❧❃❧ CAPÍTULO XXXIV: El Rito ❧❃❧
♫ The Witcher 3- The Fields of Ard Skellig ♫
El sonido de su voz hizo que despertase de golpe, confuso y somnoliento tras el sueño.
El sonido de su voz hizo que despertase de golpe, confuso y somnoliento tras el sueño.
- ¡Thaerion!
-
Estás a
salvo…- susurró aliviada.
La abracé con todas mis fuerzas,
besando su pelo rubio al tiempo que mi cerebro intentaba encajar las nuevas
piezas del puzle que al unirse daría lugar al tapiz de mi pasado.
El dibujo…ese rostro. Era ella,
tenía que serlo. Mi dalariel.
- Te recuerdo.
Volví a estrecharla contra mi
pecho, temiendo perderla de nuevo, olvidar su recuerdo. Pero ella se separó lo
suficiente para poder mirarme a los ojos. Parecía algo contrariada.
-
Tu
rostro, eras tú. Alidaen – a medida que hablaba los fragmentos que recordaba cobraban cada vez más sentido. - Fui a
buscarte cruzando aquel portal, pero me impidieron volver a verte y lo
destruyeron para asegurarse de que no volviese.
-
Eso no
importa ahora, mi amor.
Trató de silenciar mis palabras con sus besos, y aunque los necesitaba sentía que en parte no quería escuchar lo que decía, e insistí alejándome de sus labios con dificultad para seguir hablando.
-
Te
buscaba sin descanso, pero yo ya no formaba parte de este mundo – le
confesé, haciendo un nuevo esfuerzo para hablar y no caer preso de aquellos
ansiosos ojos verdes, pero debía hacerlo, temía que si dejaba de hablar ya no
recordaría nada. - Me habían alejado de
ti, y no existía otra forma de volver. Me odiaba a mí mismo por haber faltado a
mi palabra.
-
No me
importa. Ya estás aquí. Bésame – insistió con un tono de voz más impetuoso
que apasionado.
-
Alidaen…-
pronuncié su nombre algo confuso al tiempo que observaba como las pequeñas
motitas doradas de su iris comenzaban a expandirse hasta convertir sus ojos en
dos brillantes orbes color miel.
-
Bésame…
– repitió, terminando por romper la frágil fortaleza que me separaba de sus
labios - ...y olvídame de nuevo.
El frío contacto de su boca fue
tan doloroso como un puñal hundido en mis entrañas, y no el ardiente refugio
que había esperado encontrar al volver a verla. Me sentía atrapado, a punto de
caer en una oscuridad más profunda que la que ya envolvía mi memoria antes de
llegar ahí.
Intenté apartarla para ponerme a salvo y retener los recuerdos que, al parecer, quería volver a arrebatarme.
-
¿Por qué?
– pregunté dolido.
-
No es la
hora – respondió con una sonrisa cruel. – Antes debes sellar el vínculo.
-
¿El
vínculo? ¿Cómo puedo…?
Alzó las manos a modo de
respuesta, estaban manchadas de sangre.
Bajé la vista hacia mi abdomen y vi el origen de ésta, antes de escuchar el desgarrador grito que logró sacarme de golpe de esa pesadilla y darme cuenta de que realmente me estaba desangrando, y que no era Alidaen a quien había estado viendo realmente…sino, muy probablemente, a la persona responsable de mi pérdida de memoria.
❧❃❧
- ¡Imbécil, idiota! ¿Pero qué has hecho? – gritaba mientras presionaba la herida con mis manos, tratando inútilmente de parar la hemorragia.
Quería golpearle repetidas veces
contra la roca para ver si reaccionaba, ser yo misma quien le rematase por
cometer semejante locura. Pero ni él era consciente de lo que hacía mientras yo
corría con las pocas energías que me quedaban intentando llegar a tiempo para
evitar aquel desenlace.
Ni siquiera estaba despierto,
parecía estar soñando mientras murmuraba algo que no oí hasta que estuve lo
suficientemente cerca.
Algo sobre un vínculo.
-
¡Abre los
ojos, por favor! – grité desesperada. Percibiendo cómo poco a poco mis
atenciones servían de algo y despertaba de su letargo.
-
¿Alidaen…?
– sus ojos parecían aliviados, pero al posarse en la herida que tapaba con mis
manos el alivio tornó en cierta preocupación. – Mierda.
-
¿Estás
bi…? – yo misma me interrumpí ante la estupidez de mi pregunta. – Está claro que no… ¿puedes incorporarte?
¿Te desangrarás si te suelto? ¿Te duele…? ¿Vas a morir? ¡Por favor no te
mueras! ¡Dime qué hago, joder, me estoy poniendo histérica!
- Ummhfff…menos mal que no te dio por dedicarte a la sanación…menuda forma de tratar a un herido – se quejó con la voz apagada pero con la misma chulería de siempre.
Aquello hizo que me calmase un
poco y al menos dejase de decir tonterías. Le miré con lágrimas en los ojos y
le ayudé a incorporarse muy despacio al ver que hacía el amago de hacerlo él
sólo. Gruñó unas cuantas maldiciones en turco (por lo menos), y se mordió el
labio con fuerza otras cuantas veces. Pero finalmente logramos que se sentase.
-
No voy a
morir, relájate - me dijo con una sonrisa algo forzada por el dolor – Al menos de momento.
- Ni de momento ni hostias – le contradije frunciendo el ceño. – Te prohíbo que mueras.
-
Vale,
vale. Cualquiera te contradice… – contestó con una leve risa seguido de un
potente gruñido. – Pero tenemos que
vendarla, ayúdame a quitarme esto.
Asentí y me dispuse a desvestirle
agarrando la tela de la camiseta para tirar de ella hacia arriba con más
torpeza que un burro con manoplas.
-
¡Para,
para, para! – me rogó, sin poder aguantar la tortura a la que estaba
sometiendo (y que bajo mi humilde opinión tenía más que merecida por hacerme
pasar semejante calvario). - ¿Por qué no
usas mejor…? – posó la vista en la daga teñida de sangre que había en el
altar y después negó para sí mismo. – Mejor
lo hago yo.
- ¡Ni en broma!
Le di un manotazo para apartarlo
de la dichosa daga, y yo misma la empuñé con algo de temor pero decidida a ser
la única que la usase esa noche.
-
Está
bien…- dijo con reticencia mientras se sujetaba la herida.
A pesar de estar perdiendo bastante sangre parecía muy calmado y despierto tras la confusión inicial. Así que yo intenté comportarme de la misma forma y demostrar que podía desgarrar un simple trozo de tela sin perder la calma.
Él tragó saliva muy despacio y
observó el metal de la punta de la daga con tanto temor mientras la manejaba
que me sentí ofendida y le amenacé con ella.
-
¿Qué
pasa? – pregunté, terminando de cortar un trozo y acercándola a su cuello -Te recuerdo que el que ha estado a punto de
matarse aquí con ella has sido tú.
-
V-vale,
vale… ¡pero aleja esa arma de destrucción masiva en tus manos de mi cuello!
Parecía realmente asustado ¿de verdad creía que podía llegar a hacerle daño intencionadamente?
Bajé el arma y la lancé muy
lejos, apartando la mirada para evitar enfadarme más todavía.
-
Ahora
rasga la tela – me pidió adoptando un tono más amable y sereno.
Resoplé y acaté su orden,
retirando la tela oscura de su cuerpo y viendo por primera vez el resultado de
su estúpido arrebato cuando apartó su mano muy despacio para ver la herida.
Al hacerlo su sangre comenzó a
salir a borbotones y volví a ponerme histérica.
-
¡Te odio!
¡Imbécil! ¡Mira lo que has hecho!
Él taponó la herida con una mano y me acarició la mejilla con tanta ternura que se me volvieron a saltar las lágrimas.
-
Lo haría
de nuevo si al despertar tú volvieses a estar aquí para sanar mis heridas.
-
Pero soy una
pésima enfermera…- repliqué llorosa.
-
La peor
que existe – afirmó sonriente. - Y
la única que quiero a mi lado.
Le miré a los ojos mientras él
captaba mis lágrimas con su dedo. No podía dejar de llorar, no era capaz de
articular palabra después de escuchar aquellas palabras viniendo de él.
Si le perdía...
- Ni se te ocurra volver a dejarme.
-
No me voy
a ir a ningún lado, Alidaen – dijo con seguridad. – No va a matarme un simple corte.
-
Prométemelo.
Rozó mis labios despacio,
recorriéndolos con la yema de sus dedos y observando la forma en que se
entreabrían para probar el sabor de la sal de mis lágrimas mezclado con el de
su sangre.
- Te lo prometo – susurró inclinándose despacio hacia mí para besarme.
Esperé ansiosa la llegada de sus
labios, pero soltó un hondo suspiro y se apartó como si la herida le quemase.
-
Lo
siento… ¿Te duele mucho? – yo y mis preguntas absurdas.
La próxima vez me dejaba de
soltar tonterías y le besaba yo.
- No es la herida lo que más duele – contestó hablando con dificultad.
-
¿A qué te
refieres?
-
No
importa. Ayúdame a hacer tiras con la camisa y a vendarla – se retiró.
-
E-está
bien.
Gracias a sus indicaciones terminé haciendo un buen trabajo, y al menos dejó de sangrar de esa forma. Cuando hube terminado tenía las manos llenas de su sangre. Temía que hubiese perdido demasiada y no pudiese ni incorporarse, ya que aunque intentaba parecer fuerte para no preocuparme notaba que estaba cada vez más débil.
-
¿Por qué
lo has hecho? ¿A qué ha venido todo esto?
-
N-no lo
sé…estaba soñando contigo.
-
¿Conmigo?
Asintió.
-
Aunque no
recuerdo bien lo que ocurría, nos besábamos y después…era como si algo me obligase a hacerlo - bajó la vista hacia
la herida.
Frunció el ceño con gesto concentrado, pero el dolor le impedía pensar con claridad y terminó sacudiendo la cabeza.
♫ A Dream Within a Dream - Nox Arcana ♫
Entonces recordé el día de nuestro reencuentro. Cuando probé su sangre por primera vez.
Entonces recordé el día de nuestro reencuentro. Cuando probé su sangre por primera vez.
Él me había ofrecido ésta para
sanar mis heridas. Y tuve una idea.
-
¡Espera
aquí!
Corrí hacia el lugar donde había
lanzado la daga y volví con ella en las manos, haciéndome un corte en la mano
mientras ignoraba sus protestas.
-
Bebe de
mí, así te recuperarás.
Abrió mucho los ojos, observando la herida casi con vehemencia, pero la rechazó en cuanto acerqué mi mano lo suficiente para que pudiese olerla. Apartándose de ella con gran esfuerzo.
-
No sabes
lo que me estás pidiendo…no tienes ni idea – me reprochó.
-
Tú me
diste tu sangre y sanaste mis heridas. Todas.
Me incorporé y levante mi camisa
para enseñarle mi vientre.
-
Aquí
¿ves? – señalé un punto en concreto, el lugar donde hacía meses una fea
cicatriz me atravesaba la parte baja de mi vientre. – Tenía una cicatriz enorme, pero tú me curaste.
Él apretó la mandíbula y apartó
la mirada.
- Lo sé.
Más que convencido parecía cada
vez más afligido y reticente a hacerlo.
-
¿Qué
ocurre?
-
Yo no soy
un vampiro.
- Ya lo sé, por eso sé que no me harás daño.
-
No lo
entiendes. Soy algo mucho peor, Alidaen - añadió mirándome apesadumbrado.
-
¿Peor que
un vampiro? Eso es difícil, te lo digo porque ya he conocido a unos cuantos y
sé qué…
-
Mírame
– me ordenó.
Agarró mi muñeca y sus ojos
brillaron con intensidad al acercar la nariz a mi mano. Me quedé inmóvil
observando su extraño cambio. Toda la humanidad que había en ellos fue
sustituida por una fría calma mientras lamía muy despacio los alrededores de la
herida.
Gimió, de una forma tan erótica y
siniestra que no sabría decir si lo hacía para asustarme o para hacer que le
rogase que usase la lengua de esa forma más a menudo y en otros lugares. Gruñó
y me mostró sus afilados dientes en respuesta a mi excitación.
Tragué saliva intentando
contenerme.
- No me das miedo - murmuré mordiéndome el labio. - Pero tú deberías empezar a temerme como sigas haciendo eso.
Mi advertencia pareció
divertirle, y en vez de dejarme soltó mi mano y me agarró del pelo para echar
mi cabeza hacia atrás y obligarme a mirarle a los ojos.
- ¿Qué piensas hacer? – preguntó tensándolo lo suficiente para que resultase doloroso, sonriendo con una oscura satisfacción.
- Pienso disfrutar de ti…- acerqué mi mano a su abdomen y presioné un poco en el lugar donde estaba su herida - …en vez de temerte.
Él se inclinó ligeramente por el dolor
y apretó la mandíbula con fuerza, gruñendo hacia dentro y volviendo a mirarme
con una sonrisa asesina, soltando mi pelo con brusquedad e incorporándose para
alejarse de mí lo suficiente para que no volviese a tocarlo.
Era demasiado excitante, y aunque
sabía que no me tenía sometida a ningún influjo como un vampiro me sentía
incapaz de reaccionar de otra manera.
Llevé mi dedo a la boca y comencé a lamerlo provocativamente mientras me acercaba a él. Su sangre era deliciosa, y me hacía sentir llena de vida.
-
¿De qué
tienes miedo? – pregunté al ver que reculaba cada vez que yo intentaba tocarlo.
Dando vueltas alrededor mío con sus ojos brillando en un azul intenso.
-
De lo que
puedo hacerte si me dejas – contestó sinceramente.
-
¿Y si te
digo que puedes hacerme lo que quieras?
Aquellas palabras hicieron que
terminase lanzándose hacía mí como un lobo sobre su presa. Atacándome por la
espalda para intentar inmovilizarme contra la roca.
- ¿Acaso quieres morir? – susurró pegándose a mí oído.
Aprisionó mis manos con la suya
para evitar que pudiese moverlas y yo respondí a su pregunta frotando mi
espalda y mi trasero contra su cuerpo. Notando su tensión sobre todo por debajo
de su cintura.
-
¿Quieres
matarme?
-
Quiero
hacerlo, sí – respondió sin dudarlo. - Aquí
y ahora.
-
Pues hazlo
– le invité.
Lógicamente sin tomarme muy en serio la literalidad de sus amenazas.
Me agarró del cuello y me obligó
a ladear mi cabeza para besarme desde atrás, hundiendo su lengua dentro de mi
boca mientras conducía mis manos hasta su cremallera para que le liberase de la
presión que ésta le producía en esos momentos.
- No sabes lo que me estás haciendo – gruñó pegado a mis labios mientras yo le acariciaba por encima de la ropa interior y él aflojaba la presa de mis manos. – Hace unos momentos querías salvarme y ahora quieres condenarnos a los dos.
-
Sé muy
bien lo que hago, y si un puñal no puede matarte tampoco creo que lo haga un
poco de alivio físico.
Él terminó rindiéndose ante mi
lógica y me bajó la camiseta con un violento impulso generado por su deseo
contenido, rompiéndome uno de los tirantes y haciendo que el frío erizase la
piel del pecho que tenía al aire.
Presionó mi pezón con la yema de sus dedos y tiró de él, volviendo a provocarme dolor intencionadamente mientras sonreía al ver que gemía como respuesta.
-
¿Esto te
resulta placentero…?
Me di la vuelta y esta vez fui yo
quien le empujé contra la roca. A pesar del arrebato, seguía estando lo
suficientemente débil como para poder manejarlo, y su gesto dolorido ante el
brusco movimiento me produjo un intenso placer.
¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué disfrutaba de ese modo haciéndole sufrir? ¿Por qué el penetrante olor de su sangre, que aún bañaba su vientre, encendía mi cuerpo de esa manera?
-
¿Y a ti…?
Recuerda que no eres el único que conoce las reglas del juego.
-
Veo que
sabes más de lo que aparentas. ¿Acaso tuviste un buen maestro?
-
Lo mío es
innato. Y pienso demostrártelo ahora mismo.
Sonrió lascivamente mientras
dejaba que se incorporase lentamente.
- ¿Cómo…?
Quería hacerle gemir, mostrarle lo placentero que me resultaba verlo vulnerable ante mí, preso de mis deseos mientras me arrodillaba ante él cubriendo su helada piel con mis besos. Dispuesta a hacer lo que nunca había hecho antes a ningún hombre y sabía que les volvía locos gracias principalmente a las enseñanzas de Violeta y a años de lectura erótica.
Pero él pareció recobrar la suficiente razón como para advertirme e impedírmelo mientras se ponía en pie con dificultad.
- Alidaen…- su gesto se volvió algo inquieto al verme decidida a hacerlo. – No debemos…aquí no.
- No me vuelvas a decir lo que debo o no hacer – le advertí.
Él parpadeó confuso, y yo acerqué mi mano herida hasta su boca, sellando sus labios con mi sangre.
- Bebe – le ordené.
Cerró los ojos con fuerza y abrió la boca sumisamente, lamiendo muy despacio la herida de mi mano. Concentrándose en todo momento para no perder el control mientras yo me deleitaba con el sabor de su cuerpo, experimentando con mis labios y mi lengua el morboso placer de su sexo.
Era delicioso, no sabría explicar
con exactitud lo que sentí al mezclar el sabor de su sangre con el más
primitivo de los pecados del hombre. Quedé extasiada incluso sin llegar a aliviar
mi propia necesidad, pues el sonido de sus gemidos llegaba a mis oídos como la
más exótica de las melodías creadas por el hombre, su sabor me tenía completamente
cautivada, su tacto cálido y rígido me llenaba por completo, su aroma y la
perfección de su cuerpo inundaban mis sentidos y me hacían sentir
dueña de sus emociones mientras centraba mis esfuerzos en complacerle.
No tardó en sucumbir bajo mi
hechizo.
Un profundo jadeo salió de su
garganta al llegar al límite. Tomó mi mano entre las suyas para evitar que la
apartase, hundiendo su lengua para abrir más la herida. No sentí dolor. Pero
aquella diminuta hendidura en la piel no daba mucho más de sí, y terminó
apartando mi mano con cierta frustración y la sed inundando su mirada.
-
¿Contenta…?
– me inquirió hablando con dificultad.
Alcé la vista hacia la herida de
su vientre mientras intentaba recuperar la cordura tras semejante impulso. Él
apartó la tela negra de su camisa y vi que seguía estando ahí.
-
¿Por qué
no…?
- No es así como funciona – respondió limpiándose la boca.
-
¿No te ha
gustado? – pregunté insegura.
Furioso se agachó para agarrar mi cuello y pegar su
cara a la mía.
- ¡Te he dicho que no soy un puto vampiro! – bramó - ¡Podría haberte matado! ¡Maldita sea!
-
¡Pero no
lo has hecho!
-
Aún no,
pero ahora mismo tan sólo puedo pensar en ello.
Hizo un rápido barrido con la
mirada a mi cuerpo, deteniendo la vista en mi pecho y la curva de mi cuello
especialmente. Tragando saliva con dificultad.
- Vas a volverme loco…
Parecía completamente fuera de
sí. Tuvo que dar varias vueltas alrededor del altar conteniendo la respiración
antes de volver a tener fuerzas para mirarme a la cara.
- ¿Crees que me gusta la sangre? ¿que disfruto con esto? – preguntó con un tono cargado de reproche. - ¡El día que te clave los putos colmillos estarás muerta! ¿Entiendes?
-
Pues a mí
me pareció que disfrutabas – admití tratando de mantener mi dignidad
intacta.
El rubor que subió por sus
mejillas me demostró que al menos no le había sido indiferente. Por un segundo
me pareció que hasta el momento no había sido realmente consciente de lo que
había pasado entre sus piernas mientras él se alimentaba.
- No me refiero a eso – carraspeó - eso fue…joder- sacudió la cabeza intentando aclarar sus ideas. - ¿Por qué tienes que ponérmelo tan difícil? Yo…
Al verse incapaz de explicarse
con coherencia, me cogió de la muñeca para hacerme ver la palma de mi mano,
limpia de sangre y heridas pero rodeada por pequeñas venitas de color negro
azulado.
Le miré sin entender.
Hundió su dedo índice en el lugar
donde había estado el corte. Y no sentí nada.
- ¿Qué has…?
-
Lo mismo
que le hice a esa chica. Sólo que ella no tuvo tanta suerte y no pude parar. Y
su sangre no tenía nada que ver con la tuya.
-
¿A quién?
-
Vámonos
de aquí de una vez – ordenó ignorando mi pregunta, soltándome con algo de
brusquedad.
Volví a mirar mi palma y moví la mano, había perdido la sensibilidad de ésta. Me mordí el labio percatándome de lo estúpida que había sido al desoír sus advertencias. Y también avergonzada por lo que acababa de hacer y el modo en el que había reaccionado.
Tuve que hacer un gran esfuerzo
para no echarme a llorar allí mismo y añadir más patetismo a la escena.
Cuando levanté la vista vi que se
acercaba con gesto arrepentido.
-
Siéntate
– me mandó, esta vez de forma más paternal. – Voy a vendarte eso.
-
No hace
falta – dije dolida.
-
Por
favor…
Le ofrecí mi mano para evitar una
nueva discusión, pero a pesar de la delicadeza con la que me trataba esta vez
fui yo la que me mostré fría con él.
Aunque no tardé mucho tiempo en romper mi silencio.
- ¿Es así como acabarán todos nuestros arrebatos?
- Que acabasen todos así sería una suerte para ambos.
- Te deseo – le confesé.
Él terminó de anudar la tela que había llevado alrededor de su muñeca y me dedicó una amarga sonrisa.
-
Y yo a
ti, Alidaen. Tanto que duele…no sabes hasta qué punto. Pero si dejarme llevar
significa hacerte esto… – acarició mi mano con una infinita ternura, pero
seguía sin sentir nada - o algo mucho
peor…prefiero morir antes que volver a ponerte un dedo encima.
- Terminarás matándome si no me tocas. No sé qué prefiero.
Sonrió, y posó un suave beso en
mi frente.
-
Se me
ocurren muchas formas de aliviarte sin tener que hacerlo.
-
¿Cómo…?
Rio ante mi ingenua pregunta.
-
Creando
música para el disfrute de tus oídos… - susurró - provocándote con fantasías tan reales que sentirás mi cuerpo unido al
tuyo sin ni siquiera rozarte, y sufrirás la dolorosa necesidad de aliviarte tú
misma mientras disfruto de la dulce visión que me ofreces.
Comencé a sentir el calor del rubor subiendo por mis mejillas gracias a su erótica respuesta.
-
Y ahora será mejor que nos vayamos.
-
Pero…
Yo quería llevar a cabo todo ello
en ese mismo momento.
-
Encontraremos
el modo de estar juntos, te lo prometo – me dijo recuperando su seguridad y
adivinando mis pensamientos. – Y cuando
llegue ese día te arrepentirás de haberme provocado de semejante manera.
Me lanzó una mirada lobuna y acercó sus labios a mi oído.
-
Y por
cierto, eso que hiciste…fue perfecto.
Sonreí tímidamente y me tendió la
mano para que me levantase.
-
Alejémonos
cuanto antes de este lugar, estoy seguro de que está embrujado.
-
Eso
explicaría porque has estado a punto de matarte – contesté poniéndome en
pie y agarrándole de la cintura para ayudarle a andar.
-
Quizás,
aunque en mi sueño eras tú quien lo hacía.
- ¿Por qué? ¿También me dejabas con las ganas?
Rio con dificultad y aceptó mi
ayuda con reticencia.
-
Tranquilo,
si veo que intentas morderme te empujaré contra un árbol y saldré corriendo.
-
Mientras
no me rompas los dientes…
❧❃❧
Temía que aquello que nos había atraído al mismo lugar y poseído en aquel altar siguiese demasiado cerca, por lo que intenté caminar todo lo rápido que mi herida me permitía.
Por si fuese poco, tener que ir controlando mi sed cada vez que recordaba el sabor de su sangre, o me llegaba el olor de su cabello y su piel (y ya no hablemos de lo otro) dificultaba aún más la pesada marcha. Pero cada vez que intentaba soltarme y caminar sólo, ella me impedía moverme, aferrándome de forma maternal. Y no como la anterior fiera que casi me hace perder el control de mí mismo en medio del bosque.
Dioses, iba a estar cachondo
durante un mes entero como no lograse olvidar su lascivo comportamiento.
Admitir que violarla contra un árbol como un salvaje era lo más sutil y
romántico que se me pasaba por la cabeza decía bastante de mi enajenación
mental. Y había estado a punto de hacerlo.
Aún me costaba permanecer sereno,
pero imaginarla tendida sobre la hierba, pálida y consumida por mi
descontrolado deseo era suficiente para disuadirme de volverme a acercarme a
ella de una forma indebida.
Aquello no era sano. Pero un poco de conversación me haría olvidar pensamientos tan poco prácticos.
- ¿Se puede
saber qué hacías tu sola por este bosque?
-
Es una
larga historia.
-
¿Es que
acaso te pagan por meterte en líos? Porque a este paso deberías poder comprar
Bridgeport entero.
- Oye, que si no llega a ser por mí aún estarías desangrándote. Yo al menos no me mutilo en sueños.
-
Ya te
dije que algo me había poseído.
-
Y yo
estaba buscando a una amiga a la que secuestraron unos tipos muy raros.
-
¿Eran los
mismos que te siguieron por el bosque?
-
Esos sólo
trabajaban para él. ¿Cómo sabes que me persiguieron?
-
Porque yo
también te seguía – admití - y los
vi en el camino.
-
Ah… -
fijó la mirada en el sendero que recorríamos con gesto serio, supuse que
recordando lo que había estado a punto de pasar.
-
Hiciste
un buen trabajo con ellos – le halagué. - Parece que sabes defenderte mejor de lo que pensaba.
- Gracias – contestó con una leve sonrisa.- Pero era eso o dejar que me hiciesen algo que no me apetecía en absoluto, tampoco tenía mucha opción.
-
Se supone
que yo debería protegerte, y en estas condiciones soy poco más que un estorbo.
Si llegamos a encontrarnos con aquellos que te buscan quiero que huyas todo lo
rápido que puedas mientras yo los entretengo.
- No, ya estoy cansada de huir. Llevo haciéndolo demasiado tiempo.
Guardé silencio pensando en ello.
Después de todo lo que sabía sobre su pasado no podía recriminarle que se
negase a hacerlo.
-
Si es la
única forma de sobrevivir no debes avergonzarte por ello.
- No es cuestión de orgullo propio. Lo que me avergüenza es que otros paguen por mi culpa y mueran – se detuvo para mirarme. – Dejarte sólo no es una opción. No vuelvas a pedirme que lo haga.
-
Pero no
podría perdonarme que te volviesen a hacer daño.
-
No soy
tan débil cómo crees.
- Sé que no lo eres, eres más fuerte de lo que yo llegaré a ser nunca.
Había visto su miedo y su dolor
demasiadas veces. Incluso su pasado, antes de conocerla, había estado lleno de
personas que querían dañarla.
Pero allí estaba, de pie conservando aún esa sonrisa inocente que me hacía amarla más que a cualquier criatura existente y admirarla a partes iguales.
¿Cómo podía alguien que había
sufrido tanto y visto la maldad de tantas formas no estar resentido con el
mundo y conservar ese fuego capaz de iluminar y cegar a los mismísimos dioses?
Era mi Luz.
La persona por la que había
llegado a este mundo envuelto en oscuridad siguiendo su rastro como si fuese un
navegante perdido y ella mi faro. La única que daba sentido a mi vida y por la
que estaba dispuesto a enfrentarme incluso a mis propios demonios.
- Eres increíble…
Hundí mi mano en su pelo y la
atraje con suavidad hacia mi cuerpo para unirme a ella en un estrecho abrazo.
- Quisiera poder estar así siempre – murmuró acariciando mi pecho.
Aspiré el olor de su pelo y la
abrace con más fuerza, ignorando el lacerante dolor de mi abdomen y todo lo
demás, robando unos segundos más del poco tiempo que teníamos.
Pero unos gruñidos cercanos me
recordaron lo peligroso que era tomarse esa libertad en un lugar como aquel.
Ella hizo el amago de apartarse cuando vimos aparecer un lobo enorme de pelaje rojizo y erizado acercándose a nosotros, pero se lo impedí agarrándola protectoramente mientras sutilmente me colocaba delante de ella y aferraba la daga que tantos problemas me había traído esa noche y que había recuperado minutos antes.
Era la única arma que tenía, el
resto de mis pertenencias debían estar en el fondo de aquel lago.
-
No te
muevas.
El animal no se detuvo al verla, y me enseñó los dientes de forma amenazante mientras se debatía entre lanzarse hacia mí o seguir acechándonos.
-
Por
favor, deja que intente calmarlo.
-
Ni en
broma. Ese bicho no tiene pinta de ser muy comunicativo.
-
Fíjate en
sus ojos – me sugirió, más calmada de lo que esperaba.
Al observarlos mejor pude notar que su mirada parecía más astuta de lo normal, y que al mirarla a ella dudaba de si atacar o no. En cambio yo no parecía gustarle, y con el mínimo movimiento gruñía a modo de advertencia.
Aun así no consentí que se le
acercase, y cuando volvió a aproximarse no dudé en utilizar mi arma.
En esta ocasión se lanzó hacia mi
brazo, soltando una dentellada que sólo logró morder el aire. Pero a pesar de
haberme movido con suficiente rapidez me sentía demasiado débil y el siguiente
ataque hizo que cayese al suelo.
- ¡No! ¡Para!
Alidaen se agachó delante de mí
sin dejar de mirar al animal a los ojos.
Éste dudo y olfateó a ambos, pero la sangre que manaba de mi herida vendada no parecía gustarle y le ponía aún más furioso. Y me lo hizo saber enseñándome su imponente dentadura mientras se agazapaba de forma desafiante.
-
Basta.
Déjalos en paz.
Esta vez, la voz que le ordenó que se detuviese procedía de los árboles, y surtió su efecto. Pues el lobo agachó la cabeza, y tras una última mirada asesina se dio la vuelta y se reunió con el resto de su manada, situada al margen a unos metros de nosotros.
En medio de ellos había un hombre
de piel oscura y larga cabellera negra. Al que Alidaen tardó menos que yo en
reconocer.
- ¡JANNE!
Por primera vez me alegré de verle casi tanto como ella.
¡Que chulo! Uno de los capis más románticos que he leído de tus manos. Me ha enganchado desde el primer momento hasta el último, desde las canciones elegidas hasta las imágenes. Eso sin contar alguno momentos que han evocado en mi cosas que he podido volver a sentir gracias a ti.
ResponderEliminar¡Si es que eres una artistaza! Con Alidaen me enterneces y con Mia me desternillas de la risa :3
¡Muchas gracias! A veces hasta me da por no hacer sufrir a mis personajes y darles un poco de margen jajaja di que no, en realidad estas son las escenas que más me gusta relatar ( y rolear, tu ya lo sabes ;3) ¡Un abrazo! Gracias por dejar tu comentario y leerme, para mi es muy importante saber que os gusta lo que escribo.
EliminarAli, me tienes completamente hechizada con el romance entre Alidaen y Thaerion. Siempre que leo algún capítulo quiero comentarte, pero son tantas cosas las que podría decir de esta historia que me aturullo y ni sé bien por dónde empezar. Pero sobra decir que me encanta tu trabajo y que esta historia que estás creando es una auténtica maravilla.
ResponderEliminarAlgún día me sentaré una tarde a releer y a escribirte un comentario largo de los míos... Claro que no sé si cabrá en alguna parte, si ya me enrollé como las persianas con dos o tres capítulos de tu Legacy, imagínate con esto, que llevas ya ni se sabe...
Mientras tanto, continúa así, que nos tienes a todos en ascuas y estás haciendo un gran trabajo.
Un saludo enorme, guapísima, y hablamos pronto ;)
Gracias Zyanya, que la compleja historia de Alidaen y Thaerion os guste, a pesar de las dificultades por las que pasan y lo poco que les dejo disfrutar de este tipo de momentos, me anima muchísimo. Llevo muchos años ya con ellos, y que os siga atrayendo y a la vez que me siga llenando tanto al escribirla me da ánimos para seguir con ella el tiempo que sea necesario.
EliminarTus comentarios son siempre un regalo para mi, tanto por tu forma de captar al instante lo que deseo expresar al escribir y la esencia de los personajes, como por como te las apañas para explicar lo que has sentido al leer. Así que ya sabes que aquí me tienes a la espera y siempre encantada de leerte.
Gracias por todo Zyanya, un beso muy fuerte y aquí seguiré mientras tanto, esforzándome todo lo posible para mejorar y conseguir que disfrutéis con mis historias.
Dios, me ha encantado. Escribes de una forma hechizante, de verdad que consigues hacerme sentir que estoy alli, y también muchos de los sentimientos de tus protagonistas. Este capítulo además me ha gustado mucho... que ya era hora de que ocurriera un encuentro como este. Ahora lo reeleré y leeré hasta que subas el próximo.
ResponderEliminarBesines.
¡Hola koredanu! Qué bien que te haya gustado, me dio penita leer tu anterior comentario y que pensases que no volverían a encontrarse ¡con las ganas que sé que tenías! jajaja pero me alegra que al menos haya servido para darte una pequeña sorpresa. Y si, ya era hora...personalmente disfruté mucho escribiendo por fin una escena romántica de este par de enamorados, pero ya sabéis que conmigo lo bueno suele ser bastante breve *se frota las manos malignamente* así que ya veremos cómo acaba ;) ¡Un abrazo cielo!
EliminarMe encantó como siempre todo de este capítulo, las imágenes, las poses, la música, las escenas y sobre todo las de romance entre Alidaen y Thaereon, ya se merecían un poco de éste; qué lástima que recobrara y volviera a perder sus recuerdos de su amada ninfa :'( siempre haces sufrir a tus personajes y por ende a nosotros pero me encanta, lo hace más interesante y atrapante.
ResponderEliminarSaludos Itzel ; )
¡Gracias Itzel! ¡Gracias por comentar y por los ánimos! *.*
EliminarSi que se lo merecían, pobrecitos míos... con las ganas de más que se han quedado, pero como dices siempre les hago sufrir mucho. Me alegra muchísimo que a pesar del drama de la historia te agrade seguir leyendo y te atrape. ¡Un abrazo muy fuerte!
este capi me encanto Ali toda una dominatrix jijiji
ResponderEliminarThaereon x.x quien matarlo antes que pueda estar con Ali
Awwwww me mato lo de la promesa ke romantico *-*
=D
Jajaja Ali va espabilando poco a poco...al final sacará la fusta y todo xDDDD
Eliminar¡Un abrazo Vane!