domingo, 1 de marzo de 2015

Capítulo XXIX: Verdades a medias II

(Hidden Springs, 11 de Marzo de 2011)

Era la primera vez que cogía un tren para hacer un recorrido tan largo, y el viaje se me hizo especialmente tedioso.
En primer lugar, no estaba muy acostumbrado a estar tan cerca de tantos humanos juntos después de mi “recaída”, y aunque no suponían un gran aliciente para Kaele temía que mi sed volviese a despertar encerrado en aquel sitio.

Me pasé la mayor parte del tiempo sin despegar la nariz del cristal de mi asiento (por suerte me tocó ventanilla), y tratando de mentalizarme de lo poco que me ayudaría montar un espectáculo ahí dentro.
A mi lado viajaba una chica con voz chillona y problemas de vocalización que no dejaba de hablar por el móvil sobre sus cosas, tan carentes de interés que me hubiesen ayudado a dormir si no fuese porque más que contar su vida parecía que la estaba pregonando. Pero entre silencio y silencio conseguí echar alguna cabezada.

La noche anterior no había dormido nada, pues la pasé todo el rato pensando en Alidaen y lo que estaría haciendo con ese italiano, así que aproveché para recuperar fuerzas y ya de paso intentar que el viaje se me hiciese más corto.
Tras ocho horas encerrado, llegué a mi destino, y me sentí gratamente sorprendido al salir fuera de la estación y echar un vistazo al paisaje.

Era un lugar muy hermoso, se respiraba aire limpio y el tranquilo ambiente que lo rodeaba resultaba reconfortante después de tanto ruido y cháchara insustancial.
Sabía que no podía demorarme mucho tiempo, pero aun así me permití el lujo de tomarme un descanso y disfrutar del paisaje dando un paseo mientras oscurecía.

Hidden Springs tenía fama por ser el lugar donde los ricos y famosos solían pasar las vacaciones y relajarse, y poseía las comodidades propias de la clase alta de la sociedad. Pero lo que a mí me atraía no eran las lujosas tiendas, campos de golf o spas modernos. Lo que me llamaba la atención era el aura sobrenatural que rodeaba todo y que me atraía irremediablemente hacia sus bosques y colinas, y en especial hacia un pequeño lago situado a los pies de una catarata.
Estaba seguro de que ahí había algo más oculto a simple vista, y que de quedarme podría descubrir algún que otro secreto oculto bajo sus aguas. Pero no tenía tiempo que perder, y tras un par de horas después del anochecer, decidí dirigirme hacia el “pequeño” retiro del tal James Graham.

***

Parecía que el tipo se lo había montado bastante bien después de sus problemas con la justicia y su bache económico. Y aunque la suya no era de las casas más lujosas de la zona, se notaba que le gustaba la buena vida y el lujo.

Aunque tenía una extraña fascinación por los gnomos de jardín y, en mi opinión, un pésimo gusto decorativo.
Avispa me había proporcionado la contraseña de entrada de la valla de seguridad y la puerta principal, y esquivar a los perros no fue un gran problema, pues no solían notar mi presencia de noche, así que tardé menos de cinco minutos en llegar y estar a salvo dentro del edificio.

Los ronquidos del cirujano me recibieron al abrir la puerta, así como un fuerte olor a incienso. No había cámaras de seguridad ni detectores de movimiento dentro de la casa, pero aun así sentí la mirada de docenas de ojos clavados en mi figura.

-          Menudo templo tiene aquí montado…- susurré.
Música: Batman Begins OST - Nycteris

Había imágenes de santos, vírgenes y hombres crucificados por todas partes. Por lo poco que sabía sobre la religión de los humanos en ese mundo, aquella era la representación de uno de sus dioses. Específicamente del dios de la religión católica (o su hijo, no estaba seguro). Al parecer, había distintos tipos de religiones dependiendo de la cultura o zona en la que vivían los humanos. A veces, los dioses se repetían, y otras veces adquirían formas muy abstractas y, en ocasiones, hasta completamente absurdas.

En mi mundo pasaba algo parecido, sólo que los dioses eran siempre los mismos adoptando distintos nombres y apariencias. Y nadie dudaba de su existencia, pues los Alados  (Vanar y Dalar) éramos la prueba más clara de su presencia en Édora. Dejar de creer en ellos era como negar que existe el aire que respiramos, aunque no todo el mundo estaba de acuerdo con sus mandatos y se oponían a que sus vidas girasen en torno a sus caprichos.
Graham parecía un hombre muy creyente, pues allí donde iba me acompañaba siempre la mirada de alguno de sus santos.

Me preguntaba qué pensarían ellos de las extrañas prácticas de su siervo, y si estarían de acuerdo con sus actos. Pero de todas formas yo era el menos apropiado para juzgarlo, así que me limité a hacer mi trabajo y seguir adelante ignorando sus miradas. Si les diese por juzgar los míos seguramente acabaría ardiendo en su infierno. 

Menos mal que mi dios no era tan delicado en ese sentido, de hecho, por lo poco que conocía de él sabía que era bastante…duro, por decirlo de una forma suave. Pues parecía que provocar la muerte a otros era el mejor modo de tenerlo satisfecho.

Lo primero que hice fue asegurarme de que no había nadie más en la casa aparte del cirujano, y después busqué su despacho para encender su ordenador e instalar el programa que Avispa me había proporcionado para espiar a sus contactos directamente desde su pc y tener los movimientos de Graham controlados.
De este modo, si alguno de ellos se ponía en contacto con él también lo haría con Avispa sin saberlo, y podríamos obtener la información de forma más rápida y eficaz. También podía hacer copias de seguridad de su ordenador, y tener acceso completo a sus datos.

Lo mejor de todo es que el programa estaba diseñado para que ningún antivirus de los que había actualmente en el mercado pudiese detectarlo.

Avispa había llamado “Sombra” al programa, un nombre poco original pero adecuado por su función.
Mientras se instalaba, eche un rápido vistazo al despacho de Graham.

Para empezar, era el único lugar de la casa donde no había imágenes de santos. Supongo que no querría sentirse tan observado allí dentro.
En uno de los cajones encontré una fotografía donde salía él con una mujer de su misma edad bastante atractiva, por esa época los dos debían rondar los cuarenta años. Junto a ellos posaba también una chica de unos quince, bastante parecida a la que supuse que sería su madre.

Por lo que sabía de él, había estado casado antes de divorciarse poco después de que se destaparan todos sus escándalos y había tenido una hija. Las dos vivían actualmente en Sunset Valley y no tenían apenas contacto con el cirujano.
Rebusqué por encima algo que pudiese ofrecerme información extra, pero no encontré nada de utilidad en ese cuarto y preferí no arriesgarme demasiado.

Había venido a hablar directamente con él, no a buscar más pruebas.

Tras la instalación, apagué el ordenador y dejé las cosas como estaban antes de subir al dormitorio principal donde Graham dormía apaciblemente.
La habitación era bastante amplia, decorada con muebles de madera maciza y tallada. Sobre la mesita de noche reposaba una biblia, unas gafas para leer y un bote de pastillas para dormir.

Había una gran estantería junto a la ventana plagada de libros sobre medicina, historia y religión. Sus tres pasiones aparte de las menores rusas.

Me fijé en él. Tenía 65 años pero aparentaba algunos menos. Tenía el cabello hirsuto pero abundante salvo por las entradas en la zona de las sienes, completamente blanco. Por sus rasgos se podía adivinar que en su juventud debió de ser un hombre atractivo, aunque se notaba que había recibido algunas “mejoras” estéticas que a cierta edad desentonaban bastante con sus rasgos. Sus labios eran más gruesos de lo normal, pero estaban algo caídos, y la piel de sus mejillas estaba demasiado estirada en comparación con las arruguitas que se formaban en su frente, ceño y barbilla, y hacía que pareciese que alguien le estaba estirando la cara desde atrás.
Un hilillo de baba se asomaba de la comisura de sus labios mientras roncaba ajeno a mi examen. A simple vista no parecía nada peligroso, pero sabía que tipos como él eran capaces de cometer todo tipo de actos horribles si tenían delante a la víctima adecuada.

Y él no era ningún santo por lo que habíamos podido averiguar.

Cubrí mi rostro y saqué mi arma antes de pegar una patada a los pies de la cama.

- Despierte.
Él abrió los ojos con dificultad y me miró confuso. Tardó unos segundos en adaptarse a la oscuridad del cuarto y ver que le estaba apuntando a la cara.

- ¿Q-Qué…?
-          Guarde silencio y escúcheme bien. No voy a repetirme dos veces. Si colabora y me dice lo que quiero saber seré breve y no le haré ningún daño.

-          ¿Quién…quién es usted?

-          Eso no le importa. Limítese a responder a mis preguntas – le ordené.

Graham hizo el amago de incorporarse para sentarse, pero el chasqueo del seguro fue suficiente para hacerle cambiar de idea.
-          Si lo que quiere es el dinero le diré donde lo guardo…pero por favor…

-          ¿Le he pedido que hable? – inquirí cortante.

Negó con la cabeza, y yo me dirigí hacia la mesita para encender una de las lámparas sin dejar de vigilarle. No me perdió de vista un instante.

-   Voy a enseñarle unas fotografías, y usted me dirá si le suenan de algo. Si me miente lo sabré, así que más le vale ser sincero.

Él asintió y yo saqué varias fotografías del interior de mi chaqueta, en ellas se veían los locales donde encontramos la sangre de las chicas.
-          ¿Le suenan de algo estos lugares? – dejé que los viese con calma.

-          N-no…

-          No me mienta – le advertí.

-          Parecen sacados de alguna película de terror, yo no he estado en un sitio así nunca.

-  Ahí dentro se torturaron a cuatro mujeres, y la sangre que encontramos no era de atrezzo, una de ellas pertenecía a una mujer que trabajaba para un amigo suyo.

- ¿Un amigo?
-          Johan Hamming ¿Lo recuerda?

Graham tragó saliva y apartó la mirada de las fotografías. Guardó silencio unos instantes y logró sobreponerse un poco a su miedo inicial para hablar con más calma, simulando cierta dignidad.

-          Hace años que no sé nada de él, yo no tengo nada que ver con sus asuntos.

-          Pero supongo que sabrá que ha muerto.

-          Algo vi en las noticias, pero como ya le he dicho hace años que no teníamos ningún contacto.

-          Más o menos desde que le denunciaron por acosar a sus clientas ¿no?

El tipo me fulminó con la mirada.
-          Falacias, al final se demostró que lo que querían esas mujeres era sacarme el dinero.

- Y al parecer lo hicieron muy bien. Tengo entendido que pasó algunos momentos bastante duros económicamente.

-          ¿Ha venido a importunarme por eso? Todas esas cuentas ya están perfectamente saldadas con la justicia y no tengo por qué darle explicaciones.

- Al contrario, si tiene que hacerlo. Porque en caso contrario apretaré el gatillo y su mayor problema pasará a ser lo sucia que dejará la almohada con sus sesos desparramados por ella. Así que hable. ¿Tuvo algún contacto con Hamming después de sus problemas con la justicia?
-          No, ninguno. No podía arriesgarse a que su intachable reputación quedase en entredicho al relacionarse conmigo.

No me pasó desapercibido cierto sarcasmo en su tono de voz. Pero sabía que estaba mintiendo, aun así dejé que continuase con la farsa.

- ¿Y sabe si tuvo algo que ver con la desaparición de esas mujeres? Como uno de sus amigos más cercanos debía conocerlo muy bien.

-          Hamming tendría muchos defectos, pero no era ningún asesino.

- Una de esas mujeres era su secretaria, la señorita Murray, con la que supuestamente mantenía una relación íntima.
-          Esa golfa…- se detuvo, pero no a tiempo para evitar el insulto –…esa mujer intentó chantajearle tras su despido. No se llevaban bien, y él le dio un generoso finiquito y la apartó de su lado. Pero ella no estaba satisfecha y le hizo la vida imposible durante meses, estaba obsesionada con él.

-          Así que admite que tenía motivos de sobra para querer quitársela de en medio.

-          Nunca le puso una mano encima, si a eso se refiere.

-          No hace falta usar las manos para quitar a alguien de en medio, sobre todo si se es rico.

-          Hamming no era ningún monstruo, todas las sospechas sobre él fueron injustificadas y desechadas en la investigación.
-          Parece que está al día sobre sus asuntos –admití sonriente. -  A pesar de que por esa época ya no tenían ningún tipo de relación.

Graham se mordió el labio y vi de nuevo el miedo en sus ojos.

-          P-puede que mantuviésemos alguna que otra charla telefónica.

-          ¿Sólo charlas telefónicas?

-          S-si – asintió convencido - una o dos veces como mucho.

- Es extraño – reconocí – entonces supongo que una de esas dos charlas debió de ser bastante larga. No se hacen tratos como este en cinco minutos.
Saqué un fajo de papeles y se los lancé encima. Él los examinó extrañado y abrió los ojos de par en par al descubrir de qué se trataban. Pero aun así intentó hacerme creer que era la primera vez que los veía en su vida.

-          N-no…no sé qué es todo esto.

-          Yo se lo diré. Son cantidades de dinero que usted ha estado recibiendo periódicamente desde Septiembre del año dos mil ocho hasta el mismo mes que Hamming desapareció.

-          ¡Eso es falso! ¡Ni siquiera están a mi nombre!
-          Eso es cierto, al menos algo hizo bien – admití. - Adoptar esos nombres y apellidos falsos para que no le asociasen con su pasado y poder recibir todo ese dinero sin levantar sospechas fue una jugada inteligente.

-          ¡No sé de qué me está hablando!

Se me estaba agotando la paciencia, así que volví acerqué mi arma a su frente para que el frío metal de la boquilla le despejase la mente un poco.
-          ¿Niega que Edwind Andersen sea usted y haya estado ejerciendo ilegalmente como cirujano plástico?

-          N-no es…

Acerqué mi dedo al gatillo.
-          ¡Si! – admitió - ¡Puede que usase ese nombre!

-          ¿Y niega haber recibido todo ese dinero?

-          Yo…estaba pasando un mal momento económico…no pude negarme…

-          ¿Quién se lo ofreció?

Guardó silencio, temeroso.

- Mi paciencia tiene un límite y le advierto que lo está sobrepasando.
Música: Fury OST - Steven Price

-          Fue él…Hamming, m-me ofreció todo ese dinero a cambio de un favor…pero n-no es lo que piensa…yo no maté a nadie ¡lo juro! ¡No tuve nada que ver con esa chica!

-          Entonces dígame qué hizo.

Silencio de nuevo. Esta vez le golpeé con el arma y emitió un leve sollozo.

-          ¡Hable!

-          ¡Me pidió que la operase!

-          ¿A su secretaria?

-          S-si…pero no a Sarah - reconoció. – Fue a la otra…la nueva…

La sospecha hizo que el pulso me fallase.
Alidaen había empezado a trabajar para él un año después de la desaparición de Sarah.

-          Dime su nombre – le ordené.

-          N-no…no lo recuerdo…era extraño - parecía tener que hacer un esfuerzo para recordar. – ¿Ala…Aline?

-          ¿Alidaen?

Me miró sorprendido, pero no se atrevió a negarlo.
-          No estoy seguro, pero a ella la recuerdo bien. Era una joven muy hermosa. Tenía las orejas de punta y la piel muy fresca y tersa, y su pelo dorado…era como acariciar el agua…- su tono ensoñador hizo que me entraran ganas de estrangularle, pero en seguida se recompuso, como si hubiese sido un acto involuntario.

Carraspeo y vio que le estaba mirando muy fijamente, lo que vio en mis ojos no debió de gustarse pues se puso a temblar descontroladamente.

Di varios pasos hacia atrás casi inconscientemente.
-          P-por favor… ¡yo no quería! ¡pero él dijo que si no lo hacía traería el mal a este mundo! ¡dijo que no era humana, que era un engendro de la naturaleza y yo debía impedir que se reprodujese!

Las palabras se sucedieron de forma atropellada, mientras me confesaba entre sollozos cómo la habían llevado a rastras hasta la sala de operaciones donde muy de vez en cuando seguía trabajando como cirujano y la sedaron para que se estuviese quieta. Cómo le había fijado las ataduras a sus muñecas y tobillos y cómo la había abierto para comprobar horrorizado que Haming tenía razón y era el engendro del que hablaba.
-          ¡Nunca había visto algo así! Sus órganos reproductores…no eran humanos…no sabía…no sabía lo que debía hacer…no tenía ovarios…y su útero tenía una forma diminuta, y e-estaba obstruido por extrañas ramificaciones. Era imposible que pudiese alojar una criatura en un interior tan pequeño. Le dije a Hamming que con esas características debería ser estéril, pero aun así me obligó a seccionar el útero para que no pudiesen fecundarla…

Siguió relatando datos más técnicos sobre la operación y el modo en que su cuerpo había reaccionado al proceso. Me confesó con lágrimas en los ojos que había estado a punto de morir porque era incapaz de tratarla como era debido, no poseía ni los conocimientos ni el instrumental adecuado para operarla, pero que Hamming le había amenazado con despedazarle si no lograba hacer que despertase. Decía que a pesar de todo él creía que velaba por su seguridad y la de todo el mundo, y que lo que estaba haciendo era lo correcto.
Tardó dos semanas en hacerla despertar, y cuando lo hizo estaba completamente traumatizada, pues al parecer una parte de su cerebro siguió consciente durante todo el proceso. Intentó huir de la clínica, pero Hamming no permitió que la soltase hasta que estuviese completamente recuperada.

Las palabras se convirtieron en puñales, y dolían como si me estuviesen atravesando las entrañas a mí mismo.

Cerré los ojos para obligarme a mantener la calma, hasta que finalmente dejé de escucharlas.
El sonido incesante de sus sollozos y su odiosa voz había sido sustituido por el de resuellos desesperados, y al abrir los ojos vi que tenía su arrugado cuello entre mis manos y sus ojos abiertos de par mirándome horrorizados.

-          ¡Silencio! – le ordené, separando con dificultad las manos para soltarle y empujarle contra el cabecero de la cama.

Tomó una amplia bocanada de aire y se llevó las manos a la garganta.
-          Le…le he contado…todo – hablaba con dificultad en un hilillo de voz.

-          He dicho que se calle…

-          Dijo…dijo que no me haría…daño…

Sus palabras golpeaban en mi cabeza.

“Era un engendro de la naturaleza…”

La había atado a una camilla y abierto en canal como a un puto sujeto de experimentos.
No podía quitarme de la cabeza aquella imagen de la cabeza.

Había estado a punto de matarla.

Ni siquiera me di cuenta de que había dejado de sujetar el arma y reposaba sobre la cama hasta que le vi abalanzarse sobre ella como el sediento al ver un oasis.

Me lancé sobre él para apartarlo del arma y le volví a agarrar del cuello, inclinándome hacia delante con los colmillos desplegados para desgarrarlo, al tiempo que apretaba mis manos para dejar de escuchar sus penosos quejidos.
Se debatió contra mi peso durante unos segundos, arañando mi cara y quitándome el esbozo que ocultaba mi rostro en un intento desesperado por defenderse, pero no tenía nada que hacer.

Iba a morir por lo que le había hecho.

6 comentarios:

  1. En fin... Menudo capítulo, aunque yo ya me olía algo de eso, incluso pensaba que la había violado o vete a saber qué.
    La pobre Alidaen estará supertraumatizada pero algo me dice que este médico no hizo del todo bien lo que quería, ya que no sabía ni cómo realizar la operación, y Ali está embarazada. Tal vez me equivoque, pero sería lo justo, que no se hubieran salido con la suya tantos "engendros" de la naturaleza como son esos dos y el padre de Thae, por ejemplo...
    La música que has escogido ha sido perfecta para ambientarme en la lectura.
    Como siempre, la espera ha valido la pena.
    ¡Muchos besos!

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    1. ¡Hola preciosa!

      Pues si, yo imaginaba por vuestros comentarios que la teoría que más se barajaba era la de la violación, y aunque debo admitir que fue una posibilidad que pensé en su momento, al final la descarté porque me parecía bastante obvia y esperaba sorprenderos un poquito más. Además de que quería darle otro toque distinto al personaje de Hamming, en el siguiente capítulo creo que será algo más.

      Alidaen después de eso quedó muy tocada, y bueno, era lógico para ella pensar que no puede quedarse embarazada. Y sobre si lo está o no...creo que a estas alturas parece algo bastante evidente, pero ya veremos qué pasa ;)

      La música a mi me encanta, mi chico me ayudó a elegirla en este capítulo y he quedado muy contenta, la verdad ^^

      Gracias por tu comentario guapa, y ya sabes que aquí me tienes como loca también esperando para leerte.

      ¡Un abrazo enorme!

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  2. ¡Me encanta! La investigación por fin está dando sus frutos. ¡Y que frutos! Pobre Ali, como se han liado... Pero claro, esto me abre muchas más incógnitas. ¿Cómo sabía el empresario de 50 sombras de Gray que ella podía dar a luz a algo chungo? ¿Quizás tenía conexiones con Edora? ¿O tal vez le entró la locura porque su empleada no se hizo la sumisa y entro en sus juegos sado?

    Bueno, te vuelvo a escribir un comentario ya que el que te escribí antes no se por que no se ha publicado. ¡Deseando leer el siguiente!

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    1. Me has matado con tu comentario Ni me leas, pero bueno, no esperaba menos de ti, estás fatal cielo jajaja

      Sobre tus dudas sobre Hamming-Grey, puede que no estés mal encaminado sobre lo de Édora...¿o quizás sobre sus juegos sado? jijiji

      Gracias por pasarte por aquí guapísimo ;)

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  3. Pobre Alidaen... Que horror, pero que buen giro, sin embargo. Me imaginaba que le hubiesen hecho alguna lobotomia o algo así, pero jamás eso. Realmente eres muy original, y te odiaría si no haces que, al acabar tu historia, no termine en papel, publicada en alguna editorial. Te juro que me moriría de la mayor de las penas, mujer.
    Amo esta historia, amo como no deja de ser interesante nunca, amo por completo todo, todo en su más maravilloso conjunto.
    ¡Felicidades!

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    1. ¡Hola Daroga! Que bien que te gustase el capítulo y te sorprendiese, espero seguir haciéndolo hasta la llegada del final de la temporada, ¡que ya falta menos!

      Muchísimas gracias por tus ánimos, la verdad es que leer este tipo de comentarios me suben muchísimo la moral y me motivan a seguir la historia. Y sobre lo de publicarla...bueno, de momento es algo que aunque me hubiese gustado poder hacer tengo parado por falta de recursos entre otras cosas, pero que aún así no descarto en un futuro ^^

      Un beso enorme Daroga, ¡buenas noches!

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