- Alidaen -
Lo único que sabía sobre el posible paradero de Violeta es que había quedado con aquel desconocido en el pub donde The Reapers dio el concierto hacía unas semanas, así que allí fue donde me dirigí en un primer momento.
Lo único que sabía sobre el posible paradero de Violeta es que había quedado con aquel desconocido en el pub donde The Reapers dio el concierto hacía unas semanas, así que allí fue donde me dirigí en un primer momento.
Aún no me atrevía a moverme en
metro yo sola, pero la única forma de llegar lo más rápido posible era
aventurándome por aquellos túneles subterráneos, y no es que tuviese demasiado
tiempo para sopesarlo. Así que me lancé a la aventura.
En veinte minutos aproximadamente
llegué hasta la puerta del gran edificio, donde un montón de gente hacía cola
para entrar a ver tocar a un nuevo grupo recién llegado a la ciudad.
Miré por todas partes, buscando
la pelirroja melena de Violeta sobresalir entre tantas personas apiñadas, pero
ni rastro de ella.
Di una vuelta a la manzana en
busca de cualquier señal, algo que pudiese llevarme hasta ella. Pero nada.
Entonces saqué mi móvil y busqué
su número en las llamadas entrantes.
Esta vez dio señal, esperé un par de pitidos y una voz masculina sonó al otro lado.
Música: Vampire The Masquerade Bloodlines - Chinatown Theme
- Has tardado bastante – dijo una voz desconocida que sonaba algo apática. - No parece que te preocupe demasiado el estado de tu amiga.
- Has tardado bastante – dijo una voz desconocida que sonaba algo apática. - No parece que te preocupe demasiado el estado de tu amiga.
-
¿Quién
eres? - pregunté acelerada. - ¿Qué le habéis hecho a Violeta?
-
Lo sabrás
cuando vengas a verla.
-
¿Dónde
está?
-
Vuelve al
parque, te has olvidado algo allí.
Colgó.
Miré a mí alrededor para guiarme,
desde allí el parque central estaba a diez minutos andando. Así que eché a
correr mientras marcaba el número de Janne.
No solía tener el móvil operativo
cuando se iba a uno de sus retiros, pero en esa ocasión lo había dejado
encendido y me contestó en seguida.
-
Alice
¿qué ocurre? – su voz sonaba preocupada.
-
Tienen a
Violeta.
-
¿Quiénes?
-
No lo
sé…pero me han citado en el parque central. Voy de camino.
-
Espera…
¡¿qué?! ¡espérame en Shelüne!
-
¡Ya estoy
de camino! ¡No puedo esperar, Janne!
-
¡Alice,
ni se te ocurra salir de allí tú sola!
Esta vez fui yo la que colgué. No
podía hacerle caso, esta vez no. Esperarle podría significar la muerte de
Violeta.
Llegué al parque en menos de cinco minutos, y lo que encontré allí me dejó sin habla.
-
¡Violeta!
Corrí hasta el bulto oscuro que
había tirado bajo la estructura infantil con miedo a encontrarme a mi compañera
sin vida.
Pero no era ella…
-
¡Jake! ¡NO!
Posé mis manos sobre su pecho, y busqué cualquier señal de pulso tanto en su cuello como en las muñecas. Mi propio pulso me hacía sentir torpe al no dejar de temblar descontroladamente.
Estaba muy frío y demasiado
pálido. ¿Le habían desangrado? No estaba segura. Pero no había marca alguna de
mordiscos en ningún sitio visible de su cuerpo. Quizás porque se la habrían
borrado antes de dejarlo allí tirado, vi como Dale lo hacía con Salma en cuestión
de segundos.
- Jake…lo siento…- susurré tratando de desatar el nudo de mi garganta y respirar pausadamente.
Si Dale había tenido algo que ver
con su muerte tendría que rendir cuentas por ello, no pensaba perdonarle nunca.
Cuando el móvil volvió a sonar lo
cogí al primer tono.
-
Espero
que hayas entendido la importancia de una buena colaboración por el bien de tu
compañera.
-
Dime
donde la tienes, hijo de perra.
-
Él te
llevará.
-
¿Él?
-
Creo que
habla de mí – escuché a mi espalda.
Me di la vuelta y ahí estaba.
No sabría cómo describir mi
primera reacción al verle, supongo que me quedé paralizada intentando asimilar
sus extraños rasgos, esa mirada enfermiza, la burla de su sonrisa al ver mi
gesto, y como no, mis posibilidades para escapar de él.
Él me analizaba en silencio
apoyado en la estructura de metal, con los brazos cruzados y con un gesto
pasivo que indicaba claramente que no me consideraba tan peligrosa como yo a
él.
Si quería huir aún tenía una
oportunidad para correr con todas mis fuerzas y meterme en la compañía. Pero
ese tipo, a pesar de su extrema palidez no parecía un vampiro, y si escapaba y
me encerraba en Shelüne dudo que ningún hechizo le impidiese entrar a por mí.
Y algo me decía que eso sería
mucho peor que seguirle.
Él parecía disfrutar de mis
dudas, pero aun así no se anduvo por las ramas.
- ¿Vas a quedarte todo el día desnudándome con la mirada?
-
Lo
siento, pero creo que ya tengo suficiente con el exterior.
-
Bien,
pues sígueme y no me obligues a enseñarte lo que tengo guardado para ti si me
das problemas.
Me dedicó una sonrisa maliciosa y
se dirigió hacia los árboles sin prestarle ninguna atención al cadáver de Jake.
-
¿Piensas
dejarlo allí tirado?
-
¿Me ves
cara de basurero?
-
No –
contesté furiosa – tienes cara de
asesino y desalmado… ¿cómo pudisteis hacerle algo así? ¡Era una persona, no un
deshecho!
-
¿Quieres
que te explique el proceso? No quisiera que su alteza se desmayase antes de
tiempo.
-
¿Fuiste
tú, verdad?
-
Puede
– dijo dándose la vuelta para encararme - ¿vas
a hacer algo al respecto?
-
Puede.
Y en ese momento tomé impulso
para levantarme y mi puño se estampó contra su cara.
Fue un acto completamente inconsciente, ni siquiera me moví después de hacerlo porque quedé el shock por unos instantes, tratando de asimilar las consecuencias de ese acto tan imprudente.
Pero aunque creí que había echado
todo a perder y me mataría, él me sorprendió echándose a reír a carcajada
limpia.
-
Parece
que te he juzgado mal – dijo llevándose el índice al labio. - Al menos tienes cojones.
Me quedé observando como recogía
un poco de sangre con su dedo y después se lo llevaba a la boca para probarla
con un gesto lascivo que me causó repulsión.
- Ahora más te vale que me sigas y mantengas la boca cerrada. La caballerosidad no me suele durar mucho tiempo.
Eché un último vistazo al cadáver
de Jake e hice lo que me decía. No pensaba seguir tentando a la suerte.
Él me llevó hasta un lugar medio
oculto del parque, y pude ver que allí había una bonita moto bastante parecida
a la que Thaerion montaba el día que le volví a ver en el puerto.
-
Sube
– me ordenó tras montarse en ella con soltura.
Volví a obedecer y él arrancó sin
darme tiempo de afianzarme en el asiento, por lo que mi primer impulso fue
aferrarme a él como una garrapata.
Su cuerpo olía a una mezcla de sudor, cuero gastado y cigarrillos aliñados.
Volví a oír su irritante
carcajada y me obligué a sacar valor para soltarme de su cintura con la poca
dignidad que me quedaba.
-
Tranquila
palomita, puedes tocar todo lo que quieras.
Me mordí el labio para no
contestar alguna barbaridad y esperé que aquel viaje insufrible acabase cuanto
antes.
Tenía miedo por lo que me
esperaba, pero a la vez estaba deseando volver a ver a Violeta.
Volver a verla con vida.
***
Aquel tipo tan extraño no era
tonto, y aunque me dediqué a observar muy fijamente el camino durante todo el
viaje para poder guiarme de vuelta a casa, noté que intentaba confundirme
llevándome por caminos que ya habíamos pasado antes y conduciendo en círculo en
diversos tramos del recorrido.
Al final como era lógico me
perdí, y dejé de concentrarme en el camino para pensar en mis posibilidades una
vez que liberasen a mi amiga, si es que lo hacían.
No sabía a quienes me enfrentaba, pero me imaginé que tendrían que ver con los vampiros del Darkness, al fin y al cabo eran ellos los que parecían más interesados en sacarme de Shelüne.
Decidí que independientemente de
quiénes fueran mis captores, trataría de hacerles creer en todo momento que
pensaba colaborar. Quizás así pudiese aprovechar algún momento de confianza por
su parte para tratar de escapar.
Eso si no les daba por matarme,
en cuyo caso poco me tendría que importar después de eso.
Tras media hora en moto llegamos
a una especie de sendero oculto entre los árboles, y allí nos detuvimos para
seguir andando introduciéndonos directamente en el bosque.
- Espero que hayas traído calzado cómodo, porque no te pienso llevar como una princesita y nos espera una buena caminata.
-
Se
moverme en el bosque – fue lo único que dije mientras miraba nerviosa hacia
un lado.
Aunque lo cierto es que llevaba
muchos años sin ir por ellos con la misma soltura que antes.
-
Ya lo
veremos – siguió caminando, pisando la maleza con la ligereza de un felino.
– Cuidado con esa rama.
No me dio tiempo a verla, pues la
soltó a caso hecho nada más pasar para que me diese en la cara. Por suerte la
esquivé en parte y sólo me rozó la mejilla sin llegar a meterse en mi ojo.
Él esperó que le recriminase, pero no le di esa satisfacción y seguí sus pasos en silencio. Mordiéndome la lengua y bastante más atenta que antes por si volvía a jugármela.
Continuamos caminando durante
aproximadamente una hora, hasta que al final llegamos a lo que parecía un
pequeño grupo de chabolas destartaladas en medio del bosque.
-
¿Es aquí?
Al fijarme mejor, me di cuenta de
que en realidad se trataba de tres cabañas unidas entre sí por un amasijo
informe de ramas y barro en forma de tejado, y todas formaban parte de la misma
casa, sólo que en vez de dividirse por habitaciones permanecían separadas casi de
forma independiente.
- ¿Esperabas algo más lujoso, alteza? – se volvió para mirarme y arqueó una ceja inquisitivamente, pero no le contesté, tan sólo me limité a observar – Pues te vas a tener que conformar con mi humilde picadero.
-
¿Picadero?
-
Sí, el
lugar donde traigo a las muchachas incautas como tú para divertirme con ellas
antes de dárselas de comer a los lobos.
-
… - paré
en seco y le miré con gesto incrédulo mientras él caminaba despreocupadamente
hacia la puerta de la cabaña más grande.
-
Yo no me
quedaría ahí fuera, suelen acudir cuando huelen a hembra. Los tengo bien
entrenados.
Hice lo que me dijo, pero aun así
no sabía quién me daba más miedo…si él, los lobos, o el desconocido que
supuestamente me estaba esperando.
Temía ser atacada por alguno de los suyos al entrar, pero el lugar parecía desierto, y a su modo bastante acogedor. Aunque demasiado sucio para mí gusto.
-
Aquí
dentro huele…raro- comenté llevándome la mano a la nariz.
-
Es lo que
tiene vivir con una letrina cerca.
-
¿Letrina?
¿Pero eso no es lo que se usaba antiguamente?
-
¿Crees
que aquí llega el agua corriente, niña?
-
¿Por qué
no dejas de llamarme como primero se te ocurre?
Ignoró mi pregunta y lo primero
que hizo fue servirse algún tipo de licor color pardusco en una jarra de madera
que había sobre una vieja mesa del mismo material.
Era como estar de nuevo en la
compañía Shelüne convertida en un lugar digno de una película ambientada en la
Edad Media. Sólo que en esta ocasión olía como debería oler en la realidad, o
al menos de forma parecida.
Había varias hogazas de pan
rancio y un montón de colillas de cigarrillo desperdigadas junto a las migas.
Obviamente detalles como ese o la escopeta le quitaba autenticidad, y sirvieron
para recordarme que aquello no era ningún cuento ni una de mis películas, sino
un lugar demasiado peligroso, extraño y alejado de la civilización para mi
gusto, y que además estaba compartiendo con un completo desconocido con cara de
loco.
- ¿Qué haces ahí parada? – preguntó sin volver la vista. - Sírvete lo que quieras. No esperes que haga de anfitrión además de guía y chófer.
-
No
gracias, ya he cenado – respondí tratando de destensar el nudo que tenía en
la garganta.
Se encogió de hombros y siguió
bebiendo hasta acabarse la primera jarra casi de tirón mientras yo echaba una
ojeada sin moverme del sitio.
-
¿Es
cierto que has matado mujeres aquí dentro? – pregunté sin poder borrar la
imagen de Violeta de mi cabeza.
-
Las he
hecho gritar toda la noche y dejado destrozadas al día siguiente, pero no del
modo que piensas – se dio la vuelta para mirarme y sonrió de medio lado con
gesto burlón al ver que no era muy rápida entendiendo ese tipo de indirectas.
Rodé los ojos cuando logré captar
su fanfarronada, y curiosamente me sentí algo más tranquila por mi seguridad y
la de ella.
-
¿Dónde
está mi amiga? – inquirí casi con exigencia.
-
En algún
lugar de esta casa, quizás en la letrina… ¿por qué no vas a buscarla y me dejas
tranquilo un rato?
Se levantó del taburete y subió
por unas escaleras de mano hasta una zona abuhardillada situada en la parte más
alta de la cabaña, desde podía vigilarme tanto dentro como fuera del edificio
gracias a una pequeña ventana que daba al patio.
Después se dejó caer en una
especie de banco de madera roñosa y comenzó a hurgarse las uñas con la punta de
su daga (o lo que fuese).
- ¡Grita si te muerde algún lobo! – exclamó viéndome salir por la puerta.
Yo le lancé una mirada
fulminante, pero aproveché la invitación para salir de su mismo cuarto y
librarme así de su insoportable presencia.
Ya buscaría a Violeta por mi
cuenta.
***
La cabaña era más grande de lo
que parecía desde fuera, y aunque carecía de las comodidades más típicas de
nuestro tiempo, tenía lo básico para que una persona o dos viviesen allí.
Me recordaba al hogar de algún cazador furtivo, o esos pequeños refugios situados en el bosque para viajeros extraviados que se usaban hace muchos años.
Apenas había sido acondicionada y
se notaba que aún conservaba el mobiliario de otra época. El olor de los
excrementos de animales y vete tú a saber qué más se mezclaba con el aroma del
bosque, que se abría paso por las ventanas o la madera medio podrida del suelo.
Tuve que dar varias vueltas por
todo el patio y sus distintas estancias para encontrar el pasadizo que
finalmente me llevó hasta mi amiga.
Di con él de milagro al rebuscar
en lo que parecía un viejo almacén situado al otro extremo de la casa.
Al principio fui reticente a entrar allí, pues lo primero que vi al abrir la puerta fue una masa sanguinolenta de carne chorreante y despiezada colgando de un gancho, y mi imaginación hizo de las suyas antes de que mi parte racional descubriese que se trataba de un ciervo y no una pobre mujer violada bajo ese techo.
Tras el susto inicial, entré y vi
que había un armario enorme en el que cabía perfectamente una persona.
Dentro de éste había varias
mantas y algunos trastos viejos que no me paré a mirar, una colección completa
de revistas guarras para tíos y una pequeña trampilla que al abrirla reveló una
escalera de madera descendente.
-
Veo que
has encontrado el escondite del viejo Tom.
El tipo me miraba desde fuera
apoyado en el marco de la puerta del almacén.
- ¿Está ahí abajo?
-
¿Tom? No,
creo que murió de un infarto y anda enterrado bajo alguno de esos árboles,
junto el número preferido de su colección: el “especial leñadoras calentorras”
Suspiré mentalmente.
-
Hablo de
mi amiga.
-
Puedes
bajar y así lo compruebas – sugirió.
- - ¿No vienes conmigo?
-
¿Yo? No
me pagan lo suficiente para acompañarte ahí abajo. Además, se te ve muy desenvuelta,
seguro que encuentras más cosas interesantes por ahí.
Cogió una de las revistas y ojeó
la portada con una sonrisilla divertida. Después me mostró una página al azar
donde se veía una mujer con más pechos que cabeza en una postura que dejaba a
la vista hasta sus pensamientos más profundos.
-
Y yo
tengo lectura pendiente.
Volvió a apoyarse en la pared y
comenzó a ojear la revista ignorando mi presencia.
-
¿Quiénes
te han pagado? – pregunté intentando no parecer incómoda. - ¿Han sido esos vampiros, verdad? ¿Ellos
la tienen?
- Preguntas demasiado y haces más bien poco.
Hizo un gesto con la mano para
que me largase.
-
¿Vas a
contestar o no?
-
No.
-
Esto es
una pérdida de tiempo…- murmuré empezando a descender.
-
Ni que lo
digas, son todas iguales – contestó cerrando la revista y tirándola al
suelo. – Suerte ahí abajo – dijo
después acercándose hasta el borde de la trampilla. – Y cuidado con las ratas.
-
Ya lo
hago – dije, lanzándole una última mirada que respondió con una de sus
burlonas sonrisas.
-
Nos vemos
– se despidió desde arriba.
Tras decir eso cerró con brusquedad la trampilla, y la poca luz que se filtraba desde el cuarto desapareció dejándome a oscuras y pérdida en aquel claustrofóbico lugar.
-
Mierda…-
susurré, tratando de tantear con el pie cada escalón de madera antes de
apoyarme en él para no caer.
Conté treinta y tres escalones
antes de dar con suelo firme, di varios pasos más usando mis manos como guía a
través de las paredes de piedra por lo que parecía un pasillo estrecho de unos
seis metros.
Temí no encontrar nada más al
final del túnel y quedarme allí encerrada, pero di con una puerta de madera que
se abrió nada más posar la mano en el oxidado pomo.
El aire allí dentro estaba muy
viciado, hacía bastante más frío que en el exterior y olía incluso peor que la
letrina de la cabaña de aquel tipo. Como si hubiese algún bicho muerto por ahí
cerca.
Por suerte no veía nada de lo que
pisaba.
Seguía sin haber ninguna luz que
me guiase, pero salvo el sonido del agua fluir en algún punto lejano y el de
pequeñas alimañas asustadizas correteando cerca no sentí nada raro que me
pusiese de los nervios.
Dejé que mi temor se disipase
tratando de pensar sólo en Violeta y su bienestar, y esto ayudó bastante a que
siguiese caminando hasta dar por fin con una sala pobremente iluminada en medio
de ninguna parte.
En ella había un hombre de pelo oscuro al que en un primer momento confundí con Thaerion por la falta de luz.
Me quedé paralizada.
-
¡Vaya!
¡Al fin te encuentro! – exclamó el desconocido con aparente entusiasmo. - Creía que te habrías perdido en el bosque.
Al acercarse al centro de la sala
pude verlo más nítidamente y me di cuenta de que hasta tenía sus mismos ojos
claros. Pero éstos eran curiosos y alegres como los de un niño, no voraces como
los suyos.
También parecía más joven, debería rondar los diecisiete como mucho. Y parecía sacado de alguna granja de Appaloosa Plains.
Me quedé en silencio, intentando
recuperarme de la impresión de su encuentro.
-
¿Cómo es
que Petardo no te ha acompañado? No está bien dejar que una señorita camine
sola por sitios oscuros.
Su tono de voz era alegre y
despreocupado, me recordaba en parte a Lande, que podía parecer amigable hasta
en los momentos más tensos.
-
¿P-Petardo?
- En realidad le gusta que le llamen Dardo, pero yo le suelo llamar así cuando no me puede dar una paliza para evitarlo – me lanzó una sonrisita confidente y me tendió su mano. – Y yo soy Theran, encantado.
Lo último que hubiese esperado
después de lo que había pasado era tanta amabilidad, sobre todo después de
haber conocido al tal Dardo y su afilada lengua, pero aun así miré al chico de
forma desconfiada y pegué las manos a mis costados, negándome a tocarlo.
- Tranquila, no pensaba hacerte nada malo – volvió a sonreír amistosamente y se quedó mirándome con un gesto algo bobalicón que me hizo sentir un poco incómoda. – Vaaaya…la verdad es que eres preciosa – soltó sin venir a cuento - no me extraña que mi tío no pudiese pensar en otra chica.
-
¿Tu tío?
– pregunté extrañada.
-
¡Si!
Estaba obsesionado, porque resulta que no sabía quién…
-
¡Theran!
El grito de advertencia hizo que cerrase la boca tan de golpe que se mordió la lengua y tuvo que llevarse la mano a ésta para reprimir su quejido, mientras yo miraba preocupada hacia los lados en busca de la causante de su pequeña y torpe autotortura.
La mujer no tardó en aparecer,
caminando con paso acelerado hacia nosotros y con el ceño fruncido.
Nunca había visto una piel tan
oscura y brillante como aquella en mi vida, parecía tallada en ónice puro, y
resultaba tan fascinante y sobrenatural como la de los vampiros, sólo que en su
caso desprendía vida, a diferencia de ellos. Aunque estaba segura de que
aquella mujer no era humana.
-
¿Qué
parte de guiar a la prisionera en silencio no has entendido?
-
¡Ah!
¿Pero es nuestra prisionera?
La mujer suspiró y le lanzó una
penetrante mirada antes de volverse hacia mí. Y el muchacho se quedó en
silencio mirándole algo atemorizado, pero al girarse hacia mí para hablarme
éste me guiñó el ojo y puso una mueca muy seria imitándola.
-
Síguenos
en silencio y todo acabará rápido – dijo ella.
Asentí y decidí seguirles sin darles muchos problemas, a esas alturas ya era demasiado tarde para echarme atrás y prefería seguir haciéndoles creer que estaba de su parte.
Después de unos minutos caminando
por pasillos subterráneos y salas talladas en piedra, llegamos a una puerta de
metal reforzado muy distinta a las que nos habíamos encontrado hasta ese momento,
que parecían viejas y a punto de caerse a pedazos y todas estaban hechas de
madera.
La mujer introdujo un código en
un panel de seguridad bastante moderno situado junto a ésta, evitando que yo lo
viese, y me invitó a entrar.
-
Pasa.
- Las damas primero ¿no, Yaila? – se burló el chico.
-
No, tú te
quedas el último por imbécil – contestó ella secamente.
-
Que tú te
comportes siempre como un hombre no me convierte a mí en dama – replicó él
acercándose con una sonrisa.
- ¿Quieres que te de otra paliza para demostrarlo?
Traté de pasar entre ellos para
zanjar aquella absurda disputa y acabar con todo de una vez, pero estaban tan
cerca el uno del otro que casi podían tocarse, y habría tenido que darles un
buen empujón para hacerlo. Algo poco amistoso y cooperativo por mi parte.
-
Preferiría
resolverlo de otro modo, y en un lugar más íntimo si puede ser.
-
Por
última vez, jodido niñato…No pienso acostarme contigo. Y menos mientras te
sigas empeñando en llevar ese estúpido sombrero.
- Eso es lo que todas decís al principio – respondió sin darse por vencido. – Y no sé qué tienes en contra de mi sombrero, es la última moda por aquí.
-
La última
moda hace cincuenta años por lo menos y entre mortales de pueblo.
-
Me da
igual, me queda genial. Y yo al menos intento pasar desapercibido. No como tú,
que te vistes como la protagonista de una de esas revistas que Dardo me enseñó
en la que salían mujeres fustigándose las unas a las otras en el trasero.
-
Te vas a
ganar una hostia al final…
-
¿Espero a
que saques el látigo?
-
Pfff…a
veces pienso que tu madre es una santa por aguantarte tantos años sin volverse
loca.
- Esto… ¿Podemos continuar?
Mi interrupción surtió el efecto
que deseaba, pues los dos me miraron como si de repente recordaran que yo
estaba allí y la pelea acabó al instante con un leve gruñido de advertencia por
parte de ella.
-
Quédate
aquí y vigílala hasta que soliciten su presencia – ordenó al chico. - Voy a avisar de su llegada.
Me había dado cuenta, por su
forma de hablar y actuar, de que ninguno de ellos parecía del todo humano, y
sus características físicas también evidenciaban sus diferencias con el resto
del mundo. Dardo y esa mujer tenían las orejas terminadas en punta como yo, y
ese chico, Theran, era increíblemente pálido y con rasgos tan fascinantes como
los de Thaerion. No sabría explicar por qué, pero había algo en ellos que
llamaba la atención desde el principio, y no era sólo por su apariencia. Era
como si desprendiesen un aura distinta y yo fuese capaz de reparar en ella.
- ¡A sus órdenes, mi capitana!
-
¡Y cierra
la puñetera boca! – añadió. - Lo que
daría por volver a mi barco y alejarme de éste cuervo idiota…- esto último lo
dijo murmurando para sí misma.
Tras maldecir y suspirar de nuevo
se retiró por la única puerta visible que había, aparte de la que nos había
llevado hasta allí, y el chico se quedó mirándome sonriente. Pero esta vez sin
decir ni una palabra, a pesar de que intenté que lo hiciera.
- Sólo dime si Violeta está bien – le pedí.
Él sonrió, pero me contestó
haciendo un gesto parecido al que usamos aquí simulando una cremallera, sólo
que lo que hizo fue imitar el movimiento de la mano al manejar una aguja
cosiendo.
Si no fuese porque tenía miedo
por lo que vendría a continuación seguramente habría sonreído al verlo. Parecía
un buen chico, y cada vez me recordaba más a la primera vez que vi a Lande.
Pero sus compañías no eran para nada tan agradables como las que encontré en
Shelüne, y allí no me podía fiar de nadie.
Esperé a que me llamasen y me llevasen ante quién estaba detrás de todo cuanto antes para volver a ver a Violeta. Pero conforme pasaban los minutos más impaciente y nerviosa me sentía, y también menos preparada para enfrentarme a aquello.
Empezaba a sentir náuseas.
Hasta que finalmente, tras diez
minutos de espera, la mujer a la que llamaban Yaila volvió y me condujo hasta
una especie de estudio lleno de muebles y artilugios antiguos, donde un vampiro
de pelo negro y fría mirada me esperaba sentado en una especie de trono
adornado con dos calaveras de dragón.
Estaba garabateando algo sobre un pergamino viejo, manejando con soltura una pluma que debió de pertenecer a Shakespeare (por lo menos), y que dejó pulcramente en el tintero sin derramar ni una sola gota al verme aparecer.
- Buenas noches – dijo esbozando una leve sonrisa. - Me alegra ver que has llegado de una pieza. Por favor, toma asiento.
- Buenas noches – dijo esbozando una leve sonrisa. - Me alegra ver que has llegado de una pieza. Por favor, toma asiento.
¿!Por qué siempre tienes que cortarlo en lo más interesante?! T.T Ahora toca esperar para ver quien es ese hombree
ResponderEliminarCómo me encanta Carolina, intrigada estoy. Y el sobrinito es una monada, me parto con él.
A la espera de más capítulos!!!
Jajajaja porque si no lo hago así ¿cómo me aseguro luego de que quieras seguir leyendo? ;) Tranquila guapa, que intentaré tener el capítulo listo pronto para que no tengas que esperar demasiado.
EliminarSupongo que no lo reconociste, es normal...¡está bastante cambiado! pero en el siguiente ya dice su nombre, ya lo verás ^^
¡Gracias por comentar neni! ¡Un abrazo!
Oh! el personaje del final se me hace conocido, se parece a uno que desapareció hace tiempo por la primera temporada xD No me quiero precipitar con mis hipótesis (ya que está bastante cambiado). Sufrí mucho cuando Theran estuvo a punto de decirle a Alidaen datos sobre Thaerion y fue interrumpido por Yaila D: aunque es entendible que llegar a la verdad es un proceso paulatino y eso es lo que hace interesante a la historia y que siempre termine con ansias de mas capítulos!
ResponderEliminarSe murió Jake! Pobre, aunque nunca terminé de encariñarme con el personaje realmente, pero lo prefería antes que su hermana, que al final ella si sobrevivió del ataque de criaturas sobrenaturales! :O
Espero con muchas ganas el siguiente capitulo! A ver que pasa ahora y cómo está Violeta? Hay que ver la reacción de Janne ante toda esta situación!
Espero el próximo capitulo muy intrigada!
Saludos!
¡Hola Josefina! ¡Que alegría leerte! ^^
EliminarVeo que vas muy bien encaminada sobre la identidad del misterioso vampiro ;) Y Theran es algo bocazas, así que no te extrañe que al final suelte algo que no deba, creo que es la versión Laremion-Vanar de Lande jajaja
Jake fue siempre bastante secundario, pero es normal que prefirieses que hubiese sido su hermana, es verdad que la condenada se ha librado ya de unas cuantas xD
Ya tengo más de la mitad de las imágenes del siguiente capítulo sacadas, así que espero no tardar mucho para tener el resto para no haceros esperar más de la cuenta y que se sigan resolviendo misterios.
¡Muchas gracias por pasarte guapa! ¡Un beso enorme!
¡Cómo se está poniendo la cosa! Ali se está metiendo en una trama mu chunga que a ver como acaba para ella. ¡Si es que todos quieren un cachito de la rubia! (O un sorbito en caso de algunos sanguijuelos). ¡Adoro ver que mi malote preferido sigue chupando cámara! Por cierto, no se si te lo he dicho alguna vez, pero es mucho más fotogénico que el actual protagonista, no quiero insinuar nada...
ResponderEliminar¡Tenme ya el siguiente! ¡Lo quiero YA!
Tu lo has dicho, a ver cómo sale de ella...jijiji
EliminarTranquilo que tu malote preferido seguirá chupando cámara hasta el final de la temporada, y no...lo siento pero no cuela jajaja será muchas cosas....pero fotogénico fotogénico...sabes que no xDDDD aún así se le quiere, igual que a su dueño :P
¡Sin exigencias! Pero no te preocupes que estará pronto ¡Besitos! ;****
Thanks Daijah V!! It has made me very excited *.*
ResponderEliminarQue buen capi aunque pobre jake y ali pero que interesante como la llegaba a una casa con laberinto o.o me dejo =O
ResponderEliminar:D
¡Gracias por tu comentario Vane! Un abrazo ;)
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