-
Ven por
aquí – escuché su voz como si estuviese pegado a mi oído, pero no alcanzaba
a verlo mientras me guiaba hacia un callejón oculto fuera del pub.
Sabía que caminaba conmigo, pero
la noche lo escondía con la misma facilidad que se ocultan las sombras en una
habitación sin luz.
- Esto...no creo que sea una buena idea lo que vamos a hacer.
-
¿Ya te
estás echando atrás? Si quieres me voy y acabo con lo que dejé ahí dentro.
-
¡No!
– exclamé - Es que… ¿tiene que ser hoy
mismo?
Cada paso que daba me costaba más
y me sentía más nerviosa.
-
Si. Para
aquí – me ordenó.
Me detuve y observé el callejón,
al menos no era el mismo donde Beau casi me mata.
-
Es que…no
sé si estoy preparada – admití temblorosa al verlo aparecer de nuevo con
esa sonrisa divertida en la cara. Bajé la mirada rápidamente.
Como si a él le importase si lo
estaba o no.
- Si quieres enciendo unas velas - bromeó - pero sólo si tu sirves el vino.
Al decir eso acercó su índice
hasta mi cuello y empezó a recorrerlo muy despacio, pero yo le detuve de un
manotazo. Podía sentir su mirada incluso con la vista clavada en el suelo.
-
Encima no
te burles.
Aunque la verdad es que me sentía
más como una jovencita a punto de ser desvirgada que como un corderito en el
matadero, y aquello no era bueno, no quería relacionar un acto como aquel con
el sexo de ninguna forma, por muy placentero que dijesen que podría ser.
Un trago de más y podría matarme,
él mismo me lo había dicho. Y ya había experimentado anteriormente aquella
sensación y me había prometido no volver a repetirla.
Me traía malos recuerdos.
- Hay alguien arriba esperándome, debe estar preocupado por mí y podría vernos…- comencé a decir intentando que cambiase de opinión.
No podría asegurarlo porque no me
atrevía ni a mirarlo, pero imaginaba que Dale estaba disfrutando con mi
inseguridad casi tanto como ahí arriba mientras se alimentaba.
-
Lo sé,
pero ya me he encargado de eso – comentó con calma.
- ¿Qué? – no pude evitar alzar la mirada con los ojos bien abiertos. – ¡¿Qué le has hecho?!
Él se encogió de hombros y yo
intenté moverme para volver al pub y asegurarme de que Francessco estaba bien.
Pero aquel fugaz instante en el que nuestras miradas se encontraron fue
suficiente para que pudiese mantenerme en mi sitio sin mucho esfuerzo.
Intenté volver a mirar el suelo,
pero hacerlo era como querer atravesar un muro de cristal a cabezazos.
-
Tranquila
fiera – chasqueó la lengua negando con una sonrisa. – Vas a tener que aprender mucho si quieres evitar que nos metamos ahí
dentro – me advirtió tocándome la frente con el dedo, estaba frío y me
impedía apartar la vista de sus ojos. - Aunque
si tú quieres…conmigo podrías practicar todos los días.
Abrí los labios para decir algo,
pero las palabras murieron en mi garganta cuando invadió mi cerebro con
imágenes en las que él y yo practicábamos de todo menos técnicas de
concentración antivampiros.
Tuve que morderme el labio para
reprimir un jadeo.
- Bien… ¿ves? – dejó de hacerlo y me sentí como si me hubiesen despertado en el mejor de los momentos, hambrienta y con ganas de seguir…soñando. – ¿A que ya te sientes más preparada?
Intenté fulminarlo con la mirada,
pero para mí desgracia no surtió el efecto deseado y se echó a reír de nuevo.
-
No
vuelvas a hacer eso – le advertí.
-
¿Qué? Si
has sido tú – se hizo el sorprendido. - Yo tan sólo te he dado alguna idea. Y menuda imaginación tienes…ninfa
– remarcó esa última palabra como si la saborease y se mordió el labio.
-
¿Vas a
hacerlo ya o piensas matarme del aburrimiento? – pregunté intentando sonar
indiferente y que no notase mi ansiedad.
-
¿Tantas
ganas tienes de que te muerda? – susurró.
-
Tengo
ganas de que acabe y me dejes en paz.
-
Cuando
empiece no vas a querer que pare.
Se inclinó hacia mí y noté cómo su frío aliento recorría mis labios y mi cuello, envolviéndome por completo.
-
No debería haber aceptado esta locura...– murmuré casi pegada a sus labios. - Estás helado.
-
Y tú
estás muy caliente…puedo sentirlo incluso sin tocarte – aspiró el aire que
nos separaba y emitió un suave gruñido. – Casi
puedo saborearte y aun no te he hincado el diente, me lo vas a poner muy
difícil nena…
A pesar del frío que emanaba, su
forma de hablar hacía que mi cuerpo se encendiese aunque quisiera reprimirlo.
-
¿Con
todas tus víctimas eres tan plasta…? – mi voz sonaba débil y casi tan
hambrienta como la suya.
-
Sólo con
las que se resisten como tú. Hace que esto sea lo más divertido.
-
¿Esto?
- Seducirlas – aclaró, rozándome con su lengua en el punto exacto donde debería encontrarse la arteria de mi cuello, mientras me quitaba la chaqueta y el pañuelo que envolvía mi cuello sin ninguna prisa.
-
Hazlo ya
– le rogué.
-
¿Lo
deseas?
Me mordí el labio.
-
Si no me
lo dices nos quedaremos así toda la noche. Y a ésta aún le quedan unas cuantas
horas.
Si…
-
Dilo
– me ordenó.
-
Muérdeme…-
murmuré sin poder resistir más aquella tortura.
Entonces se acercó un poco más con los colmillos desplegados dispuesto a alimentarse de mí.
Dispuesto a privarme de parte de
mi sangre para saciar su apetito y hacerme perder la poca cordura que me
quedaba. Porque por mucho que quisiera negarlo…lo deseaba.
Deseaba que lo
hiciese.
Y él lo sabía, pero a pesar de
ello se apartó de mí sin esfuerzo, dándome la espalda para que no le viese la
cara y dejándome con un buen palmo de narices.
-
¿Se puede
saber qué haces? – pregunté confusa.
-
Nada.
Se dio la vuelta para mirarme con un gesto de triunfo que me
hizo desear clavarle una estaca en mitad de la frente.
-
Creo que
por hoy ya he quedado bastante saciado.
-
¿Qué?
Hasta a mí me sorprendió el tono
indignado de mi voz, y el estúpido gallo agudo que salió de mi garganta.
-
No te
confundas, no es que no me apetezca alimentarme de ti - comenzó a
explicarse con cierta sorna - de hecho
me apetece mucho. – admitió. – Debes
ser deliciosa…
-
¿Entonces
qué demonios te pasa?
-
Que
prefiero dejarte con las ganas – admitió divertido. - Al menos de momento.
-
Aquí el
único que se va a quedar con las ganas eres tú – dije señalándole con el
dedo en el pecho – porque no pienso
dejar que esto se repita nunca.
Bastante humillada y estúpida me
sentía ya como para encima repetirlo.
-
¿Estás
segura? Te recuerdo que me sigues debiendo un favor.
-
¡Ya no te
debo nada!
-
Claro que sí. Y me lo pienso guardar para otro momento en que los dos
tengamos más tiempo, ya sabes…por si la cosa se pone más caliente. Este lugar
es un poco cutre para nuestra primera vez… ¿no crees?
Sonrió travieso, y no pude soportarlo
más.
Traté de cruzarle la cara de un
tortazo. Y lo conseguí, ya que él no hizo nada para evitarlo.
Pero lo único que logré fue que
mi muñeca crujiese como si hubiese golpeado el muro que tenía detrás en vez de
su cara.
-
¡Joder!
– exclamé dolorida.
-
Yo de ti
no volvería a hacer eso – me advirtió, agarrando mi cuello con su mano y
pegando mi cabeza a la pared, obligándome a mirarle a los ojos.
No estaba empleado su fuerza,
pero su agarre era firme y sus manos, duras como el acero, hacían que mi cuello
pareciese débil y quebradizo como una rama.
-
Golpéame
de nuevo y te demostraré lo placentero que puede llegar a ser morir a manos de
un vampiro.
Pegó su cuerpo al mío, y pude
notar que su rostro y manos no eran lo único duro que tenía aquel muerto
insufrible.
Aquello hizo que me sintiese más vulnerable todavía, pues su deseo era casi tan sobrecogedor como su amenaza.
-
Eres
despreciable…
- Que va, sólo si no me conoces lo suficiente - contestó volviendo a su ánimo burlón de siempre y dejándome libre para que pudiese moverme – En el fondo soy un encanto.
Me quedé en silencio, mordiéndome
el labio y tratando de controlar los temblores de mi cuerpo para poder alejarme
de allí cuanto antes.
-
Pareces
algo insegura… ¿quieres que te lleve a casa? – preguntó señalando algo con
un ademán con la cabeza.
Había un coche negro aparcado al
final del callejón camuflando en parte su salida, no sabía cuánto tiempo
llevaba ahí pero tampoco es que me importase mucho en aquel momento.
Y no entendía mucho de vehículos,
pero aquel trasto parecía nuevo y ser de los caros. Lo sabía porque Violeta
solía silbar hacia dentro cada vez que veía uno parecido. Tenía los cristales
tintados, de modo que desde fuera era incapaz de ver si había alguien más
dentro.
- No – contesté retirándome despacio del apoyo de la pared y poniéndome la chaqueta sin poder ocultar mi enfado.
Acababa de recordar que
Francessco estaba esperándome en el pub, y seguramente me estaría buscando como
un loco. Habían pasado bastantes más minutos de los acordados.
-
Como
quieras – se encogió de hombros y se dirigió hacia el coche, no sin antes
dedicarme una teatral reverencia antes
de subirse en éste. – Hasta pronto, mi deliciosa
ninfa…y que tengas dulces sueños esta noche.
-
Piérdete,
capullo – susurré para mis adentros.
Al cabo de unos minutos conseguí
reponerme de la experiencia y me dirigí hacia el pub, encontrándome a
Francessco apoyado en una farola y mirando el reloj del móvil como si nada
hubiese pasado.
- Vaya, sí que ha sido rápido, pensé que tardarías un poco más – dijo con calma.
-
¿Rápido?
-
Me
dijiste diez minutos, y no han pasado ni cinco ¿De dónde has salido? – miró
extrañado hacia el lugar de donde venía - ¿Eso
de ahí es un arañazo? – señaló mi cara.
Le miré confusa y me acaricié la
mejilla, recordando la “pequeña” disputa con Salma y sus afiladas uñas.
- N-no es nada, el pasillo de la escalera de incendios estaba bastante oscuro y me rocé con algo – contesté - ¿de verdad llevas aquí todo el rato?
-
No me
apetecía quedarme mucho tiempo sólo con aquellos tipos tan raros – admitió
– así que decidí esperarte fuera. ¿De
verdad que ha ido todo bien? Pareces algo pálida. Quizás haya que mirarte eso, ¿y
si tienes el tétanos?
-
No seas
exagerado. Es sólo que tuve otro mareo, nada importante.
-
Supongo
que los baños no estaban mejor que ese callejón.
Sonreí negando débilmente con la cabeza. No me gustaba tener que mentirle ¿pero qué podía decirle? ¿Qué había estado a punto de dejar que un vampiro se bebiese mi sangre para evitar que se cargase a mi ex jefa?
-
Anda…volvamos
a la Shelüne.
Como veía que no me encontraba
muy bien, Francessco decidió que cogiésemos el metro para llegar antes.
No eran ni las once de la noche y le había mandado un SMS a Sithan para decirle que estaba bien y que volvería con Fran pronto, así que dejé de preocuparme por cómo se tomaría que no estuviese allí aun y me dejé caer sobre uno de los asientos libres que quedaban.
Fran se sentó a mi lado, y yo me
sentía tan cansada que apoyé mi cabeza sobre su hombro y cerré los ojos unos
segundos para disfrutar del suave traqueteo del tren subterráneo y el leve
murmullo de voces procedente de los habitantes de esa extraña ciudad que
compartían el metro con nosotros.
Había sido un día duro, y
esperaba que en algún momento de la noche éste comenzase a mejorar.
O al menos, que acabase de una maldita vez.
Continúa en...Capítulo XXVII: Escena Extra (Contenido para adultos)
Sólo te puedo decir que Dale me encanta, me encanta y me encanta.
ResponderEliminarVoy a leer el EXTRA ;)
Jijiji espero que lo disfrutes ;) ¡Y me alegra que te guste Dale!
EliminarDale, hijo de... El tortazo se lo tenía más que merecido aunque luego fuese peor yo también le habría golpeado XD
ResponderEliminarMuy muy bueno... ¡a leer el capítulo extra voy!
Pues si Momo...y bien merecido, pero ya sabes cómo son los vampiros, sobre todo éste, cómo le gusta jugar con las emociones de la pobre Ali xD ¡Espero que te guste el extra! ^^
EliminarEstoy deseando leer más! Tus ideas son muy originales, escribes super bien, los personajes son encantadores y odiosos a la vez... es que no podría mejorar más! Actualiza prontito, que me muero de ganas de saber qué pasará.
ResponderEliminarPs: Mi favorito es Thaerion, por supuesto ;) Aunque Dale... qué capullo más gracioso!
¡Hola Diana! Encantada de tenerte por aquí y de leerte.
EliminarMe alegra mucho que te gusten los personajes, y sobre todo que te causen esa sensación, siempre intento que provoquen sentimientos contradictorios al ir conociéndolos mejor y que al final se hagan de querer un poquito cuando deberías odiarles (y al revés jijiji)
Siento mucho no poder actualizar con tanta frecuencia como antes, pero aún así espero que no pierdas el hilo y te animes a comentar más veces ¡Un beso enorme y gracias por tu comentario!
¡Por favor, más! Lo único que puedo decirte, que entro casi todos los días esperando nuevas actus. XD
ResponderEliminar¡Un besazo!
Baal.
¡Ay Baal! ¡Soy un desastre, lo sé! No sabes lo que me anima saber que sigues por aquí pasándote a ver si actualizo, como ves hoy ya he cumplido con mi deber jajaja
EliminarY para que veas que no me olvido de ti sólo te diré que ya sé en qué parte va a hacer su aparición quien tú ya sabes y que espero que te guste su introducción ;) Aún queda un poco para eso, ya que es en el final de la temporada, pero creo que puede quedar chulo, a ver si te pillo un día con tiempo y podemos charlar un rato. ¡Un besazo!
Oh Dios, oh Dios, oh Dios. Hace mucho no leía este capítulo y me había olvidado de cómo amaba a ese maldito vampiro, y de lo hermosamente erótica que fue esa parte. Al diablo Valo y Fran, un arrebato de pasión con este vampiro infernal sería mi sueño cumplido. Lo amo, es demasiado sensual e interesante (sumándoles sus astutas artimañas) como para ser simplemente un aire pasajero en esta historia.
ResponderEliminarAh, lo disfruté por completo a este capítulo.
¡Que bien verte por aquí y volver a leerte, Daroga!
EliminarCreo que me has animado a hacer la ficha de Dale con tu comentario. La verdad es que es un personaje que hice un poco como extra y está dándome mucho juego, me proporciona ideas muy divertidas jijiji
Me alegra que te gustase este capi y su extra, y me encanta volver a leerte, ¡un abrazo guapa!