sábado, 2 de julio de 2011

PRÓLOGO II

❧❃❧ THAERION ❧❃❧

Mi padre había decidido que era el momento de enviarme a la frontera de Édora, el lugar donde nací y nuestra familia vivió durante siglos. Un mundo completamente distinto del que yo nunca me sentí parte a pesar de los inútiles esfuerzos de mi familia por inculcarme sus valores y costumbres.

Hice un último esfuerzo para convencerlo, sabía que no tenía ninguna posibilidad pero deseaba con todas mis fuerzas quedarme en Riverview.

- Padre, os lo ruego, no me enviéis allí. Haré lo que me pidáis pero dejar que me quede. Os demostraré que puedo cambiar.
- Has tenido diecisiete años para convencerme de ello, ya es demasiado tarde.

- No lo entiendo, ni siquiera os habéis molestado en decirme qué he hecho mal. Toda la vida me habéis ignorado y yo nunca os he desobedecido ¿Es por estas ridículas ropas? – pregunté tirando de la tela que cubría la armadura de mallas - Las usaré siempre, no me importa.

- Estas ropas no son simple apariencia, son nuestra seña de identidad, es lo que somos: Laremion. Nosotros no pertenecemos a este mundo, nos obligaron a abandonar nuestro hogar para vivir en esta tierra corrupta y nunca seremos como ellos.

- Pero ¿porque? ¿Tan malo es adaptarse a este nuevo hogar? ¿Vivir como uno más? No lo entiendo padre, ya nunca volveremos a vivir en Édora.
- ¿Te estás escuchando? Has olvidado todo lo que te hemos enseñado, te has convertido en un mundano más.

- Puede que así sea, no me importa. Yo no crecí en aquel lugar, apenas lo conozco salvo por las historias que madre me contaba y sus cuadros, Kheran y Tanathya sólo hablaban de guerras y luchas por el territorio. ¿Acaso eso es mejor? Riverview es un pueblo tranquilo y seguro, es un buen lugar para vivir.

- ¿Estás seguro? – por un instante la mirada de mi padre ardió de rabia antes de volver a su natural gelidez - ¿Tan atado estás a esta gente que también has olvidado lo que le hicieron a vuestra madre?

El recuerdo de aquella noche volvió a golpearme con crueldad.
Sentí un nudo en la garganta que me dejó sin habla durante minutos.

¿Cómo poder olvidarlo?

- Nada de esto habría pasado si tú no te hubieses escapado para ver a esa cría.
Mi mente vagaba mientras escuchaba de fondo la voz de mi padre acusándome de su muerte. Estaba harto de escuchar aquello una y otra vez, pero una parte de mí mismo sabía que era cierto y no dejaba de sentirse culpable.

- Debía haber sido yo – contesté sin darme cuenta de que pensaba en voz alta.

Él no contestó y su silencio resultó ser más doloroso que sus acusaciones.

- Por una vez estamos de acuerdo en algo – dije dándome la vuelta para marcharme.
Había sido un idiota al pensar que podría hacerle cambiar de idea.

- El día que demuestres que eres digno de llevar nuestro apellido podrás volver a casa, Thaerion.

- Por mucho que lo intente nunca lo seré para ti.
Aquella fue la última vez que hablé con mi padre. Volví a Édora, me aleje de Riverview tratando de dejar atrás la culpa por la muerte de mi madre, pero ésta me acompañó durante años, al igual que el recuerdo de aquellos atardeceres junto a la joven del cabello dorado.

Esperaba volver a verla algún día.


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