miércoles, 22 de julio de 2015

RELATO: Extrañas compañías I


❧❃❧ La Serpiente y el Murciélago ❧❃❧
(EXTRAÑAS COMPAÑÍAS (Parte 1): RELATO ERÓTICO)


Serpiente no daba más de sí, últimamente el estrés se estaba cebando con él hasta el punto de hacerle maldecirse a sí mismo por tomar el control de las Sombras y no haberse quedado como el encargado del papeleo del jefe.
 A veces se preguntaba si no hubiese sido mejor seguir actuando por su cuenta. Antes al menos tenía tiempo para centrar sus esfuerzos en trabajos que merecían realmente la pena. Que Lobo y sus estúpidos esbirros se ocupasen de asuntos que para él no tenían importancia había sido una ventaja que desdeñó con demasiada ligereza.

Pero ya no había marcha atrás, y ahora hasta para limpiarse el trasero con la lengua de algún vampiro “descarriado” le pedían permiso. Estaba hasta las narices de tener que dar instrucciones para todo, de tener que controlar hasta el mínimo detalle por miedo a que algún estúpido metiese la pata y mandase todo a la basura.

Por si fuese poco parecía que todo el mundo se había aliado en su contra y no paraban de surgir problemas que dificultaban aún más sus propósitos.
 Desde la aparición del dichoso grupo paramilitar liderado por alguna clase de lunático que odia a los vampiros y demás criaturas sobrenaturales; hasta la misteriosa huida de Lobo, al que él y varios de los suyos habían retenido por la fuerza durante todos esos meses en un lugar altamente vigilado.

El primer grupo había protagonizado ya varios altercados en la ciudad de forma más o menos silenciosa para los humanos, pero no para ellos,  ya que las que las víctimas eran principalmente vampiros, y algunos de ellos miembros de las Sombras.

Su modo de actuar, por el momento, consistía en localizar y destruir sin hacer muchas preguntas. Parecían bien entrenados y organizados, demasiado para tratarse de un grupo de humanos resentidos actuando por su cuenta. Y actualmente seguían siendo un gran misterio para él y los suyos.
 Aunque esperaba que no fuese así por mucho tiempo. Los humanos no se caracterizaban por ser especialmente sutiles, y terminarían cometiendo un error del que sin duda podría salir beneficiado.

Por otro lado estaba Halcón, uno de sus más prometedores agentes y a la vez el peor grano en el culo que había trabajado para él. Últimamente estaba demasiado descarriado como para servir de utilidad a la organización, pero esperaba poder sacar algo bueno de sus extrañas desapariciones y su temperamental comportamiento.

Por lo poco que había podido averiguar su sed estaba despertando y se volvía cada vez más incontrolable, tanto que había terminado por cometer aquellos actos que pretendía evitar inútilmente negando su propia naturaleza.

Le habría enseñado algún que otro truco si no se empeñase en reprimir su sed con tanto ahínco.
 La chica del pelo rosa no sería ni la primera ni la última en caer presa de sus “encantos”. Y si quería evitar que lo descubriesen no sería el primer rastro de sangre que debería intentar borrar por su cuenta.

Y todo por culpa de una mujer que ni siquiera merecía la pena como alimento. Aún no entendía por qué Ahasa estaba tan interesada en mantenerlos a salvo.

Pero no era algo que a él le tocase juzgar, tan sólo era otra pieza más del puzle, y debía cumplir su deber como uno de sus chiquillos.

Hacía tiempo que Halcón no acudía a las sesiones de autocontrol de Murciélago y el papel de ambos en las Sombras le resultaba cada vez más difuso.
 -          Estúpida niña…

Desde que la contrató no había hecho otra cosa que meterse en su vida y en su cabeza.

Pensar en ella sí que era una absoluta pérdida de tiempo, pero no le costaba tanto admitir que en parte lo hacía con gusto. Después de todo…tenía sus ventajas aprovecharse de sus muchas debilidades.

Serpiente sonrió para sí mismo y descolgó el auricular para comunicarse con su secretario.

-          Comadreja, localiza a Murciélago y que se presente de inmediato en mi despacho.

Sabía que después de esa orden su agente no tardaría en llegar. Puede que fuese inútil como espía, pero resultaba bastante obediente y entretenida a su manera.

Se levantó de su asiento y dio un breve paseo para calmar si incipiente ansiedad.
 Su copa estaba a rebosar sobre la mesita, intacta, hacía horas que la había dejado allí por si le entraba sed, pero hasta el momento no se había acordado de ella.

Caminó despacio y la acunó entre sus dedos, observando el líquido rojizo y espeso unos segundos antes de llevársela a los labios.

No le dio tiempo a saborearla, pues tal y como esperaba no pasaron ni cinco minutos cuando el tímido sonido de sus nudillos llamando a la puerta captó su atención.

-          Pasa.

Murciélago se presentó ante él tratando como siempre de ocultar su temor inútilmente. No era ni capaz de mirarle a los ojos, y aunque se divertía con ello no dejaba de resultarle bastante exasperante después de todo lo que había pasado entre ellos.
 -          ¿D-desea algo, señor?

-          De momento me conformo con que dejes de mirarte los pies y cierres la puerta - contestó mostrando abiertamente su irritación para contribuir a su creciente nerviosismo.

-          S-sí, señor.

-          ¿Has avanzado algo en tu investigación?

-          No, señor… – sus zapatos volvieron a ganar protagonismo al contestarle – lo siento, pero sigue sin venir a mis clases y así es imposible qué…

- ¿Tan imposible como lo es que me mires mientras te hablo? – le inquirió.
 -          Perdone, es que…

- Lo siento, perdón, lo lamento…si mostrases el mismo interés por hacer tu trabajo correctamente que por disculparte ante tu incompetencia serías sin duda uno de mis mejores agentes.
 Ella alzó la cabeza con gesto afligido, la niebla que envolvía su mirada no lograba ocultar sus sentimientos tanto como quisiera.

-          ¿Qué pasa ahora? ¿Es que acaso mi sinceridad te importuna?

-          Sé que piensa que soy un lastre, pero  le recuerdo que yo no vine aquí a pedirle trabajo – contestó haciendo acopio de valentía – es usted quién me lo ofreció libremente.
 -          ¿Y te molesta haberlo aceptado?

-          No.

-          ¿Entonces qué ocurre?

-          Sigo sin saber nada de mi maestro.

-          Y yo sin obtener beneficios tras haberte contratado. Información a cambio de información ¿recuerdas?

Murciélago se mordió el labio librando una lucha interna contra los reproches que morían en su garganta antes de ser pronunciados.

-          Si tan inútil le parezco no entiendo por qué sigue reteniéndome aquí – murmuró.
 Todos los días se hacía la misma pregunta, y todos los días se mentía a sí mismo con una respuesta cargada de indiferencia.

- Puede que me agraden las vistas – respondió encogiéndose de hombros con una sonrisa de medio lado.
 -          ¿Es eso lo que soy para usted? – preguntó señalando con indignación uno de los antiguos jarrones que reposaban sobre su escritorio - ¿Un objeto más para su colección?

-          Quizás, aunque menos vieja. Y no tan cara.

-          Es usted el ser más mezquino y cruel que he conocido en mi vida – replicó con voz temblorosa.

- ¿Eso es lo que soy para ti? – le robó su pregunta, acercándose a ella para dirigirla y retenerla contra el escritorio y su cuerpo - ¿un ser mezquino al que debes odiar?
 Serpiente disfrutaba mortificándola casi tanto como intimando con ella, sobre todo porque a menudo una cosa acompañaba a la otra, y observar su vana resistencia a caer presa de sus atenciones resultaba muy entretenido.

-          Ojalá le odiase – protestó intentando huir de él. – Pero a pesar de las molestias que se toma para que lo haga me resulta imposible.
 -          Entonces quizás deba emplearme más a fondo – susurró sujetándola de las caderas para incorporarla y colocarse entre sus piernas.

Aunque mejor lo dejaba para más tarde. Su sed hacía que el ansia por tomarla se volviese casi insoportable cada vez que la tenía tan cerca.

-          Sé que no disfruta haciendo daño a los demás tanto como quiere hacernos creer.

- ¿Ah no?
 Hizo el amago de levantarle la falda, pero ella apresó sus muñecas sin dejar de temblar bajo el peso de su deseo.

- No – respondió obstinada. – Creo que fingir le hace sentir seguridad, y que teme mostrar cualquier sentimiento que le haga parecer débil.
 -          Sigues empeñada en buscar una benevolencia que sólo existe en tus infantiles fantasías.
 -          ¿Entonces por qué me parece ahora tan vulnerable?

-          Porque tengo hambre – gruñó.

-          ¿Hambre de qué?

- De ti.
 Tras admitirlo arrancó su delicada prenda interior con furia y se introdujo dentro de ella con una poderosa embestida que hizo que se volcase el jarrón egipcio de su escritorio. El resto de la ropa sufrió un destino parecido quedando desperdigada por el suelo en cuestión de segundos.

- No deberíamos hacerlo aquí…- se quejó ella sin ganas de impedírselo realmente.
 -          Silencio.

Los tímidos gemidos de satisfacción que acompañaron sus acometidas le hicieron aumentar el ritmo hasta que la escuchó gritar y sacudirse presa de un intenso orgasmo. Tuvo que reprimir sus ganas de unirse a ella y dar rienda suelta al enorme placer que le provocaba su tierna ingenuidad.
 Pero no pensaba ser tan benevolente y dejar que se saliese con la suya tan pronto.

Debía demostrarle que tenía control sobre ella y no al revés, y poniéndose de rodillas ante ella la obligó a mantener las piernas abiertas para poder contemplarla en esa posición tan indecorosa y excitante.
 -          Por favor…no haga eso – le rogó, intentando ocultar el intenso rubor de su rostro detrás de sus manos al ver que no podía apartarlo.

- No te muevas – le ordenó disfrutando con malicia de la dulce visión que tenía ante sus ojos. 
Sabía bien que antes de él nadie la había tocado, e imaginaba lo difícil que sería para una criatura tan casta el mostrarse de ese modo ante él, pero no tuvo ningún miramiento ante la creciente agitación provocada por su atrevimiento, e ignorando sus ruegos sumergió sus labios entre sus piernas y comenzó a saborearla con su boca y su lengua burlándose interiormente de sus penosas súplicas.
Cuando intentaba apartarse bastaba con introducir sus dedos y rozarla en un par de puntos clave durante unos segundos para quebrar sus fuerzas y hacer que le ofreciese un amplio abanico de suspiros y gemidos mal disimulados, hasta que no le quedó más remedio que dejarse llevar por la deliciosa tortura a la que pensaba someterla por contradecirle.
No cesó en su empeño ni cedió al impulso de saciar su sed de sangre hasta que notó su delicado cuerpo convulsionarse ante una nueva oleada de éxtasis aún más potente que la anterior y estalló jadeante sobre la mesa.
Fue entonces cuando decidió dejarse llevar y satisfacerse a sí mismo, y desplegando los colmillos presionó su boca contra la pálida piel de su muslo para succionar la sangre de la arteria femoral, al mismo tiempo que continuaba introduciendo sus dedos en su húmedo interior para mitigar el dolor inicial de alguna forma y compartir su placer.
Beber de ella era mucho más satisfactorio que estar con varias de sus esclavas a la vez y  alimentarse de ellas. De hecho, desde que la conocía no había sentido la necesidad de estar con otras y se conformaba con tomar lo justo para su sustento. Pero no pensaba decirlo en voz alta y mucho menos compartirlo con ella.
 Gruñó ante la afirmación de su propia debilidad sin separarse de su muslo y movió los dedos con violenta firmeza para estimular su punto g y someterla de nuevo a sus caricias, sin darle apenas cancha para respirar y tomar aliento. Y cuando hubo terminado se colocó sobre ella y volvió a tomarla sobre la mesa con un salvaje entusiasmo que no cesó hasta que pudo satisfacer el más primitivo de sus impulsos derramándose dentro de ella entre jadeos.
 Murciélago sonrió satisfecha al escucharle, posando sus labios sobre los de él con inocente dulzura, pero Serpiente se separó de ellos como si quemasen y se enfrentó a su confusa mirada con gesto severo.
 -          Si crees que el deseo de un hombre se convierte automáticamente en una debilidad o una muestra de afecto incondicional es que no sabes nada del mundo en el que vives. ¿Crees que te amo porque me gusta hacerte mía? ¿Que me haces sentir distinto a cualquier mujer con la que haya estado antes que tú o de la que me haya alimentado? ¿Qué tienes algún poder sobre mí…?

- Y-yo…
- ¿Es que tu maestro no te enseñó nunca a desconfiar de las personas? – continuó metiendo el dedo en la llaga - ¿No te advirtió que los seres como yo son incapaces de amar a nadie? ¿Cuándo aprenderás qué eres tan sólo una deliciosa presa a la que disfruto deshonrando una y otra vez?
 Y el dolor que reflejaban sus lágrimas se convirtió en la guinda del dulce pastel, del que pensaba seguir disfrutando hasta que ella decidiese abrir los ojos y hacer caso a sus consejos.

- ¿Y ahora qué? – preguntó ocultando una sonrisa acercando los labios a su frente - ¿Aún sigues pensando que soy bueno y mi alma tiene salvación?
Puede que algún día ella despertase de ese sueño al que llaman amor, suponía que para entonces ya se habría aburrido de ella y podría olvidar y apagar su deseo, ocupando su escaso tiempo libre con cosas más importantes.
De no ser así…tendría que tomar cartas en el asunto antes de que fuese demasiado tarde.

6 comentarios:

  1. Uff Serpiente, me ha encantado este capítulo neni. Muy bien escrito, elegante y erótico ;) Aprended 50 sombras!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Serpiente es algo malillo, pero tiene su clase jijiji Gracias cielo, estos relatos me cuesta escribirlos especialmente, y es un placer saber que os gusta el modo en el que los llevo. ¡Besotes!

      Eliminar
  2. Solo puedo decir...
    ¡Gracias a dios que tengo aire acondicionado! ;D muy bueno, si señora.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajajaja yo no...pero este en concreto lo escribí cuando aún hacía frío y necesitaba entrar un poco en calor ;3 ¡Gracias cielo! ¡Un abrazo muy grande!

      Eliminar