadaba y era difícil no sentirse amenazado en su presencia. – Vas a ser una buena chica ¿verdad? – sonrió afablemente - Estás entre amigos.
La chica le miró fijamente y le dio un cabezazo en los dientes cuando se acercó más de la cuenta para acariciarle el pelo como si fuese un gatito desvalido.

Graham se llevó las manos a la boca soltando un penoso quejido que acalló con sus manos.

A Johan debió de parecerle divertido, pues soltó una risotada.
-          Te advertí que era algo salvaje. Ahora haz el favor y trae la dichosa morfina.

***

“Qué bonita es…”, le hubiese encantado poder acariciarla de otra manera.
-          Deja de mirarle así y haz tu trabajo – ordenó Johan.

-          S-si…ya voy.

Graham salió de su ensoñamiento y terminó de ajustar las correas a sus muñecas y tobillos.

Era difícil que despertase con la cantidad de morfina que le había suministrado, pero no estaba de más ser precavidos.

No le gustaba trabajar con espectadores, por lo general prefería algo más de intimidad con sus pacientes, pero Hamming se negaba a separarse de ella.
-          Como le pongas un dedo encima de manera inapropiada te lo corto – le había amenazado con uno de sus bisturís en la mano.

Graham le miró indignado. Nunca había abusado de sus clientas mientras dormían. Al menos no de esa forma.

Pero no podía negar que la idea en sí resultaba muy tentadora.

Era cierto que las había tocado antes, pero era parte de su trabajo, debía examinarlas bien para no cometer errores. Y a veces era imposible resistirse a una inocente caricia.

-          ¿Cuánto tardarás en hacerlo?
-          Tengo que hacer unas pruebas previas antes de realizar la histerectomía y la extracción de los ovarios. Es una muchacha sana y fértil, y no sabemos cómo puede reaccionar a una cirugía tan radical, normalmente sólo se aplican en mujeres con problemas muy graves que hacen que sea obligatorio extirpar.

-          ¿Cómo de grave te parece que pueda llegar a dar a luz a una criatura capaz de acabar con todos nosotros?

Viéndola allí tumbada era incapaz de creer que una jovencita tan pura como aquella pudiese cometer semejante acto. Aunque el Maligno poseía gran poder de convicción, y la mayoría de las veces los seres más inofensivos eran los primeros en caer tentados por sus mentiras.
Hamming le había abierto los ojos enseñándole cosas que, de no ser por las pruebas tan claras sobre su existencia, se habría negado a aceptar. Pero todo ello había servido para reforzar su fe y determinación.

El mal se cernía sobre ellos y había que impedir que se propagase con actos radicales pero necesarios.

***

Graham estaba muy confuso. Por mucho que examinase la pantalla donde se mostraba la ecografía no daba crédito a lo que veía.
-          No tiene ningún sentido…

-          Te dije que no era humana. ¿Sigues dudando de mis palabras?

Johan en cambio no parecía sorprendido, pero si impaciente y algo preocupado. No dejaba de observarla mientras dormía ajena a sus planes.

- Su útero, si es que se puede llamar así, no tiene ni el tamaño de una nuez, incluso el de una niña sería más grande, es como…si no se hubiese desarrollado del todo. Y no existen ovarios, ni trompas… ¿qué quieres que extirpe? ¿Y eso de ahí…? Parecen…raíces…o tentáculos… ¿se están moviendo? - negó para sí mismo. - Es imposible que esta niña pueda quedarse embarazada, Hamming. Es estéril.
-          Esta niña, como la llamas, es la única que puede portar el mal en sus entrañas. Y el mal puede tomar muchas formas.

-          Eso es cierto – admitió – pero de ser así por mucho que hagamos no habrá modo de impedirlo. El mal habita en todas partes, puede alojarse dentro de ella si se lo permite.

Sus palabras estaban cargadas de temor ante lo que podría pasar de ser ciertas las palabras de Hamming.

-          No habrá nada que alojar sin lugar para hacerlo – zanjó de golpe. – Extrae el útero, séllalo con masilla o haz lo que te dé la gana, pero hazlo rápido. Tú eres el experto.
En realidad nunca había practicado una cirugía así, no era su competencia, pero estaba bien informado. O eso creía hasta ver el interior de esa criatura.

Esperaba no tener que lamentar haber aceptado un trato así, no quería cargar con una muerte a sus espaldas.

***

Graham se secó el sudor de la frente con la manga. La operación no estaba saliendo como tenía pensado y había estado a punto de echarlo todo a perder en dos ocasiones.
Por si fuera poco la mirada de Hamming detrás del cristal le estaba poniendo cada vez más nervioso.

¿Por qué habría tenido que poner en sus manos tanta responsabilidad?

Lo que debería haber hecho, si tan peligrosa era realmente, es quitársela de en medio. Pero parecía demasiado unido a la muchacha y no se atrevía ni a insinuarlo en voz alta.

***

“Es tan hermosa”, pensaba sin poder apartar la mirada. Levantó con suavidad la sábana que cubría su pecho, bajo la fina tela blanca podía adivinar la forma de sus senos y  admirar el suave movimiento de éstos mecidos por su respiración.
-          ¿Cómo está?

Graham dio un respingo y se separó de golpe de la camilla al escuchar su voz. Johan le miró ceñudo, pero tuvo la amabilidad de no hacer ningún comentario.

Con suerte no se habría dado cuenta de lo que estaba mirando.

-          Mejor, mejor. Estaba comprobando el estado de la cicatriz. Creo que apenas quedará marca.

-          Me alegro, así se olvidará antes de lo que ha pasado.

- Yo no estoy tan seguro, había momentos en los que hubiese jurado que estaba despierta.
-          Eso es imposible.

-          Lo sé, lo sé…pero…

-          Pero nada, espero que no se te ocurra hablar de esto con nadie.

-          Pues claro que no.

-          Bien. ¿Cuándo crees que despertará? Lleva así más de una semana.

-          No lo sé, pero está estable, no debe tardar en hacerlo. Ya ha pasado todo el peligro.

-          Has estado a punto de matarla.
Que le recriminase algo así le ofendía profundamente. Había hecho todo lo que podía por ella e intentado que no sufriese. La operación había sido un éxito. Debería estar más agradecido.

Pero en cambio le miraba como si él tuviese la culpa de que esa joven no fuese humana.

- Pero no lo he hecho. Y debería haberte cobrado el doble.
-          Y yo debería haber dejado que te pudrieses en una celda cuando violaste a esa mujer en tu clínica.

Graham suspiró para sus adentros.

-          Espero que estemos en paz después de esto.

- Lo estamos. Ahora haz lo imposible por despertarla.
***

-          Se ha…escapado…

Trataba de parecer tranquilo, pero la forma en que Hamming lo miraba le asustaba.

-          ¿Cómo que se ha escapado?

- Esta mañana…cuando llegué a la clínica…había desaparecido.
-          ¿Quieres decirme que lleva toda la mañana desaparecida?

-          N-no…no sé cuándo pudo hacerlo, ni cómo…me aseguré de dejarla bien atada a la camilla.

Hamming le dio un empujón para apartarlo y se dirigió hacia el sótano donde se encontraba su laboratorio y clínica. Graham le siguió de cerca, sin atreverse a abrir la boca.

Al llegar, vieron la camilla donde había estado tumbada volcada, en el suelo había tirado parte de su instrumental junto a un afilado bisturí que Hamming alzó para que lo viese.
-          ¿Dejaste esto ahí encima?

-          Y-yo…no me acuerdo.

-          Ahora entiendo por qué te quedaste sin trabajo. Además de pervertido eres un pésimo médico y un inútil. ¿Por qué no le dejas las llaves de tu coche directamente, por si le apetece irse a dar una vuelta?

Parpadeó varias veces.
-          Mierda… ¡mi coche!

***

La muy zorra no sólo había logrado escapar, sino que había estampado su hermoso Mercedes contra la valla trasera del jardín y por el camino había atropellado a unos cuantos gnomos.
-          Al menos…no habrá ido muy lejos – comentó tratando de ser positivo.

Hamming le lanzó una mirada asesina.

- Reza para que la encuentre.
Tras decir esto corrió hasta su coche, que estaba aparcado en la parte delantera de la casa, y fue a buscarla con el bisturí en la mano.

(Hidden Springs, 12 de Marzo de 2011)

La luz del día me trajo de vuelta al presente, y al despertar me inundó el desagradable olor metálico de la sangre.
Me levanté dando tumbos y abrí la ventana para dar una amplia bocanada de aire fresco y tratar de controlar las arcadas.

Volvía a tener la desagradable sensación de haber estado comiendo algo en mal estado, aunque en esta ocasión pude reprimir las ganas de vomitar y mantener la serenidad.

Supuse que al no ser su sangre la de una criatura poderosa me costaría menos asimilarla.

Los recuerdos del cirujano seguían vivos en mi cerebro, pero en esta ocasión los había visto con más claridad y no eran tan confusos.

Era como si yo mismo hubiese formado parte de ellos.
Sabía lo que le habían hecho a Alidaen, la había visto en su cabeza, y también lo que ese cerdo había hecho en ese sótano bajo su casa con otras mujeres. Y aquello era suficiente para hacer que la muerte de ese viejo no pesase sobre mi conciencia.

Posé la mirada en la cama y observé su cadáver con gesto furioso.

Puede que no tuviese nada que ver con las muertes de esas mujeres que Avispa y yo estábamos investigando, pero no era un hombre inocente y merecía morir.

Al menos en esta ocasión me desharía de su cadáver sin lamentarlo.
Bajé hasta la cocina y bebí abundante agua, y me dispuse a preparar todo lo necesario para quitarlo de en medio sin llamar la atención.

Esperé hasta la noche para meter el cadáver en el coche, y aproveché las horas de luz para limpiarlo todo y quemar la ropa de cama sucia y todo aquello que pudiese haberse ensuciado en una de las chimeneas, que luego vacié meticulosamente para evitar que quedasen restos que pudiesen delatarme. También bajé hasta su sótano, y gracias a sus recuerdos pude acceder a toda la información útil que necesitaba para poder moverme por la casa sin activar ninguna alarma.

Recopilé algunos documentos en una carpeta y lo metí todo en mi mochila, también tomé algunas muestras del instrumental de su laboratorio para que Avispa lo analizase y ella misma pudiese comprobar que Graham contaba la verdad sobre su inocencia en el caso de las mujeres asesinadas.
Aunque después de ver al cabronazo de Hamming en los recuerdos de Graham no podía asegurar que las manos del empresario no estuviesen manchadas.

Si Alidaen había tenido realmente algo que ver con su muerte no podía culparla. Sólo de pensar lo que tenía que haber sufrido me hacía desear que viviese para ser yo mismo quien acabase con su vida.

Pasé toda la mañana y la tarde asegurándome de dejarlo todo como estaba, y de que no aparecía nadie que pudiese dar al traste con mi huida.

El teléfono sonó un par de veces, pero salvo por eso nadie reparó en la ausencia de Graham.
También aproveché para llamar a Avispa y contarle por encima lo que había descubierto. Aunque la parte en la que mato al malo me la salté para que la llamada no me saliese tan cara.
Los perros seguían en el jardín, pero ni ellos parecían echarle de menos. Les llené con abundancia varios platos con comida y esperé que no tardasen en darse cuenta de la falta de su dueño.

Tras meter el cuerpo envuelto en el maletero de su propio coche, salí de la casa por la puerta trasera de la valla. La misma que hacía un tiempo, no sé cuánto exactamente, Alidaen había destrozado con el coche del cirujano.
Conduje por el sendero de piedra que se internaba por el bosque. No sé por qué, pero no podía quitarme de la cabeza la imagen del lago donde horas antes había estado observando fijamente.
Tras detenerme en una zona reservada para los coches, tuve que sacar el cadáver y cargarlo durante varios kilómetros hasta internarme en la zona más profunda del bosque y llegar al lago.

El lugar estaba vacío, tal como esperaba, y no tardé demasiado en llevarlo hasta la orilla para depositarlo allí y descansar unos segundos y refrescarme.

En la oscuridad, la superficie del agua se había convertido en un espejo gigante que reflejaba el cielo nocturno y las copas de los árboles que se alzaban para abrazarlo.
Me pareció una tumba demasiado digna para una criatura tan patética, y en seguida me arrepentí de haberla elegido para deshacerme de él.

Pero en cuanto traté de agarrarlo para cargarlo de nuevo y enterrarlo en el bosque, noté que algo lo aferraba con firmeza del pie.

Al principio pensé que se trataba de una rama enganchada en la orilla, pero al fijarme mejor vi que ésta se movía y alargaba para agarrarlo de la pierna y tirar de él con más fuerza.

La rama comenzó a tomar la forma de un brazo femenino, y al mirar hacia abajo dos esferas del color del oro se clavaron en mis ojos dejándome completamente abrumado ante su belleza.
Solté el cuerpo y en ese momento comenzaron a emerger del agua media docena de brazos que se aferraron al cadáver y lo arrastraron lentamente hacia el interior del lago. No pude hacer nada salvo observar la escena sin saber muy bien qué estaba pasando, y sin atreverme a asomarme mejor por si yo acababa también sufriendo el mismo destino.

El sonido de varias voces y risas femeninas me dejó sin habla.

¿Ninfas en ese bosque?

Como si quisieran responder a mi pregunta, una de ellas salió a la superficie meciéndose tan ligera como el agua, y al tocar con sus pies desnudos el suelo, vi que de éste florecía dejando un reguero húmedo lleno de vida allí donde pasaba.
Mi cerebro me pedía que me moviese, que huyese de ahí antes de que fuese demasiado tarde, pero la sola visión de aquella hermosa criatura me dejó anclado a la tierra como si mis pies fuesen raíces cada vez más profundas.

“Estoy perdido”, pensé cuando los brazos de aquel ser se alargaron hacia mí para abrazarme.

-          No tengas miedo…- susurró, y su voz se me antojó el sonido más bello que había escuchado en mi vida.

Y aunque fuese una locura me inundó una enorme calma al tocarme. Cerré los ojos y pude sentir su fresco aliento en mis labios. Olía a tierra mojada, a la lluvia sobre la hierba, a flores silvestres, a vida…a luz. A ella. Alidaen.
Abrí los ojos de nuevo y por unos instantes me pareció verla.

-          Debes ir a buscarla – me dijo, aunque no abrió en ningún momento la boca para pronunciar esas palabras.

Sus labios estaban curvados en una dulce sonrisa, pero sus ojos sin pupilas parecían preocupados.

-          Encuéntrala antes de que ellos lo hagan y tráela antes de que sea demasiado tarde.

-          ¿Traerla? Este lugar está a más de seiscientos kilómetros de Bridgeport.

- Ven.
Me ofreció la mano, y yo la tomé sin dudarlo. Había algo en ella que me inspiraba confianza.

Sin soltarle cogí mi mochila y ella me condujo hasta la orilla. Una vez allí colocó sus manos en mis mejillas y se inclinó para besar mis labios.
Cerré los ojos al sentir el agradable frescor que emanaba de su piel y me relajé al instante a pesar de la intimidad del gesto, que salvo una infinita paz no transmitió otros impulsos a mi cuerpo.

En ese momento noté como algo se aferraba a mis piernas y me arrastraba con suavidad hacia abajo.
Y antes de que pudiese reaccionar, me hundió hasta el fondo del lago.

viernes, 20 de marzo de 2015

PERSONAJE: Chloe Dubois (Avispa)

Música: Ben Howard - Oats in the water


“Voy a pillar a ese cerdo hijo de perra, y cuando lo haga deseará no haber nacido”

Rasgos Generales:

Nombre real: Chloe Dubois
Edad: 25 años
Raza: Humana
Origen: Bridgeport
Signo: Tauro
Color: Negro
Música: Punk
Comida favorita: Hamburguesa doble con queso y pepinillo.
Trabajo: Espía y hacker en “Las Sombras”
Aparece por primera vez en…Capítulo XIII (Primera Temporada)
Familia: Ángela (Hermana), Carol Dubois (Hermana), Aline Dubois (Madre)

Rasgos físicos:

Altura: 1, 55 m.
Peso: 45 Kg.
Ojos: Azules.
Cabello: Negro.
Detalles: Chloe es una chica bajita y extremadamente delgada, a simple vista podría confundirse con una adolescente poco desarrollada o incluso con un chico. Suele llevar el pelo muy corto rapado por  debajo y echado a un lado de la cara. Es muy difícil saber cómo se siente o en qué está pensado ya que su mirada y sus gestos suelen ser siempre neutros. Suele vestir con vaqueros gastados, cazadoras de cuero y camisetas de tirantes negras o de colores oscuros. Tiene piercings en las orejas, nariz, cejas, pezones, ombligo y la lengua y varios tatuajes, el más llamativo es un enorme dragón que ocupa su brazo izquierdo, hombro, espalda y parte del pecho.

Rasgos de personalidad:

Experta en ordenadores: Aunque dejó sus estudios en el instituto y nunca llegó a  formarse en ello, Chloe siempre ha tenido un talento especial para entender el manejo de los ordenadores. Su capacidad innata para retener y analizar la información, programar y su tremenda curiosidad han hecho que se convierta en una valiosa pieza de las Sombras y una gran investigadora y hacker.

Perfeccionista: Las cosas incompletas, mal hechas o mediocres no encajan en su forma de actuar y trabajar. Cuando algo no le interesa lo suficiente para esforzarse en hacerlo bien sencillamente no lo hace, pero si acepta un trabajo puedes estar seguro de que con casi total seguridad lo hará impecablemente.

Perspicaz: Chloe tiene memoria fotográfica, y es capaz de retener detalles en su cabeza de forma muy precisa, algo que la convierte en una valiosa investigadora.

Rebelde: Chloe no se rige por normas sociales ni de ningún tipo, tiene su propio código ético y prácticamente hace lo que le da la gana cuando le da la gana. Y tampoco le interesa lo que piensen los demás de ella, a quien no le guste su forma de actuar que se peine.

Sin sentido del humor: A veces puede ser bastante difícil tratar con ella, no sólo por su humor nulo o seriedad, sino porque es bastante inepta a la hora de entender el lenguaje no verbal y suele tomarse cosas como el sarcasmo o la ironía bastante al pie de la letra.

Cualidad especial: Memoria fotográfica.

Le gusta: La comida basura, el café, resolver problemas matemáticos complejos, fumar y el pvp en juegos online.

Odia: No le gusta nada cocinar ni limpiar, y en general las tareas domésticas. Odia a los hombres que odian a las mujeres (¿os suena?). Que le maten en pvp.

Defectos: Chloe tiene muy poca empatía y una nula capacidad para notar el malestar en los demás, por lo que se debe ser bastante claro con ella para que entienda las cosas, sin medias tintas ni indirectas. Puede resultar bastante borde y seca, pero no significa que no se preocupe por las demás personas, sino que le cuesta entenderlas. Su forma de ser tan cerrada y compleja la convierte en una persona bastante inadaptada socialmente, que prefiere estar sola o rodearse sólo de un círculo muy cerrado de confianza.

Virtudes: Chloe tiene un código moral muy estricto, que le hace tomar parte de forma muy activa e implicarse cuando ve por ejemplo un claro abuso de poder o una injusticia. Puede llegar a ser una gran aliada gracias a sus grandes dotes como investigadora, y conseguir información que pocas personas podrían llegar a lograr por métodos normales.

BIOGRAFÍA:

Pasado:
Chloe nació en Francia y junto a ella lo hizo también Carol Dubois, su hermana menor por minutos.
Antes de sus nacimientos, su madre tuvo otra hija, y antes de eso fue una reconocida actriz en su país que prácticamente dejó de trabajar al conocer al que se convertiría en su esposo y padre de sus hijas.

De su infancia, Chloe guarda con recelo gracias a su memoria todos los momentos vividos con su familia, especialmente aquellos que marcaron su carácter y la traumatizaron desde muy pequeña.

Tuvo que crecer viendo a su padre borracho aprovecharse de su madre continuamente y darle palizas, y tuvo que hacerse fuerte por ella y por su hermana pequeña, protegiéndola en todo momento de los breves momentos en los que su padre, harto de los ruegos de su esposa les prestaba atención a “sus pequeñas zorrillas”, como él las llamaba cariñosamente.

Por suerte y por desgracia, toda esa pesadilla acabó el día que su padre se pasó de la raya y acabó con la vida de su madre, siendo detenido inmediatamente y metido en la cárcel.

Tras la muerte de Aline, su hermana Ángela se hizo cargo de ellas llevándoselas a un piso de alquiler y trabajando noche y día a la vez que compaginaba sus estudios para poder mantenerlas.

Chloe y Carol fueron al instituto como cualquier chica de su edad, y mientras la pequeña se hacía popular y trataba de olvidar todo lo ocurrido con mayor o menor éxito, Chloe albergaba en su cabeza las escenas más duras de su pasado, especialmente del día en que su madre murió, pues ella fue la única que vio cómo la mataba.

Chloe llegó a odiar ese “don” que le hacía recordar todo con horrible exactitud, y se llegó a odiar a sí misma por no haber podido defender a su madre del cabrón que les arruinó las vidas. De modo que pasó su adolescencia sumida en una espiral de remordimiento y rabia que marcó su forma de ser hasta el presente.

Actualidad:
Chloe casi nunca habla de sí misma y mucho menos de su pasado, bastante tiene con recordarlo día tras día. Y su presente consiste en ayudar a matar a vampiros y disfrutar a su manera de los pocos momentos que tiene para sí misma.

La mayor parte de su tiempo libre lo emplea enfrascada en una investigación personal muy importante para ella, que no piensa abandonar hasta descubrir lo que quiere.

Desde la niñez siempre ha mostrado un carácter rebelde y agresivo hacia todo aquel que intente aprovecharse del más débil, y debido a sus experiencias decidió luchar activamente en contra de éstas personas, especialmente contra los vampiros, a los que no les tiene mucho aprecio por culpa del ex novio de su hermana Ángela.

Actualmente trabaja para las Sombras, y aunque es la única humana sin poderes sobrenaturales que pertenece a la Organización, se le considera de los miembros más valiosos gracias a sus dotes informáticas y sus capacidades como investigadora.

Mantiene una relación con Mantis, miembro también de las Sombras, con la que tiene cierta afinidad a pesar de ser vampiresa, pero hay algo que no permite, y es que ésta le imponga nada ni use sus poderes con ella, y ni mucho menos que se alimente de su sangre.
Aunque se conocen desde la adolescencia y han pasado muchas cosas juntas, Chloe no tiene intención de atarse ni da muestras de confiar completamente en su pareja. Sabe que Mantis haría cualquier cosa por ella, pero no ha llegado a perdonarle que se transformase en aquello que más odia.

Voz del personaje:

María Moscardó (Lisbeth Salander)


Si fuese real sería como…

Noomi Rapace (Actriz)
No podía ser menos, ya que la basé en este personaje. He elegido la versión de Lisbeth sueca pues es la que personalmente más me gusta (la actriz es mi debilidad), y es la primera que hizo que me enamorase del personaje y leyese las novelas.

Fuentes de inspiración:

Lisbeth Salander:
No es que sea una fuente de inspiración, es que es directamente una adaptación propia de Lisbeth al mundo de Hijos de Édora, por lo que dejo muy claro que este personaje no me pertenece a mí ni mucho menos, sino que pertenece al autor de las novelas donde es protagonista (Saga Millenium de Stieg Larsson). Yo lo que he hecho ha sido adaptarlo a mí historia y tomarlo como ejemplo porque me encanta, tan sólo soy una fan más del personaje y he considerado que podría ser curioso tenerla dentro de las Sombras ^^

Aunque la trama no es la misma, las claves de ésta están basadas en la historia de Lisbeth Salander en las novelas (hermana gemela, pasado tormentoso debido al maltrato de su padre hacia su madre, personalidad, memoria fotográfica, síndrome de Asperger, dotes de hacker, nombre en clave, etc.)

También quiero dejar muy claro que en la novela principal este personaje no sale, y que sólo hace su aparición en el blog, al igual que hacen otros cameos personajes de otros autores como Zevran y Fenris del Dragon Age.

Antigua apariencia del personaje:
Avispa ha sido uno de los personajes que ha sufrido cambios físicos rotundos a lo largo de la serie, a partir del capítulo XXVI cambié el Sim que usaba para ella por uno que se ajusta mejor al personaje.

domingo, 1 de marzo de 2015

¡Y se desveló el secreto! (Nuevo capi)

¡Buenas noches chic@s!

Aquí os traigo un nuevo capi, y puedo decir que en él se descubrirá por fin uno de los misterios de la serie mejor guardados, aunque supongo que más de uno y una ya se imaginaba de qué trataba el asunto.

Pido disculpas por los fallos que tienen algunas imágenes, como que las sábanas de la cama estén hechas y que el arma de Thaerion no esté bien posicionada en algunas poses, pero tuve que crear algunas yo misma y no tenía ni tiempo ni ganas para aprender a hacer la pose ajustando el accesorio.

Por lo demás espero que el capi os guste y no se os haga muy pesado a los que no os gusta demasiado las partes de investigación. 

¡Un beso muy grande y espero poder traer el siguiente relativamente pronto!

Capítulo XXIX: Verdades a medias II

(Hidden Springs, 11 de Marzo de 2011)

Era la primera vez que cogía un tren para hacer un recorrido tan largo, y el viaje se me hizo especialmente tedioso.
En primer lugar, no estaba muy acostumbrado a estar tan cerca de tantos humanos juntos después de mi “recaída”, y aunque no suponían un gran aliciente para Kaele temía que mi sed volviese a despertar encerrado en aquel sitio.

Me pasé la mayor parte del tiempo sin despegar la nariz del cristal de mi asiento (por suerte me tocó ventanilla), y tratando de mentalizarme de lo poco que me ayudaría montar un espectáculo ahí dentro.
A mi lado viajaba una chica con voz chillona y problemas de vocalización que no dejaba de hablar por el móvil sobre sus cosas, tan carentes de interés que me hubiesen ayudado a dormir si no fuese porque más que contar su vida parecía que la estaba pregonando. Pero entre silencio y silencio conseguí echar alguna cabezada.

La noche anterior no había dormido nada, pues la pasé todo el rato pensando en Alidaen y lo que estaría haciendo con ese italiano, así que aproveché para recuperar fuerzas y ya de paso intentar que el viaje se me hiciese más corto.
Tras ocho horas encerrado, llegué a mi destino, y me sentí gratamente sorprendido al salir fuera de la estación y echar un vistazo al paisaje.

Era un lugar muy hermoso, se respiraba aire limpio y el tranquilo ambiente que lo rodeaba resultaba reconfortante después de tanto ruido y cháchara insustancial.
Sabía que no podía demorarme mucho tiempo, pero aun así me permití el lujo de tomarme un descanso y disfrutar del paisaje dando un paseo mientras oscurecía.

Hidden Springs tenía fama por ser el lugar donde los ricos y famosos solían pasar las vacaciones y relajarse, y poseía las comodidades propias de la clase alta de la sociedad. Pero lo que a mí me atraía no eran las lujosas tiendas, campos de golf o spas modernos. Lo que me llamaba la atención era el aura sobrenatural que rodeaba todo y que me atraía irremediablemente hacia sus bosques y colinas, y en especial hacia un pequeño lago situado a los pies de una catarata.
Estaba seguro de que ahí había algo más oculto a simple vista, y que de quedarme podría descubrir algún que otro secreto oculto bajo sus aguas. Pero no tenía tiempo que perder, y tras un par de horas después del anochecer, decidí dirigirme hacia el “pequeño” retiro del tal James Graham.

***

Parecía que el tipo se lo había montado bastante bien después de sus problemas con la justicia y su bache económico. Y aunque la suya no era de las casas más lujosas de la zona, se notaba que le gustaba la buena vida y el lujo.

Aunque tenía una extraña fascinación por los gnomos de jardín y, en mi opinión, un pésimo gusto decorativo.
Avispa me había proporcionado la contraseña de entrada de la valla de seguridad y la puerta principal, y esquivar a los perros no fue un gran problema, pues no solían notar mi presencia de noche, así que tardé menos de cinco minutos en llegar y estar a salvo dentro del edificio.

Los ronquidos del cirujano me recibieron al abrir la puerta, así como un fuerte olor a incienso. No había cámaras de seguridad ni detectores de movimiento dentro de la casa, pero aun así sentí la mirada de docenas de ojos clavados en mi figura.

-          Menudo templo tiene aquí montado…- susurré.
Música: Batman Begins OST - Nycteris

Había imágenes de santos, vírgenes y hombres crucificados por todas partes. Por lo poco que sabía sobre la religión de los humanos en ese mundo, aquella era la representación de uno de sus dioses. Específicamente del dios de la religión católica (o su hijo, no estaba seguro). Al parecer, había distintos tipos de religiones dependiendo de la cultura o zona en la que vivían los humanos. A veces, los dioses se repetían, y otras veces adquirían formas muy abstractas y, en ocasiones, hasta completamente absurdas.

En mi mundo pasaba algo parecido, sólo que los dioses eran siempre los mismos adoptando distintos nombres y apariencias. Y nadie dudaba de su existencia, pues los Alados  (Vanar y Dalar) éramos la prueba más clara de su presencia en Édora. Dejar de creer en ellos era como negar que existe el aire que respiramos, aunque no todo el mundo estaba de acuerdo con sus mandatos y se oponían a que sus vidas girasen en torno a sus caprichos.
Graham parecía un hombre muy creyente, pues allí donde iba me acompañaba siempre la mirada de alguno de sus santos.

Me preguntaba qué pensarían ellos de las extrañas prácticas de su siervo, y si estarían de acuerdo con sus actos. Pero de todas formas yo era el menos apropiado para juzgarlo, así que me limité a hacer mi trabajo y seguir adelante ignorando sus miradas. Si les diese por juzgar los míos seguramente acabaría ardiendo en su infierno. 

Menos mal que mi dios no era tan delicado en ese sentido, de hecho, por lo poco que conocía de él sabía que era bastante…duro, por decirlo de una forma suave. Pues parecía que provocar la muerte a otros era el mejor modo de tenerlo satisfecho.

Lo primero que hice fue asegurarme de que no había nadie más en la casa aparte del cirujano, y después busqué su despacho para encender su ordenador e instalar el programa que Avispa me había proporcionado para espiar a sus contactos directamente desde su pc y tener los movimientos de Graham controlados.
De este modo, si alguno de ellos se ponía en contacto con él también lo haría con Avispa sin saberlo, y podríamos obtener la información de forma más rápida y eficaz. También podía hacer copias de seguridad de su ordenador, y tener acceso completo a sus datos.

Lo mejor de todo es que el programa estaba diseñado para que ningún antivirus de los que había actualmente en el mercado pudiese detectarlo.

Avispa había llamado “Sombra” al programa, un nombre poco original pero adecuado por su función.
Mientras se instalaba, eche un rápido vistazo al despacho de Graham.

Para empezar, era el único lugar de la casa donde no había imágenes de santos. Supongo que no querría sentirse tan observado allí dentro.
En uno de los cajones encontré una fotografía donde salía él con una mujer de su misma edad bastante atractiva, por esa época los dos debían rondar los cuarenta años. Junto a ellos posaba también una chica de unos quince, bastante parecida a la que supuse que sería su madre.

Por lo que sabía de él, había estado casado antes de divorciarse poco después de que se destaparan todos sus escándalos y había tenido una hija. Las dos vivían actualmente en Sunset Valley y no tenían apenas contacto con el cirujano.
Rebusqué por encima algo que pudiese ofrecerme información extra, pero no encontré nada de utilidad en ese cuarto y preferí no arriesgarme demasiado.

Había venido a hablar directamente con él, no a buscar más pruebas.

Tras la instalación, apagué el ordenador y dejé las cosas como estaban antes de subir al dormitorio principal donde Graham dormía apaciblemente.
La habitación era bastante amplia, decorada con muebles de madera maciza y tallada. Sobre la mesita de noche reposaba una biblia, unas gafas para leer y un bote de pastillas para dormir.

Había una gran estantería junto a la ventana plagada de libros sobre medicina, historia y religión. Sus tres pasiones aparte de las menores rusas.

Me fijé en él. Tenía 65 años pero aparentaba algunos menos. Tenía el cabello hirsuto pero abundante salvo por las entradas en la zona de las sienes, completamente blanco. Por sus rasgos se podía adivinar que en su juventud debió de ser un hombre atractivo, aunque se notaba que había recibido algunas “mejoras” estéticas que a cierta edad desentonaban bastante con sus rasgos. Sus labios eran más gruesos de lo normal, pero estaban algo caídos, y la piel de sus mejillas estaba demasiado estirada en comparación con las arruguitas que se formaban en su frente, ceño y barbilla, y hacía que pareciese que alguien le estaba estirando la cara desde atrás.
Un hilillo de baba se asomaba de la comisura de sus labios mientras roncaba ajeno a mi examen. A simple vista no parecía nada peligroso, pero sabía que tipos como él eran capaces de cometer todo tipo de actos horribles si tenían delante a la víctima adecuada.

Y él no era ningún santo por lo que habíamos podido averiguar.

Cubrí mi rostro y saqué mi arma antes de pegar una patada a los pies de la cama.

- Despierte.
Él abrió los ojos con dificultad y me miró confuso. Tardó unos segundos en adaptarse a la oscuridad del cuarto y ver que le estaba apuntando a la cara.

- ¿Q-Qué…?
-          Guarde silencio y escúcheme bien. No voy a repetirme dos veces. Si colabora y me dice lo que quiero saber seré breve y no le haré ningún daño.

-          ¿Quién…quién es usted?

-          Eso no le importa. Limítese a responder a mis preguntas – le ordené.

Graham hizo el amago de incorporarse para sentarse, pero el chasqueo del seguro fue suficiente para hacerle cambiar de idea.
-          Si lo que quiere es el dinero le diré donde lo guardo…pero por favor…

-          ¿Le he pedido que hable? – inquirí cortante.

Negó con la cabeza, y yo me dirigí hacia la mesita para encender una de las lámparas sin dejar de vigilarle. No me perdió de vista un instante.

-   Voy a enseñarle unas fotografías, y usted me dirá si le suenan de algo. Si me miente lo sabré, así que más le vale ser sincero.

Él asintió y yo saqué varias fotografías del interior de mi chaqueta, en ellas se veían los locales donde encontramos la sangre de las chicas.
-          ¿Le suenan de algo estos lugares? – dejé que los viese con calma.

-          N-no…

-          No me mienta – le advertí.

-          Parecen sacados de alguna película de terror, yo no he estado en un sitio así nunca.

-  Ahí dentro se torturaron a cuatro mujeres, y la sangre que encontramos no era de atrezzo, una de ellas pertenecía a una mujer que trabajaba para un amigo suyo.

- ¿Un amigo?
-          Johan Hamming ¿Lo recuerda?

Graham tragó saliva y apartó la mirada de las fotografías. Guardó silencio unos instantes y logró sobreponerse un poco a su miedo inicial para hablar con más calma, simulando cierta dignidad.

-          Hace años que no sé nada de él, yo no tengo nada que ver con sus asuntos.

-          Pero supongo que sabrá que ha muerto.

-          Algo vi en las noticias, pero como ya le he dicho hace años que no teníamos ningún contacto.

-          Más o menos desde que le denunciaron por acosar a sus clientas ¿no?

El tipo me fulminó con la mirada.
-          Falacias, al final se demostró que lo que querían esas mujeres era sacarme el dinero.

- Y al parecer lo hicieron muy bien. Tengo entendido que pasó algunos momentos bastante duros económicamente.

-          ¿Ha venido a importunarme por eso? Todas esas cuentas ya están perfectamente saldadas con la justicia y no tengo por qué darle explicaciones.

- Al contrario, si tiene que hacerlo. Porque en caso contrario apretaré el gatillo y su mayor problema pasará a ser lo sucia que dejará la almohada con sus sesos desparramados por ella. Así que hable. ¿Tuvo algún contacto con Hamming después de sus problemas con la justicia?
-          No, ninguno. No podía arriesgarse a que su intachable reputación quedase en entredicho al relacionarse conmigo.

No me pasó desapercibido cierto sarcasmo en su tono de voz. Pero sabía que estaba mintiendo, aun así dejé que continuase con la farsa.

- ¿Y sabe si tuvo algo que ver con la desaparición de esas mujeres? Como uno de sus amigos más cercanos debía conocerlo muy bien.

-          Hamming tendría muchos defectos, pero no era ningún asesino.

- Una de esas mujeres era su secretaria, la señorita Murray, con la que supuestamente mantenía una relación íntima.
-          Esa golfa…- se detuvo, pero no a tiempo para evitar el insulto –…esa mujer intentó chantajearle tras su despido. No se llevaban bien, y él le dio un generoso finiquito y la apartó de su lado. Pero ella no estaba satisfecha y le hizo la vida imposible durante meses, estaba obsesionada con él.

-          Así que admite que tenía motivos de sobra para querer quitársela de en medio.

-          Nunca le puso una mano encima, si a eso se refiere.

-          No hace falta usar las manos para quitar a alguien de en medio, sobre todo si se es rico.

-          Hamming no era ningún monstruo, todas las sospechas sobre él fueron injustificadas y desechadas en la investigación.
-          Parece que está al día sobre sus asuntos –admití sonriente. -  A pesar de que por esa época ya no tenían ningún tipo de relación.

Graham se mordió el labio y vi de nuevo el miedo en sus ojos.

-          P-puede que mantuviésemos alguna que otra charla telefónica.

-          ¿Sólo charlas telefónicas?

-          S-si – asintió convencido - una o dos veces como mucho.

- Es extraño – reconocí – entonces supongo que una de esas dos charlas debió de ser bastante larga. No se hacen tratos como este en cinco minutos.
Saqué un fajo de papeles y se los lancé encima. Él los examinó extrañado y abrió los ojos de par en par al descubrir de qué se trataban. Pero aun así intentó hacerme creer que era la primera vez que los veía en su vida.

-          N-no…no sé qué es todo esto.

-          Yo se lo diré. Son cantidades de dinero que usted ha estado recibiendo periódicamente desde Septiembre del año dos mil ocho hasta el mismo mes que Hamming desapareció.

-          ¡Eso es falso! ¡Ni siquiera están a mi nombre!
-          Eso es cierto, al menos algo hizo bien – admití. - Adoptar esos nombres y apellidos falsos para que no le asociasen con su pasado y poder recibir todo ese dinero sin levantar sospechas fue una jugada inteligente.

-          ¡No sé de qué me está hablando!

Se me estaba agotando la paciencia, así que volví acerqué mi arma a su frente para que el frío metal de la boquilla le despejase la mente un poco.
-          ¿Niega que Edwind Andersen sea usted y haya estado ejerciendo ilegalmente como cirujano plástico?

-          N-no es…

Acerqué mi dedo al gatillo.
-          ¡Si! – admitió - ¡Puede que usase ese nombre!

-          ¿Y niega haber recibido todo ese dinero?

-          Yo…estaba pasando un mal momento económico…no pude negarme…

-          ¿Quién se lo ofreció?

Guardó silencio, temeroso.

- Mi paciencia tiene un límite y le advierto que lo está sobrepasando.
Música: Fury OST - Steven Price

-          Fue él…Hamming, m-me ofreció todo ese dinero a cambio de un favor…pero n-no es lo que piensa…yo no maté a nadie ¡lo juro! ¡No tuve nada que ver con esa chica!

-          Entonces dígame qué hizo.

Silencio de nuevo. Esta vez le golpeé con el arma y emitió un leve sollozo.

-          ¡Hable!

-          ¡Me pidió que la operase!

-          ¿A su secretaria?

-          S-si…pero no a Sarah - reconoció. – Fue a la otra…la nueva…

La sospecha hizo que el pulso me fallase.
Alidaen había empezado a trabajar para él un año después de la desaparición de Sarah.

-          Dime su nombre – le ordené.

-          N-no…no lo recuerdo…era extraño - parecía tener que hacer un esfuerzo para recordar. – ¿Ala…Aline?

-          ¿Alidaen?

Me miró sorprendido, pero no se atrevió a negarlo.
-          No estoy seguro, pero a ella la recuerdo bien. Era una joven muy hermosa. Tenía las orejas de punta y la piel muy fresca y tersa, y su pelo dorado…era como acariciar el agua…- su tono ensoñador hizo que me entraran ganas de estrangularle, pero en seguida se recompuso, como si hubiese sido un acto involuntario.

Carraspeo y vio que le estaba mirando muy fijamente, lo que vio en mis ojos no debió de gustarse pues se puso a temblar descontroladamente.

Di varios pasos hacia atrás casi inconscientemente.
-          P-por favor… ¡yo no quería! ¡pero él dijo que si no lo hacía traería el mal a este mundo! ¡dijo que no era humana, que era un engendro de la naturaleza y yo debía impedir que se reprodujese!

Las palabras se sucedieron de forma atropellada, mientras me confesaba entre sollozos cómo la habían llevado a rastras hasta la sala de operaciones donde muy de vez en cuando seguía trabajando como cirujano y la sedaron para que se estuviese quieta. Cómo le había fijado las ataduras a sus muñecas y tobillos y cómo la había abierto para comprobar horrorizado que Haming tenía razón y era el engendro del que hablaba.
-          ¡Nunca había visto algo así! Sus órganos reproductores…no eran humanos…no sabía…no sabía lo que debía hacer…no tenía ovarios…y su útero tenía una forma diminuta, y e-estaba obstruido por extrañas ramificaciones. Era imposible que pudiese alojar una criatura en un interior tan pequeño. Le dije a Hamming que con esas características debería ser estéril, pero aun así me obligó a seccionar el útero para que no pudiesen fecundarla…

Siguió relatando datos más técnicos sobre la operación y el modo en que su cuerpo había reaccionado al proceso. Me confesó con lágrimas en los ojos que había estado a punto de morir porque era incapaz de tratarla como era debido, no poseía ni los conocimientos ni el instrumental adecuado para operarla, pero que Hamming le había amenazado con despedazarle si no lograba hacer que despertase. Decía que a pesar de todo él creía que velaba por su seguridad y la de todo el mundo, y que lo que estaba haciendo era lo correcto.
Tardó dos semanas en hacerla despertar, y cuando lo hizo estaba completamente traumatizada, pues al parecer una parte de su cerebro siguió consciente durante todo el proceso. Intentó huir de la clínica, pero Hamming no permitió que la soltase hasta que estuviese completamente recuperada.

Las palabras se convirtieron en puñales, y dolían como si me estuviesen atravesando las entrañas a mí mismo.

Cerré los ojos para obligarme a mantener la calma, hasta que finalmente dejé de escucharlas.
El sonido incesante de sus sollozos y su odiosa voz había sido sustituido por el de resuellos desesperados, y al abrir los ojos vi que tenía su arrugado cuello entre mis manos y sus ojos abiertos de par mirándome horrorizados.

-          ¡Silencio! – le ordené, separando con dificultad las manos para soltarle y empujarle contra el cabecero de la cama.

Tomó una amplia bocanada de aire y se llevó las manos a la garganta.
-          Le…le he contado…todo – hablaba con dificultad en un hilillo de voz.

-          He dicho que se calle…

-          Dijo…dijo que no me haría…daño…

Sus palabras golpeaban en mi cabeza.

“Era un engendro de la naturaleza…”

La había atado a una camilla y abierto en canal como a un puto sujeto de experimentos.
No podía quitarme de la cabeza aquella imagen de la cabeza.

Había estado a punto de matarla.

Ni siquiera me di cuenta de que había dejado de sujetar el arma y reposaba sobre la cama hasta que le vi abalanzarse sobre ella como el sediento al ver un oasis.

Me lancé sobre él para apartarlo del arma y le volví a agarrar del cuello, inclinándome hacia delante con los colmillos desplegados para desgarrarlo, al tiempo que apretaba mis manos para dejar de escuchar sus penosos quejidos.
Se debatió contra mi peso durante unos segundos, arañando mi cara y quitándome el esbozo que ocultaba mi rostro en un intento desesperado por defenderse, pero no tenía nada que hacer.

Iba a morir por lo que le había hecho.