❧❃❧ CAPÍTULO XXXV: Alas Negras ❧❃❧
Corrí hacia él ignorando las
advertencias de Thaerion, pasando en medio del grupo de lobos que le rodeaban
para poder abrazarle enérgicamente. Había reaccionado de forma tan efusiva que
hasta a él le sorprendió mi pequeño arrebato y no supo hacer otra cosa que
recibirme entre sus fuertes brazos y darme un par de palmaditas en la espalda.
Mi gigante nativo, tan apasionado como siempre.
-
¿Cómo
supiste que estaría aquí? ¿Tuviste otro sueño?
-
Supongo
que de la misma forma que él lo supo – contestó retirándose con toda la
delicadeza que pudo.
- Lo dudo – contestó el aludido escuetamente.
Thaerion y Janne se miraron unos
segundos en silencio, sopesándose el uno al otro como les había visto hacer en
varias ocasiones.
¿Se estarían comunicando
telepáticamente o era alguna clase de saludo masculino?
No parecían muy contentos de verse. Pero bueno, tampoco es que sus adustos rostros fuesen siempre el colmo de la dicha. En especial el de Thaerion, al que la presencia de tantos lobos parecía hacerle la misma gracia que a ellos.
Busqué entre la manada al lobo
que me había ayudado en ese mismo bosque el día que conocí a Dale, pero era
difícil de distinguir, ya que todos tenían el pelaje rojo y los mismos ojos
verdes y brillantes.
El que más destacaba entre todos
era el que había atacado a Thaerion, pues era el más grande con diferencia y tenía el pelaje un poco más oscuro que el resto, aparte de tener numerosas cicatrices
en el hocico que le hacían parecer aún más fiero.
-
¿Te están
siguiendo?
-
Me estaban
ayudado a buscarte.
Le miré fascinada.
-
¿Eres una
especie de líder de la manada? ¿Un macho alfa?
Se echó a reír y negó con la
cabeza.
-
No, no
soy un hombre lobo. Tan sólo son mis compañeros.
-
Oh.
Era una lástima, una parte de mí
siempre había pensado que lo era. No me preguntéis por qué…pero esa marca en el
pecho…esa forma de ser tan misteriosa y controlada… ¿en serio, Janne? ¡Haber
avisado antes!
-
Genial
– respondió Thaerion sin emoción alguna. - ¿Pues
podrías decirle a tus “amigos” que dejen de olisquearme y enseñarme los
dientes? Ya sé que los tienen muy grandes.
Varios lobos se habían acercado a
Thaerion atraídos por el olor de su sangre, que al parecer les ponía frenéticos
y furiosos como al otro.
Janne ignoró su petición, pero a
pesar de ello ninguno llegó a atacarle, y pude respirar más tranquila cuando vi
que al cabo de unos minutos le dejaron en paz para volver con el grupo.
-
¿Ellos
sabían dónde estaba?
-
Sintieron
vuestra presencia. Al igual que han sentido la llegada de un grupo bastante numeroso
de vampiros y de humanos.
-
¿Vampiros?
– les miré preocupada.
Que yo supiese sólo había uno
dentro del grupo de secuestradores.
-
Isabella
y los suyos dominan esta zona – añadió Thaerion.
A su respuesta le siguió el
gruñido de varios lobos.
-
¿Qué pasa?
– preguntó mirándoles ceñudo. – Yo no
tengo la culpa de vuestras disputas territoriales, discutirlo con ellos.
-
¿Están
muy cerca? – inquirí.
-
Lo
suficiente. Los humanos son lentos y fáciles de despistar, pero los vampiros
pueden olernos – respondió Janne.
-
Si, el
tufo a lobo les encanta.
El lobo gigante soltó una dentellada en su dirección como advertencia.
-
¿Se puede
saber qué te pasa? – miré con severidad a Thaerion y él se encogió de
hombros. – Han venido a ayudarnos.
-
Tan sólo
he dicho una evidencia. Si ya teníamos pocas posibilidades de escapar de ellos
antes, ahora será imposible. Los vampiros y los lobos se huelen a kilómetros.
-
Tiene
razón – Janne se puso de su parte tratando de mediar con calma,
dirigiéndose después hacia él. – Pero en
tu estado tendrías pocas posibilidades de defenderla si os descubren. Es mejor
que vayamos juntos.
Thaerion pareció pensarlo, pero
terminó asintiendo.
-
Está
bien, pero en ese caso sugiero que no huyamos.
Tanto Janne como yo le miramos
extrañados por su propuesta.
-
¿Cómo dices?
-
Pensar en
las posibilidades que tenemos de huir tullidos y atufados.
Suspiré y miré de reojo a los lobos.
-
Ninguna
– añadió convencido. – Así que lo que
propongo es que nos reunamos con ellos.
El “alfa” (o al menos lo parecía) volvió a gruñir, pero esta vez moviendo la cola animado ante la perspectiva de una gran pelea. A él le siguieron los ladridos de los que parecían más jóvenes. Pero Janne los silenció con un simple gesto con su mano. Parecía tener más poder sobre ellos del que quería admitir.
-
Explícate
– exigió muy serio.
- Como ya os he dicho, su escondite está muy cerca de aquí y podría decirse que han tomado esta zona como suya. De hecho, a veces es su terreno de caza. Aunque por suerte para los humanos, los paseos por el bosque a oscuras son una de las cosas que no acostumbran a hacer por prudencia – remarcó esa palabra y noté la mirada acusatoria de ambos, pero decidí no darme por aludida. – Si un grupo numeroso de humanos entra en el bosque, lo más probable es que los atraiga, al fin y al cabo son su alimento. Y con más motivo si entre ellos hay una ninfa.
-
Pero si
nos ven no dudarán en atacarnos, los vampiros odian a los lobos.
-
Si de
algo carecen los vampiros es de valor.
-
Y son
bastante prevenidos, yo me preocuparía más de lo que pudiesen hacer tus amigos
al verlos – echó un repaso al grupo de lobos, que se miraron los unos a
otros como si con ellos no fuese la cosa. Me caían bien, ellos tampoco querían
darse por aludidos. – Los vampiros se
valoran demasiado a sí mismos como para iniciar una pelea que podría poner en
peligro sus…vidas, si es que pueden llamarse así. Luchar contra humanos es
fácil, pero con lobos es otra cosa.
- Tiene sentido.
-
Mediaré
con ellos para que nos dejen marchar, y ya de paso conseguiremos que nos cubran
las espaldas contra los humanos que la buscan.
Janne meditó sus palabras y
exhaló un suspiro cansado mirándome. Casi podía oír su voz en mi cabeza
preguntándome en qué lío me había metido esta vez.
¡Como si yo tuviese la culpa de
que todo el mundo me buscase esa noche!
- ¡A mí no me mires así! ¡Yo sólo quería ver una película tumbada en el sofá y comerme un bol gigante de palomitas!
Thaerion se echó a reír y miró
con gesto cómplice a Janne.
-
El día
que le apetezca salir de juerga se acabará el mundo.
Le lancé una mirada asesina, y
Janne, en vez de defenderme, se encogió de hombros con pasividad.
-
Muy
gracioso, quizás deberías dejar la música y dedicarte a la comedia. Harías un
dúo perfecto con Lande.
- ¿Por qué? – preguntó haciéndose el ofendido - ¿Tienes algún problema con mi forma de cantar? Que yo recuerde la última vez casi te desmayas en uno de los ensayos.
Gruñí por lo bajo contando hasta
cinco antes responderle. Cuando se ponía en plan creído me daban ganas de
matarle.
- Fue sólo un pequeño tropiezo…- me defendí intentando no ruborizarme al recordarlo.
-
Si, ese
cable se lanzó hacia tu pie como una serpiente – respondió el otro como
quien no quiere la cosa.
-
¡Janne!
– exclamé con sorpresa al escucharle.
- Tan sólo digo que deberíamos hacer limpieza más a menudo.
Tan pragmático como siempre.
Negué con la cabeza, sólo me faltaba tener a los dos en mi contra en un momento
como aquel.
-
¡Ya está
bien! ¿Vamos a hablar con esos dichosos vampiros o qué?
Los dos asintieron volviendo a ponerse serios, y fuimos junto a la manada para intentar “dialogar” con ellos.
❧❃❧
Karl, uno de los vampiros más antiguos y probablemente el más sabio del aquelarre que habitaba bajo el Darkness, lideraba al numeroso grupo de chupasangres reunidos en el bosque y los mantenía en calma mientras intentábamos dialogar con ellos.
Y no era tarea fácil.
Controlar a un grupo de neófitos sedientos de sangre y a la vez a los más antiguos frente a una manada de uno de sus mayores enemigos requería de muchísima fuerza de voluntad y dominio de su poder. Pero parecía tener todo bajo control, y cuando nos reunimos con ellos no hubo ningún ataque ni por su parte, ni por el de los lobos.
Contándole a él eran seis
vampiros antiguos y ocho neófitos, frente a los nueve lobos, un gigante nativo
americano, una ninfa y un servidor.
Las tornas parecían bastante
igualadas. Aunque no sabría decirlo con seguridad, pues ni a Janne ni a sus
mascotas los había visto en acción. Y Alidaen, aunque estaba comprobado que tenía
mucha mala hostia cuando se enfadaba, carecía de la fuerza necesaria para
enfrentarse si quiera a uno de los más débiles. Y yo en mi estado tampoco
estaba para hablar.
Esperaba que el diálogo fuese suficiente.
-
Extrañas
compañías buscas para pasear por el bosque, Halcón – comenzó a decir Karl
en tono afable y animado. Como si una charla en medio de un bosque, rodeado de
sus enemigos naturales, fuese lo más divertido que hubiese hecho en años.
- Tan sólo estamos de paso. No pensábamos quedarnos mucho tiempo, la verdad – respondí sonriente. – Pero supimos que andabais por la zona y decidimos pasar para saludar y mostrar nuestros respetos.
A los vampiros más antiguos les
encantaba seguir los protocolos y sentirse respectados y temidos al mismo
tiempo. Aunque los lobos no parecían tener muchas ganas de seguir las normas
dictadas por sus enemigos, y al escucharme se pusieron a gruñir como respuesta.
-
Tan
halagador como siempre – asintió complacido. - Pero veo que tus amigos no parecen tan resueltos como tú a dialogar
amistosamente.
- Por eso dejan que sea yo quien haga los honores.
Rio suavemente y fijó la mirada
en Alidaen, a la que Janne intentaba ocultar parcialmente habiéndose situado
delante de ella. Al ver que la miraban adoptó una pose aún más protectora, y
aunque parecía muy calmado nadie pudo pasar por alto su silenciosa advertencia.
-
Vaya,
pero mirad a quien tenemos aquí…si es nuestra encantadora ninfa.
- Tengo nombre – contestó ella algo cortante.
-
Es
cierto, disculpad mis modales – hizo una cortés reverencia sin moverse de
su sitio. - ¿Alice, verdad?
-
Si.
- Me alegro de volver a veros, permitidme que os diga lo hermosa que se os ve en vuestro entorno natural. Deberíais pasear más a menudo por estos bosques, os sienta bien.
-
Gracias.
Lo haría si no estuviese plagado de…- al escucharme carraspear se detuvo a
tiempo –…mosquitos.
Todos nos dimos cuenta de lo que iba a decir, pero tanto Karl como yo reímos por la ocurrencia y Alidaen respondió con una encantadora mueca indignada. El resto de vampiros no parecían tan amistosos como su líder, pero de momento ninguno parecía querer llevarle la contraria.
El ambiente era tenso, demasiado. Pero tras varios minutos de insulsa y aburrida charla, en la que tuve que poner por las nubes a más de un vampiro de su generación y su refinado gusto a la hora de combinar los colores con la decoración del nuevo Darkness, vi que tanto mi grupo como el suyo se empezaba a impacientar, así que decidí cortar por lo sano.
-
Me
encantaría seguir charlando, y espero que podamos hacerlo otra noche bajo la calidez
de vuestro techo – dije refiriéndome al club. – Pero me temo que se nos ha hecho demasiado tarde y debemos volver a
casa.
Había intentado ocultar el hecho
de que, aunque lentamente, seguía perdiendo sangre por culpa de la herida y me
sentía cada vez más débil. Pero estaba claro que algo así no podía pasar
desapercibido en medio de un grupo de vampiros.
Lo raro era que ninguno se mostró
violento como había pasado anteriormente con los lobos, y lo achaqué a que mi
sangre no debía atraerles demasiado.
- ¿Ya os vais? Si aún queda mucha noche por delante.
-
Me temo
que el tiempo no es algo que nos sobra ahora mismo.
-
¿Lo dices
por los humanos que han invadido el bosque? No me digas que a quienes buscan es
a vosotros.
-
Parece
que no se os pasa ni una – intenté que no se notase mi sarcasmo.
-
Al verte
con ella y tan bien “protegido” lo supuse.
-
¿Por qué
todo el mundo supone que soy yo la responsable de todo este lío? – inquirió
ella con indignación.
-
No os
molestéis querida – respondió amablemente. – Pero es difícil que alguien como vos pase desapercibida, incluso en
lugares tan alejados de la civilización como este bosque.
- Qué consuelo…
-
¿Y puedo
preguntar el motivo de vuestra visita?
Miré a Alidaen de reojo y asentí
al notar que pedía mi aprobación para contestar a la pregunta.
-
Me
trajeron a la fuerza y después me encerraron en una celda. En realidad no
deberíamos estar aquí, ellos han venido a ayudarme y ya nos íbamos.
- ¿Y quién es el responsable de semejante descortesía, si puede saberse?
-
No lo sé.
El líder parecía vampiro y pensé que estaría relacionado con vosotros.
-
¿Un
vampiro lidera al grupo que se ha colado en nuestros bosques? ¿Conoces su
nombre?
-
Creo que
dijo que se llamaba Markus…Markus…algo, tenía un apellido raro, de algún país
europeo.
-
¿Markus?
– tanto Karl como yo hicimos la pregunta al mismo tiempo.
Tan sólo conocía un vampiro con
ese nombre, y hasta el momento le había dado por muerto. ¿Era posible que Lobo
estuviese detrás de todo aquello?
Karl frunció levemente el ceño y
se volvió hacia mi con gesto interrogante.
-
¿Conoces
a algún vampiro que se llame así?
Hice como que dudaba, por un
momento todas las miradas, tanto de vampiros como el resto, se volvieron hacia
mí.
Lobo era el pseudónimo por el que
todos le conocían, tan sólo yo y unos pocos miembros de confianza de las
Sombras sabían que se llamaba así.
- Mmmm…. me suena, quizás lo haya escuchado antes. Aunque no estoy seguro, puede que trabajase en algún caso donde se hablase de él.
No pensaba delatarlo aún, pero
tampoco podía mentir sin que ellos lo notasen. Por lo que hice lo que mejor se
me daba, responder a medias a las preguntas que no me interesaba contestar.
-
Entre
nosotros no hay ningún vampiro que responda a ese nombre.
-
Quizás
pertenezca a otro distrito.
Karl pareció sopesarlo.
-
¿Un
vampiro de otro distrito actuando a escondidas dentro de nuestro territorio?
Interesante…
- Más motivo para cazar a sus humanos y dejarnos de tanta charla, empiezo a tener hambre.
Wogan Hemlock representaba lo
peor de su raza. Impulsivo, sanguinario, cruel y violento. Si fuese por él los
vampiros como Beau camparían a sus anchas por la ciudad desatando el terror
entre los humanos.
Lobo me había advertido sobre él,
y estaba entre la lista de mis trabajos pendientes. Tan sólo esperaba un mal
movimiento por su parte para poder librar a su aquelarre de la lacra de su
presencia. Pero por desgracia tenía demasiado miedo como para atreverse a hacer
algo que llamase la atención de las Sombras.
Alidaen pareció tensarse cuando escuchó que pensaban atacarles.
-
¿Piensan
matarlos?
-
Es una
posibilidad que no descarto – admitió Karl.
-
¡Pero
puede que haya personas inocentes entre ellos!
-
¡Eso les
pasa por entrar donde no deben! – respondió Wogan.
- Valo por favor – me rogó. – No puedes dejar que lo hagan, dos de ellos me ayudaron a salir de allí. ¿Y si también están en el bosque?
Odiaba que me pusieran en ese
tipo de situaciones. ¿Qué podía hacer yo? Bastante tenía con intentar salir de
aquel lío sin meternos en problemas con los vampiros.
-
Si te
ayudaron a escapar sin levantar sospechas puede que sean lo suficientemente
inteligentes como para huir cuando huelan el peligro.
- ¿Y si no lo hacen? ¿Y si les ordenan que luchen como al resto? – parecía realmente intranquila.
-
En ese
caso probablemente morirán – respondí con sinceridad.
-
¡Pero no
lo entiendes! - una mueca de dolor atravesó su rostro y un leve gemido se
escapó de sus labios cuando intentó continuar hablando.
Entonces se dobló sobre sí misma como si un agudo dolor la estuviese atenazando y tanto Janne como yo nos pusimos a la defensiva.
-
¿Qué ocurre?
– pregunté acercándome a ella con gesto preocupado.
Janne ya la tenía cogida del
brazo cuando llegué hasta ella.
-
N-no es
nada…- contestó haciendo un gesto con la mano para restarle importancia. – Tan sólo fue un leve pinchazo en el
estómago. Lo que me dieron debió de sentarme mal. Últimamente estoy algo
sensible.
Ninguno de los dos nos
tranquilizamos con la respuesta.
- ¿Qué te hicieron ahí dentro? – esta vez el que preguntó fue Janne. – ¿Estás herida?
-
Nada, no
me tocaron. Tan sólo me hicieron beber un potingue raro, como el que tú me
diste aquel día en el bosque, sólo que más asqueroso aún.
-
¿Hace
cuánto de eso?
-
El
suficiente como para que ya sea imposible expulsarlo – respondí yo sin
dejarla de mirarla fijamente. - ¿Por qué
no me lo dijiste antes?
- No me preguntaste.
Me mordí el labio para no soltar
ninguna maldición.
-
¿Te
encuentras peor? – pregunté intentando parecer tranquilo.
-
No, tan
sólo fue un pinchazo.
-
¿Ese tal
Markus te dijo qué era lo que te estaba dando?
El Lobo que conocía no haría daño a nadie sin motivo, y mucho menos a ella. Aunque sus métodos a veces no eran los adecuados. Había sacrificado a Beth para evitar que la matasen. ¿Por qué motivo iba a querer envenenarla ahora?
-
No, pero
me dijo que debía quedarme allí y reservar fuerzas para lo que me esperaba.
Después de eso me encerraron y tumbaron en una camilla…- aquella parte no
parecía gustarle nada, y creía suponer el por qué - y fue cuando me ayudaron a escapar.
Miré a Janne esperando que él
aportase algo sobre lo ocurrido, pero parecía tan extrañado como yo.
-
¿No hay
forma de saber lo que le han dado? – pregunté.
- Es difícil de saber sin examinarla detenidamente y los materiales necesarios.
-
Ya he
dicho que no es nada – repitió ella empezando a impacientarse.
-
Quizás yo
pueda ayudar.
Karl había hecho gala de la rapidez y el silencio característica de los vampiros para acercarse hasta nosotros sin llamar la atención. Los lobos se tensaron al verlo aparecer de la nada, y Janne tuvo que centrarse en detener al más grande para que no se lanzase a su cuello.
Yo seguí al lado de Alidaen
negándome a dejar que se acercase más de la cuenta.
-
Tranquilos,
no quiero hacerle daño. Tan sólo quiero ayudar, hubo una época en la que me
consideraban un buen curandero.
Hizo el amago de acercar sus manos
hacia ella, pero se detuvo para mirarla con una tranquila sonrisa.
- ¿Me permite que la examine, señorita?
Ella asintió algo extrañada, y yo
decidí mantenerme al margen dando un paso hacia atrás sin dejar de vigilarlo.
Las pálidas manos del vampiro
rozaron la piel de su rostro y fueron bajando muy despacio desde su cuello
hasta su pecho. Los ojos del vampiro parecieron brillar con cierta melancolía
al sentir el sonido de sus latidos, pero continuó su examen sin mostrar más
atención por su anatomía que la estrictamente necesaria.
Finalmente se detuvo a la altura de su vientre, y un suspiro apagado escapó de sus labios.
-
¿Qué
ocurre? – pregunté con impaciencia.
-
Lo
siento, dadme un momento.
El vampiro se giró y volvió con su
grupo sin sacarnos de dudas, y comenzó a hablar con algunos de los miembros de
su clan entre susurros mientras los tres comenzamos a sacar nuestras propias
conclusiones y a preocuparnos aún más al ver tanto secretismo.
Ante la orden de su líder, dos de los vampiros del grupo se separaron del resto y desaparecieron de nuestra vista en cuestión de segundos.
-
¿No
puedes decirnos qué pasa? – inquirí alzando la voz para que me escuchasen,
a pesar de que no era necesario aun estando a esa distancia de nosotros.
Karl se volvió hacia nuestro
grupo con el rostro tan adusto como una estatua de piedra.
-
Me temo
que la ninfa tendrá que acompañarnos si quiere que la ayudemos.
-
No pienso
ir a ningún lado con vosotros, ya he dicho que estoy perfectamente –
respondió ella intentando parecer segura.
-
Dinos qué
has visto – le exigí.
Karl volvió a dar otra silenciosa
orden y otros dos vampiros se adelantaron para intentar cogerla por la fuerza.
Janne y yo nos colocamos a su lado y los lobos formaron una muralla frente a los vampiros para impedirles pasar.
-
¡Debéis
confiar en nosotros! ¡Queremos ayudarla! – esta vez la que habló fue Susie,
otra de las vampiresas del club. Intentando hacernos entrar en razón.
-
¡Pero no
queréis decirnos lo que ocurre! ¿Cómo podemos confiar en vosotros si ni
siquiera sabemos que está pasando?
Susie y Karl mantuvieron una
silenciosa charla antes de volver a hablar para el resto.
- Karl cree que hay algo consumiéndola desde dentro.
-
¿Es por
eso que me han dado? – preguntó Alidaen.
-
No –
respondió él. – Lo que te han dado
intenta detener aquello que te está consumiendo, pero si mis sospechas son
ciertas…
El sonido del viento meciendo los árboles, seguido de un rápido siseo metálico, silenció de golpe al vampiro ante la atónita mirada de los presentes. Todos quedamos cegados durante unos instantes por una intensa neblina oscura sin saber muy bien qué estaba ocurriendo.
Segundos más tarde… la cabeza de
Karl rodaba por el suelo tiñendo la tierra con el oscuro color de su sangre.
Y hermosas plumas color azabache revolotearon silenciosamente acariciando su cuerpo sin vida.
Pues si que ha durado Karl en la historia :D, que fácil ha sido para el señor o señora de las alas negras cargarselo... Bueno, yo como estoy segura de que Alidaen está embarazada...supongo que la "cosa oscura" que la consume será el bebé , pero no tengo muy claro cuales eran las intenciones de Lobo ni ahora las de Karl. Solo queda un capítulo y espero que se desvelen muchas cosas porque estoy que me muerdo las uñas...
ResponderEliminarBesines :)
Si, Karl duró poquito...este capítulo y un pequeño tramo en la parte que Alidaen visita el club Darkness que no sé si recordaréis, está algo cambiado por el pelo, pero es el vampiro rubio que se le presenta educamente. La verdad es que me gustó escribir lo poco de este personaje, era un vampiro majete, no como los otros...pero bueno, me entró la vena Martiense y dije "¡me lo cargo!" xDDDD nah...en realidad debía matar a uno para lo que viene en el último capítulo, y fue el elegido por su importancia para el resto de vampiros :/
EliminarY bueno, espero haber aclarado algunas dudas en el final de la temporada, aunque como veréis queda todo bastante abierto aún a nuevas hipótesis. ¡Espero que os guste y que te queden uñas para la temporada que viene! jajaja
¡Un abrazo enorme koredanu!
Karl me caía bien, apenas salió y lo mataste :( dejándome súper intrigada con lo que le puede estar pasando a Alidaen, supongo que quien lo mató no quería que hablara sobre lo que descubrió e intuía. Cuando le dieron la poción esa, creí que tal vez era para que pudiera tener hijos, haciéndole crecer una matriz o algo por el estilo, pero ahora ya no lo veo tanto como una posibilidad.
ResponderEliminarUfff sólo espero que el próximo capítulo nos despeje más incógnitas y aunque me hagas sufrir un montón con la espera, que se quedé super interesante para la siguiente temporada.
Un abrazo Itzel
Karl...tuviste un cruel final, pero alégrate al saber que la gente te quiso el poco tiempo que apareciste (Karl: Me has dejado sin cabeza, no pretendas consolarme ahora...zo...$%&) *pone carita de buena*
EliminarEsto...dejando a un lado mis locuras...¡gracias Itzel! me alegra saber que la aparición de Karl os gustó, aunque no tanto su final (xDDD) y espero haber resuelto parte de tus intrigas con el final de la temporada, aunque hay cosas que no han quedado aclaradas aún del todo y me reservo para el inicio de la tercera temporada.
¡Ya me dirás que te ha parecido! ¡un besazo!
¡Toma ya! A eso lo llamo yo "cortar" con la escena. ¡Que currada la negociación! Se podía paladear la tensión que había entre los dos grupos como si fuese una cucharada de melaza. Me ha encantado el capítulo, el desarrollo de la reunión me ha mantenido pegado a la pantalla deseando ver el desenlace y el abrupto final del líder de los vampiros (porque supongo que la decapitación es un síntoma de muerte irreversible xD) me ha sorprendido. ¡Quiero ver ya el siguiente capi, leches!
ResponderEliminarY con un corte muy limpio xDDDD Si, me parece que el líder después de esto ha quedado bastante muerto, aunque debo admitir que me dio lástima perderlo, me gustaba el vampirillo ^^
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