❧❃❧ CAPÍTULO XXXVI: El Hombre del Saco ❧❃❧
El silencio se apoderó del bosque, y en apenas un suspiro el tiempo se detuvo para ceder el paso al caos más absoluto que recuerdo haber vivido. Y eso que mi vida era del todo menos tranquila últimamente.
El autor del crimen apareció ante
nosotros como un ángel caído de alas negras, volando sobre su víctima
decapitada al tiempo que sujetaba el arma que había separado la cabeza de su
cuerpo sin apenas esfuerzo alguno.
Sonreía como un psicópata.
-
Casi, un
segundo más y el que habría perdido la cabeza de puro aburrimiento habría sido
yo.
Era Dardo, el mismo hombre que me
había llevado hasta el bosque y me había dejado en manos de ese vampiro.
- Todos nos quedamos petrificados tratando de digerir lo que había pasado. Pero nadie dijo ni hizo nada hasta que un desgarrador grito de mujer inundó el bosque, llenándolo de un terrible sufrimiento.
La piel se me puso de gallina, y comencé a temblar descontroladamente cuando me di cuenta de lo que estaba a punto de ocurrir.
Todo se había ido a la mierda. La
diplomacia no había servido de nada.
El fino hilo de cordura que tejía
el único vampiro amable que había conocido hasta el momento fue seccionado de golpe,
dejando al resto confuso y dolido por la muerte de su líder. Y para más inri, justo
enfrente de un grupo de lobos que los odiaban a muerte.
Las intenciones de aquel lunático
estaban más que claras ¿pero cuál eras sus motivos para hacerlo? ¿Aburrimiento?
Me sorprendí a mí misma intentando meditar sobre ello mientras el resto del mundo se volvía completamente loco y comenzaba a reaccionar tras la parálisis generalizada. Pero yo no era capaz de hacer otra cosa.
Sólo pensar.
Una y otra vez la misma pregunta se repetía en mi cabeza mientras observaba, como si sólo fuese una espectadora más en medio de un teatro atestado de gente, lo que estaba ocurriendo.
¿Por qué?
Por suerte, la fría mano de
Thaerion me devolvió a la realidad antes
de que fuese demasiado tarde, aferrando la mía con dolorosa firmeza.
-
Tenemos
que salir de aquí AHORA.
Cuando volví a ser consciente de
lo ocurrido vi que la advertencia de Thaerion no era injustificada.
Varios vampiros se habían abalanzado sobre el asesino, pero éste los evadía con astuta rapidez mientras reía como un loco y los mareaba haciendo cabriolas como un artista de circo. Valiéndose de sus alas para alejarse del alcance de sus enemigos cuando la cosa se ponía tensa. El filo de su arma se movía con la misma rapidez, y en cuestión de segundos había conseguido seccionar varios miembros más de aquellas criaturas que, hasta el momento, yo consideraba indestructibles.
Alas negras.
¿Qué se supone que era?
-
¡Corred!
– exclamó Janne colocándose al frente de nuestro grupo - ¡Yo os cubro!
Thaerion tiró de mí y mis piernas se pusieron en movimiento automáticamente.
-
¡Busquemos
un lugar donde ponernos a salvo!
-
¡Janne! ¡ven
con nosotros! – grité al ver que pretendía quedarse atrás.
-
¡Cogedla
a ella! – se escuchó a lo lejos - ¡Al
resto podéis matarlos!
Varios vampiros se lanzaron sobre nosotros al ver que intentábamos huir.
La encarnizada lucha entre no
muertos y lobos enloquecidos por el olor de la sangre no se hizo esperar mucho
tiempo tras esa orden.
Los lobos formaron una barrera protectora enfrente de nosotros y atacaron a todo aquel que intentaba traspasarla. Janne les ayudaba, y yo intentaba resistirme a dejarlo mientras Thaerion tiraba de mí sin darme otra opción que alejarme de allí.
-
¡Janne!
-
¡Vámonos!
-
¡Ve con
él! ¡Ahora os sigo!
-
¡No!
A pesar de su herida, Thaerion me
agarró de la cintura y me alzó sobre sus brazos al ver que me seguía
resistiendo.
Le escuché gruñir por el esfuerzo, pero aun así consiguió alejarme de la zona lo suficiente para resguardarnos entre los árboles y no ver la carnicería que se había montado en el claro.
Una vez ocultos, me dejó en el
suelo sujetándome contra el tronco de un árbol y se colocó delante con las
manos apoyadas a ambos lados de mi cara para evitar que escapase.
- ¡¿Estás loca?! – me gritó casi sin aliento. - ¿Es que quieres que te atrapen?
-
¡No
podemos dejar a Janne ahí sólo! – exclamé.
-
¡No está
sólo! ¡Tiene a sus jodidos lobos! ¡Pero tú y yo si lo estamos…y si nos quedamos
aquí terminarán encontrándonos!
-
¡Me da
igual! ¡Déjame volver con él!
Intenté empujarle para apartarlo,
pero al tocarle se encogió sobre su vientre mordiéndose el labio con gesto
dolorido, y recordé la gravedad de su herida.
-
Ummmmffh.
-
Mierda…perdón,
perdón, perdón – le pedí con gesto turbado.
Me miré las manos y vi que volvían a estar manchadas de sangre. Él se echó hacia un lado, dejando caer todo su peso en el árbol que había enfrente, y posó la mirada perdida en las hojas caídas del suelo.
-
Como
quieras. Total…terminarán encontrándonos – admitió dejando que el pesimismo
venciese a las pocas fuerzas que le quedaban. – Si no son vampiros serán los humanos que te buscan, y sino ese
maldito lunático. O…vete a saber – se encogió de hombros - todo el mundo te busca, es como si llevases
un puñetero cartelito de neón pegado al culo – me miró de reojo y se cruzó
de brazos con gesto hastiado. - Al final
darán con nosotros, así que más te vale coger un arma que pueda servirte de
ayuda y prepararte para cuando vengan. Haré lo posible para resistir sus
ataques. Mantente al menos cerca de mí, si no es demasiado pedir.
Suspiró, y yo no dudé en hacerle
caso. Me limpié las manos en los pantalones y me puse manos a la obra.
Me separé del árbol y agarré la
primera rama cercana que colgaba de éste y que podía alcanzar. Tiré de ella,
pero se resistió a soltarse.
Él me miró alzando una ceja y se
echó a reír casi sin ganas.
- Eres increíble…acabas de ver a un Vanar cortarle la cabeza a un vampiro como si fuese mantequilla y piensas enfrentarte a él con un palo - mientras hablaba se llevó la mano a la frente para dar énfasis a su incredulidad.
Así que ESO era un Vanar.
-
No
subestimes…- comencé a decir apretando los dientes por el esfuerzo – lo que puedo llegar a hacer con uno de
éstos.
- Contra humanos puede que te sirva, ya vi lo que les hiciste a los otros. Contra un vampiro…quizás, si tienes la suerte y la fuerza necesaria para clavársela en el pecho. ¿Pero contra un Vanar?
-
Ni
siquiera sé de lo que me estás hablando exactamente – contesté intentando
no perder el ánimo y dando un nuevo tirón de la rama inútilmente.
-
Un Vanar
es prácticamente inmortal, pocas armas pueden matarlo.
-
No quiero
matarlo. Quiero dejarlo KO el tiempo suficiente para huir de él.
-
¿Ahora
quieres huir?
-
Cuando
Janne vuelva, sí.
- Pero mira que eres cabezota – gruñó.
-
A ti
tampoco te dejaría.
-
Pues
deberías.
Vi que se reprimía para no decir
nada más.
-
¿Estás
celoso?
- ¿Qué? – se hizo el sorprendido, acababa de cazarlo. - ¿Del domador de lobos gigante?
-
Janne.
-
Sé cómo
se llama, y no me parece el momento adecuado para hablar de tonterías.
-
Pues
contesta.
-
No.
Me mordí el labio, dejando la
rama unos segundos para tomar aliento y escudriñarle con la mirada. Él mantuvo
sus ojos grises clavados en los míos de forma desafiante.
- Estás celoso – zanjé.
-
Toma –
alargó la mano para tenderme la daga, ignorando mi certeza. – Usa esto y calla.
Cogí la daga con mala cara y
empecé a rasgar la corteza.
-
Te la he
dado para que te defiendas con…bah, no importa. Tú sigue con tu dichoso palo.
Y eso hice, al final conseguí mi
preciada rama, que tenía el tamaño perfecto para usarse como bastón.
-
Toma,
apóyate en él – le ofrecí con una sonrisa mientras escondía la daga en mi
espalda.
Arrugó el ceño, pero terminó
aceptando mi ayuda algo avergonzado.
-
Gracias
– murmuró.
-
Iremos
despacio intentando pasar desapercibidos – sugerí intentando tomar el
control de la situación. – así será más
fácil que Janne nos alcance…
-
También
ellos – me cortó.
Le ignoré. Mi plan era perfecto y
punto.
-
…y tú
podrás andar sin hacer demasiados esfuerzos.
-
No soy un
inválido – se quejó.
-
Cállate y
camina.
- Hmmmpf.
Vi de reojo cómo fruncía el ceño
con cierta obstinación mientras me obedecía, y reconocí en él al mismo chico
tierno del que me enamoré hacía ya más de diez años.
Aquel que se hacía el duro pero que era incapaz de mirarme a los ojos sin ruborizarse, y que no se atrevía a confesar sus sentimientos por miedo a ser rechazado.
Era él, sin duda alguna mi
Thaerion seguía vivo dentro de ese misterioso e insufrible músico.
-
Ojalá lo recordases
todo – solté sin darme cuenta de que pensaba en voz alta.
-
¿Qué?
– parecía que le había sacado de sus propios pensamientos.
- Nada, hablaba conmigo misma.
-
Ahmm. ¿Lo
haces a menudo?
-
A veces,
cuando pienso mucho.
Rió suavemente, mostrando parcialmente
sus atrayentes colmillos.
Maldita sea, odiaba tener que
reprimirme ante él. Odiaba huir, luchar, discutir, odiaba no poder tumbarlo
sobre la maleza y hacerle todo lo que no deseaba que hiciese por miedo a
hacerme daño. Odiaba hasta pensar en ello después de todo lo que había pasado
esa noche.
Necesitaba centrarme.
-
Ya veo
– respondió escuetamente.
-
¿Te
molesta? – mantener una conversación trivial al menos me ayudaba a no
pensar demasiado en ello.
-
Al
contrario, es divertido. Me hace imaginar la de cosas que eres capaz de soltar
en el momento menos apropiado sin darte cuenta.
“Si yo te contase lo que pienso ahora mismo…”
-
Me alegro
de poder resultarte divertida, aunque estemos siendo perseguidos por la mitad
del compendio de monstruos del manual de Dungeons & Dragons mientras te
desangras - respondí tomándola con él en vez de conmigo misma.
-
Vale,
ahora hablas como Lande y das miedo.
-
Bah…
Intenté mostrarme indignada, pero
me eché a reír al darme cuenta de que era cierto, y al recordar a ese rubio bobalicón
que siempre conseguía sacarme una sonrisa.
-
Le echo
de menos – admití.
-
Tranquila,
dentro de poco estaréis de nuevo juntos hablando de…vuestras cosas.
-
Parece
como si hubiese pasado un mes desde la última vez que estuve hablando con él
– confesé algo melancólica - y han sido
tan sólo unos días.
-
Si, sabe
cómo hacer que se note su ausencia.
-
Por
cierto…me dijo que ibas de viaje a Hidden Springs y no volverías hasta la
semana que viene. Que yo sepa está a más de seiscientos kilómetros de
Bridgeport. ¿No era cierto?
Meditó la respuesta antes de
contestar.
-
Si lo
fuese habría sido un poco difícil llegar en tan poco tiempo ¿no?
-
Quién
sabe, a lo mejor en tus ratos libres te da por ir al bosque a realizar ritos
extraños en los que te automutilas y esas cosas.
Hice una mueca ante lo raro que
me parecía todo aquello.
-
Bueno…visto
así suena extraño, pero la verdad no es que sea mucho más sencilla.
-
¿Me la
contarás cuando estemos a salvo?
-
Sólo si
me cuentas cómo terminaste metida en esto.
-
Ya te
dije que vine para ayudar a una amiga. Habían secuestrado a Violeta.
-
¿A
Violeta?
-
Si, pero
ese tal Markus me dijo que la liberaría cuando me tomase el potingue que me
ofreció. Y confío en que haya cumplido su palabra.
-
Hablando
de potingues raros... ¿te sigues encontrando mal?
Negué con la cabeza.
-
Avísame
si notas algo extraño.
Asentí.
-
Y sobre ese
Markus ¿te hizo algo más? ¿fue brusco contigo?
-
Él
directamente no, era…educado a su manera, aunque bastante siniestro. Me ponía
los pelos de punta. Parecía muy tranquilo, incluso atento, pero no podía evitar
pensar que él había sido la persona que había mandado matar a mi antiguo jefe
del pub donde trabajaba.
-
¿Ha
muerto?
-
Si, lo
encontré en el parque tirado como si fuese un deshecho. Supuestamente lo
mataron para convencerme de que iban en serio...- bajé el tono de voz mientras recordaba la
tarde que habíamos pasado juntos. –
acababa de verlo hacía sólo unas pocas horas. Parecía tan animado…con tantas
ganas de retomar su vida donde la dejó el día que Beth…
-
Lo
siento.
Apreté los puños al recordarlo.
-
Lo
siento, de verdad – repitió mirándome serio. – Pero vas a tener que acostumbrarte – dijo tras varios segundos en
silencio.
- ¿Acostumbrarme a ver morir a gente inocente? – fruncí el ceño contrariada - ¿Y ya está, debo aceptarlo sin más?
-
Es eso o
vivir temiendo cada día que vaya a tocarte a ti, lamentando sus pérdidas o
culpándote a ti misma por todo lo que le ocurre a otras personas.
-
Yo no
elegí esto, tan sólo quiero vivir en paz.
-
Lo sé,
pero no es la vida que te ha tocado.
- Pues eso no me sirve de consuelo.
-
No
pretendo consolarte, Alidaen, ojalá pudiese hacerlo… - tomó una larga
bocanada de aire antes de seguir hablando.
- Tan sólo quiero que veas la realidad. Que aceptes tu destino y sigas como
hasta ahora.
-
¿Y cómo
se supone que debo hacerlo? ¿Qué puedo hacer?
-
Seguir
luchando.
- Si tan sólo pudiese volver a ser todo como antes…
-
Piensa en
tu vida pasada, y dime si recuerdas algún momento en el que no tuviste que
preocuparte por ti misma, en el que lo tuviste todo y te sentiste de verdad
segura.
Traté de pensar en ello y mi
cabeza voló directamente a los años en los que vivía felizmente con mi abuela.
Pero sabía que incluso en aquella época tuve que luchar por seguir siendo yo
misma. Distinta a las demás niñas de mi edad, salvaje y solitaria. Sin amigos
de verdad.
-
¡Ha sido ella! ¡Le ha quitado el avión a Mich
y se lo ha tirado a la cabeza!
Habían sido años muy felices, pero incluso en ellos tuve que ser fuerte
y aprender a defenderme. O a defender a aquellos que me importaban.
-
¡Jaja! ¡Así aprenderá a dejar de derribar
nidos con ese estúpido trasto!
-
Al
menos…la gente que quería no estaba en peligro constante.
-
Bridgeport
es una ciudad peligrosa para una criatura como tú.
-
Ahora me
haces sentir como si fuese un bicho raro.
-
Lo
siento…la verdad es que nunca se me ha dado bien eso de intentar animar a los demás
– se disculpó algo cortado. - No quería
decir que fueses rara, al menos no en el sentido negativo de la palabra. Eres
especial, atraes a las personas. Y a veces, las personas que atraes no son las
más adecuadas.
-
¿Cómo tú?
– pregunté en tono burlón.
Le di un suave codazo para
intentar liberar un poco de tensión y él me dedicó una de sus encantadoras
sonrisas.
-
Exacto.
Yo soy el ejemplo perfecto del tipo de criatura que no deberías atraer nunca.
-
¿Y te
atraigo?
-
Demasiado.
Desde el primer momento que te vi.
Sonreí tímidamente y bajé la vista hacia nuestros pies, incapaz de mantener su intensa mirada mucho tiempo.
Me pasé la lengua por los labios
para humedecerlos mientras pensaba algo ingenioso que contestar, pero me quedé
en blanco y continuamos andando en silencio durante varios minutos.
-
Parece
que hemos encontrado un escondite – dijo más tarde, señalando algo entre
los árboles. – Mira ahí.
Una especie de cabaña destartalada se encontraba a unos pocos metros de donde estábamos. Y me hubiese alegrado al verla, si no fuese porque era la misma donde me llevó Dardo y empezó todo.
-
Mierda,
tenemos que irnos de aquí – le advertí tirando de su brazo para detenerlo.
-
¿Qué
pasa? ¿Sabes quién vive ahí dentro?
-
Si.
-
Maldición
– no le costó mucho suponerlo, pero era demasiado tarde.
-
Vaya. Qué
pequeño es el bosque ¿no?
Dardo no tardó en aparecer, no
había ni rastro del arma con el que había sesgado la vida del líder de los
vampiros, pero llevaba un saco sucio colgando de una de sus manos. Parecía que acabásemos de encontrarle sacando la basura de casa y que no tuviese nada que ver con
la matanza que tan sólo unos minutos atrás había protagonizado en el claro.
Salvo por la sangre, que
salpicaba su rostro y cuerpo como si hubiese servido de lienzo a algún artista
grotesco, y le quitaba el poco aire inocente que pudiese quedarle a alguien
como él.
No parecía muy herido. Ni
cansado. Suponía que sería una de las ventajas de tener alas y ser inmortal.
-
Si llego
a saber que veníais de visita me hubiese adecentado un poco.
-
No te
preocupes, seguirías siendo igual de feo – contestó Thaerion cortante.
-
Pues a tu
rubia parece que eso no le molesta. Me devora con la mirada cada vez que me ve
– dijo sonriendo de medio lado, esperando divertido su reacción.
Entrecerré los ojos y aparté la
mirada de inmediato. La verdad es que desde su actuación con los vampiros no
había podido dejar de mirarlo, pero no era admiración ni mucho menos deseo lo
que me motivaba a hacerlo.
Era miedo, puro y absoluto terror
ante su crueldad, y sobre todo ante su actitud. Parecía no importarle nada, ni
siquiera la muerte. Y eso me hacía temerle aún más.
Así que por una vez decidí hacer
oídos sordos y tratar de no provocarle.
-
¿Ves? La
dejo sin palabras.
Thaerion gruñó por lo bajo, pero
tampoco quiso contestar a sus fanfarronadas.
-
No sé
cómo has podido escapar de la que has montado ahí fuera – comenzó a decir
tratando de mantener un tono diplomático. – Pero has matado a uno de los líderes del aquelarre más importante de
Bridgeport, y estoy seguro de que Isabella no descansará hasta matarte.
- ¿Isabella? Supongo que te refieres a la vampiresa aquella que no dejaba de berrear histéricamente – resopló con fastidio.
-
Era peor
que una banshee – añadió.
-
Karl era
su esposo, su compañero, llevaban juntos desde hace siglos.
-
Si, si,
todo eso me quedó muy claro cuando apareció gritando como una loca. Pero no te
preocupes por ella, y mucho menos por mi seguridad – mientras hablaba metió
la mano en el saco y comenzó a sacar algo de éste con una sonrisa cruel
dibujando su rostro.
Cuando vi el cabello negro enredado entre sus dedos aparté la mirada rápidamente. Negándome a ver aquello que mostraba.
-
¿Ves?
Ahora estarán juntos eternamente. Para que luego digan que no me van los
romanticismos.
Thaerion se acercó a mí
instintivamente, dejando a un lado su bastón y agarrando mi mano temblorosa con
fuerza para intentar infundirme parte de su calma.
- ¿Es ella…? – pregunté sin atreverme levantar la voz más allá de un quedo susurro.
-
Si –
afirmó dándome un suave apretón.
Tragué con dificultad, intentando
reprimir las ganas de vomitar.
No la había visto, pero imaginar su último gesto plasmado en su rostro ya era demasiado difícil para mí.
Como cuando te dicen que veas un
vídeo que da mucho miedo, pero se niegan a explicarte su contenido para que lo
compruebes por ti misma y no estropear el susto final. Y te resistes a verlo
porque tu imaginación recrea escenas demasiado aterradoras, que sólo con pensar
en ellas te impiden dormir.
Supongo que hasta una criatura
tan mezquina como Isabella merecía otro destino.
-
Me parece
que tu amiga es demasiado impresionable.
-
Déjala en
paz – le advirtió, tratando de no perder la paciencia.
- Entonces supongo que no querrá ver la otra que me traje de recuerdo – se encogió de hombros mientras volvía a guardar la cabeza de la vampiresa y echaba un vistazo dentro del funesto saco. – Una pena, a este creo que le conocía mejor. Era uno del grupo de los perros, creo.
La sospecha hizo que terminase posando
la vista en el saco que tanto temor me inspiraba con los ojos llenándose de
lágrimas, al tiempo que un grito sordo moría en mi garganta, dejándome casi sin
respiración cuando mi imaginación volvió a hacer de las suyas.
- No, no, no, no…por favor, dime que no es él…
Hundí mi cara en el hombro de
Thaerion intentando reprimir un descontrolado sollozo, intentando concentrarme
en la dulzura con la que aferraba mi pelo y me atraía hacia sí para evitar que
mirase, intentando no imaginar.
Volvía a repetirse, pero esta vez temía que la víctima elegida por aquel malnacido fuese alguien demasiado querido y cercano para mí.
No, me negaba, era imposible.
Sithan seguía vivo, Sithan no me
dejaría nunca.
- Por favor no me sueltes, no voy a poder resistirlo…- me atraganté con mis propias palabras y tomé aire con dificultad, aspirando el olor a humedad de su pelo - dime que no es…abrázame…te lo ruego…
Sithan nunca permitiría que ese
horrible ser le matase. Y menos de un modo tan indigno…ese condenado saco no
podía contener los restos del hombre que había salvado mi vida.
Que me había protegido y
reconfortado tantas veces. Aquel que con una simple palabra era capaz de
hacerme sentir segura a su lado.
-
No es él
– el pecho de Thaerion se elevó al suspirar con alivio y me abrazó con más
fuerza todavía. – Tranquila, mi amor…-
repitió dulcemente - él está vivo.
Miré de reojo para comprobarlo
por mí misma. Y en cuanto vi que el cabello del dueño de su “premio” era rojo
como la sangre y no negro, el consuelo que sentí fue tan profundo que de no
haber estado apoyada en él habría caído al suelo al ser incapaz de sostenerme
sobre mis piernas.
Ni siquiera me importaba quién
era. Sólo me fijé en que era humano y no un lobo.
Alguien a quien no conocía,
alguien a quien no quería como a un hermano. Tan sólo un muerto más en esa
noche de locos que se había cobrado ya demasiadas víctimas.
Me incliné sobre mi vientre y vomité, me dio el tiempo justo para soltarme del abrazo de Thaerion, pero éste me ofreció su apoyó sujetando mi frente mientras acariciaba mi espalda con suavidad.
-
Cuánto
drama por una simple cabeza – soltó sin emoción alguna.
-
Eres un
cabrón… - replicó Thaerion.
Trató de separarse de mí con
delicadeza cuando me recompuse, podía sentir cada músculo de su cuerpo tenso
por la rabia contenida, pero yo me negué a soltarle.
Si lo hacía comenzaría un nuevo combate, y puede que su cabeza acabase también en ese horrible saco. Eso si no lo hacía la mía, porque en ese momento sólo me apetecía borrarle la sonrisa de un puñetazo.
-
Por tu
alivio parece que no le tenías mucho cariño a este, se ve que me equivoqué –
volvió a guardar la cabeza en su sitio mientras chasqueaba la lengua. - Una lástima, la próxima vez espero poder
sorprenderte.
Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas sin control alguno y me enfrenté a él volviéndome con gesto furioso.
-
¡Dinos
que quieres de una maldita vez y déjanos en paz! – grité sin poder callarme
por más tiempo. – ¡No me hacen ni puta
gracia tus crueles bromas de sádico enfermizo!
-
Alidaen…
Un instinto salvaje y primitivo se apoderó de mí, me sentía como un animal acorralado, como una loba que debía proteger a su propia camada. Thaerion me agarró del brazo cuando me vio dispuesta a lanzarme sobre él y comenzamos a forcejear ante su atenta mirada.
-
Tranquilízate,
por favor.
-
¡No!
¡Suéltame! ¡Deja que le borre esa maldita sonrisa de su rostro!
-
Intenta
ignorarlo, no le des lo que busca.
-
¡No
puedo! Creía que…creía que… - me mordí el labio, reprimiendo con dificultad
las ganas de insultarle en todos los idiomas posibles.
-
Lo sé,
pero él está vivo.
Entonces se echó a reír.
-
Menuda
fiera te has buscado, – dijo - si es
igual de fogosa en la cama entonces entiendo tu fijación por ella.
-
Cállate…
- le advirtió Thaerion.
-
No, en
serio. Me pone cachondo hasta a mí, y eso que yo no he sido quien ha disfrutado
antes de uno de sus excesos de celo.
El obsceno gesto que acompañó a
sus palabras dejó muy claro a qué se refería.
-
Se acabó…-
dijo mirándome con la mandíbula apretada. – Alidaen, no te muevas de aquí.
Esperó un par de segundos a que
me calmase, y finalmente fue él quien se abalanzó sobre el Vanar, incapaz de
soportar por más tiempo sus provocaciones.
❧❃❧
La pelea que tanto buscaba aquel malnacido duró menos tiempo del esperado, pero a mí me pareció demasiado larga.
Thaerion no estaba en condiciones para enfrentarse a él, y el Vanar sentía una cruel fijación por la herida de su vientre, a la que no dejó de golpear hasta que cayó de rodillas sin fuerzas.
Dardo se agachó para clavar su inquietante
mirada en los ojos de él, e introdujo dos de sus afilados dedos dentro de la
herida con una cruel sonrisa dibujada en su rostro.
La herida comenzó a sangrar
profusamente, tiñendo de rojo la pálida piel de su vientre, que ya estaba
manchada de sangre seca anteriormente.
-
¿Ya te
rindes?
-
¡Thaerion!
– exclamé corriendo hacia él.
-
¡Te he
dicho que te quedes allí! ¡No va a matarme! ¡Me necesita con vida!
Trató de sonreír con gesto
dolorido pero desafiante mientras le devolvía la mirada.
-
A ti no…-
comenzó a decir – al fin y al cabo
pertenecemos al mismo bando. En eso tienes suerte.
Entonces se giró hacia mí y se
llevó los dedos a la boca para lamerlos con repugnante lascivia.
-
Pero ella
es una dalariel…nuestra enemiga ¿quién me va a impedir que lo haga?
-
No vas a
ponerle una mano encima - gruñó furioso intentando levantarse.
Di varios pasos hacia atrás al
ver aquel instinto asesino grabado en su retina, al tiempo que mi mano palpaba
el mango de la daga escondida a mi espalda, tratando de infundirme cierta
seguridad a mí misma.
- Seguro que me pagan una buena suma de dinero por su bonita cabecita rubia. De hecho…creo que me daría para tomarme unas largas vacaciones.
Sonrió y se levantó sin prisa
alguna, golpeando a Thaerion en el pecho con su pie para hacerlo caer de bruces
contra el suelo.
Intentó volver a levantarse, pero
Dardo pisó su estómago y movió la punta de la pesada bota con inquina para
hacerle gritar.
-
¡Huye,
Alidaen! – me rogó sin apenas fuerzas para hablar.
Pequeñas perlitas de sudor
bañaban su cenicienta piel. Incluso contraídas por el dolor sus facciones
resultaban demasiado hermosas y atrayentes para apartar la vista de ellas.
Negué con la cabeza.
Si iba a morir lo haría luchando,
no huyendo de nadie. Y lo haría recordando hasta el mínimo detalle de su rostro,
hasta el mínimo gesto.
Cumpliría la promesa que le hice.
Dardo se tomó su tiempo caminando
hacia mi sin borrar su sonrisa, y se detuvo a tan sólo unos centímetros de mi
cara.
- ¿Me tienes miedo, ninfa?
Sacudí la cabeza hacia arriba y
hacia abajo tragando saliva muy despacio.
Creo que mi gesto me delataba. ¿Para que negar algo tan evidente?
- Buena chica…
Acercó una fría mano a mi rostro,
y lo acarició casi con delicadeza.
Olía a sangre y a sudor. A
muerte.
Pero no a miedo.
El miedo era algo que sólo las
criaturas mortales conocíamos realmente. Y yo tenía suficiente por los tres.
Vi por el rabillo del ojo a
Thaerion arrastrándose hacia nosotros, pero era demasiado lento, el Vanar tenía
tiempo de sobra para actuar.
Y yo tan sólo una ínfima
oportunidad de éxito.
-
Casi me
duele tener que hacerlo… - susurró, llevando su mano hacia abajo lentamente
sin dejar de acariciarme. – Pero el
trabajo es trabajo. Y viendo lo visto…si no me encargo yo de la parte sucia no
se hará correctamente.
Aferré la daga con fuerza y traté de proyectar un rápido tajo hacia a su garganta. Sus reflejos no fueron suficientes para esquivarlo por completo, pero echó la cabeza hacia atrás y me agarró de la muñeca a tiempo, haciendo que el corte se desviase hacia su mejilla, rozándole el ojo izquierdo.
De un rápido tirón me desarmó sin esfuerzo y me agarró del pelo para estirar mi cuello y obligarme a mirarle fijamente.
La herida era lo suficientemente
profunda como para impedirle abrir el ojo herido.
Parecía satisfecho… ¿es que no
podía dejar de sonreír nunca?
Odiaba su sonrisa.
-
¡Alidaen!
– escuché gritar de fondo. - ¡No! ¡No lo
hagas! ¡Iré contigo, te lo prometo! ¡Pero déjala!
Thaerion se lanzó con un
sobreesfuerzo desesperado hacia él, y de una nueva patada volvió a quitárselo
de encima como a un simple y molesto mosquito.
-
Demasiado
tarde, cabalga palomas. Vendrás conmigo de todas formas.
Intentó hablar, pero en su lugar
sólo salió una bocanada de sangre que escupió sobre la hierba.
Me dolía verle en ese estado, pero me alegraba saber que él no correría mi misma suerte y al menos tendría una oportunidad de salir de ahí con vida.
- Ahora sí que me duele tener que hacerlo – gruñó arrugando la frente. – Y eso que matar a las criaturas de tu continente me resulta de lo más divertido.
Clavó la daga en mi vientre sin
apartar su ahora escasa vista de mi sorprendida mirada, soltándome para dejarme
caer de rodillas al suelo mientras se deleitaba con mi estupefacción.
Una parte de mí rechazaba aquel destino. La otra ya había aceptado la muerte en el mismo instante que el frío acero atravesó mis entrañas.
-
Me gusta
que me hagan sangrar – dijo mirándome desde arriba. – Alégrate ninfa, vas a morir sabiendo que hiciste más que los dueños de
esas cabezas. Espero que eso te consuele.
Es curioso, pero recuerdo
perfectamente cuáles fueron mis últimas palabras antes de abandonar este mundo.
Y no fueron precisamente las más adecuadas para un momento así.
-
Y yo espero
que…te quedes tuerto…hijo de perra.
Lo admito, no fue la mejor
despedida.
Pero es que tampoco estaba para
grandes discursos.
Te lo digo en dos palabras: Im - presionante
ResponderEliminar¡Gracias neni! <3
EliminarA mi me ha encantado. Menudo atrape de capítulo y menudo carpetazo a la temporada. ¡Aluciflipante! Todo el mundo seguro que odiará a Dardo pero yo le AMO. Una vez más la parejita se vuelve a separar. ¿Qué ocurrirá cuando se despierte cada uno? ¿Estarán el uno al lado del otro abrazaditos? ¿O por el contrario se habrán llevado a cada uno a una punta del mundo? Bueno, tenemos tiempo para especular... ¡Mardita!
ResponderEliminarMe alegra que te gustase tanto Ni me leas. Ya sé que tu le tienes un cariño muy especial al maloso de Dardo, no es para menos, para algo salió de tu increíble cabecita, yo sólo me limito a interpretar al personaje y tratar de hacer honor a su sádica personalidad jijiji
EliminarY tranquilo, que aún queda un tiempecito para seguir especulando, a ver si acabo unas cuantas cosas y puedo volver a publicar. ¡Un abrazo!
Creo que estoy demasiado conmocionada para poder comentar... y eso que me he leído también el epílogo. Odio a Dardo que lo ha echado todo a perder... Thaerion otra vez obligado a volver a Édora y Alidaen... no entiendo como pero parece que va a vivir (tal vez por el sacrificio de su pequeño... me ha dado muchísima pena saber que no va a nacer nunca), y además estarán separados otra vez. Ali me has dejado en un mar de lágrimas... pero como disfruto al mismo tiempo, adoro esta historia.
ResponderEliminarBesines.
¡Hola koredanu!
EliminarPerdóname por haber sido tan malvada, no lo hago a propósito, me sale sólo...ya sabéis que la felicidad de mis personajes es algo que intento conseguir a costa de mucho sacrificio por parte de ellos (jijiji). Aún así espero que sigas disfrutando con la lectura de la siguiente temporada.
Sobre lo que pasará, bueno...hay cosas que con lo que he publicado a través de Facebook y con lo que se puede suponer por aquí ya están más o menos claras, pero ya sabéis que siempre puede haber alguna que otra sorpresa, ya veremos qué pasa ^^
Me encanta saber que disfrutas con la historia a pesar de los malos ratos que os hago pasar, al fin y al cabo es mi propósito al escribirla.
¡Un besazo cielo! ¡Me encanta seguir viéndote por aquí!
Jajaja me encantaron sus últimas palabras, definitivamente sólo Alidaen las diría.
ResponderEliminarUfff qué pedazo de capítulo, me hiciste sufrir con la remota posibilidad de ver la cabeza de Sithan y luego contemplar a Thaerion tan lastimado sin poder defenderlos a ambos :'( pero me ha fascinado, a ver qué pasa en el epílogo *se muerde las uñas*
Itzel
Jajajaja pensé en escribir algo más épico, pero me dije "bah...es Alidaen...tiene que soltar uno de sus comentarios", me alegra que te gustase su frase final, ya veremos si se cumple o no su último deseo jijiji
EliminarCréeme, hasta yo sufrí escribiendo esa parte de lo que me metí en la cabeza de la pobre Alidaen, me imaginé lo que debió de sentir y ufff, lo pasé fatal. Pero es que Sithan es mi debilidad, no podía darle un final tan cruel (no como George R.R. Martin, que le odio aunque me encante ¬¬)
En fin Itzel, me alegra muchísimo que te gustase el capítulo final. ¡Un abrazo!
Wow no puedo creer que sea el final de la temporada...Por Dios sufrí mucho durante este capitulo! D: El epílogo me dejó con un destello de esperanza pero aún así me da pena todo lo que les pasa (y el bebé!! :'( ).
ResponderEliminarOtra vez vuelven a separarse justo cuando parecía que podían volver a estar juntos despues de tantas cosas >.<
Alidaen no sospechó nada sobre la cabeza de cabello pelirojo o.o espero que no sea lo que pienso u.u
En fin, en estos momentos siento que voy a explotar! De verdad, no puedo esperar a leer el nuevo capitulo de la nueva temporada!
Por cierto, espero que tengas suerte con el proyecto del libro! Me gustaría poder leerlo algún día :)
Un saludo, espero volver a leerte pronto!
Ha costado llegar, porque mira que ha sido larga la temporada, pero llegó por fin jajaja
EliminarAins...al final tendré que sentirme un poquito mal por haceros sufrir de este modo, voy a tener que pensar en algo para la siguiente temporada que os pueda alegrar un poco :3
Y si, eso parece, otra vez separados. Estos dos andan con un tira y afloja continuo, pero ya sabéis lo que se dice del hilo rojo del destino: puede tensarse todo lo que quiera pero nunca romperse. Al final por mucho dolor que pasen siempre volverán a encontrarse :)
Sobre la cabeza...es algo que ya veréis en los primeros capítulos de la temporada, pero tengo curiosidad ¿quién sospechas que podría ser?
Muchísimas gracias por los ánimos Josefina, me encanta tenerte por aquí y leerte. ¡Un abrazo muy fuerte!
estoy conmocionada y esperando que haya otra temporada *-* *-* *-* *-* *-*
ResponderEliminarque no hags sufrir mucho y que sea pronto se vale soñar jiij
Eres una artista al crear todo :D y graxias por compartirlo con nosotros hugs ^^
¡Pronto Vane! ¡Ya queda menos para terminar y estar de nuevo por aquí con nuevos capítulos!
EliminarSobre lo de no haceros sufrir...me lo pensaré jijiji intentaré ser más benevolente en esta nueva temporada, pero no os lo aseguro demasiado :3
¡Y gracias! Para mi es un placer poder compartir con vosotros lo que escribo ^^
¡Besos!
Madre mía. Es volver de vacaciones y leer esto y que se me caiga la baba. Que gran capítulo Ali, posiblemente el mejor de la temporada. Has creado algo terrible porque ahora hay más ganas que nunca de seguir leyendo. Espero que esas vacaciones sean intensas pero cortas, tú ya me entiendes, porque tienes que seguir con esto. Aún hay cosas que quiero leer y ver, ya sabes cuales :).
ResponderEliminarPor cierto, con Dardo has creado un villano a la altura. Altivo, prepotente, todo lo grandisimo hijo de la gran puta que un malo debe ser y, sobre todo, poderoso. Enorme elección y en serio, esperando impaciente. Sigue así.
Baal.
¡Hola Baal! Espero que hayáis tenido unas vacaciones perfectas ;)
EliminarMe encanta que te haya gustado tanto el final de la temporada, no sabría si terminaría gustando y lo tuve que revisar mucho y cambiar bastantes cosas, pero me alegra ver que el resultado final ha sido positivo (al menos por los comentarios que he leído)
Y no te preocupes, que quien tu ya sabes sale ya muy pronto ;)
Espero no tardar mucho más en traeros el prólogo de la siguiente temporada.
Con respecto a Dardo, personalmente estoy muy contenta con él. Aunque no es un personaje propio siempre intento plasmar la esencia de su creador, y por sus comentarios creo que está también satisfecho jijiji Dardo es un chulo y tiene muchísima mala hostia, pero a la vez es un personaje muy carismático y atrayente para mi gusto. A mi desde luego me encantó su personalidad cuando lo conocí, e intento hacer honor a su personalidad. Me alegra que te gustase tanto Baal ^^
¡Un abrazo muy fuerte!