domingo, 9 de octubre de 2011

CAPÍTULO VIII.II

❧❃❧ VIII. LA SOMBRA ❧❃❧

(SEGUNDA PARTE) 

 (Bridgeport, 31 de Octubre de 2010)

Acababa de cumplir mi segundo año en la ciudad de los puentes, y lo celebré completando un trabajo que llevaba casi un mes investigando, en el que tenía que encontrar al responsable de la muerte de una joven de dieciséis años llamada Sarah, hija de Abraham Russel, maestro de secundaria y miembro honorífico de la ciudad por sus aportaciones en el campo científico.
La policía se había metido de lleno en la investigación y tuve que hacer unas cuantas maniobras para poder despistarla de la atención que peligrosamente les estaba acercando hasta nuestra guarida, o más bien la de aquellos seres para los que trabajo y con los que comparto alguna que otra peculiaridad.

Vampiros.
Quizás algún día me extienda un poco más y hable sobre ellos y en qué consiste exactamente mi trabajo, pero de momento prefiero reservar esa parte para mí. Ya que aunque he tomado mis medidas de seguridad y nunca nadie se mete en mi ordenador, no se sabe quién puede llegar a leer esto.

El caso es que después de mucho trabajo y demasiados quebraderos de cabeza, logré descubrir quién era el asesino de la muchacha.

Se llamaba Beau Merrick, y hacía unos cuantos años que había cambiado las hamburguesas del Mc Donald por la sangre de jóvenes inocentes.
La siguiente parte del trabajo era la que menos me gustaba y solía saltarme si las circunstancias lo requerían y tenía claro quién había cometido un crimen como era el caso.

Debía encontrarlo y seguirlo hasta conseguir suficientes pruebas para llevarlo a juicio ante el Consejo. Algo demasiado cansino para mi gusto que normalmente acarreaba más muertes innecesarias. Y yo no estaba dispuesto a permitir que asesinara a más mujeres, ni tampoco mi jefe.

Mis órdenes estaban muy claras: tenía que acabar con él.

Pero matar a un vampiro no es una tarea fácil, ni siquiera para aquellos que estamos especializados en ello y que conocemos a la perfección sus debilidades. Y un simple error puede acarrear terribles consecuencias. Así que tuve que ingeniármelas para llegar hasta él sin que se diese cuenta.

Esperé a Halloween para ello.
La luna llena se alzaba en el cielo augurando el inicio de una noche movidita hasta que una intensa capa de nubes la ocultó por completo, descargando litros de agua sobre la cantidad de figuras disfrazadas que rápidamente comenzaron a resguardarse dentro de los bares para seguir la fiesta.

La noche de los difuntos es una de las preferidas por los vampiros, no por lo que representa sino porque es la única en la que pueden actuar de forma más abierta sin que nadie sospeche de ellos, y sobre todo pasar desapercibidos entre los vivos.
Y él, al igual que unos cuantos chupasangres con demasiadas ganas de salir de la guarida, aprovecharon para mezclarse entre la gente y tomar algún que otro aperitivo fuera de su círculo de donantes habitual.

El sitio que habían elegido unos cuántos neófitos para aquella noche fue un garito cutre del puerto que al parecer últimamente había ganado bastante fama.

El Horny Shark, un nombre más apropiado para un club de carretera que para un bar pero bueno.
No tenía ningún compromiso para esa noche y sabía que Beau aprovecharía su salida para hacer de las suyas, así que decidí ir allí y probar suerte por si aparecía.

Introducirme en la fiesta de Halloween no fue difícil, después de una entrevista con la encargada del bar ésta decidió contratarme para dar un acústico esa noche.

Hacerme pasar por músico era una buena forma de parecer inofensivo, después de todo ¿quién va a sospechar de un hombre y su guitarra? 

El bar estaba abarrotado de gente esa noche, y la mayoría se reunieron alrededor del escenario para verme tocar. Era la primera vez que tocaba para tanto público y debo admitir que al principio me sentí bastante intimidado ante tantas miradas pendientes de mí, después de todo estaba acostumbrado a pasar desapercibido. Pero creo que no fue del todo mal y la gente reaccionó de forma positiva.

El problema es que el concierto duró más tiempo de lo que esperaba y no logré percibir la presencia de ningún vampiro cerca, salvo la de un par de neófitos adolescentes demasiado ocupados en intentar ligarse a una sirena pelirroja como para asesinar a nadie.

Pero ni rastro de Beau.

Pensé que me había equivocado o que había decidido ir a otro lugar a hincar el diente, por lo que dejé de preocuparme por esa noche y disfrutar del resto de la velada sin pensar en trabajo.

Y apunto estuve de tener que lamentarlo.
El problema es que ese condenado vampiro no era tan estúpido como había pensado en un principio y debió sospechar que alguien le observaba, porque activó uno de los poderes que más me joden de ellos y que suele afectar a todos los vivos de la zona y les hace indetectables por métodos naturales.

De hecho, pueden crear pequeñas ilusiones y ocultar la realidad que les rodea, de modo que en un primer momento no le vi ni a él ni a la víctima que había elegido para esa noche.

Normalmente no dejo que ese tipo de ilusiones me afecten y suelo ir preparado contra ellas. De hecho, no todos los poderes de los vampiros me afectan como al resto de humanos, pues no soy mortal. Pero en este caso cometí el error de no estar suficientemente preparado, pensado que Beau no sospecharía nada. Cuando el concierto terminó todo seguía en calma y después de asegurarme de que Beau no se encontraba en el bar comencé a recoger mis cosas y prepararme para salir de allí.
Al cabo de unos minutos Salma, la camarera, vino a traerme mi parte de las ganancias de aquella noche y mientras hablábamos se acercó una de sus compañeras. Me la presentó, pero después de haber perdido la memoria no es que sea demasiado buena y ni recuerdo su nombre. Lo único que sé es que llevaba una peluca de color violeta y una fusta, y que le apetecía bastante ayudarme a llevar los trastos al almacén. O que yo le ayudase a ella, a saber.

El caso es que sin saber cómo…
…bueno un poco sí, acabé tirado en medio de un cuartucho lleno de cables y botellas vacías con ella encima, clavándome la esquina de una caja en la espalda y el mango de la fusta de las narices en la pierna.

No era demasiado cómodo, pero lo había hecho en sitios peores así que tampoco me quejé.

Sé que no es demasiado profesional por mi parte hacer este tipo de cosas en medio de una investigación, pero qué le voy a hacer…nunca me ha gustado negar un capricho a una dama.
Al menos no me gustaba hasta ese día cuando, minutos después de que la chica de la fusta volviese a su trabajo y terminase de vestirme, escuchase el grito de una mujer cerca del almacén.

-          Mierda…
Me vestí rápidamente, cogí las armas que llevaba escondidas en la funda de mi guitarra y tomé uno de los brebajes que solía llevar siempre conmigo y me ayudaban a adquirir temporalmente los poderes de un vampiro e incrementar los míos. Sabía que después de unas horas debería pagar con creces haber bebido ese asqueroso potingue, así que más me valía saber aprovechar sus beneficios mientras durasen.
Enseguida percibí más ruidos y no me costó demasiado actuar como un vampiro y pasar inadvertido mientras me acercaba.

Las voces procedían de un callejón oscuro que daba a la parte trasera del bar, cerrado por una valla bloqueada con una barra de acero.

- Será mejor que me sigas – dijo una voz masculina.

Ella se negó, y yo seguí atento a la conversación mientras me movía en silencio tratando de alcanzar la parte superior del edificio sin que me viesen.

El bar tenía dos plantas y unas ventanas con rejas perfectas para poder agarrarse, y en menos de un minuto llegué a lo alto del edificio y vi con resignación como Beau intentaba forzar a una joven rubia que no aparentaba más de veinte años.

Por suerte había llegado a tiempo.
Hablaba en un tono susurrante a su oído y no pude escuchar bien lo que decía, pero por el gesto de la joven no parecía ser nada bueno.

Al ver el rostro asustado de la muchacha sentí un nudo en la garganta que fue incrementándose a medida que veía su sufrimiento ante la situación, y cada minuto que pasaba se me hacía más difícil mantenerme inmóvil esperando el momento oportuno para atacar. Pero debía hacerlo ya que atacar a un vampiro mientras acecha a su víctima es la decisión más estúpida que se puede tomar, y todo cazador lo sabe.

Llevé la mano a la empuñadura de mi daga de plata y la aferré con fuerza cuando vi como acercaba sus manos al cuerpo de aquella desconocida para tocarlo y noté como mis músculos se tensaban de rabia sin saber bien el motivo.
¿Qué me pasaba?

No era la primera vez que veía a un vampiro actuar, y tampoco era la primera que me quedaba observando a la espera de encontrar el momento adecuado para acabar con él.

Sólo la estaba probando, jugando unos minutos antes de alimentarse, y yo debía esperar a que lo hiciese para poder clavar mi puñal.

Sabía cuáles eran los pasos, sabía que debía dejar que tomase su sangre y que ella sufriría aquel terrible momento tan sólo unos instantes antes de ser salvada.

Sabía bien lo que tenía qué hacer pero a medida que pasaban los segundos me costaba más mantener la frialdad ante esa escena que tantas veces se había repetido durante estos años.

¿Pero porqué?
La vi correr tratando de escapar inútilmente por la valla que había sellado él mismo, y recuerdo a la perfección los sesenta segundos siguientes a eso, pasando delante de mis narices como una película a cámara lenta.
Sesenta segundos que me obligué a contar mentalmente antes de lanzarme a por él, y en los que contemplé lleno de rabia como se alimentaba de ella, mientras notaba como mi mano vibraba ansiosa por acabar con la vida de ese maldito vampiro.




(Comentario sobre este capítulo)

6 comentarios:

  1. ¿por qué, por qué, por qué se tuvo que liar con ella? Por dios, ahí me ha roto el corazón. ¡Cualquier mujer menos ella! Y ya podría ser un poco más profesional, por dios, que la estaban atacando.
    Pero aún así digo que este capitulo me ha encantado. Las imagenes increibles, incluso la manera de relatar los hechos desde su punto de vista. Estoy ansiosa por ver a los dos juntos. ¿De qué hablaran cuando ella despierte? ¿qué se dirán? (Demasiadas preguntas para ponerlas todas, jejejje)
    Espero con ansias el siguiente capitulo, y perdón por el comentario tan largo :)

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  2. xDDDDDDDDDDDDDDDDD Mi respuesta a tu pregunta sonaría demasiado feminista así que mejor me la ahorro jajaja, solo diré que el pobre es débil en ese sentido, que le vamos a hacer xD aunque no te preocupes que se le van a quitar las ganas bien pronto de irse con la primera de turno ò.ó, aunque ten en cuenta que él no sabía que Beau estaba allí. Y si, a mi también me cae mal Beth, pero hay que admitir que estaba mona con la chistera xDD
    Pronto descubrirás lo que pasá, hoy mismo subiré la siguiente parte que ya la tengo lista.
    Muchas gracias por comentar y no pidas perdón mujer, si me encanta leerte xD

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  3. A mi la que me cae mal es Salma, y jope... para los hombre "la carne es debil"...

    Me gusta como has plasmado la lucha interior, consciente/subconsciente.

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  4. ¡Gracias!

    Y sí, Salma de las dos es la que tiene más mala sangre, la otra es más viva la vida e infuenciable.

    Me alegra que te haya gustado el punto de vista del protagonista, la verdad es que toda su vida gira en torno a una lucha interior que poco a poco se va volviendo más difícil de sobrellevar, lo irás viendo a medida que leas. Espero que te siga gustando ^^

    Un beso!!

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  5. Oh no, he did a bad thing. Cannot refuse a damsel? :(
    And his delay may cost him dearly.
    beautiful

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    1. As we say around here ... the flesh is weak! hahaha

      Kises Zhippidy ^^

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